NatalieQuisiera decir que me arrepiento, que siento dolor o culpa por haberme dejado corromper por la venganza, el odio y el rencor, pero, cuando un ser tan despreciable como ese hombre hace tanto daño al mundo sin importar qué, no existe arrepentimiento alguno de mis actos. Todo lo contrario, en el alma se siente un fresco y un alivio incomparable, muy difícil de explicar con palabras. Mi mente y mi corazón ahora sí están a paz y a salvo de ese tipo que parecía ser una sombra de mi infelicidad y mi desdicha.Mi hermana y cientos de mujeres, a pesar del sufrimiento que vivieron en sus manos, ahora han encontrado una luz y una guia para estar en tranquilidad. Y, aunque haberlo matado no devolverá a la vida a esas mujeres, ninguna otra volverá a caer en esa red tan infernal.En el ahora me siento en paz tanto con mi hermana como conmigo misma. Me da alegría haber cumplido a mi promesa y conseguir justicia por su muerte, porque de ser por las autoridades, aún estuviera rogando en un tri
ADVERTENCIA: EN LA SIGUIENTE HISTORIA ENCONTRARÁS VIOLENCIA, VENGANZA, ASESINATOS, TEMAS RELACIONADOS SOBRE EL BAJO MUNDO, CONTIENE LENGUAJE EXPLÍCITO. ACÁ NADA SERÁ COLOR DE ROSA. SI ERES SENSIBLE AL TIPO DE TRAMA FUERTE, ES PREFERIBLE QUE ABANDONES LA LECTURA. TODO CON EL FIN DE EVITAR UN MAL MOMENTO ENTRE AMBAS PARTES.YA HABIENDO ACLARADO, LES DESEO UNA LECTURA APOTEÓSICA. GRACIAS POR ESTAR NUEVAMENTE LEYENDO UN PEDACITO DE MÍ. ¡LOS QUIERO MUCHO!***La vida puede considerarse color de rosa; cuando cada paso que se por los caminos, la felicidad, los buenos momentos y la buena suerte de una persona, llega para darle a ese largo y oscuro sendero la infinita luz de una realidad escondida. También puede considerarse cruel; cuando un camino lleno de espinas, malas experiencias e injusticias es lo único que se recibe a cambio; sin importar los buenos actos que se han cometido a lo largo de los años.La justicia está ahí; buscando enjuiciar duramente a aquellas personas más malvadas que
Luego de un tiempo desperté ante un suave movimiento en mi hombro. El médico forense que me había ayudado se encontraba frente a mí con una vaga y cansada sonrisa en los labios.—El detective necesita hacerle varias preguntas, Srta. Valencia. ¿Lo recuerda?Me incorporé en el sillón, de nuevo siendo abrazada por el frío, la soledad y la tristeza.—Sí, claro. Una disculpa y gracias nuevamente — me levanté de la silla y salí de esa oficina sin esperar respuesta alguna.Las paredes blancas, silenciosas y extremadamente frías me seguían aprisionando el pecho. Los pies apenas si comprendían para que estaban sobre el suelo. Me dirigí a la recepción de la morgue, donde me encontré dos detectives sentados en las sillas de espera.—¿Es usted, Natalie Valencia? — preguntó uno de ellos.—Así es.—Tome asiento, le haremos un par de preguntas acerca de la muerte de su hermana.Me senté a una distancia de tres sillas de ellos y empezaron a interrogarme; primero haciendo preguntas muy básicas de mi h
Entre tanto buscar por horas, encontré una caja de madera en el fondo de su armario, cubierta en una tela de color negra. Es muy extraño que mi hermana tuviera esta caja, puesto que nunca en ante la había visto.—¿Qué es esto? — abrí la caja de madera, encontrándome con un pequeño cuaderno y varias fotografías de un hombre y ella—. ¿Quién es él?El hombre de la fotografía se veía mucho más mayor que ella, pero no dejaba de ser atractivo. De cabello negro, ojos marrones, de barba bien cuidada y de facciones muy masculinas. El saco de vestir se veía costoso al igual que el reloj que rodeaba su muñeca que se alcanzaba a reflejar por la manera en que abrazaba a mi hermana. ¿Quién es él? Parecen muy cercanos. Abigail se veía sonriente como de costumbre y sus ojos brillaban.—Así que estabas enamorada de él, ¿eh? ¿Por qué nunca me hablaste de este hombre y su relación? — seguí viendo las otras fotografías hasta que me encontré una foto demasiado intima entre los dos—. Que intensos...No qui
