Dos años atrás:
Me siento hechizado mientras la veo acercarse, sus caderas se mueven con gracia, contoneándose en cada paso. Sus ojos verdes y almendrados se encuentran clavados en los míos, atentos a las emociones que reflejo en mi rostro.Su sonrisa felina me recuerda lo mucho que le gusta que la observe acercarse, como una fiera acechando a su presa, sigilosa, decidida y con cautela.Se detiene frente a mí y toma mi mano, levanto la suya y la hago girar para admirar su belleza. Cuando vuelve a estar frente a mí, la tomo por la cintura y nos damos un beso apasionado que ella devuelve con intensidad y fiereza.Su lengua cálida y hambrienta me envuelve, al punto de casi devorarme. La sostengo firmemente por la cintura y mis caricias se vuelven urgentes mientras recorro cada curva desde su hombro hasta su cintura, pero una chispa de conciencia me recuerda que estamos en público.Llevo mis manos a su rostro y rompo el beso, ella abre los ojos y me mira con deseo, sus pupilas reflejaban una lujuria incontenible. Le doy un beso casto en los labios y susurro cerca de sus labios:— Siempre logras hacerme olvidar dónde estoy, chiquita.Ella me mira con una chispa traviesa en sus ojos, se separa de mí y mi cuerpo anhela inmediatamente su calor. Era tan fácil desear tenerla cerca.— Te ves tan sexy allí — comienza diciendo—, logras que pierda la noción del tiempo, amor. Además — continúa diciendo mientras acorta la distancia entre nosotros —, no creo que sea un escándalo que el hijo del dueño de los hoteles Hamilton bese a su novia —. Me besa de nuevo y la rodeo con mis brazos.Una tos seca me hace soltar a Ericka y girar para ver a Liz, mi secretaria, disculpándose con la mirada.— Lamento molestarlo, Señor Hamilton —su vista se desplaza de mi hacia Ericka —. Vengo a recordarle la reunión que tiene programada con su padre, la cual se efectuará en diez minutos.Ericka suelta una pequeña risa y yo la miro.— Gracias, Liz — le respondo a mi secretaria, con la seriedad propia de un ejecutivo.Ella asiente y comienza a alejarse por el pasillo. Tomo a Ericka de la mano y camino con ella hacia mi oficina.— Espérame aquí, preciosa, debo reunirme con mi padre — le digo. Ella hace una mueca, la cual la hace ver adorable —. No tardaré — le prometo. Le doy un beso y luego se dirige al sillón, se sienta colocando sus piernas sobre mi escritorio, sonriéndome con picardía.Salgo de mi oficina y me dirijo a la de mi padre. Claudia, su secretaria, asiente al verme. Toco suavemente la puerta y me dispongo a entrar.— Pase — escucho decir a mi padre. Empujo la puerta de madera y lo veo frente a la computadora revisando algunos trámites. La oficina es amplia, con grandes ventanales que dejan entrar la luz natural. Está decorada con elegancia y refinamiento. Matizada en colores neutros y algunos detalles en tonos cálidos.Mi padre, detrás de un amplio escritorio de madera, posa su mirada en mí y me indica que me siente. Al hacerlo, analizo su actitud e intuyo que está inquieto. Él devuelve su atención hacia la computadora, continuando con su labor. Sabía que desde el verano mi abuela había estado aún más decaída debido a su enfermedad, aunque su actitud y fortaleza la hacían parecer autoritaria cuando hablaba con alguno de nosotros.Mi padre retira su atención de la computadora y nuestras miradas se encuentran, expectantes. Por su actitud sé que algo personal está en juego, pero si lo presionaba no conseguiría una respuesta. Al final mis sospechas se confirman.— Hijo — comienza, frunciendo el ceño mientras lucha con sus emociones. — Se trata de tu abuela — agrega y se pasa la mano por el cabello —. El médico dice que su situación va en decadencia y no puede pronosticar una mejora.— Lo sé, papá. Sé que es algo duro, pero en estos momentos solo nos queda esperar. — contesto intentando consolarlo.