Isabella apenas pudo dormir porque eran tantas las cosas que pasaban por su mente que incluso después de tomar las píldoras que siempre la aturden por completo no fue capaz de conciliar el sueño. Esa llamada que le hizo su abuelo y para completar esa propuesta tan loca que le hizo Maximiliano y sumándole a eso la amenaza final la desconcertaron.Sin embargo, cuando estaba a punto de amanecer el cansancio fue haciendo estrago en su cuerpo y los ojos se le fueron cerrando por sí solos, pero entonces para su mala suerte unos toques insistentes en la puerta principal la hicieron sentarse de golpe en la cama.—¡¡Es que no puedo tener paz!!— refunfuñó hastiada al mismo tiempo que veía la hora en la pantalla de su celular, dándose cuenta en ese momento que tenía varias llamadas perdidas.—Esta vez no me destruirás tan fácil— juró una vez que pudo ver a través del visor de la puerta y enseguida marcó el número de la policía para pedir ayuda.Luego de finalizar la llamada, mientras esperaba, d
Mientras que Isabella desinfectaba la pequeña herida que se ha hecho Emiliano, el pequeño creó un puchero para quejarse, y ella angustiada al considerar que lo estaba lastimando apartó la mano.—Déjame yo lo haré— le dictó Maximiliano con tono cortante, en el momento que se aproximó.—No, papá ve a cocinar algo para mí, me rugen las tripas del hambre que tengo— le dijo haciendo que Maximiliano detuviera sus pasos.—¿No te has quejado por el dolor? — cuestionó sin comprender mirando al infante con mucho interés.—Claro que no papá, me he quejado porque es hora de mi desayuno— expuso el pequeño mostrando una sonrisa radiante.—Es muy temprano, no es hora del desayuno aún, además no has dormido nada— le reprendió Maximiliano porque el chico lo ha hecho madrugar con la excusa de que no podía dormir, ya que afirmaba tener pesadillas feas.—Papá tengo mucha hambre— protestó creando un puchero y Maximiliano ladeó la cabeza antes de retirarse sin manifestar nada.En cuanto él los dejó solo, E
Cuando Isabella regresó al salón, Maximiliano le dedicó una mirada que no supo identificar, aunque no se detuvo a pensar, porque lo que menos quería era entender el porqué de su irritación; incluso le pareció raro encontrar a Oliver y a Maximiliano en silencio, ya que creía que estarían discutiendo como machos alfas que no pueden estar en paz cuando están juntos. Sin embargo, se limitó a solo ver como tenían las caras largas que demostraba la molestia que ambos estaban sintiendo. Razón por la que dedujo que de algo habían hablado para qué se encontrarán de esa manera, pero lo que menos deseaba era preguntar, por lo que ignorando todo le dijo a Maximiliano:—He convencido a Emiliano para que duerma un poco más, si estás de acuerdo puedo quedarme con él, pero debes irte a tu casa.Maximiliano no protestó como ella esperaba, por el contrario, lo que hizo fue marcharse sin pronunciar una sola palabra o sin esperar a que Oliver se retirara; actitud que dejó a Isabella impresionada y con c
El rostro de Isabella lucia cansado, las ojeras eran tan visibles que cualquiera que la mirara se podría dar cuenta que no había dormido. Mientras calentaba leche para Emiliano soltaba unos que otros bostezos, necesitando cubrirse la boca con el dorso de la mano derecha, en cambio, el infante fue a buscar a su padre para que este le hiciera su segundo desayuno, según sus pensamientos inocentes, porque no estaba conforme con calmar su hambre con un vaso de leche y veía que su madre no estaba de ánimos para cocinar algo más apetecible. El pequeño estaba en una etapa donde quería comer a cada momento, y más porque le fascina la comida que es preparada por su padre; sin embargo, cuando abrió la puerta para salir de la casa, se encontró con Maximiliano delante de la misma.—Para donde ibas— lo cuestionó con semblante sereno, pero a la vez molesto.—A buscarte, tengo hambre— manifestó el niño con voz trémula y mirada gacha, debido a que considera que su padre lo va a regañar.—¡¡No entiend
