Celeste.
Después de un largo rato acostados en el suelo y abrazados, Kael por fin se levantó. Estaba sin camisa, mostrando su abdomen marcado y un pecho firme.
El pantalón lo tenía rasgado, casi se le notaba el bóxer. Se asomó por la ventana y todavía era de noche, la luna apenas visible iluminó más la habitación.
—Esto no debería de estar pasando —habló, cerrando de nuevo las cortinas—. ¿Por qué viniste hasta aquí? ¿Cómo supiste dónde encontrarme?
Se cruzó de brazos, apoyando un pie sobre la pared. Mi corazón por fin se tranquilizó al ver que no quería matarme como lo sentí anteriormente.
—Necesitaba hablar contigo y no tenía idea de que estarías justo en esta habitación transformado en una bestia salvaje —dije, con ironía—. ¿Qué fue eso? Porque hace un momento querías matarme.
Su comportamiento inusual me aterraba.
Kael dio unos pasos hacia delante y me extendió su mano, yo seguía sentada en el suelo. La tomé y me ayudó a levantarme.
—Toma asiento —ordenó.
La habitación estaba vacía, y le bastó con apretar un botón para que aparecieran objetos debajo del suelo y se acomodaran en espacios diferentes.
Una cama, un mueble, varias estanterías y un escritorio.
¿Qué clase de tecnología era esa?
—No te asustes, lo hago porque tiendo a destruir todo lo que veo —comentó, eso no me tranquilizó.
—¿Me puedes decir qué está pasando? —Volví a preguntar, sentándome en el mueble.
Él prefirió quedarse de pie.
—Está prohibido que visiten mi habitación durante las noches de luna llena porque pierdo el control de mi lobo… —soltó, de repente.
—¿Eso es posible?
Asintió.
—Me convierto en una bestia salvaje y sin conciencia, con ganas de matar y destruir todo lo que se cruce en mi camino —masculló, haciendo mala cara—. Como sabes, los vampiros y cazadores son nuestros rivales principales, y como toda manada, solemos tener guerras contra los vampiros… entre esas guerras, maté a una reina vampiro después de exterminar a su clan… ella era mitad bruja y me maldijo.
Abrí los ojos con sorpresa. Llevé una mano a mi boca, porque nunca imaginé que Kael sería un hombre lobo maldito.
—¿Y no te dio más información acerca de tu maldición?
—Lamentablemente no. Todavía recuerdo sus últimas palabras —Bajó la cabeza—. “Te maldigo, Kael Valtor. La luna llena será tu enemiga y perderás toda cordura, siendo capaz de matar incluso a tus seres más queridos por el dolor insoportable que dominará tu cuerpo. Te maldigo para que seas una auténtica bestia y todos te teman”. Después de esto, hizo un último hechizo que lanzó hacia mi corazón y quedé inconsciente.
Me sentía mal por él.
Lo juzgué mal, no sabía que Kael había pasado por semejante situación, sin saber a cuántas personas mató en el pasado por no poder controlarse.
—Lo siento tanto…
—Esa noche había luna llena y al quedar inconsciente, me transformé sin control. Lo único que sentía era un dolor insoportable y quería que se detuviera —Tensó la mandíbula y apretó el puño—. Esa misma noche maté a mi madre por accidente. Pasaron largos años para que la manada pudiera volver a confiar en mí y dejar de tenerme tanto miedo, aunque aún se esconden durante las noches de luna llena, incluso mi hermano duerme en otra cabaña…
—K-Kael, eso fue un accidente. No podías tener el control, no fuiste tú —Quise apoyarlo.
—No sé qué te han contado de mí, pero hace años que no soy ese de los rumores —aseveró, cortando el aire con su mano.
—¿Y tu padre? —inquirí.
—Él murió cuando yo era más pequeño, tuve que convertirme en el alfa a una edad temprana para proteger a la manada y sobre todo a mi hermano que era un bebé… —resopló, rascándose la nuca—. Por eso no me gusta que gente desconocida se quede en este pueblo, es peligroso para ellos, pude haberte matado.
—Pero no lo hiciste… —susurré, ocultando mi sonrisa—. ¿Por qué no lo hiciste?
