Para no llamar demasiado la atención, bebí varios tragos y traté de bailar en la pista, aunque fuera sola o con algún tipejo que se me atravesara en el medio. Estar en la mira del bartender me tenía con los nervios a flor de piel. Entre más pasaban los minutos, más me desesperaba por dentro. El tal Wesley Ford no aparecía por ningún lado, y ese hecho me ponía aún más ansiosa.—Vayamos a un lugar más privado, belleza — me susurró el hombre con quién llevaba bailando un rato.—¿Qué lugar? — me hacía la ebria, para no levantar sospechas.—Ya verás, lindura. Te puedo asegurar que la pasáramos muy rico.—De eso no me cabe duda — miré de reojo la segunda planta, en el mismo instante en el que Wesley Ford bajaba por las escaleras de metal—. Pero será en otra ocasión. Por ahora debo irme.—¿A dónde crees que vas, lindura? — se aferró de mi cintura, y suspiré—. Ni creas que la fiesta se ha acabado.—Para mí ya acabó. Si no me suelta...—¿No te haces ni una idea de quién soy? — bajó la mano a m
Regresé a casa con cientos de preguntas rondando mi cabeza y cada segundo más haciéndome suposiciones mucho más fuertes que las anteriores. Santi y el Sr. Avellaneda se encontraban aún en mi apartamento, pero no tenía ganas de hablar con ellos, por lo que les aseguré que nada malo había sucedido y les dije que se fueran a sus casas, aún cuando sabía que ellos habían escuchado toda la conversación con Wesley. Necesito un poco de paz. Quiero desconectarme de todo y no saber de nada por un breve lapso de tiempo. No sé si pueda seguir soportando toda esta situación sin perder los estribos.Cada vez me encuentro más lejos de conocer la verdad. Los días siguen siendo tan oscuros como el primer momento en el que Abigail no regresó a nuestro apartamento. Vivir encerrada en estas cuatro paredes se ha convertido en un verdadero infierno. Su recuerdo quema mi alma de a poco. Su muerte me tiene atada de pies y manos; lo que más deseo es justicia. Eso es lo único que le pido a la vida, pero lastim
Tomé asiento en la diminuta barra que separa la sala de la cocina y me quedé viéndolo preparar el café en completo silencio. Justo como lo recuerdo un poco, su cabello es castaño claro, casi con mechas doradas entre las más oscuras y que caen en desorden en su frente. Es bastante alto y se ve a simple vista que hace ejercicio. Sus ojos en efecto son claros; extremadamente azules. Medio cuello lo tiene cubierto en tinta, mientras la otra parte está libre de ella. Es bastante guapo, eso no se puede negar. La escasa barba de varios días le hace lucir muy bien. Sus labios son...—¿Qué carajos hago mirando sus labios? — murmuré en un hilo de voz.—¿Qué me decías? — ladeó la cabeza, al igual que una escasa sonrisa apareció en sus labios.—Que el café sea bien amargo. Me gusta amargo — carraspee.—Un café bien amargo entonces.—¿Cómo conociste a mi hermana? — quise saber, golpeando mis uñas en la madera de la barra.—La conocí en el club de Royceal igual que a ti.—¿Qué clase de relación te
—¿Vengarte? Verdaderamente crees que me voy a tragar tus mentiras. Tuviste que ver con la muerte de mi hermana y ahora pretendes lavarte las manos y hacer de buen pastor, ¿no es así?—En parte sí tengo muchas culpa, pero nunca he matado a una buena persona — su comentario me provocó escalofríos, más no le demostraré debilidad—. Piénsalo, no tienes que responder nada. De igual manera, si no quieres unirte a mí, lo entenderé. Pero si te voy a exigir que no te cruces en mi camino. He pasado años esperando mi momento, por lo que no planeo detenerme a pensar por nada ni por nadie. Tenerte en medio sería un gran problema. Te dejaré un número donde puedas localizarme. Si cambias de opinión, llámame.—¿Quién demonios te crees para amenazarme? — levanté la voz inconscientemente.—No te estoy amenazando, Natalie. Quiero prevenir más muertes — la seriedad con la que habla estaba por convencerme—. Estoy cansado de vivir una vida que no es mía. He presenciado muertes muy injustas; como la de tu he
