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3. Me tomó un año

Jorge escucha el llanto de una niña y enseguida sabe que es de su pequeña Luz. Corre hacia el área de juegos y lo ve.

Agachado con su nena y María, está el hombre que puede destruir todo lo que tiene.

Sabe que María lo ama pero también está consciente de que nunca lo amó como a él.

Le costó tanto trabajo y tiempo que ella aceptara casarse con él . Y aunque en un principio, lo hizo por la conveniencia de su situación, ella llegó a amarlo.

Toma a la niña en sus brazos sin dar muestras de que lo ha visto y se aleja de ahí consolando a su hija.

Aunque no puede dejar de pensar en Javier, no dice nada y actúa normal. Mira a María y sabe que está nerviosa. Sabe que ella aún lo ama pero, serán estos doce años capaces de vencer al amor de su vida?

Se conocieron en la universidad. María era una chica algo rara que estudiaba diseño industrial porque esa era la carrera que quería estudiar. A diferencia de él, que quería estudiar arquitectura pero se tuvo que conformar con su segunda opción.

Cuando la conoció, ella fue un capricho para él. María era una chica de ropas y gustos sencillos, siempre sonriente a pesar de las dificultades que le ponía la vida.

Eso le atrajo. Y aunque él tenía novia intentó por todos los medios que María cediera a sus deseos. Sin embargo, ella nunca mostró un interés más allá de la amistad por él.

Y mucho menos cuando Julián apareció. El también comenzó a mostrar interés por ella y, a pesar de estar en él área de arquitectura no dudó en acercarse a ella.

Por ese entonces, los alumnos de arquitectura y los de industrial no se mezclaban. Algún tipo de rencilla que se había agudizado a través de los años. Los de industrial decían que los de arquitectura eran soberbios y los de arquitectura que los de industrial eran perdedores que no habían podido quedar en otra carrera.

Sin embargo, él y esa amiguita con la que siempre andaba comenzaron a cambiar eso. Un día, ella dijo un discurso “conmovedor” para que los aceptáramos en las canchas. Aunque yo me negué rotundamente, María aceptó y desde ahí él no dejó de buscarla.

La perdí en ese instante aunque no lo acepté. Todavía intenté lograr algo con ella, pero fue inútil, después de un año, ellos se hicieron novios.

Al terminar la carrera ya vivían juntos. Ambos se graduaron con mención honorífica. A diferencia de mi, que pasé sin pena ni gloria.

Sin embargo, la suerte estuvo de mi lado. No cabe duda de que el que persevera alcanza y, por pura casualidad, un día me enteré de que Julián se había ido.

Yo trabajaba en una empresa de recipientes para lácteos. Me iba muy bien, a pesar de que no me encantaba mi carrera, había logrado sobresalir en mi medio. Debo decir que siempre aproveché cuanta oportunidad se me presentó y gracias a eso tenía una buena vida.

María, por otro lado, trabajaba en la más grande empresa del país. Sus aportes a la generación de materiales sustentables y biodegradables la habían colocado en la más alta esfera del diseño industrial.

Un día, comiendo con un colega me contó que María simplemente dejó de ir a trabajar y que se rumoreaba que su pareja la había dejado.

No saben el gusto que me dio escuchar eso. Bueno, que él ya no estaba. Aunque después supe que María lo estaba pasando realmente mal debo admitir que a mi eso me ofrecía una oportunidad única para acercarme a ella.

Por la naturaleza de nuestros trabajos, solíamos estar en contacto algunas veces.

No perdí más tiempo y me propuse regresar a su vida y conseguir lo que siempre había deseado. El deseo inicial puramente sexual de estar con ella se convirtió más adelante en un amor casi obsesivo. Y no descansé hasta lograr que ella me aceptara.

Aunque primero tuve que apartar a esa loca amiga que siempre andaba con Julián. Cuando me acerqué a María para recuperarla, sutilmente logré que Andy se fuera alejando de ella, de nosotros y de mi objetivo.

Al principio me resultó muy complicado dejarle ver mis verdaderas intenciones, ella no tenía ojos para nadie más. Así que mi siguiente paso fue hacerme indispensable para ellos. Debo admitir que inicialmente me resultó chocante el recordatorio permanente de Julián en nuestras vidas pero no tenía otra opción, así que terminé por convencerme y convencerla de que los amaba por igual.

Me tomó un año pero finalmente María me aceptó Jugué muy bien mis cartas y logré hacerla mi esposa.

De verdad la amo. Sé que la amo y que no quiero perderla. Y no voy a permitir que este sujeto venga a lastimarla de nuevo o que trate de entrometerse en mi familia.

No lo voy a permitir. Haré lo que sea necesario para alejarlo de mi familia. Para alejarlo de mi María.

Cuando María regresa del sanitario extiendo mis manos para llevarla a bailar.

La abrazo y pegó su cuerpo al mío. Le susurro al oído cuánto la amo y su sonrisa vacilante me dice que está pensando en él.

Verlo la ha descolocado. No puede evitar que se le note, a diferencia de mi.

Miro a mis padres y le digo que así nos veremos nosotros en 30 o 40 años. Juntos, celebrando nuestro matrimonio. Ella se estremece y me besa. Sentir sus labios en los míos me excita. Mi mano en su cintura baja a la parte alta de su cadera y la pego a mi cuerpo todo lo posible para que sienta cómo me pone.

Recarga su cabeza en mi hombro, seguramente pensando en él. Y yo aprieto el abrazo pensando en mi siguiente movimiento.

Por lo pronto, quiero llegar a casa y hacerle el amor como nunca. Quiero demostrarle que estamos bien juntos. Que funcionamos muy bien en todos los sentidos para que no sienta dudas respecto a mi.

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