A Isabella el silencio la estaba aturdiendo y una opresión en su pecho le dificultaba poder respirar cada vez que miraba a su alrededor notando como todo le parecía vacío a pesar de no estarlo.—¡Qué ironía! —. Se echó a reír con amargura por su propia contradicción y volvió a decir:—Porque debo sentir tristeza si me encanta mi privacidad y con Maximiliano y su hijo invadiendo mi espacio no me sentía bien— se animaba a sí misma a ignorar su propio sentir. Soltó un suspiro a medida que regresaba a su habitación con el plan de descansar como le dijo a Oliver, pero al ingresar esta vez vio algo sobre su cama que hace rato pasó por alto y es que había un álbum fotográfico.—¿Será que Emiliano lo ha dejado para mí?— preguntó a la nada suponiendo que el único que podría hacer un gesto tan bonito sería el pequeño que la adora.—Definitivamente, él es un niño especial— musitó viendo el lado de la cama en el que solía dormir el infante que casi todas las noches a medida que se quedaba dormido
Chiara escuchó un silencio mudo que la hizo sentir desesperada y rabió porque no le gusta que se queden callados cuando pide algo, ya que únicamente necesitaba escuchar un "sí" por parte de ese periodista que ha hecho muchísimos trabajos para ella.«¿¡Cómo se atreve este idiota!?», farfulló entre dientes tras sentirse ignorada.—Señorita Lorenzo, esta vez no puedo hacer lo que me pide —. Se negó el paparazzi mientras recordaba la amenaza que le había hecho Oliver y sabiendo que con la influencia que posee Oliver podría lograr que le tachen su hoja de vida; algo que le llena de horror porque no podría conseguir un empleo más, razón por la que estaba decidido a que no haría un solo trabajo más que Chiara le pidiera, aunque le diera cambio un millón de dólares.Los dientes apretados de Chiara crujieron de la rabia tan grande que sintió al escuchar esa negativa. —¡¿Por qué no?!—gruñó histérica porque si hay algo que odia es que no hagan lo que solicita, sintiendo que todos le deben obedi
Minutos después:Isabella se encontraba entrando al coche de Oliver que esperaba por ella en el parqueo subterráneo del edificio en el que vive para no ser captado por cualquier periodista que estuviera cerca.—Buenos días, señorita famosa ¿Has dormido bien?— bromeó Oliver al mismo tiempo que le hacía entrega de un café americano.Ella lo tomó con recelo y sin darse un trago lo miró al mismo tiempo que se mordía el labio inferior con mucha sutileza.—Oliver…— lo llamó y él detuvo el auto y giró el rostro para verla.— Te aprecio, de verdad lo hago, incluso te agradezco muchísimo por cuidar de mí cuando nadie más lo hizo, desde que me conociste sin importar qué, has sido incondicional, antes como Caroline y ahora como Isabella, pero no me gustó la manera en la que me hablaste hace un momento, ya no quiero que me estén dictando que hacer o me regañen, quiero romper ese círculo porque Blas lo hacía y Maximiliano por igual, aprovechándose de mis debilidades y eso me hizo sentir torpe por
Antes de haber sido expuesta en su propio baile, Isabella trató de persuadir a Oliver para que él le vendiera las acciones que posee de la compañía Hologram, una empresa que se fundó con el fin de que fuera un respaldó para la empresa Sued, y de la cual Blas quería ser el dueño, pero por desgracia el compromiso que haría posible que Oliver entregase el 70% de las acciones no se completó y quedó siendo el único propietario, y Oliver que no puede negarse a cualquier pedido que le haga ella accedió; negocio que Blas el abuelo de ella investigó descubriendo que Isabella había comprado el 49% de las acciones provocando que ahora el anciano la viera como un verdadero oponente muy peligroso de quien debe cuidarse porque hace cosas en secreto para perjudicarlo.— De haber sabido que eras una víbora calculadora me habría deshecho de ti desde hace tiempo, pero resultaste ser tan macabra como lo era tu madre— le reclamó Blas, quien aún seguía en comunicación con Isabella y ella a pesar de que no
