— No te preocupes — abrió su ultimo cajón y tiró la foto adentro sintiendo que algo en su ser se cerraba definitivamente. O solo era su cajón que hacía lo mismo.
— Axel, yo … vengo a pedirte algo — titubeó la joven.— Dime…lo que necesites — habló más que dispuesto a concederle cualquier cosa, después de lo de esa mañana.— Hay una señora, del aseo que trabaja en el piso donde estoy …— empezó la castaña e inmediatamente Axel frunció su ceño, no esperaba que ella comenzara hablando de otra persona para pedir algo — Ella ha estado trabajando horas extras los últimos meses, pero no le han pagado.— ¿Qué? — suspiró — Freya… primero yo no soy quien se encarga de esas cosas, hay un departamento completo para eso.A la noche Axel entró a su departamento, se sentía nervioso con el solo hecho de tener que verla y más en ese lugar. Puso las bolsas con comida que traía cuando vio salir a la mujer con maleta en mano, tratando de rodarla mientras cargaba una caja con su otro brazo. La mirada de ambos se encontró por segundos sin decirse nada. — ¿Para dónde vas? — A mi departamento. — No te puedes ir — le ordenó.— Te lo dije esta mañana, que me iría y eso estoy haciendo. La verdad es que acepté la excusa que me inventó Andrew, pero al final de cuentas mi hijo crecerá lejos de todo esto, así que no veo razón para quedarme aquí. Acepto tus disculpas, pero no pienso quedarme. — ¿Qué? — plantearse la posibilidad de que su hijo creciera lejos de él, quebró algo en su
— ¿Qué es todo esto? — preguntó Grace al ver a Axel, Andrew, Freya y la abogada Pandora Harper sentados en la otra esquina de la sala. Axel deslizó una carpeta hacía ella con tal desprecio que parecía palpable, mientras la mujer iba perdiendo su color. De la sonrisa con la que había entrado ya no quedaba rastro alguno. — Te tenemos, Grace — la tranquilidad fingida de Axel le asustaba mucho más a Freya, más que verlo gritar y maldecir por lo alto. Apreciaba que Axel la hubiese tenido en cuenta para participar en esto después de todo el trabajo, sin embargo, el hecho de saber que era la amiga de la prometida de Axel le hacía sentir incomoda. Y mucho más sabiendo que ella había tenido mucho que ver en esto.Había estado investigando un poco más sobre la vida de Axel, sabía quién era su prometida y a lo que se d
La luz del sol entrando por la ventana hizo que Freya se despertara, los rayos iluminaban el lugar de una manera que ella no se había detenido a ver antes, parecía una escena sacada de algún buen sueño.Cuando cayó en cuenta donde se encontraba, se azoró, sintiéndose ansiosa, nerviosa y confundiblemente bien, el calor que emanaba Axel en ese momento era agradable. Su cabeza reposaba en las piernas de él, estaba completamente estirada en el sillón, mientras que Axel se había quedado dormido sentado, tenía su brazo cubriendo sus ojos y su otra mano sobre el abdomen de ella. — Por favor, no grites — se burló Axel, con la voz seca y ronca. Ese tono había hecho que a Freya se le erizaran todos lo vellos de su cuerpo. Él había amanecido de un humor increíble, a pesar de haber dormido con el cuello torcido. — Al menos tuv
— Yo… — quiso empezar Freya.Ambos habían salido de la clínica en completo silencio, tratando de entender lo que ese micro momento había causado en sus almas. Ahora se hallaban uno frente al otro en un pequeño cafetín, bebiendo lo más frío del menú. — No digas nada, Freya por favor — suplicó Axel, no quería escuchar de nuevo esas palabras — No me voy a casar. La boca de Freya cayó al suelo y se puso lívida — Te juro que yo no dije nada… Nadie sabe que tú eres el papá…— Lo sé, lo sé — la calmó — La verdad es que ni siquiera debí decirte que estaba comprometido — suspiró agotado, sentía la necesidad de darle una explicación a esa mujer. Y quizá hacer lo que Andrew estuvo insistiendo por tanto tiempo, intenta
Esa mañana Axel se había levantado temprano, había hecho ejercicio hasta sentirse agotado, pero nada, nada de lo que hacia le daba esa sensación de tranquilidad que conseguía estando cerca a Freya, no había logrado colmar su ansiedad, el calor en su piel y los pensamientos impuros que aceleraban su corazón. Así que se preparó temprano para ir trabajar, al menos, allí podía ir y ver a Freya, observarla desde lejos y esperar, esperar a que la vida tuviera un poco de compasión con él. La noche anterior fue la primera noche que pasaron separados después de esa larga semana de trabajo, y aunque Axel se moría por seguir durmiendo cerca de ella, debía darse un espacio para pensar en todo lo que estaba pasando. Dejando a Freya cada vez más confundida de lo que estaba.Prendió su BMW 8 cabrio y empezó a salir de la cochera, no le tom&oacu
Cinco hombres grandes y corpulentos hicieron falta para apartar a los periodistas que seguían desesperados por la necesidad de información. Al fondo se alcanzaba a ver a su salvador, Andrew. Aquellos gorilas fueron arrastrando a la pareja hasta un coche con vidrios oscuros, donde prácticamente los lanzaron dentro, esos mismos que se resistían a separarse de su abrazo, la gente al rededor se movió tan rápido que no se dieron cuenta en qué momento el vehículo se puso en marcha, cosa que agradecerían de inmediato. — ¿Estás bien? — Axel notaba que el color de Freya no era normal, seguía temblando y por un movimiento involuntario se había mandado la mano a su abdomen tratando de colmar lo que fuera que sintiese en ese momento. — Me duele — contestó ella antes de ver como todo a su alrededor se iba ensombreciendo, un dolor agudo atravesaba desde
— Su esposa se encuentra estable… — en ese momento a Axel no le importó corregir al hombre. — Mi bebé … — preguntó con el miedo latiendo por todo su cuerpo, el corazón encogido, no quería escucharlo, no creía resistir una noticia como esas.— Se encuentra bien… Axel respiró, sintiendo que no lo había hecho hacía mucho tiempo atrás, su corazón volvió a palpitar con normalidad, no pudo evitar que las lágrimas se le acumularan en los ojos de felicidad.— ¿Puedo verla? — aún con las buenas noticias del doctor Roy, Axel necesitaba verla para corroborar que todo era cierto, esa urgencia se volvía poco a poco una ansiedad incesante por estar con ella. — En este momento se encuentra descansando, tan pronto la cambien de habitación podrá hacer
Axel se apartó de Freya de un solo golpe y giró rápidamente para quedar viendo hacía la ventana. — Lo-lo siento… — se excusó Freya sin saber por qué.— No — gruñó este, mientras intentaba respirar para controlar lo que el efecto de ese beso le había ocasionado en su pelvis y los golpes que había recibido su memoria. — Entonces ¿Qué sucede?Primer golpe un beso, segundo golpe su piel desnuda, tercer golpe la sensación de estar dentro de ella — ¡Mierda! — se terminó de soltar la corbata desalineada, soltó los primeros dos botones de su camisa, la temperatura había subido en cuestión de microsegundos, apoyó sus manos sobre el borde de la ventana y dejó caer su cabeza en el cristal — Lo acabo de recordar… — jadeo. — ¿Qué? — inquirió Freya más que confundida, mientras que Axel terminaba de quitarse el abrigo. — Lo- lo de esa noche — volteó a mirarla, sus ojos ya no eran azules como el cielo tras esa misma ventana, se veían prietos, como el de