El rostro de Isabella lucia cansado, las ojeras eran tan visibles que cualquiera que la mirara se podría dar cuenta que no había dormido. Mientras calentaba leche para Emiliano soltaba unos que otros bostezos, necesitando cubrirse la boca con el dorso de la mano derecha, en cambio, el infante fue a buscar a su padre para que este le hiciera su segundo desayuno, según sus pensamientos inocentes, porque no estaba conforme con calmar su hambre con un vaso de leche y veía que su madre no estaba de ánimos para cocinar algo más apetecible. El pequeño estaba en una etapa donde quería comer a cada momento, y más porque le fascina la comida que es preparada por su padre; sin embargo, cuando abrió la puerta para salir de la casa, se encontró con Maximiliano delante de la misma.—Para donde ibas— lo cuestionó con semblante sereno, pero a la vez molesto.—A buscarte, tengo hambre— manifestó el niño con voz trémula y mirada gacha, debido a que considera que su padre lo va a regañar.—¡¡No entiend
David frunció el ceño cuando escuchó la voz gruesa de ese hombre que le respondió el mensaje de manera amenazante, ya que consiguió el número de Isabella y tenía por seguro que no es un número desconocido.“Quién demonio eres para responder un teléfono que no te pertenece” — Rabió el muchacho mal educado.Maximiliano se echó a reír quedamente cuando escuchó el audio. “Soy Maximiliano Gil, el mismo demonio que puede hacer tu vida un infierno si continúas molestando a mi mujer” — le respondió con su tono frívolo; un tono tan escalofriante que hizo al muchacho temblar y mayor fue su temblor cuando reconoció la identidad de la persona que recientemente ha insultado.«¡Ay, no!, ¡¡Maximiliano Gil!!, ¿qué hace con Isabella y porque dice que es su mujer?, ¿Será que el abuelo lo sabe?», se lamentó en silencio por haber sido tan imprudente antes de saber quién le estaba respondiendo los mensajes.“Oh, Maximiliano, lo siento, no sabía que eras tú y es cierto mi abuelo es duro con sus nietos, pe
Caminando de un lado a otro y dándole pequeños toques en la palma de su mano izquierda con el teléfono estaba Isabella mientras analizaba todo sobre la reciente llamada que tuvo con su abuelo y por más lógica que le buscaba no podía.—Con lo malvado que es Blas me imagino que debe tener enemigos por doquier, y esa persona debe odiarlo con la misma intensidad con que lo hago yo — murmuró distraída, y cuando sacó de su cabeza todos esos pensamientos decidió llamar a Oliver.—¿Ya se ha ido el fastidioso Gil? —. Fue lo primero que le preguntó Oliver mucho antes de saludarla adecuadamente, provocando que Isabella enarcara las cejas.—Sé que Maximiliano te cae gordo, y a mí por igual, pero no es sobre él que quiero hablarte— le aclaró sin sonar bruscamente.—Te escucho— le dijo Oliver suponiendo lo peor, ya que no ha podido estar en paz desde que cometió el error de contarle a Maximiliano parte de lo que Isabella con mucha confianza le confesó.—¿Por qué decidiste atacar a Blas sin al meno
La sensación de sentir que se estaba ahogando hizo que Isabella despertara de golpe dándose cuenta de que le habían echado una cubeta de agua fría sobre la cara y el dolor en las mejillas golpeadas la instó a soltar un quejido. —Veo que mis hombres tuvieron poca paciencia contigo, admiro mucho que hicieron lo que ya tenía ganas de hacerte por atrevida— comentó Blas muy furioso y a ella no le tomó por sorpresa que haya sido su nefasto abuelo, quién la ha secuestrado, incluso se lo imaginó en el preciso momento que se sintió mareada. —¿Dónde está Emiliano?— fue lo único que preguntó haciendo que Blas alzará ambas cejas. «¿Será que ya sabe que ese mocoso es su hijo?», analizó detenidamente sin atreverse a preguntar por qué esa es la manera de castigarla, sin embargo, la duda lo invadió, por lo que no pudo evitar decir de manera deliberada para jugar con sus emociones: —¿Quieres a tu hijo o al hijo ilegítimo de Maximiliano Gil? —¿Qué intentas decir con eso?, no te atrevas a lastimar
