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¿¡Qué haces en mi cama!?

— ¡Ah!

— ¿¡Pe -pero qui - quién demonios eres!? — balbucea Axel, saltando de la cama mientras ella hace lo mismo.

— ¡Eso mismo quiero saber yo! — le grita la joven, mientras intenta envolverse en las sábanas blancas, tanto ella como él se encuentran completamente desnudos — ¿Qué haces en mi habitación? ¿Cómo entraste? ¿¡Qué haces en mi cama!?

Axel se manda las manos a la cabeza tratando de controlar las punzadas de la resaca, segundos antes estaban abrazados, abrieron los ojos al tiempo, sonrientes, satisfechos por la noche que pasaron. Lo primero que vio ella fueron esos ojos azules como el mar más claro y lo primero que vio él fueron esos ojos castaños ¿O serán caramelo? Se preguntó. Para luego caer en cuenta que ninguno de los dos se conocía. Y gritar de a impresión.

— ¿¡Qué!? ¿¡Acaso estás loca!? ¡Esta es mi habitación! — Axel solo se ocupa de poner una de las almohadas tapando lo que puede con nerviosismo. Pone una mano detrás tratando de tapar sus posaderas y se mueve intranquilo por el lugar dejando ver lo que con mucho esfuerzo trata de ocultar.

La joven guarda silencio por un momento y voltea a mirar alrededor con atención, hay una maleta oscura, que no es la de ella, se parece a su habitación, pero no lo es, esta es mucho más grande y elegante. Pasa saliva, se pone lívida. Los recuerdos intentan llegar, pero su misma mente, el miedo y la ansiedad del momento la traicionan, no la dejan pensar con claridad.

— ¿Qui-quién eres? — pregunta Freya, si así es, Freya como la Diosa nórdica, pero que, para ella, no tienen nada de diosa y nada de nórdica.

— ¡Eso mismo quisiera saber yo y cómo fue que terminaste en mi cama desnuda!

— ¿Cómo? — pregunta ofendida, es claro lo que ha sucedido, sin embargo, de algo está segura ella simplemente no se metería a la habitación de un hombre, así como así — ¿Acaso no ves? ¡Ambos estamos desnudos! ¡Esto no lo hice yo sola!

— ¡Yo no soy así, no me ando acostando con cualquier mujer!

— ¿¡Disculpa!?... ¡No soy cualquier mujer, no sé cómo llegué acá, pero estoy segura de que no entré sola por mi cuenta para acecharte mientras dormías como un santo!

— Lárgate de mi habitación! ¡Ahora! — la mirada perpleja de aquella mujer era evidente.

— Pero…

— ¡Que te largues! — Ninguno de los dos recordaba qué había sucedido la noche anterior, ni siquiera sabía si habían tenido sexo, solo que ella estaba acostada desnuda a su lado y él también. Pero él, él sabía muy bien que no era de ese tipo de hombres. Y ella tampoco era de esa clase de mujeres — ¡AHORA! — gritó más fuerte y empezó a recoger la ropa de aquella mujer para terminar lanzándose y sacarla de su habitación antes de que alguien llegara y la viera ahí.

La mujer como puede agarra su ropa, y el muy imbécil la saca a empujones de la habitación sin la posibilidad de, aunque sea vestirse.

— ¡Eres un maldito imbécil! — le grita Freya antes de abrir la puerta, cuando lo hace se topa con un hombre alto trajeado con la mano estirada a punto de golpear la puerta, bien parecido que como todos queda en shock al ver tal espectáculo. Da un paso al costado por pura inercia y deja salir el huracán de mujer enfurecido, humillada y confundida con su ropa emburujada y la sabana que sostiene en sus pequeñas manos.

— Pero… qué demon…— masculla el hombre cuando entra a la habitación y lo ve desnudo, caminando de lado a lado como un tigre enjaulado — Dime que no hiciste lo que estoy pensando, Axel.

— ¡Tú sabes que yo no soy así!

— Pues… lo que veo es otra cosa — se sonríe y se recarga sobre la pared, disfrutando del espectáculo que estaba dando su mejor amigo. — ¿Le vas a decir?

La mirada azul de Axel penetra el cráneo con fuerza de Andrew, si lo hubiese podido asesinar lo hubiese hecho en ese mismo instante.

