Capítulo 3: La bestia

Celeste. 

Después de haber superado a los guardias, tuve que esconderme en un armario lleno de productos de limpieza al ver que habían más vigilantes dentro del hogar. 

Sería difícil encontrar a Kael, y mucho más porque no tenía idea de cuál era su habitación, habiendo tantas… 

—¿Dónde están los imbéciles que deben cubrir la puerta principal? Son unos idiotas —masculló uno que parecía ser el líder, pues llevaba un traje diferente al de los hombres que engañé. 

Mi respiración se volvió lenta y pesada, porque apenas tenía visibilidad entre las rendijas del armario. 

Apreté los labios, nerviosa. 

—No lo sé, pero esto les va a salir caro —respondió otro. 

—Cuando regresen, despídelos. Es sumamente importante que nadie entre a este lugar en noches de luna llena —enfatizó la palabra “nadie”—. Es una orden de Kael. 

—Lo sé, jefe —Hizo una pose tipo militar—. Es la primera vez que pasa algo así. Me aseguraré de corregirlos. 

—Bien. 

Mordí mi labio, estuve a punto de romperlo cuando por fin se marcharon y pude salir con cuidado. Mis pasos eran sigilosos, no quería ser atrapada sin antes haberme reunido con Kael. 

Me detuve cuando vi múltiples habitaciones en ese lugar, no creí que sería tan difícil encontrar una en específico. 

—Maldición —dije, pateando un trozo de zanahoria que vi en el suelo. 

¿Dónde podría estar un alfa? ¿En la puerta más elaborada? 

Todas eran iguales, marrones y con la textura de una barra de chocolate. 

Inhalé hondo. 

Tuve que agacharme en cada puerta que veía para asegurarme de que no hubiera guardias del otro lado y poder abrirlas. 

En una de esas, había una sirvienta teniendo sexo salvaje con un borracho, el hombre tenía una botella de licor en mano. 

Cerré esa puerta de inmediato. 

—¡Lo siento! —les dije. 

Por suerte, no quisieron buscarme. 

Subí las escaleras a pasos lentos y evadí a los guardias, escondiéndome para no ser vista. 

—¡Hey, no puedes estar aquí! —La voz de un guardia me dio escalofríos. 

Giré levemente la cabeza y vi que venía corriendo hacia mí, estirando su mano para detenerme. 

Fui en línea recta, no iba a dejarme atrapar si no había cumplido con mi objetivo. 

—¡Necesito ver a Kael! —exclamé, esperando que me entendiera. 

El pasillo era interminable. 

—¡Es muy peligroso que estés aquí! ¡Deberías venir mañana, niña! —gritó, sin dejar de perseguirme—. ¡Piensa en tu seguridad! 

¿Mi seguridad? ¿Qué era lo peor que podía pasar si entraba en la habitación de Kael? 

Tal vez estaba teniendo una orgia. 

—Lo siento… —susurré. 

Era necesario desobedecer su orden, porque mi prioridad estaba clara. 

Al final del pasillo, una puerta roja y brillante me esperaba. La única forma de evadir a ese guardia era entrando por la misma. 

Giré la perilla a toda velocidad, mis manos temblaban y mi pecho subía y bajaba por la adrenalina del momento. 

Lo último que escuché fue la voz aterrada del guardia decirme:

—¡No entres en esa habitación! ¡Morirás! 

¡Bam! 

El estruendoso sonido de la madera cerrándose me hizo apretar los párpados con fuerza. No dudé en meterle seguro, tenía tres candados que podían asegurar la puerta, extrañamente. 

Me llené de alivio y llevé una mano a mi corazón con más calma, hasta que escuché un gruñido salvaje detrás de mí. 

—¿Q-qué? 

Me di cuenta de que era la habitación de Kael, porque la ropa con la que lo vi la última vez estaba tirada en el suelo y una fotografía de él junto a su hermano colgaba de la pared. Aparte de eso, no había absolutamente nada más. 

En el centro, había un lobo de pelaje negro como el carbón y ojos rojos como la sangre… 

Verlo directamente me hizo caer de culo como si su simple presencia fuera intimidante, y es que nunca en mi vida había sentido tanto miedo por un lobo de mi misma especie.

