— ¡Freya! Que gusto verte. Sigue, por favor.
Ella había llegado temprano en la mañana ese día, no solo por su firma de contrato o por impresionar al que fuese su nuevo jefe, también quería preguntarle muchas cosas a Andrew que no estaba entendiendo. Le hizo una seña para que tomara asiento mientras él sacaba las cosas de su portafolios.— ¿Voy a compartir el departamento con alguien más? — lanzó la pregunta sin más ni más.— ¿Qué? Am… bueno, más o menos. — se rascó la cabeza y sonrió al verse descubierto — Es el departamento de Axel, pero él no lo ocupa mucho, en realidad hace meses que no va por allá.— ¿Qué? ¿Y si me descubren viviendo allí? — se levantó y empezó a caminar de un lado para otro, en realidad quería salir corriendo recoger sus cosas antes de que alguien la viera allí — ¿Y-y su-su prometida? ¿Qué pasa si me ve allí? ¿Qué explicación le voy a dar? No, no. Yo no quiero estar ahí, quiero el lugar donde vivía, te juro que estaré bien ahí.— Cálmate, Freya. Por favor ¡Cálmate! — levantó la voz al ver que la mujer no le prestaba atención. Bueno, algo debía tener en común con Axel, pensó. — Ella no se va a dar cuenta porque vive en New York y es un lugar temporal.— ¿En New York? — repitió como si solo hubiese escuchado eso.—Sí, Freya. Así que, relájate. Será por unos días. — la invitó a que se sentara de nuevo y tomara aire — Ahora solo firma esto y ve a recibir tu nuevo puesto — Freya miró de nuevo el documento con un par de números menos y sonrió. De todas maneras, era más de lo que estaba ganando en su anterior trabajo.•✦•┈┈┈┈┈┈┈┈┈┈┈┈┈┈┈┈•✦•Los días empezaron a correr, el trabajo de Freya era sobre todo monótono, sacar copias para los que lo solicitaran, encarpetar y archivar todo lo que le llegara. Era suave y eso lo agradecía, no es que no pudiese hacer más, simplemente ella creía que si la ponían en otro puesto tendría que hablar más con sus compañeros y quería evitar las preguntas incomodas.La única persona con la que hablaba de vez en cuando era una señora de edad, que se encargaba del aseo en la sala de archivo. Y cuando se había dado cuenta de su estado de embarazo, le había empezado a consentir una que otra aromática, galletas de soda para las náuseas y que no tuviese que correr hasta la cocina cuando quisiera algo.Axel parecía cada vez más ocupado con sus negocios, en realidad había viajado hasta Francia él solo para terminar de cerrar el contrato y poner los últimos detalles de la presentación de la marca, pero todo esto había sido excusa para escapar de las garras de Andrew, estaba más encima que nunca y no quería tener más presión de lo que de por sí ya tenía.Esa noche cuando llegó de nuevo a Vancouver decidió ir por un trago él solo, había insistido en hablar de nuevo con Kate, pero ella seguía mandando sus llamadas a buzón. Incluso se le había atravesado la idea de ir de nuevo hasta New York e insistir en hablar con ella, pero su cobardía era más grande.— Otro, doble — levantó su copa para que la llenaran, sacó de su bolsillo el anillo que cargaba consigo desde que Kate lo había dejado encima de su cama antes de irse. ¿Y si era una despedida? ¿Y si era la manera en que ella había dicho que esto terminaba para siempre? ¿Por qué había dicho que sí para empezar?Estas y mil preguntas más agobiaban a Axel, bebió, bebió hasta que sintió que se quedaba dormido en la barra del bar.Un ruido estridente despertó a Freya, inmediatamente su cerebro prendió esa alarma por la que estaba tan preocupada últimamente, alguien llegaría, la vería en ese lugar y todo el mundo descubriría el secreto que debía de guardar. Otro ruido seco la hizo fruncir el ceño, como si alguien cayera al suelo. Abrió la puerta de su habitación, lentamente, intentando ver más allá del corredor.— ¡Agh!— ¿Axel? ¡Dios! ¿Estás bien? — corrió al verlo desparramado en el suelo, intentado levantarse sin resultado alguno, la cabeza le ganaba y no tenía control sobre sus extremidades.