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Capitulo 3. La chica desconocida.

El rey todos los días pasaba por el laboratorio del doctor Zain, en espera de evolución o de alguna novedad sobre la chica desconocida.

Sin embargo cada día solo la encontraba inconsciente, inmóvil y totalmente demacrada.

—Su recuperación es demasiado lenta para ser vampira. — refuta desconfiado, el rey.

—Así es, su majestad. Es probable que se deba a su alimentación, no bebe sangre desde que llegó aquí. Es difícil alimentarla si está inconsciente.

— ¿No sé supone que le haces transfusión de sangre para que reaccione rápido?

—Eso es lo que hace que está chica se recupere... Lento pero seguro.

El rey algo ansioso sale del laboratorio, justo lo sigue su hijo, el príncipe Hedmon.

— ¿Aún no reacciona? —interroga, preocupado.

— Antes era común el saludo ante su rey.

—Lo lamento padre, ¿Cómo está su majestad?

—Mucho mejor, la desconocida aún está inconsciente. Demasiado lenta su recuperación.

Ambos continuaban caminando hasta llegar a la salón del castillo, dónde el rey tiene su trono inmenso bañado en oro.

—Su majestad— Alice Blanc hace una reverencia.

—Justo contigo quiero hablar, mi querida Alice.— le dice el rey mientras se sienta en su trono.

—Ya se lo que me dirá, mi señor, los rumores van rápido en el castillo.

El príncipe Hedmon está por hablar, pero interrumpe en el salón un guerrero muy alterado, diciendo que la chica desconocida ya despertó y ha atacado a todos en el laboratorio.

El rey se levanta furioso.

— ¡Lo sabía! Era una trampa.

Todos fuimos rápido al laboratorio y vimos a casi todos inconscientes y a más de siete guardias rodeando la chica que se encontraba de pie en la esquina de la habitación, semi desnuda y apuntándolos con un cuchillo a todos lados.

— ¿Qué pasó aquí?— preguntó el rey desconcertado por ver a tantos guerreros en el suelo.

—Su majestad... La chica despertó, al parecer no recuerda nada y quiere respuestas.— responde Zain escondido tras la puerta.

El príncipe Hedmon iba a acercarse, pero Alice Blanc lo detuvo con la mano en el pecho.

—Alto ahí, hermanito. Es mi turno.

—No soy tu hermano.—refuto Hedmon.

Alice se acercó, le ordenó a los guardias a alejarse, el rey confirmo la orden que dió Alice y todos obedecieron.

Todos están al tanto de lo que hará, ya que la chica es un manojo de nervios.

— ¡No te me acerques!— gritó la chica desconocida.

Alice la ignoro, se acercó a ella y justo cuando la chica le iba a dar una puñalada, Alice le tomo el brazo y la chica quedó inmovilizada, arrodillada en frente de ella.

Alice puso sus ojos en blanco, está observando el interior de esta chica desconocida. Todos quedaron asombrados cuando vieron que una simple y delicada jovencita albina pudo paralizar a esa desatada mujer salvaje.

El rey la miraba orgulloso, obviamente es una de las razones por las cuales Alice es la mano derecha de Hegernald.

Alice comenzó a quejarse del dolor, sus ojos comenzaron a dejar salir lágrimas. Ella soltó de inmediato el brazo de la chica desconocida y está solo se desmayó.

Hedmon le pregunto impaciente.

— ¿Qué viste, Alice?

—Ella... —La miró fijamente en el suelo, se alejo y se salió del laboratorio.

El rey ordenó a todos a abandonar el laboratorio, menos al doctor Zain, a él le ordenó atar a la chica desconocida.

—Decidiremos que hacer con ella luego de que hable con Alice, mientras mantenla atada. — ordenó el rey.

Hedmon y Hegernald siguieron a Alice hasta el salón del castillo. Ahí Alice respiró profundo, salían lágrimas incontenibles de sus ojos.

—¿Estás llorando? — pregunto, desconcertado el rey.

—Esta sensación es nueva para mí.— confesó ella, retirándose las lágrimas de sus mejillas.

— ¿Qué viste en ella?— pregunta Hedmon.

—Nada... Eso es lo más extraño, no ví nada. Solo hay oscuridad en su mente, ella no recuerda absolutamente nada de lo que le pasó, lo que es o lo que fue de ella.

—¿Eso que significa? ¿Entonces por que lloras?— insiste el rey.

—Porque no fue lo que ví, fue lo que sentí. Hay tanto odio y rencor en su alma, aunque su mente no sepa nada, su alma está llena de odio y tristeza, está muy muy oscura su alma.

— ¿Significa algún peligro para nosotros? —pregunta Hedmon.

—Esto no está muy claro Alice, sabes que no es suficiente información.— refuta el rey.

—Si lo es, sea lo que sea que le pasó a esa chica fue horrible para ella, no recuerda nada, pero no tiene idea de lo que es.— informa Alice.

—Es inofensiva entonces.— confirma Hedmon.

—Si, el odio no apunta al castillo... Apunta a una mujer.

—¿Una mujer?—interroga el rey.

—Genial, entonces se puede quedar, no representa una amenaza al reino, padre.— responde Hedmon.

—Si, bueno... — balbucea el rey.

—Hedmon esta en lo correcto. Ella es inofensiva para el castillo.— confirma Alice.

El rey pensó por un par de minutos, analizando toda la situación que acarreaba aceptar que esa desconocida viviera dentro del castillo, negarse era una opción, sin embargo él confía demasiado en las habilidades de Alice Blanc, jamás se ha equivocado analizando a alguien.

—Si ella se va a quedar en este castillo alguien se debe hacer responsable de su adoctrinamiento. —declaro el rey.

—Yo me encargo de ella.— oferto, Hedmon.

Alice Blanc miró con curiosidad a Hedmon, el cual mira fijamente al rey.

— ¿Por qué quieres tú encargarte de esa desconocida? — le devolvió la mirada retadora.

Hedmon se puso frente a él.

—Porque pronto seré rey, debo aprender a como proteger a mi reino. Me has exigido por décadas que enfrente mi realidad, mi destino con convicción. Soy el príncipe Hedmon, es mi deber.

El rey miró con orgullo a su hijo, asintió en forma de aprobación y lo dejó ir para encargarse de todo. Alice lo miro confundida, lo conocía bien y sabia que algo no estaba del todo correcto en esa charlatanería que dejo salir de su boca.

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