— Tienes razón — suspira, se sienta erguido en su silla y me mira —. Pero no es por eso que quería reunirme contigo. — Le permito organizar sus ideas sin interrupciones. — Ella posee acciones en la empresa, y es su deseo heredártelas.Me tenso en mi asiento. Sabía que mi hermano estaba enfocado en el mundo del espectáculo y nunca mostró interés alguno por la empresa familiar. Pero no esperaba que mi abuela me cediera sus acciones, lo que me convertiría en el socio mayoritario, por encima de mi padre.Él me observa en silencio mientras asimilo el torrente de emociones que se agolpan en mi cabeza.— Sé que estás preocupado — continúa diciendo. Al oírlo levanto la mirada y asiento —. Pero no tienes por qué — asegura, y eso hace relajar la creciente tensión en mí —. Cómo sabes, Carl tiene sus propios intereses, alejados del negocio — hace una pausa, respira y prosigue —. Por ello, siempre he puesto mi confianza en ti como mi futuro sucesor.Asiento nuevamente, agradecido por su confianza, a pesar de no haber dedicado el esfuerzo necesario en el cargo que poseo.— Gracias, papá — respondo con sincera gratitud —. Comenzaré a tomar en serio mis responsabilidades, para ser un digno sucesor.Él se levanta y rodea el escritorio, colocando sus manos sobre mis hombros.— Sé que lo harás. Aunque eres joven, veo el potencial que posees para manejar este negocio. — dice, para luego darme un cálido abrazo. La relación con mi padre siempre ha sido buena, a pesar de las ocasiones en las que me llamaba la atención por mi comportamiento, las cuales ocurrían constantemente. Aunque ya había dejado atrás esa etapa de vida desordenada al conocer a Ericka. Mi familia, a pesar de no estar entusiasmada con mi noviazgo, reconocían que había cambiado desde que estaba en una relación con ella.— Tu abuela quiere que nos reunamos con ella estas navidades — comenta —. Solo la familia — añade apenado.— No te preocupes, a Ericka tampoco le emocionan las fiestas familiares. — respondo resignado, encogiéndome hombros, consciente de que desde presenté a Ericka como mi novia frente a la familia, no había tenido un recibimiento cálido, especialmente por parte de mi abuela. Aunque nunca me lo había expresado abiertamente, conocía su desaprobación.Después de despedirme de mi padre, regresé a mi oficina. Ahora tenía que contarle a Ericka sobre el cambio de planes para las navidades.Al llegar a mi oficina, la veo caminar de un lado a otro. Levantó la mirada cuando oyó el sonido de la puerta al cerrarse y corrió hacia mí para besarme. Le correspondí el beso, notando la urgencia en su gesto. Mis manos recorrieron su espalda mientras ella se acercaba aún más, y el calor de su cuerpo comenzaba a nublar mis pensamientos. Si me dejaba llevar, terminaría haciendo el amor con ella en mi oficina. Por ello, rompo el beso y ella me mira confundida.—Lo siento, nena — le susurro —. Necesito decirte algo.Ella me miró expectante mientras rodeaba el escritorio para sentarme. Se acerca a mí, sentándose en mis piernas. Acaricié su cabello y le di un beso.— ¿Y bien? — pregunta impaciente, tamborileando con sus dedos sobre el escritorio —. Deja el suspenso y dime.Sus dedos suaves se trasladaron del escritorio a mi cuello, acariciandome mientras buscaba perderme en sus ojos cálidos. A pesar de lo impulsiva y alocada que era, su mirada me envolvía.— Mi abuela... — comencé diciendo, y noto cómo rueda sus ojos —. Quiere que pasemos las navidades con ella.Se levantó de inmediato, dando vueltas alrededor del escritorio con una mezcla de enojo y angustia en su mirada. Observo cómo respira profundamente, intentando calmarse. Conozco bien sus gestos y sé que está molesta, pero tratando de controlarse. Después de darle un momento para asimilarlo, me mira con sus ojos húmedos.—Lo siento, mi amor, pero esperaba pasar las navidades contigo —admite, y una lágrima escapa por su mejilla.Me levanto rápidamente y la rodeo con mis brazos, ella suspira y yo la abrazo más fuerte. Estaba seguro de que no lloraría; han pasado diez años desde el accidente de sus padres y desde entonces no ha llorado desconsoladamente.