— Freeyaa ¡Mi Diosa del amor! Que linda estásss… — intentó tocarle la pequeña redondez que se iba desarrollando en su vientre.— ¿Estás ebrio?— Un poquitín -tín-tín— ¡Dios! — exclamó — Ven, te ayudo a levantar — hizo que la rodeara con su brazo por los hombros, ella puso su brazo en la cintura de él y lo llevó de una pared a otra hasta la habitación principal.Prácticamente lo tiró sobre la cama completamente inconsciente, suspiró resignada, no podía dejarlo así, empezó a desatarle los cordones de los zapatos, le quitó la corbata, el abrigo de su traje, el calor empezó a subir por su cuerpo cuando empezó a desapuntar uno a uno los botones de su camisa. Se la quitó despacio, temiendo que el hombre allí postrado se despertara, pero Axel estaba como roca.Freya se quedó ahí admirándolo, embelesada, ida completamente en los pocos recuerdos de esa noche, esa única noche donde se había sentido especial. Pasó sus dedos por el cuerpo marcado de ese hombre, los pectorales, los cuadros de los abdominales. Pasó saliva, jadeando, agitada por el ritmo de su corazón. Y su corazón casi sale expulsado por su garganta cuando la mano de Axel se aferró con fuerza de la muñeca de ella.Levantó la mirada y ahí estaban esos ojos azules, brillando, un tanto enrojecidos por el licor — Freya — trastabillo el nombre en su boca, era evidente que seguía gobernando el alcohol en su cuerpo, la haló y la llevó a su cuerpo, haciendo que Freya cayera sobre su torso.— Axel — gimió preocupada.Axel levantó su rostro y apoderó de la boca de Freya urgido, ella se quedó quieta, muy quieta, estaba mal, la primera noche ella no sabía que era un hombre comprometido, así que pecó por ignorancia, pero ahora lo sabía y no podía pretender que era otro accidente. Sin embargo, su cuerpo la traicionó, ese beso empezó a ser correspondido.Las manos de Axel se hundieron en su nuca y en su cintura y de un solo giro terminó encima de ella, acariciando su abdomen, para luego subir por su pecho. Realmente él no podía pensar con mucha claridad, solo sentía ese desborde de deseo incontrolable que no podía contener. Tal vez hubiese sido el pasar mucho tiempo sin estar con una mujer, pero realmente ese deseo nacía de algo más profundo.— No, lo- lo siento — se escabulló de los brazos de él — No-no puedo — Freya salió corriendo hacía la habitación de huéspedes y se encerró allí, terriblemente excitada, aturdida, acalorada, con las hormonas alborotadas y lágrimas en los ojos por lo que ese hombre la hacía sentir. Todo eso era nuevo, no había pasado al lado de ese hombre quizá más de 24 horas, todo había sido momentos fugaces y lo que estaba sintiendo la superaba.— Axel — ¡Mierda!... ¡Agh! — respingó éste de un susto — ¿Qué demonios haces aquí? — La confusión en el rostro de Freya era evidente, lo que había pasado esa noche, y ahora hacía como si no supiese que estaba allí. — ¡Te pregunté que qué haces aquí! — elevó la voz, mal humorado mientras se iba quitando el abrigo, para luego quitarse la camisa manchada del café que sostenía en manos cuando Freya lo asustó. — Andrew — murmuró Freya. — ¡Mierda, Andrew! — exclamó antes de irse a su habitación para cambiarse. Ver a esa mujer allí lo había consternado, cómo es que aparecía en los lugares, así como así. Luego cayó en cuenta que había encontrado la ropa del día anterior perf
— No te preocupes — abrió su ultimo cajón y tiró la foto adentro sintiendo que algo en su ser se cerraba definitivamente. O solo era su cajón que hacía lo mismo. — Axel, yo … vengo a pedirte algo — titubeó la joven. — Dime…lo que necesites — habló más que dispuesto a concederle cualquier cosa, después de lo de esa mañana. — Hay una señora, del aseo que trabaja en el piso donde estoy …— empezó la castaña e inmediatamente Axel frunció su ceño, no esperaba que ella comenzara hablando de otra persona para pedir algo — Ella ha estado trabajando horas extras los últimos meses, pero no le han pagado. — ¿Qué? — suspiró — Freya… primero yo no soy quien se encarga de esas cosas, hay un departamento completo para eso.
