La brisa cálida y suave de la playa se cuela por el ventanal de nuestra habitación, acariciando suavemente nuestros rostros. Sentados juntos en el balcón, disfrutamos de unas merecidas vacaciones después de todo lo que hemos pasado juntos. Cada momento compartido aquí se siente como un regalo invaluable.Estos días de tranquilidad y alejados del bullicio del mundo exterior han fortalecido aún más el amor que nos tenemos. Cada instante vivido en este escape, ha sido un recordatorio de lo lejos que hemos llegado como pareja, desde aquel primer día en que nuestros caminos se cruzaron.Siento sus manos deslizarse por mi cintura mientras besa suavemente el lóbulo de mi oreja.— ¿En qué está pensando, señora Hamilton? — susurra en mi oído.— Estoy pensando en lo increíblemente feliz que soy — suspiro y sonrío. — y lo afortunada que me siento al amarte y ser amada por ti.Giro mi cuerpo hacia él, quedando frente a frente, nuestros ojos se encuentran y él me besa con ternura y luego con la pa
Pov. Adrien.En un principio, no tenía en mente enamorarme. Cuando conocí a Isabella, mi intención era tenerla como esposa únicamente para cumplir un propósito. Planeaba divorciarme de ella y alejarla de mi vida para siempre. Pero han pasado más de 5 años desde que tuve esos pensamientos y ahora paso cada día agradeciendo por la mujer que tengo frente a mí.Isabella ya no es solo el amor de mi vida, sino que también me ha dado la alegría de ser padre de un hermoso niño, mi pequeño David. Es asombroso cómo las cosas pueden cambiar tan drásticamente y cómo el amor puede transformar nuestras vidas por completo.— Papi — dice mi hijo mientras extiende sus bracitos.Lo levanto cuidadosamente y le doy un beso en su tierno rostro, él me corresponde con un besito.— Pequeño bromista — dice Isabella entre risas, mientras se acerca a nosotros — Sabes que a mamá no le gusta que corras.Ella le da un beso y él la abraza.— Tranquila amor — respondo con condescendencia — Solo quería llegar rápidam
— ¡Date prisa Isa!, los chicos nos están esperando. — oigo gritar a Tania desde abajo.— Ya casi estoy lista beba, en un minuto bajo. — contesto mientras termino de pintar mis labios y chequeo mi cabello. Decidí dejarlo suelto esta vez, para darle un toque de naturalidad y elegancia a mi look.Miro mi reflejo en el espejo, lo examino a detalle. Mi vestido beige es ceñido al cuerpo, un poco sobre las rodillas, dejando entrever una pequeña parte de mis muslos; unos tacones cerrados de color rojo completan mi atuendo. Me aseguré de que estuviera todo en su lugar, ajustando cada detalle para que se vea perfecto.Decido aplicar solo un poco de rímel en mis pestañas, dejando como protagonista a mis labios, los cuales lucen de un tono rojo intenso. Busco en mi cofre donde guardo mis prendas, unos aretes con detalles en rojo y una collar fino, de oro, con un dije en forma de lágrima en color rojo. Quería que cada detalle se complementara, para darle armonía a mi apariencia.Le doy una sonrisa
Dos años atrás:Me siento hechizado mientras la veo acercarse, sus caderas se mueven con gracia, contoneándose en cada paso. Sus ojos verdes y almendrados se encuentran clavados en los míos, atentos a las emociones que reflejo en mi rostro.Su sonrisa felina me recuerda lo mucho que le gusta que la observe acercarse, como una fiera acechando a su presa, sigilosa, decidida y con cautela.Se detiene frente a mí y toma mi mano, levanto la suya y la hago girar para admirar su belleza. Cuando vuelve a estar frente a mí, la tomo por la cintura y nos damos un beso apasionado que ella devuelve con intensidad y fiereza.Su lengua cálida y hambrienta me envuelve, al punto de casi devorarme. La sostengo firmemente por la cintura y mis caricias se vuelven urgentes mientras recorro cada curva desde su hombro hasta su cintura, pero una chispa de conciencia me recuerda que estamos en público.Llevo mis manos a su rostro y rompo el beso, ella abre los ojos y me mira con deseo, sus pupilas reflejaban