—Eso es lo que más me intriga… hace diez años que tengo que vivir con esta maldición. Debo encerrarme en mi habitación y atar todas mis extremidades con cadenas de hierro si quiero mantenerme quieto mientras mi cuerpo sufre un dolor agonizante por no poder matar a nadie durante esas noches —confesó, frustrado con él mismo—. Pero tú… tú lograste algo que yo nunca creí posible. Pudiste calmarme, e incluso logré controlarme para volver a la normalidad.
Mi boca se abrió en una ligera “o”.
—E-escucha, yo no hice nada. De hecho, estaba lista para morir hasta que te detuviste —dije, nerviosa—. No tengo ningún poder extraordinario porque soy una simple omega a la que traicionaron.
Kael se acercó a pasos lentos hasta que se sentó a mi lado en el mueble. Fue un momento incómodo que me aceleró el corazón, porque él tomó mi mejilla con su mano.
—Tu olor… —Cortó la distancia hasta pegar la nariz de mi cuello. Me hizo cosquillas—. Es como un calmante para mí. No sé qué clase de reacción es esta o por qué casualmente sucede contigo, pero pudiste dominar esa parte de mí que ni yo mismo puedo…
Su respiración sobre mi cuello me estremeció tanto, que casi se me escapó un jadeo.
—E-esto es extraño, recién nos conocemos —intervine.
Él se separó para mirarme a los ojos. Yo me sentí más insegura cuando detalló cada parte de mi expresión temblorosa.
Kael era estúpidamente atractivo comparado conmigo. Incluso superaba a Luther si lo miraba mejor.
—¿Quién mató a tus padres? —preguntó repentinamente.
Me tardé unos segundos en responder:
—Eh, mi ex prometido y mi hermana adoptiva, que resultó estar embarazada de él… ambos me vieron la cara de estúpida y me quitaron a mi familia, lo más preciado para mí —Tensé la mandíbula.
Mi tristeza se convirtió en rabia poco a poco, lo único que quería era tener la fuerza suficiente para darles su merecido y hacerles lo mismo que le hicieron a mis padres.
Cortar por la mitad a Elise y cortarle la cabeza a Luther para que sufran como ellos sufrieron. El cariño que sentía por esos dos desapareció la noche que me escapé.
—Tu mirada está llena de odio ahora, ¿en qué piensas? —Se mantuvo serio.
—Sólo… quiero vengar a mis padres. Ellos eran los mejores líderes, y estoy muy segura de que ahora la manada va a sufrir por las malas decisiones de Luther y Elise.
Era la verdad.
Mis padres eran el claro ejemplo de saber mantener a su pueblo contento, en cambio, Luther y Elise eran malvados y avariciosos. Fácilmente podían matar a todo aquel que no estuviera de acuerdo con sus decisiones.
—¿Tu motivo de venganza de verdad son tus padres o solo quieres acabar con tu hermana por quitarte el marido? —interrogó, abrí la boca con total ofensa.
—¡No es así! Me da asco solo pensar en ellos —Arrugué la nariz—. Si quiero vengarme, es porque se lo merecen. Ellos le arrebataron la vida a las únicas dos personas que me trataban como a una princesa… las únicas personas que me aceptaban sin importar que fuera una omega. Papá y mamá decían que yo era muy valiente, y que sería capaz de convertirme en luna si me lo proponía…
Mi visión se tornó borrosa y me mordí el labio inferior por la impotencia. Para mi sorpresa, Kael secó con su dedo una lágrima que cayó por mi mejilla.
Lo miré confundida.
—Está bien.
—¿E-está bien? —titubeé.
—Te ayudaré a vengarte de los que te hicieron daño —comentó, aún sin sonreír—. Acepto entrenarte para que superes tus límites y dejes ese pensamiento de que “por ser una omega es imposible volverte fuerte” —añadió, más calmado—. Pero tengo una condición.
Alzó su dedo índice.
Sabía que su ayuda no iba a salir gratis, así que tuve que inhalar hondo y prepararme para lo que iba a pedirme.
—¿Cuál es tu condición?
—Debes permanecer siempre a mi lado durante las noches de luna llena —sentenció, con una mirada afilada.