A la noche Axel entró a su departamento, se sentía nervioso con el solo hecho de tener que verla y más en ese lugar. Puso las bolsas con comida que traía cuando vio salir a la mujer con maleta en mano, tratando de rodarla mientras cargaba una caja con su otro brazo. La mirada de ambos se encontró por segundos sin decirse nada. — ¿Para dónde vas? — A mi departamento. — No te puedes ir — le ordenó.— Te lo dije esta mañana, que me iría y eso estoy haciendo. La verdad es que acepté la excusa que me inventó Andrew, pero al final de cuentas mi hijo crecerá lejos de todo esto, así que no veo razón para quedarme aquí. Acepto tus disculpas, pero no pienso quedarme. — ¿Qué? — plantearse la posibilidad de que su hijo creciera lejos de él, quebró algo en su
— ¿Qué es todo esto? — preguntó Grace al ver a Axel, Andrew, Freya y la abogada Pandora Harper sentados en la otra esquina de la sala. Axel deslizó una carpeta hacía ella con tal desprecio que parecía palpable, mientras la mujer iba perdiendo su color. De la sonrisa con la que había entrado ya no quedaba rastro alguno. — Te tenemos, Grace — la tranquilidad fingida de Axel le asustaba mucho más a Freya, más que verlo gritar y maldecir por lo alto. Apreciaba que Axel la hubiese tenido en cuenta para participar en esto después de todo el trabajo, sin embargo, el hecho de saber que era la amiga de la prometida de Axel le hacía sentir incomoda. Y mucho más sabiendo que ella había tenido mucho que ver en esto.Había estado investigando un poco más sobre la vida de Axel, sabía quién era su prometida y a lo que se d
La luz del sol entrando por la ventana hizo que Freya se despertara, los rayos iluminaban el lugar de una manera que ella no se había detenido a ver antes, parecía una escena sacada de algún buen sueño.Cuando cayó en cuenta donde se encontraba, se azoró, sintiéndose ansiosa, nerviosa y confundiblemente bien, el calor que emanaba Axel en ese momento era agradable. Su cabeza reposaba en las piernas de él, estaba completamente estirada en el sillón, mientras que Axel se había quedado dormido sentado, tenía su brazo cubriendo sus ojos y su otra mano sobre el abdomen de ella. — Por favor, no grites — se burló Axel, con la voz seca y ronca. Ese tono había hecho que a Freya se le erizaran todos lo vellos de su cuerpo. Él había amanecido de un humor increíble, a pesar de haber dormido con el cuello torcido. — Al menos tuv
— Yo… — quiso empezar Freya.Ambos habían salido de la clínica en completo silencio, tratando de entender lo que ese micro momento había causado en sus almas. Ahora se hallaban uno frente al otro en un pequeño cafetín, bebiendo lo más frío del menú. — No digas nada, Freya por favor — suplicó Axel, no quería escuchar de nuevo esas palabras — No me voy a casar. La boca de Freya cayó al suelo y se puso lívida — Te juro que yo no dije nada… Nadie sabe que tú eres el papá…— Lo sé, lo sé — la calmó — La verdad es que ni siquiera debí decirte que estaba comprometido — suspiró agotado, sentía la necesidad de darle una explicación a esa mujer. Y quizá hacer lo que Andrew estuvo insistiendo por tanto tiempo, intenta
Esa mañana Axel se había levantado temprano, había hecho ejercicio hasta sentirse agotado, pero nada, nada de lo que hacia le daba esa sensación de tranquilidad que conseguía estando cerca a Freya, no había logrado colmar su ansiedad, el calor en su piel y los pensamientos impuros que aceleraban su corazón. Así que se preparó temprano para ir trabajar, al menos, allí podía ir y ver a Freya, observarla desde lejos y esperar, esperar a que la vida tuviera un poco de compasión con él. La noche anterior fue la primera noche que pasaron separados después de esa larga semana de trabajo, y aunque Axel se moría por seguir durmiendo cerca de ella, debía darse un espacio para pensar en todo lo que estaba pasando. Dejando a Freya cada vez más confundida de lo que estaba.Prendió su BMW 8 cabrio y empezó a salir de la cochera, no le tom&oacu
Cinco hombres grandes y corpulentos hicieron falta para apartar a los periodistas que seguían desesperados por la necesidad de información. Al fondo se alcanzaba a ver a su salvador, Andrew. Aquellos gorilas fueron arrastrando a la pareja hasta un coche con vidrios oscuros, donde prácticamente los lanzaron dentro, esos mismos que se resistían a separarse de su abrazo, la gente al rededor se movió tan rápido que no se dieron cuenta en qué momento el vehículo se puso en marcha, cosa que agradecerían de inmediato. — ¿Estás bien? — Axel notaba que el color de Freya no era normal, seguía temblando y por un movimiento involuntario se había mandado la mano a su abdomen tratando de colmar lo que fuera que sintiese en ese momento. — Me duele — contestó ella antes de ver como todo a su alrededor se iba ensombreciendo, un dolor agudo atravesaba desde