—Prometo compensarte, chiqui — le aseguro mientras le doy un beso.El gélido cielo de enero me abrazó con su gris melancolía esa mañana, como si reflejara mi estado de ánimo iba a la par con mis emociones. Sentí un escalofrío al mirar a través de la ventana de mi habitación mientras hacía el nudo de mi corbata con manos temblorosas. Me preparaba para el funeral de mi abuela, la mujer que me había enseñado todo lo que sabía sobre los negocios y la vida.Las palabras de mi padre resonaban en mi cabeza como un eco persistente: «me dijo que te heredaría sus acciones». Sabía las responsabilidades que acarreaba dicha acción, pero estaba preparado para ello. Al menos eso quería creer.Había compartido con Ericka la revelación que me había hecho mi padre y ella se mostró emocionada ante la idea de ser la pareja de un CEO. A pesar de ello, aún no lograba asimilar el hecho de liderar la cadena hotelera Hamilton, fundada por mi abuelo con esfuerzo y dedicación.Sin embargo, el día había llegado y hoy sería su funeral. Mi abuela había muerto después de una larga
Mi hermano y su esposa Rachel llegaron a casa de mis padres. Mi madre se emocionó al ver como se empieza a notar un poco la barriga del embarazo de mi cuñada. Anhelaba con ansias el nacimiento su nieto. Aunque faltaban muchos meses para ello, ya tenía planeado hasta el más mínimo detalle. Sus ojos se iluminaban con alegría mientras la abraza efusivamente y acariciaba su barriga. — Hola Adrien —dijo mi hermano, mientras se acercaba a darme un abrazo. A pesar de la muerte de la abuela, su rostro se veía en paz.— Hermanito — respondo alargando la “O” y devolviéndole el abrazo con una sonrisa cómplice — ¿Cómo te preparas para la aventura de ser padre?Él se rasca la cabeza algo incómodo, y yo no puedo contener la risa al mirar su expresión.— Aún no lo asimilo del todo — responde finalmente. Los nervios en su voz se hacen evidentes. Era de entender, sería su primer hijo.— Pues, ya deberías — interviene Rachel rodando sus ojos.Él le da un abrazo y un beso a manera de disculpa. Yo por
— ¡Baby! — dice Ericka al otro lado del auricular, con su habitual tono meloso.— Hola, chiqui. ¿Qué haces? Voy de camino a tu apartamento. — le digo.— Extrañándote mucho. — Dice, sonando como una niña consentida — Claro, mi amor. Aquí te espero.—Llego en quince minutos — agrego. Ella me envía un beso sonoro a través del teléfono y eso me hace sonreír tontamente.El tráfico no está tan congestionado, por lo que llego al apartamento en diez minutos. Ericka me recibe con un beso apasionado y ardiente, de esos que me hace olvidar hasta mi propio nombre. Le correspondo gustosamente, ya que en esta ocasión nos encontramos en la intimidad de su hogar, donde muchas veces he explorado cada centímetro de su piel suave como terciopelo.Me deleito con el calor de sus manos, como si fuera el sol del alba, ellas rápidamente me desnudan. Su mirada brillante, cual estrella, me enciende y solo pienso en fundir mi piel, hasta quedar fusionado completamente con la suya.Después de una amplia escena
Mis padres, Luciano y Stella Rasetti, son los orgullosos propietarios de un restaurante, el cual ha ganado mucho prestigio. Siendo sido galardonado con tres estrellas en la Michelin Guide y una reputación impecable, debido a su alta calidad y la excepcional experiencia culinaria que ofrece. Recientemente, la cadena hotelera Hamilton había mostrado interés en incorporar nuestro restaurante a su portfolio y, al ser yo la única hija de los esposos Rasetti y además administradora del restaurante, tengo una cita con el señor Richard Hamilton.— La cita con los Hamilton es el viernes veintidós a las 8:00 a.m. — afirma mi madre, mientras revisa sus notas —. La secretaria del señor Hamilton me confirmó la cita esta mañana, Isabella. Es crucial que seas puntual. Es una suerte que hayamos logrado una cita en menos de un mes, no podemos dejar pasar una oportunidad tan grande.— Eso es porque el restaurante está dando de qué hablar — comenta mi padre con orgullo — Es increíble pensar que el seño