Los últimos días han sido los más difíciles, oscuros y tristes de toda mi vida. Una vez más me veo llorando y destrozada por la ausencia de una de las personas que más amaba en el mundo. Primero a mamá que murió en un accidente de auto desde que era una niña, luego a papá que murió a causa de una enfermedad y ahora mi hermana; la cual le han arrebatado ese único derecho que solo Dios puede dar y quitar cuando él así lo decida.Hace una semana fueron las exequias de mi hermana. Su entierro fue sencillo y no hubo mucha gente acompañando mi dolor. Estuvieron las personas más cercanas a ella y uno que otro compañero de trabajo; entre ellos, su jefe. El jefe de mi hermana; el Sr. Avellaneda se veía muy afectado por la muerte de mi hermana. Puedo decir que, aparte de Santiago, ha sido la única persona que me ha brindado la mano desinteresadamente y se ha preocupado más de la cuenta desde que mi hermana desapareció. Gracias a él es como pudieron encontrarla, aunque haya sido muy tarde.El re
Luego de aquella conversación con el investigador privado, el Sr. Avellaneda me trajo a mi apartamento y lo invité a pasar. En el camino me ha dicho que tiene algo muy importante que decirme, por lo que no está demás escuchar sus palabras. Él verdaderamente se ve muy interesado en saber lo que le ocurrió a mi hermana, más se nota la curiosidad que tiene por conocer más de Royce Ford, el hombre con quién sostuvo una relación pasajera.—¿Gusta algo de tomar? — le ofrezco mientras me quito la chaqueta—. ¿Cerveza? ¿Agua? ¿Café?—Creo que no me caería mal una cerveza.—Perfecto. Ya regreso.Voy a la cocina y saco dos cervezas bien frías de la nevera, luego regreso con él y nos sentamos en la pequeña sala del apartamento.—¿Qué era lo que tenía que decirme, Sra. Avellaneda? — le pregunté directamente.—Dado el caso que Abigail era más que mi asistente, digo, la veía como a una amiga, me gustaría ayudarle a investigar sobre Royce Ford y ese misterioso club. Si ese tal Ford tuvo algo que ver
Observé mi nueva imagen en el espejo, esperando encontrar algún detalle que me haga parecer a Abigail, pero a mí parecer, el cambio en el color y lo largo dele cabello, el de los ojos y aplicándome un maquillaje de tonalidades suaves, pero sensuales me hizo ver muy diferente a lo que éramos las dos. Recordar las tantas veces que nos hicimos pasar por la otra, me sacó una sonrisa triste. Solo nuestros padres nos habían logrado diferenciar la una de la otra, así lleváramos puesta la misma ropa y nos dejáramos el cabello igual.Mi plan de escabullirme en ese club no puede fallar. Si mi hermana concurría el lugar con frecuencia, estaría en graves problemas si llegaran a descubrir mi parecido con ella.Salí de la habitación y me dirigí a la sala a mostrar el resultado a Santiago y al Sr. Avellaneda. Luego de lo que ocurrió la otra noche, las cosas entre los dos se han puesto un poco raras. Mantenemos una agradable relación, pero es súper incómodo cada que las palabras se acaban y nos queda
Para no llamar demasiado la atención, bebí varios tragos y traté de bailar en la pista, aunque fuera sola o con algún tipejo que se me atravesara en el medio. Estar en la mira del bartender me tenía con los nervios a flor de piel. Entre más pasaban los minutos, más me desesperaba por dentro. El tal Wesley Ford no aparecía por ningún lado, y ese hecho me ponía aún más ansiosa.—Vayamos a un lugar más privado, belleza — me susurró el hombre con quién llevaba bailando un rato.—¿Qué lugar? — me hacía la ebria, para no levantar sospechas.—Ya verás, lindura. Te puedo asegurar que la pasáramos muy rico.—De eso no me cabe duda — miré de reojo la segunda planta, en el mismo instante en el que Wesley Ford bajaba por las escaleras de metal—. Pero será en otra ocasión. Por ahora debo irme.—¿A dónde crees que vas, lindura? — se aferró de mi cintura, y suspiré—. Ni creas que la fiesta se ha acabado.—Para mí ya acabó. Si no me suelta...—¿No te haces ni una idea de quién soy? — bajó la mano a m