Isabella apenas pudo dormir porque eran tantas las cosas que pasaban por su mente que incluso después de tomar las píldoras que siempre la aturden por completo no fue capaz de conciliar el sueño. Esa llamada que le hizo su abuelo y para completar esa propuesta tan loca que le hizo Maximiliano y sumándole a eso la amenaza final la desconcertaron.Sin embargo, cuando estaba a punto de amanecer el cansancio fue haciendo estrago en su cuerpo y los ojos se le fueron cerrando por sí solos, pero entonces para su mala suerte unos toques insistentes en la puerta principal la hicieron sentarse de golpe en la cama.—¡¡Es que no puedo tener paz!!— refunfuñó hastiada al mismo tiempo que veía la hora en la pantalla de su celular, dándose cuenta en ese momento que tenía varias llamadas perdidas.—Esta vez no me destruirás tan fácil— juró una vez que pudo ver a través del visor de la puerta y enseguida marcó el número de la policía para pedir ayuda.Luego de finalizar la llamada, mientras esperaba, d
Mientras que Isabella desinfectaba la pequeña herida que se ha hecho Emiliano, el pequeño creó un puchero para quejarse, y ella angustiada al considerar que lo estaba lastimando apartó la mano.—Déjame yo lo haré— le dictó Maximiliano con tono cortante, en el momento que se aproximó.—No, papá ve a cocinar algo para mí, me rugen las tripas del hambre que tengo— le dijo haciendo que Maximiliano detuviera sus pasos.—¿No te has quejado por el dolor? — cuestionó sin comprender mirando al infante con mucho interés.—Claro que no papá, me he quejado porque es hora de mi desayuno— expuso el pequeño mostrando una sonrisa radiante.—Es muy temprano, no es hora del desayuno aún, además no has dormido nada— le reprendió Maximiliano porque el chico lo ha hecho madrugar con la excusa de que no podía dormir, ya que afirmaba tener pesadillas feas.—Papá tengo mucha hambre— protestó creando un puchero y Maximiliano ladeó la cabeza antes de retirarse sin manifestar nada.En cuanto él los dejó solo, E
Cuando Isabella regresó al salón, Maximiliano le dedicó una mirada que no supo identificar, aunque no se detuvo a pensar, porque lo que menos quería era entender el porqué de su irritación; incluso le pareció raro encontrar a Oliver y a Maximiliano en silencio, ya que creía que estarían discutiendo como machos alfas que no pueden estar en paz cuando están juntos. Sin embargo, se limitó a solo ver como tenían las caras largas que demostraba la molestia que ambos estaban sintiendo. Razón por la que dedujo que de algo habían hablado para qué se encontrarán de esa manera, pero lo que menos deseaba era preguntar, por lo que ignorando todo le dijo a Maximiliano:—He convencido a Emiliano para que duerma un poco más, si estás de acuerdo puedo quedarme con él, pero debes irte a tu casa.Maximiliano no protestó como ella esperaba, por el contrario, lo que hizo fue marcharse sin pronunciar una sola palabra o sin esperar a que Oliver se retirara; actitud que dejó a Isabella impresionada y con c
El rostro de Isabella lucia cansado, las ojeras eran tan visibles que cualquiera que la mirara se podría dar cuenta que no había dormido. Mientras calentaba leche para Emiliano soltaba unos que otros bostezos, necesitando cubrirse la boca con el dorso de la mano derecha, en cambio, el infante fue a buscar a su padre para que este le hiciera su segundo desayuno, según sus pensamientos inocentes, porque no estaba conforme con calmar su hambre con un vaso de leche y veía que su madre no estaba de ánimos para cocinar algo más apetecible. El pequeño estaba en una etapa donde quería comer a cada momento, y más porque le fascina la comida que es preparada por su padre; sin embargo, cuando abrió la puerta para salir de la casa, se encontró con Maximiliano delante de la misma.—Para donde ibas— lo cuestionó con semblante sereno, pero a la vez molesto.—A buscarte, tengo hambre— manifestó el niño con voz trémula y mirada gacha, debido a que considera que su padre lo va a regañar.—¡¡No entiend