La cabeza a Isabella le iba a explotar, por el hecho de que Blas estaba jugando con su sensibilidad y aunque era obvio que cualquiera estando en su situación de manera egoísta elegiría a su propio hijo, sin embargo, a ella que no es capaz de ver sufrir a un niño le costaba pronunciar una palabra; la conciencia no le permitía hacerlo.—No- no puedes jugar con las vidas de las personas—. Le salió con voz débil y tan rota que era incapaz de no mostrar su afición, no quería darle el gusto de verla rota, pero al sentirse tan inútil la impotencia la hacía tener tanto enojo con ella misma más que con Blas, porque se había jurado no volver a ser una mujer débil nunca más, no obstante ahora se repetía su pesadilla, estaba atada y tirada en el piso viendo a Blas desde ese ángulo.«Vamos Isabella, cumple con lo que te prometiste a ti misma, debes soportar», se daba ánimos, hablando en su fuero interno.—Puedo y es lo que estoy haciendo, el que tiene poder es el dueño del mundo— fanfarroneo sonri
Maximiliano estaba agotado, se estrujaba los ojos una y otra vez, trabajar por tantas horas lo tenía exhausto, pero se conformaba con pensar que tomará un día libre para pasarla con Emiliano y con Isabella, quien al fin le está dando más oportunidad de conquistarla, porque aunque se niegue y diga no quererla muere por volver a vivir como antes y hace un esfuerzo inmenso por ser paciente y esperar calmadamente a que ella esté lista y le cuente todo lo que sucedió y el porqué de su desaparición.Cuando Oliver le contó que ella buscaba a su hijo y que él la estorbaba se confundió, pasó por un momento de vacilación, en el cual supuso que tal vez ella no es la madre de Emiliano, pero después con mente fría sopesó que eso es imposible, ya que todo indica que es la madre de Emiliano, solo que no conoce los detalles.Sumergido en sus pensamientos, decidió llamar a su conductor que estaba con Isabella y el pequeño, pero no tuvo la necesidad de marcar su número, por el hecho de que su empleado
Afortunadamente, Isabella y Emiliano no se lastimaron, ya que, para asombro de Isabella, ellos estaban en una cabaña que no había visitado nunca, a diferencia de lo que se imaginó; creyó que estaban en la mansión Sued, la cual tiene cuatro niveles y de Emiliano haber sido arrojado del último piso no hubiera quedado nada de él. —¡Desgraciado! ¿Cómo se atreve? — rabió Isabella al darse cuenta de que Blas seguía jugando con su salud emocional al hacerle creer que el niño moriría al ser arrojado por la ventana.—¡¡Vayan por ella!!— le ordenó Blas a su gente y los dos hombres salieron al terreno abierto a buscarla.Los maleantes vieron como ella iba cojeando, estaba lesionada y no podía correr tan rápido como quería dándole facilidad a ellos que fueron ágiles y la atraparon llevándola inmediatamente de vuelta con el anciano.Blas se encontraba frente a ella riendo con carcajadas fuertes y molesta al saber cómo ella se mostró tan preocupada por Emiliano, y aunque él reía para no mostrarle
Mientras Isabella estaba siendo subida a una camilla por los paramédicos, se sentía aturdida, porque no esperaba que su niño siempre estuvo a su lado, y el recuerdo de los momentos en que rechazó su afecto y de cómo lo pensaba ser hijo de otra mujer la llenaban de un sentimiento inexplicable, pero lo que más la tenía desconcertada; era el hecho de cómo Maximiliano tenía a Emiliano y lo sabía todo mientras que ella no. Tenía tantas preguntas por hacer, muchas cosas por contar, incontables disculpas que pedirle a su pequeño, que de sus ojos brotaron lágrimas, pero no eran de dolor, sino de emoción y tristeza a la vez.—¡¡Mamita!! ¡¿estás bien?!— chilló Emiliano lleno de emoción en cuanto la vio, puesto que se encontraba tan angustiado por ella que creyó que su pequeño corazón le explotaría en cualquier momento.Él estaba siendo traído por Oliver y se soltó de su agarre para ir corriendo hacia su madre, y a pesar de la altura trató de abrazarse a su cuerpo.—Sí, estoy bien amor mío…Isa