Al siguiente día, cuando tenía pensado hablar tranquilamente con el Sr. Avellaneda, él ya no se encontraba en mi apartamento. Ni siquiera me di por enterada a la hora que se había ido.Tan pronto Santiago se marchó de mi apartamento, me metí al baño y me di una relajante ducha. El agua tibia me ayudó a disipar toda esa tensión que cargaba en mis hombros, pero sentía que la cabeza me explotaría en cualquier instante de tanto pensar.Las palabras de Wesley aún rondan en mi cabeza. No sé qué decisión tomar, aunque estoy muy segura de querer justicia.La venganza nunca ha traído nada bueno a una persona, más porque se sale aún más perjudicado de lo que ya nos encontramos, pero, ¿no es justicia suficiente? Quiero que ese hombre pague por todo el daño que le hizo, no solo a mi hermana, sino también a todas esas personas que han caído en sus manos. Y si debe pagar bajo nuestra propia mano, nunca me arrepentiría.A él no le tembló el corazón cuando asesinó a mi hermana sin compasión alguna. ¿
...Natalie...Luego de que Wesley me explicara un par de cosas sobre lo que debía cambiar de mi aspecto físico, me llevó con Tami, supongo yo que es su novia, pues en la posición tan comprometedora en la que los encontramos su guardaespaldas y yo, fue muy evidente. Me sentí tan culpable de que él me hubiera tocado de esa manera, aún sabiendo que tiene que guardar respeto por ella, que ni siquiera fui capaz de mirarla a la cara.Dejando mis pensamientos de lado, presté total atención a la mujer frente a mí. Una tremenda morena de cuerpo y cara divinos, de ojos tan negros como su cabello y un par de labios extremadamente rojos. Es una mujer muy bella, pero a simple vista se ve lo peligrosa que es.—Dame lo que tienes, palomita — dijo ella, haciendo tronar sus dedos y sonriendo ladeado.¿Palomita? ¿Por qué carajo me tiene que decir de esa forma? Me estaba empezando a fastidiar con su forma de dirigirse a mí.—¿Qué se supone que te tengo que dar? — no entendí, hasta que su puño derecho se
Han sido dos meses demasiado largos para mí, en los que no he dejado de entrenar y prepararme para el momento perfecto. Lo único que puedo tener en la mente es el día en el que le haga pagar a Royce Ford todo el sufrimiento que le causó a mi hermana, razón suficiente para no desfallecer nunca, así sienta agotamiento físico debido a todo los esfuerzos que he hecho durante este tiempo.Los golpes en el cuerpo son pan de cada día, no hay parte de mi piel que no se encuentre lastimada. Tami cada día me lleva más contra mi propio límite, pero me ha ayudado mucho esa extrema exigencia de su parte, pues es a esa fuerza que posee ella que he aprendido a borrar todo dolor de la mente y del cuerpo. Sentarme a llorar mientras ese maldito desgraciado sigue acabando con vidas inocentes, no hace parte de mis objetivos, más bien, es el empuje que necesito para poder continuar con mis planes.Tenemos una relación buena, aunque me sigue fastidiando con esa manera tan cínica y sarcástica cada que se di
WesleyQuién iba a pensar que una mujer tan chiquita y blanda pudiera tener semejante fuerza en sus manos. Natalie me sorprendió, no lo voy a negar en lo absoluto. El que bajó la guardia fui yo al haberla subestimado tanto. Me dejó someterla, para luego arremeter contra mí con todo su odio. Lo sentí, pude sentir ese odio que lleva por dentro en cada uno de los puños que me dio.—Hubiera dejado que te masacrara, después de todo te lo mereces por subestimar mi trabajo — Tami presionó el algodón en mi labio inferior y soltó a reír—. ¿A poco creías que iba a seguir siendo la misma chica blanda de hace dos meses?—No, por supuesto que no, pero me tomó por sorpresa su fuerza.—Deliciosa fuerza, ¿no?—Para qué negarlo, sí tiene un poder bien delicioso.—¿Hasta cuándo van a seguir soltando esos comentarios en doble sentido estando en mi presencia? — gruñó la mencionada, aún luciendo atontada por la descarga que recibió por parte de Tami.—¿Quieres un poquito más, palomita? No te imaginas lo b