Narrador:La noche había sido una pesadilla para ambos, pues ninguno había pegado un ojo en toda ella. Victoria sintiéndose humillada y a la vez arrepentida de haberse lanzado. Franco con unos deseos locos de hacer de Victoria su amante, pero teniendo que guardar la compostura por el bien de ambos, sobre todo el de ella, ya que no la amaba, solo la deseaba y no quería que sufriera, si ella lo odiaba era mejor, nunca comprendería que velaba por su bien.– Buenos días, Franco. ¿Qué tal durmieron tú y tu novia perfecta– Luciano, dime ya lo que quieres, no te andes con rodeos, ambos sabemos que no das puntada sin hilo– Por supuesto hermano que quiero algo, bueno, en realidad varias cosas.– Suéltalo ya que no estoy de humor– Bueno, parece que el señor todo rectitud está de malas hoy, que pasó, ¿
Narrador:Victoria pasó la noche tranquila, Franco no se separó de ella ni un minuto. Al llegar la mañana despertó y pudo verlo en el sillón a su lado vencido por el sueño. Lo observó largo rato, le gustaba verlo así, tan frágil, tan humano.– Uff, me quedé dormido – dijo desperezándose por completo– Así parece – ella veía que él estaba cumpliendo su promesa de cuidarla, así que le sonrió – gracias por quedarte conmigo– Te dije que te cuidaría– Sí, lo noté. ¿Te dijeron que tenía?– Nada de gravedad, pero debes cuidarte de estresarte, parece que eso hace que te desmayes.– Bien, entonces cuida tú de no estresarme – rió– Veo que estás mejor, te dejo tu ropa aquí para que te vay
Narrador:Victoria había pasado todo el día durmiendo y despertando. Pero sus pensamientos y sueños estaban en lo intensamente vivido con Franco ese día. Ya caía la tardecita y estaba quedándose dormida nuevamente cuando escuchó unos tímidos golpecitos en la puerta, creyó que se trataba de Rebeca para ver si necesitaba algo, porque Franco seguro no era, él entraría sin llamar. Se tapó la cabeza con la manta y resolvió ignorarlo, pero insistieron. Así que se sentó en la cama y de mala manera dijo– ¡Adelante!Grande fue su sorpresa cuando asomó quien menos esperaba, pues no era Rebeca, ni la abuela, ni el propio Franco que hubiera adquirido modales; sino que era Luciano.– Hola, Victoria, supe que estabas mal y quise saber cómo seguías. ¿Puedo entrar?– Sí, claro,
Narrador:– ¿Cómo estás querida, amiga?– Muy bien, Juliana, ¿y tú?– Todo bien por aquí, que gusto que me llamaras y te hayas hecho un tiempo para venir a charlar.– Es que tengo muchas cosas que contarte.– Estoy deseosa de oírlas, pasemos a la sala que haré traer el téLas ancianas eran viejas amigas, sus familias siempre fueron muy cercanas, Juliana era la abuela de Carla, la eterna pretendiente de Franco, pero a él nunca le interesó en demasía.– Tengo malas noticias para Carlita, Franco tiene novia y está muy enamorado.– ¡No me digas!– Sí, tan es así que nunca lo había visto tan feliz, le ha vuelto la luz, estaba tan amargado todos estos años, pero desde que esta chica entró en su vida, a ha cambiado, se le ve muy bien.<
Narrador:Franco tomó a Victoria por la cintura y la colocó en el sillón a su lado, la única ropa que se acomodó, fue el cinturón, que volvió a abrocharse. Su respiración seguía siendo agitada, tenía la frente húmeda, producto de la transpiración, se pasó la mano para secarla. Pasó su lengua por los dientes, con la boca cerrada. Victoria lo observaba con suma atención. Él pasaba la mano por su cara y su cabello, como si con eso cambiara lo que había pasado. Un par de veces hizo el ademán de pararse, pero al final no lo hizo. Evitaba la mirada inquisidora de la joven. Por primera vez en su vida se sentía incómodo en una situación con una mujer. Ella, que había permanecido inmóvil, se acomodó en su asiento. Franco fijó la vista en ella.– No te muevas ni un mil&ia
Narrador:Esa construcción era por demás hermosa, una típica casa de campo, donde el amoblamiento y la arquitectura eran de un estilo rústico, muy campestre, y los hogares, que estaban encendidos todo el día, abundaban.La noche se abría paso dejando entrar los últimos rayos de luz por la ventana. Victoria se acercó a la ventana para observar el maravilloso atardecer que se perdía en el inmenso horizonte de la pradera. Estaba absorta en sus pensamientos y deslumbrada por el espectáculo cuando sintió que la abrazaban por la cintura y una barbilla se le apoyaba en el hombro. El perfume era inconfundible y el calor que despedía su cuerpo la hacía saber que se trataba de Franco. Cerró los ojos y suspiró.– Es hermoso ¿verdad? - le dijo él casi en un susurro– La verdad que sí. Nunca había tenido la posibilidad de contemplar semejante espectáculo. Es realmente conmovedor.– Yo me crié aquí. Me dolió tanto tener que irme para estudiar. Y lu
Narrador:El sol que se colaba por la ventana despertó a Franco, quien al abrir los ojos se encontró boca arriba en la cama con Victoria apoyada sobre su pecho desnudo. El contacto directo con su piel y la noche pasada juntos, le provocaron una erección de tal magnitud que le resultó hasta dolorosamente placentera. Aun así, se quedó largo rato inmóvil disfrutando del satisfactorio contacto con el cuerpo de Victoria. La observó dormir sobre él y por el escote de su pijama pudo ver asomar uno de sus perfectos senos. Suspiró. Sabía que no era de caballeros mirar a una dama desnuda, por suerte él no era un caballero, así que disfrutó el espectáculo brindado. No pudo evitarlo y acarició, con la punta de sus dedos, alrededor de su pezón deleitándole ver como se endurecía. Sin despertarse,
Narrador:- Franco, cariño, ¿dónde has estado?, me tenías preocupada- Perdona, abuela, se me pasó llamarte, estamos con Victoria en la casa de campo, necesito unos días de vacaciones- ¿Con Victoria allí?- Sí, con Victoria, ¿por qué?- Nunca has llevado a nadie a la casa de campo, señal de que vas en serio con esa chica- Te dije que era serio lo mío con Victoria- Sabía que te gustaba, se te nota, pero no pensé que para tanto- Pues fíjate que sí, lamento si estropeé tus planes de casarme con alguna de las chicas de la alta sociedad- Yo solo quiero tu bien- No, tú quieres lo que consideras mi bien, no lo que realmente es- Ya veo que estás de mal humor, Franco – la anciana miró hacia todos lados – a propósito, ¿Dónde est&a