Kael. Su mirada lo tenía todo: confusión, incredulidad, e incluso una pizca de esperanza en esos oscuros y brillantes ojos café. Esa mujer despertaba algo en mí que no lograba descifrar, tal vez con el tiempo lo haría. —Acepto —respondió, apenada—. Si es la única forma de poder ayudarme, lo haré. Tampoco suena tan mal. Eso era todo lo que necesitaba oír. —Puedes irte. —¿Estarás bien si me voy? ¿No volverás a transformarte? —Frunció el ceño. Su preocupación fue un choque eléctrico para mí—. La luna llena desaparecerá en la mañana. —Quiero comprobar si esto es real —Me crucé de brazos—. Puedes irte. La próxima vez será la prueba definitiva. —¿Vale? Caminó lentamente hacia la puerta, yo seguía con las cadenas de hierro apretando mis muñecas y tobillos como era costumbre. —No le cuentes a nadie sobre esto. Será nuestro pequeño secreto, al menos hasta que comprobemos que tu simple olor puede calmar mi maldición —ordené, viéndola con autoridad. Ella asintió. —Puedes estar tranqu
Celeste. Me terminé de duchar y empecé a vestirme. Kael prometió darme una habitación en su enorme cabaña para no estar tan lejos de él una vez que todos supieran de lo que yo lograba.Mientras tanto, seguía en la pequeña habitación donde empecé. Miré la ropa encima de la cama… Incluso mandó a llenar mi armario porque lo único que tenía era un conjunto prestado y el vestido de novia con el que llegué. Después de ponerme la ropa interior, abrieron la puerta de golpe. Mis mejillas ardieron cuando vi a Kael entrando con una expresión neutral que analizaba todo mi cuerpo semi desnudo.—¡¿Q-qué haces?! —Me cubrí con la toalla otra vez—. ¿No te enseñaron a tocar la puerta? Iba a decir “tus padres” pero me retracté al recordar la historia de su pasado. Apreté la mandíbula con vergüenza, ya que sus ojos no dejaban de verme. —La costumbre —Caminó hasta llegar a la estantería y agarrar un libro. Le echó un ojo—. Te espero. Hoy es tu primer día de entrenamiento. Quise gritarle porque no l
Celeste. —¿Ves? También puedo sanar animales —comentó Damián, animado—. Me alegra que Kael haya dejado que te quedes, aunque no me ha dicho la razón. Habían pasado dos días desde que entrené con Kael, y él decidió que lo haríamos tres veces por semana para no sobrecargar mi cuerpo y acostumbrarme. —Es increíble. Me encontraba agachada con su hermano cerca de una madriguera de conejos. Uno de ellos tenía una herida en la pierna y creí que iba a morir, hasta que Damián decidió acercarse a mí y ayudarlo. —¿Creíste que no podría? —Se levantó, haciéndose el importante—. Puedo ser joven, pero sé que cuando cumpla dieciocho me convertiré en el beta y la mano derecha de Kael. Sonrió con orgullo. Me levanté también, dejando libre al conejito para que volviera a casa. —¿Y quién es el beta? Todavía no lo he conocido y ya llevo dos semanas aquí —pregunté, curiosa. Rodó los ojos. —Un tipo que se cree la gran cosa —Usó un tono fastidiado—. Es un completo galán con las mujeres. Parpadeé.