Ese en especial parecía una bestia salvaje que necesitaba matar para saciar su sed de sangre. Al analizarlo mejor, vi que tenía varias cadenas atadas a cada una de sus patas, pero aun así, eran lo suficientemente largas para llegar hasta mí. 

—¿Kael? —cuestioné, con un peso sobre mi pecho. 

El lobo gruñó con más fuerza y mostró sus afilados colmillos como si tuviera rabia. Grité de horror cuando de un salto terminó quedando encima de mí y apoyó sus dos patas sobre mis manos, pisándome para evitar mi huida. 

—¡¿Qué te pasa?! ¡Me estás lastimando! —Creí que me escucharía. 

Me dejó inmóvil, con suerte pude mover la cabeza de un lado a otro, buscando una vía de escape para no morir, porque esa bestia estaba dispuesta a matarme. 

¿Y si en realidad no era Kael y me confundí? 

Mi corazón estaba latiendo con rapidez, mi cuerpo no dejaba de temblar porque yo misma me había buscado ese destino. Me advirtieron de que no entrara en la habitación de Kael, ¿era por eso? ¿Se transformó en una horrible bestia sin control? 

Sus ojos rojos se conectaron con los míos y empecé a llorar, pidiéndole perdón a mis padres por haber sido una cobarde… mi fuerza era tan escasa, que no pude ni levantar una pata de ese lobo para liberarme. 

Tampoco pude hacer algo por ellos cuando debí de haberlos protegido como lo hacían conmigo. 

—P-por favor, no me mates… —Rogué, creyendo que me entendería. 

Las cadenas sonaron en un movimiento brusco que dio, me volvió a enseñar sus dientes y abrió el hocico con la intención de devorarme. Una gota de saliva salió de su boca y cayó en mi mejilla, su aliento olía a perro mojado. 

Cerré los ojos con fuerza esperando mi muerte, me había rendido porque no podía hacer nada para salvarme, así como no pude salvar a papá y mamá. 

Uno… 

Dos… 

Tres segundos pasaron y no sucedió nada. 

Al abrir los ojos, noté que el lobo empezó a olfatear cada parte de mi cuerpo y dejó de mostrar los colmillos, quedé en estado de shock. Su rabia también desapareció al instante. 

Parpadeé, asustada porque seguía sobre mí, pero no me hacía daño… 

—¿Kael? —repetí, con la esperanza de recibir respuesta. 

El lobo se dejó caer de lado sobre mi cuerpo para no aplastarme con su peso. Su hocico se metió debajo de mi cuello y yo me quedé totalmente quieta aunque haya soltado mis extremidades. 

Él se estaba calmando poco a poco, a medida que me olía.

No entendía nada. 

—Tengo mucho miedo —Las lágrimas salieron de mis ojos. 

Apreté los labios y no me moví al sentir que el lobo no dejaba de olfatear cada parte de mi cuerpo como si fueran su medicina. 

Gradualmente, la figura de Kael se presentó y sus ojos volvieron a su tonalidad café claro como la miel. Su cabello terminó quedando en los alrededores de mi cara y su nariz rozó con la mía. 

Tragué saliva. 

—¿Q-qué sucede? —pregunté, al ver que su forma humana regresó. 

Se separó de mi rostro solo para acostarse sobre mi pecho y escuchar los latidos de mi corazón. Ese hombre cruel y frío estaba actuando de una forma inusual. 

Necesitaba respuestas o me volvería loca. 

Él simplemente permaneció en silencio sobre mi pecho y cerró los ojos, como si mi simple presencia le diera la calma que necesitaba. 

Tuve que rodearlo con mis pequeños brazos aunque me costara, pues sus hombros eran anchos, al igual que su espalda. 

Para mi sorpresa, él se quedó tranquilo en esa posición… 

Sigue leyendo este libro gratis
Escanea el código para descargar la APP

Capítulos relacionados

Último capítulo

Explora y lee buenas novelas sin costo
Miles de novelas gratis en BueNovela. ¡Descarga y lee en cualquier momento!
Lee libros gratis en la app
Escanea el código para leer en la APP