La oficina era amplia y elegante. Está decorada con muebles de diseño y obras de arte contemporáneo, que crean un ambiente sofisticado y moderno, el cual refleja el éxito y la visión vanguardista de los Hoteles Hamilton.— ¿Piensa quedarse allí señorita Rasetti? — Me dice, con una mueca divertida —. Si gusta, podría obsequiarle una fotografía, así, podría admirarme cada vez que desee — añade con malicia.Su voz ligeramente grave hace que me estremezca, e inmediatamente me suben los colores al rostro. Me sacudo los pensamientos y recupero la compostura, avanzando hasta quedar frente a él.—Lo siento, no quise mirarle indiscretamente y ser maleducada.— No se preocupe — responde con picardía — suelo causar ese efecto en las mujeres.Aquel comentario arrogante había estado de más. Me irrito y aprieto los puños a mis costados, para evitar golpearlo por su actitud engreída.— Quiero decir, que esperaba encontrar al señor Hamilton — me apresuro a decir.—Y, estás frente a él. — me responde
Me estoy retocando los labios, algo nerviosa. ¿Qué sentirá Adrien por mí? ¿Será solo una cita cualquiera o algo más? Ya son las 06:30 PM y él quedó en pasar por mí a las 07:00 PM. Espero no decepcionarlo.Le doy una mirada a mi vestido azul oscuro, es una elección elegante y sofisticada. Su tono profundo resalta mi silueta, añadiendo un toque de misterio y glamour. Los tirantes delicados y sutiles realzan mis hombros, mientras que el escote corazón enmarca suavemente mi busto, añadiendo un toque femenino, romántico y seductor. Su falda cae en una línea recta hasta la altura de las rodillas, mostrando sutilmente mis piernas y brindando comodidad al caminar. La tela de alta calidad se ajusta suavemente a mi cuerpo, detallando mis curvas de forma elegante y favorecedora.Sonrío satisfecha al ver que mi piel bronceada irradia calidez, y mis ojos azules brillan como zafiros, capturando la luz y reflejando destellos de intensidad. Mi cabello castaño cae en ondas sueltas y perfectas, añadien
— ¿Estás despierta?Espero unos minutos y recibo su respuesta.—Sí, tita. ¿Qué te inquieta tan temprano? ¿Tuviste una pesadilla?Sonrío al leer su mensaje. Me conoce tan bien que casi adivina por qué le escribo tan temprano.— No fue precisamente una pesadilla, pero sí un sueño que me dejó inquieta.— A ver mujer ¿De qué se trata? ¿Qué soñaste? — pregunta Tania con curiosidad.— ¿Recuerdas que te conté sobre mi cita? Soñé con Adrien.En cuanto envío el mensaje, suena mi celular con una llamada entrante de Tania. Suelto una risa al ver su nombre en la pantalla, su impaciencia era épica, y deslizo el dedo para contestar.— ¿Qué? — grita al otro lado del auricular, extendiendo durante unos segundos le “E”. —Hola, Tania.—Isabella Aurora, por favor, cuéntame todo — dice con voz emocionada —. ¿Fue un sueño erótico?Me ruborizo al escuchar su pregunta y me tapo la cara con la almohada.— No exactamente — digo con un suspiro —. Fue una cita en un restaurante francés. El mismo al que me dijo
Observo el reloj que está en la mesa de noche, del lado de mi cama. Son más de las nueve de la mañana. Me dirijo al baño a darme una ducha rápida para bajar y desayunar.Desciendo las escaleras y no veo a mis padres por ningún lado, lo cual me parece extraño, ya que es domingo. Normalmente, no suelen salir tan temprano un domingo.Entro en la cocina y el aroma del café recién hecho me invade. Me sirvo una taza y voy a prepararme unos huevos revueltos para desayunar. Mientras los cocino, mi celular suena con una notificación de Whatsapp.Cuando miro la pantalla, me sorprende ver un mensaje de Adrien. Inmediatamente, deslizo el pulgar por la pantalla y veo lo que escribió.— Buenos días preciosa, estoy ansioso por nuestra cita de esta noche.Siento cómo se me acelera el corazón y se me ilumina la mirada. Se me curva la boca en una sonrisa involuntaria. Él está tan ansioso como yo lo estoy por ese encuentro. Así que decido responderle.— Buenos días Adrien, también espero por nuestra cit