— ¿Cómo crees que le voy a decir? Apenas si aceptó hace poco casarse conmigo, sabes muy bien todo lo que me costó — se pasa la mano por su cabello revuelto una y otra vez. Desesperado.

— Bueno, de todas maneras, ya han aplazado su fecha, de pronto hasta te arrepientes, antes de que vuelva.

— ¡Eso no lo digas ni en broma! — se soba la frente, aún le duele pensar en aquello, y fue una de las razones principales por la que había empezado a beber como loco la noche anterior, pero había estado por años esperando este momento ¿Qué era esperar unos cuantos meses más? — Además ni siquiera contesta mis llamadas, ni mis mensajes.

— Lo sé, te estuviste quejando de eso toda la noche. A lo mejor ella se arrepintió — Axel volvió a fusilarlo con la mirada. — Enserio eres un imbécil

— ¿¡Por qué!? — revira, ofendido.

 

— No tenías que haber sacado a esa chica de aquí, así. Además de desnuda. Y mucho menos después de lo de anoche.

— De lo de anoche ¿Qué pasó anoche? — le pregunta dejándose caer sobre la cama y haciendo un esfuerzo sobre humano para que las memorias lleguen a su cabeza.

Andrew levanta sus hombros como si nada de eso importase ya y jugando con la poca dignidad de su amigo, mientras que la cabeza de Axel está a punto de explotar, intenta recordar, pero nada, no tiene ni idea cómo llegó esa chica a su cama, esto solo podía ser un mal sueño, pensó él. No puede ser posible que le propongo matrimonio a la mujer de mi vida, y a la semana termino enredándome con otra, se regañaba una y otra vez.

— Anda, apúrate que la reunión empieza en media hora y ni siquiera te has duchado — le recordó Andrew del por qué estaban allí, le entregó dos aspirinas. Y lo instó a bañarse lo más rápido que pudiese.

Se duchó con agua helada y se vistió en un santiamén. Ambos hombres salieron a paso ligero para cumplir con su cita. Tenían una reunión importante de negocios, era la oportunidad que estaban esperando desde hace años, por fin les habían concedido permisos para empezar la comercialización de productos en Asia y Europa y con ese fin habían llegado allí a Toronto, para reunirse con grandes empresarios.

La reunión trascurrió con tal normalidad, como si nada hubiese ocurrido antes, Axel era capaz de dejar sus problemas a un lado y arrasar con los negociantes, eso admiraba Andrew de él. Salieron de la reunión con una doce de contratos en sus manos, Goddess Beauty Corporated tendría un crecimiento exponencial con aquellos negocios ese año.

Lo que Andrew no notó es que Axel en realidad estaba dando más de lo que siempre dio, no podía olvidarse de esos ojos caramelo por alguna razón, se convenció de que era culpabilidad lo que sentía, ambos tenían razón había sido un completo idiota al sacar a esa chica de la habitación así.

Mientras que ambos amigos se fueron a celebrar por su exitosa reunión con su equipo de abogados, Freya caía cada vez más en la desesperación de sus amigas con el bombardeo de preguntas.

— ¡No puedo creer que te hayas acostado con ese bombón! — exclamó con evidente dramatismo una de ellas — ¿Estás segura de que fue el mismo que te sacó así de su habitación? Anoche parecía tan decente y tan elegante y tan… tan millonario — suspiró, dejándose caer sobre la cama para permitirse soñar con algo que jamás ocurriría en su vida.

— Me tiene sin cuidado lo que sea, espero jamás volvérmelo a encontrar en la vida — sentenció como si se preparara para la siguiente guerra mundial y sí que lo sería, Freya nunca esperaría que su vida y su destino estaría tan desacuerdo con lo que ella pedía en ese momento.

— Bueno, bueno… — aclamó atención la tercer dama en aquella habitación — Vinimos a pasarla bien y despedirnos de Freya, así que tenemos que aprovechar lo que queda de día, mañana estarás tomando ese avión rumbo a Vancouver para triunfar, y en un par de años esto será tan solo una graciosa anécdota.

Las tres jóvenes no pudieron estar más de acuerdo en ese momento, se dispusieron a salir y terminar de pasarla bien, cada uno retomaría su vida al siguiente día, su propio rumbo, su propio destino.

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