David frunció el ceño cuando escuchó la voz gruesa de ese hombre que le respondió el mensaje de manera amenazante, ya que consiguió el número de Isabella y tenía por seguro que no es un número desconocido.“Quién demonio eres para responder un teléfono que no te pertenece” — Rabió el muchacho mal educado.Maximiliano se echó a reír quedamente cuando escuchó el audio. “Soy Maximiliano Gil, el mismo demonio que puede hacer tu vida un infierno si continúas molestando a mi mujer” — le respondió con su tono frívolo; un tono tan escalofriante que hizo al muchacho temblar y mayor fue su temblor cuando reconoció la identidad de la persona que recientemente ha insultado.«¡Ay, no!, ¡¡Maximiliano Gil!!, ¿qué hace con Isabella y porque dice que es su mujer?, ¿Será que el abuelo lo sabe?», se lamentó en silencio por haber sido tan imprudente antes de saber quién le estaba respondiendo los mensajes.“Oh, Maximiliano, lo siento, no sabía que eras tú y es cierto mi abuelo es duro con sus nietos, pe
Caminando de un lado a otro y dándole pequeños toques en la palma de su mano izquierda con el teléfono estaba Isabella mientras analizaba todo sobre la reciente llamada que tuvo con su abuelo y por más lógica que le buscaba no podía.—Con lo malvado que es Blas me imagino que debe tener enemigos por doquier, y esa persona debe odiarlo con la misma intensidad con que lo hago yo — murmuró distraída, y cuando sacó de su cabeza todos esos pensamientos decidió llamar a Oliver.—¿Ya se ha ido el fastidioso Gil? —. Fue lo primero que le preguntó Oliver mucho antes de saludarla adecuadamente, provocando que Isabella enarcara las cejas.—Sé que Maximiliano te cae gordo, y a mí por igual, pero no es sobre él que quiero hablarte— le aclaró sin sonar bruscamente.—Te escucho— le dijo Oliver suponiendo lo peor, ya que no ha podido estar en paz desde que cometió el error de contarle a Maximiliano parte de lo que Isabella con mucha confianza le confesó.—¿Por qué decidiste atacar a Blas sin al meno
La sensación de sentir que se estaba ahogando hizo que Isabella despertara de golpe dándose cuenta de que le habían echado una cubeta de agua fría sobre la cara y el dolor en las mejillas golpeadas la instó a soltar un quejido. —Veo que mis hombres tuvieron poca paciencia contigo, admiro mucho que hicieron lo que ya tenía ganas de hacerte por atrevida— comentó Blas muy furioso y a ella no le tomó por sorpresa que haya sido su nefasto abuelo, quién la ha secuestrado, incluso se lo imaginó en el preciso momento que se sintió mareada. —¿Dónde está Emiliano?— fue lo único que preguntó haciendo que Blas alzará ambas cejas. «¿Será que ya sabe que ese mocoso es su hijo?», analizó detenidamente sin atreverse a preguntar por qué esa es la manera de castigarla, sin embargo, la duda lo invadió, por lo que no pudo evitar decir de manera deliberada para jugar con sus emociones: —¿Quieres a tu hijo o al hijo ilegítimo de Maximiliano Gil? —¿Qué intentas decir con eso?, no te atrevas a lastimar
La cabeza a Isabella le iba a explotar, por el hecho de que Blas estaba jugando con su sensibilidad y aunque era obvio que cualquiera estando en su situación de manera egoísta elegiría a su propio hijo, sin embargo, a ella que no es capaz de ver sufrir a un niño le costaba pronunciar una palabra; la conciencia no le permitía hacerlo.—No- no puedes jugar con las vidas de las personas—. Le salió con voz débil y tan rota que era incapaz de no mostrar su afición, no quería darle el gusto de verla rota, pero al sentirse tan inútil la impotencia la hacía tener tanto enojo con ella misma más que con Blas, porque se había jurado no volver a ser una mujer débil nunca más, no obstante ahora se repetía su pesadilla, estaba atada y tirada en el piso viendo a Blas desde ese ángulo.«Vamos Isabella, cumple con lo que te prometiste a ti misma, debes soportar», se daba ánimos, hablando en su fuero interno.—Puedo y es lo que estoy haciendo, el que tiene poder es el dueño del mundo— fanfarroneo sonri