— Creo que será mejor trabajar — aconsejó Eva, y tanto Pen como Gael, salieron de la oficina.La atmósfera en el despacho de Eva se volvió tensa y cargada de emociones no expresadas. Una vez que quedaron solos, Gabriel y Eva se miraron mutuamente, sintiendo que el silencio entre ellos era denso, casi palpable. Había algo en el aire, una corriente eléctrica que no podían ignorar.— Gabriel — comenzó Eva, rompiendo el silencio —. Creo que… que se gustan.Las palabras salieron de su boca como un susurro, pero resonaron fuertemente en el aire.Gabriel frunció el ceño.— Eso es imposible — respondió, sintiendo que la negación se formaba en su pecho. La idea de que pudieran gustarse le resultaba abrumadora, casi aterradora.Eva se quedó mirando fijamente un punto en la pared, como si buscara respuestas en la pintura.— ¿A tu madre no le gusta, no es así? — cuestionó de repente, rompiendo el momento de tensión.Gabriel la observó, sintiendo que la conversación tomaba un giro inesperado.— So
Penélope había tenido un largo día. Sus pensamientos giraban en torno a todo lo que había aprendido, y la ansiedad la empujaba a apresurarse hacia la oficina de Eva. Cuando finalmente llegó, casi corriendo, la puerta se abrió con un golpe y entró con una energía frenética.Eva levantó la vista y sonrió al verla.— ¿Qué tal tu día con tu apuesto galán? — preguntó, tratando de aligerar la atmósfera.Penélope puso los ojos en blanco y comenzó a mover sus manos de manera agitada.— Tengo respuestas. El detective me ha llamado. Tenías razón — dijo, y al señalar esas palabras, Eva sintió que su mundo se desmoronaba a su alrededor.En algún punto de su mente, deseaba que no fuera real, que estuviera equivocada. Pero eran demasiadas las coincidencias que era difícil de ignorar.— ¿Qué te dijo? — preguntó Eva, sintiendo que una mezcla de miedo y esperanza comenzaba a apoderarse de ella.— Quiere verte. En esta dirección — respondió Penélope, extendiendo un papel que había estado guardando —. Y
Cuando Eva despertó, se encontró en un lugar frío y oscuro. La confusión la invadía, y el dolor en su abdomen era abrumador. Intentó moverse, pero el dolor era intenso. — ¿Dónde estoy? — susurró, sintiendo que la realidad comenzaba a desvanecerse nuevamente. — ¡Eva! — escuchó una voz que la llamó, y sintió que algo dentro de ella se encendía. Era Gabriel —. ¡Eva, por favor, responde! La voz de Gabriel era como un faro en medio de la tormenta. — Gabriel… — murmuró, esforzándose por abrir los ojos. — Estoy aquí, estoy aquí — dijo él, acercándose a ella, su rostro lleno de preocupación —. No te muevas. Estás herida. — ¿Qué pasó? — preguntó Eva, sintiendo que la confusión la invadía nuevamente. — Te dispararon — respondió Gabriel, su voz temblando, y Eva sintió que el miedo la envolvía —. Te encontré en el suelo, y llamé a una ambulancia. Estás a salvo ahora, solo intenta mantenerte despierta. La realidad de lo que había sucedido comenzó a inundar su mente. Recordó el tiro
— Dime que me deseas, Eva — susurró Jason contra su piel, sus labios recorriendo su cuello con una mezcla de urgencia y posesión.— Te deseo, Jason... — susurró ella, sintiendo su cuerpo arder bajo su tacto.Era un amor secreto, un amor prohibido. Dos años de encuentros furtivos, de noches de pasión en habitaciones de hotel, de promesas susurradas en la penumbra. Dos años esperando que él finalmente la presentara a su familia. Pero eso nunca pasó.Y ahora entendía por qué.La oficina de Jason Barut era un reflejo de su poder: elegante, impecable, con ventanales que daban a la ciudad como si fuera su dueño. Ahí, en ese mundo de cristal y acero, Eva Martín había sido su sombra por dos años.Dos años siendo su asistente, su amante en la oscuridad, su secreto mejor guardado.Se ajustó la blusa color perla y echó un vistazo rápido a su reflejo en el espejo del ascensor. Ojos grandes, labios temblorosos. Se veía como lo que era: una mujer enamorada que, contra toda lógica, seguía creyendo e