El gélido cielo de enero me abrazó con su gris melancolía esa mañana, como si reflejara mi estado de ánimo iba a la par con mis emociones. Sentí un escalofrío al mirar a través de la ventana de mi habitación mientras hacía el nudo de mi corbata con manos temblorosas. Me preparaba para el funeral de mi abuela, la mujer que me había enseñado todo lo que sabía sobre los negocios y la vida.Las palabras de mi padre resonaban en mi cabeza como un eco persistente: «me dijo que te heredaría sus acciones». Sabía las responsabilidades que acarreaba dicha acción, pero estaba preparado para ello. Al menos eso quería creer.Había compartido con Ericka la revelación que me había hecho mi padre y ella se mostró emocionada ante la idea de ser la pareja de un CEO. A pesar de ello, aún no lograba asimilar el hecho de liderar la cadena hotelera Hamilton, fundada por mi abuelo con esfuerzo y dedicación.Sin embargo, el día había llegado y hoy sería su funeral. Mi abuela había muerto después de una larga
Mi hermano y su esposa Rachel llegaron a casa de mis padres. Mi madre se emocionó al ver como se empieza a notar un poco la barriga del embarazo de mi cuñada. Anhelaba con ansias el nacimiento su nieto. Aunque faltaban muchos meses para ello, ya tenía planeado hasta el más mínimo detalle. Sus ojos se iluminaban con alegría mientras la abraza efusivamente y acariciaba su barriga. — Hola Adrien —dijo mi hermano, mientras se acercaba a darme un abrazo. A pesar de la muerte de la abuela, su rostro se veía en paz.— Hermanito — respondo alargando la “O” y devolviéndole el abrazo con una sonrisa cómplice — ¿Cómo te preparas para la aventura de ser padre?Él se rasca la cabeza algo incómodo, y yo no puedo contener la risa al mirar su expresión.— Aún no lo asimilo del todo — responde finalmente. Los nervios en su voz se hacen evidentes. Era de entender, sería su primer hijo.— Pues, ya deberías — interviene Rachel rodando sus ojos.Él le da un abrazo y un beso a manera de disculpa. Yo por
— ¡Baby! — dice Ericka al otro lado del auricular, con su habitual tono meloso.— Hola, chiqui. ¿Qué haces? Voy de camino a tu apartamento. — le digo.— Extrañándote mucho. — Dice, sonando como una niña consentida — Claro, mi amor. Aquí te espero.—Llego en quince minutos — agrego. Ella me envía un beso sonoro a través del teléfono y eso me hace sonreír tontamente.El tráfico no está tan congestionado, por lo que llego al apartamento en diez minutos. Ericka me recibe con un beso apasionado y ardiente, de esos que me hace olvidar hasta mi propio nombre. Le correspondo gustosamente, ya que en esta ocasión nos encontramos en la intimidad de su hogar, donde muchas veces he explorado cada centímetro de su piel suave como terciopelo.Me deleito con el calor de sus manos, como si fuera el sol del alba, ellas rápidamente me desnudan. Su mirada brillante, cual estrella, me enciende y solo pienso en fundir mi piel, hasta quedar fusionado completamente con la suya.Después de una amplia escena
Mis padres, Luciano y Stella Rasetti, son los orgullosos propietarios de un restaurante, el cual ha ganado mucho prestigio. Siendo sido galardonado con tres estrellas en la Michelin Guide y una reputación impecable, debido a su alta calidad y la excepcional experiencia culinaria que ofrece. Recientemente, la cadena hotelera Hamilton había mostrado interés en incorporar nuestro restaurante a su portfolio y, al ser yo la única hija de los esposos Rasetti y además administradora del restaurante, tengo una cita con el señor Richard Hamilton.— La cita con los Hamilton es el viernes veintidós a las 8:00 a.m. — afirma mi madre, mientras revisa sus notas —. La secretaria del señor Hamilton me confirmó la cita esta mañana, Isabella. Es crucial que seas puntual. Es una suerte que hayamos logrado una cita en menos de un mes, no podemos dejar pasar una oportunidad tan grande.— Eso es porque el restaurante está dando de qué hablar — comenta mi padre con orgullo — Es increíble pensar que el seño