Celeste. Otro día de luna llena llegó en un abrir y cerrar de ojos. La prueba definitiva sería esa noche, y yo tenía que escabullirme y evadir a los guardias como la primera vez. Kael me pidió que fuera por mi cuenta, ya que él estaría ocupado, tampoco queríamos levantar sospechas. Una vez que llegué al frente de la cabaña elaborada custodiada por varios guardias, me escondí detrás de un arbusto. Sería fácil rodear el lugar y entrar por una ventana. —¿De qué nos escondemos? —¡Ah! —grité, caí de culo en la tierra. Ni siquiera me había dado cuenta de que Damián estaba a mi lado. ¿En qué momento? Fue demasiado sigiloso para que mis oídos lo escucharan. —¿Q-qué haces aquí? —cuestioné, en un tartamudeo.—Lo mismo te pregunto yo —Alzó una ceja—. Se nota que quieres entrar. Apreté los labios. Él no tenía idea de que ya yo sabía acerca de la maldición de su hermano. Damián no dejaba de verme expectante, como si esperara respuestas. —No es lo que parece. Simplemente ando explorando
Celeste. El silencio era demasiado incómodo. Podía escuchar mi propia respiración y los latidos de mi corazón galopar dentro de mi pecho. Él simplemente permanecía con los ojos cerrados, esperando el momento con serenidad. —Kael —Decidí romper el silencio. —¿Mmh? —¿De verdad te enfrentaste a un clan entero de vampiros solo? Necesitaba que habláramos o me volvería loca dialogando con mi mente. Kael no abrió los ojos, se mantuvo calmado y apoyando un antebrazo sobre su rodilla alzada. —Sí. —¿Y cómo fue? —Si soy fuerte, es porque toda mi vida he estado en el frente de batalla. He liderado a un pequeño escuadrón, o a uno grande, pero siempre obtenemos la victoria —comentó, no aparté la mirada—. Esa vez aniquilaron a todo mi escuadrón por un descuido mío, y por supuesto, la llama de la venganza puede hacer milagros. Vaya dato… —Entiendo. —No se nace siendo poderoso, Celeste. La fuerza la puedes obtener en el camino si así lo deseas —proclamó, abriendo los ojos. Esas iris café
Kael. Volví a la normalidad en cuestión de minutos, no me separé de ella por miedo a perder el control y hacerle daño. Sus brazos rodeaban mi ancha y musculosa espalda, provocando un desborde en sus emociones y el aumento de sus latidos, logré escuchar cada golpe que daba su corazón. Cuando recuperé por completo la conciencia, me levanté un poco, apoyando ambas manos en el suelo para no aplastar a Celeste y la miré a los ojos. —Estabas muy lejos, tal vez por eso me transformé —comenté. Era lo más lógico. Celeste estaba a un lado de la habitación, y yo me alejé cada vez más cuando sentí que iba a volverme una bestia salvaje. Si recuperé la cordura, fue porque la olfateé. —E-es lo que pensé —Volteó el rostro con tal de evitar mis ojos. Su cara estaba roja como el tomate, tal vez porque mi camisa se había roto por completo y lo único que me cubría era el pantalón. Un aroma cálido y fresco, como si usara un perfume natural, calmó cada parte de mi interior. La maldición azotó mi p
Celeste. La luna del alfa siempre era vista como una mujer poderosa y sabia, así veía yo a mi madre. Me enamoré de un hombre fuerte y seguro de sí mismo, no tuve que esperar el vínculo de la diosa para saber que él sería mi mate. Iba a convertirme en la próxima luna en el futuro, a mis padres no les importó el poco poder que la diosa me otorgó. Nací siendo una omega, y mi fuerza nunca aumentó. El día de mi boda, llegué al altar sola, porque mi padre no aparecía por ningún lado. Se suponía que sería mi noche, pero terminó convirtiéndose en un completo infierno. —¿Cuánto más va a tardar? —preguntó el oficiante, moviendo el pie con impaciencia. Lo normal era que el novio estuviera en el altar mucho antes que la novia, sin embargo, me pasó al revés. Luther no aparecía, y tampoco vi a mi familia por mucho que buscara entre el público. —Lo siento, tal vez tuvo un pequeño inconveniente —reí con nervios. Dejé el ramo de flores a un lado. Recordé que mi madre salió de mi habitación cua
Celeste. Me desperté somnolienta y con un dolor punzante en el costado de mi torso. Cuando abrí los ojos, tenía varias vendas cubriendo mis heridas y me encontraba en una habitación desconocida. Las paredes eran de un color café puro, casi idéntico al tronco de un árbol. Las sábanas blancas cubrían mi cuerpo y una alfombra adornaba el centro de la habitación.De pronto, escuché voces detrás de la puerta. —¿Qué te he dicho de traer forasteros al pueblo? —cuestionó un hombre, parecía estar regañando a otro. —Estábamos explorando y la encontré gravemente herida. Sabes muy bien que ayudo con mi poder a todo el que puedo, sin importar de qué manada provenga —respondió una voz masculina más juvenil—. Además, llevaba un vestido de novia. Recién me di cuenta de que me cambiaron de ropa. Mis mejillas ardieron porque las únicas voces que escuchaba provenían de dos hombres. ¿Me habrán…?Negué con la cabeza. —Da igual, Damián. Sea mujer o hombre, está prohibido traer desconocidos a esta ma