— ¡Carajo!El mundo era un eco lejano cuando Eva abrió los ojos. El olor a desinfectante y la tenue luz del hospital la hicieron parpadear, desorientada. Su cuerpo se sentía pesado, adormecido, pero había un vacío en su interior que la hizo estremecerse de inmediato.Intentó moverse, pero un dolor punzante la detuvo. Bajó la vista y vio su brazo conectado a una intravenosa. El corazón le latía con fuerza en el pecho cuando la puerta se abrió y entró un médico con expresión sombría.— Señorita Moretti, me alegra que haya despertado — dijo con tono profesional, pero en su mirada había algo de compasión —. Lamento informarle que ha sufrido un aborto espontáneo debido al estrés severo y el impacto emocional.El mundo pareció detenerse.Aborto.Esa sangre, Jason, todo comenzó a golpearla fuertemente en ese momento, haciendo que su corazón comenzara a romperse. Estaba segura que el médico la miraba con lástima porque escuchaba como su corazón se rompía como ecos de un cristal lanzados a la
Días más tarde, Eva caminaba sin rumbo fijo por las calles iluminadas por los faroles de la ciudad. Hacía frío y el cielo parecía querer caerse cobre ella. Su bolso estaba más liviano que nunca, y su cuenta bancaria prácticamente vacía. Sin trabajo, sin ahorros y con un hijo en camino, se sentía más sola que nunca. Jason la había tenido completamente dependiente de él y ahora, enfrentada a la dura realidad, no tenía un plan.Su departamento, el que durante dos años había sido su refugio, ya no era una opción. No podía pagar el alquiler y tuvo que dejarlo y donde creía tenía un hogar ya no lo era. Había pasado la última noche en un hotel barato, con el colchón duro y el aroma a humedad impregnado en las paredes. No quiso llamar a su abuela. No deseaba preocuparla ni enfrentar sus preguntas. Tampoco quería molestar a su amiga. Tenía que salir adelante por sí misma; sin embargo, cada vez se estaba volviendo más difícil.Pero la verdad era que estaba aterrada. El único pensamiento que la
Eva apretó la carpeta contra su pecho, sintiendo cómo sus manos temblaban de rabia y nerviosismo. Miró a Valeria con el ceño fruncido antes de soltar las palabras que llevaban ardiendo en su lengua desde que recibió la noticia.— Conseguí el trabajo. — Su voz era áspera.Valeria saltó de emoción y la abrazó con fuerza.— ¡Sabía que lo lograrías, Isa! ¡Estoy tan feliz por ti! — exclamó con tanta emoción.Pero su risa se apagó cuando vio la expresión de Eva, seria, sombría. Se cruzó de brazos, observándola con suspicacia.— Espera un momento... ¿Por qué tienes cara de culo?Eva suspiró profundamente.— En primer lugar, no les dijiste que estoy embarazada. — Valeria abrió los ojos como platos, pero Eva levantó una mano antes de que pudiera interrumpirla —. En segundo lugar, el trabajo es fuera de la ciudad. Y en tercer lugar... — Tomó aire antes de soltarlo —. ¡Tú primo es el mismísimo Gabriel Montenegro!El silencio reinó por unos segundos antes de que Valeria estallara en una carcajada
Eva llegó al imponente edificio de Montenegro Enterprises y contuvo el aliento al observar su magnitud. No podía creer lo elegante y moderno que era, mucho más grande y lujoso que la empresa de Jason. El suelo de mármol brillaba bajo sus pies, y los enormes ventanales reflejaban la ciudad como si fueran espejos.Respiró hondo, recordándose a sí misma que debía mantener la compostura. Entró y se dirigió al elevador, donde el chofer que la había recogido la acompañó hasta el piso ejecutivo. Eva le dirigió una mirada curiosa y rompió el silencio.— ¿Eres guardaespaldas también o solo chofer?El hombre la miró sin responder, sus facciones inamovibles como una roca.— Okeeeey... — murmuró Eva para sí misma, observando su reflejo en la brillante pared del ascensor. Se alisó el cabello con las manos, tratando de aparentar seguridad, aunque su estómago se revolvía de los nervios.Cuando el ascensor se detuvo en el piso más alto, el hombre dio dos golpes en la puerta de una oficina inmensa ant