— Te equivocas — respondió la mujer, apretando aún más el cuchillo —. He estado más que dispuesta a hacer lo que sea necesario para proteger a mi familia, obtener lo que quiero y vivir tranquila. Tu ambición te ha llevado a un callejón sin salida, y no pienso permitir que arruines mis planes.— ¿Familia? ¿La misma familia que desearía que desaparecieras cuando se enteren de lo que has hecho? No eres más que una traidora, Francisca — dijo Jason, sintiendo que la ira comenzaba a consumirlo.Leonarda lo miró fijamente, levanto el cuchillo con la intención de ensuciarse las manos cortándole el cuello, pero entonces alguien entró.— ¡Madre!La tensión aumentó en la habitación, y Leonarda sintió que la adrenalina comenzaba a fluir por sus venas. Sabía que debía mantenerse firme, que no podía dejar que el miedo la dominara.La mano de Francisca se aflojó y el arma punzante cayó al suelo. Sus ojos se llenaron de lágrimas, le sonrió a Jason y se volteó lentamente.— Tiene un plan, hijo… Quiero
Eva observó su vida entera con atención en los brazos de su cuñadp, aunque ciertamente, la atmósfera seguía densa.— ¿Cómo está mi hermosa bebé? — preguntó, sonriendo a la pequeña que le devolvía la mirada con curiosidad, y la tomaba en brazos.— Está bien, ha estado riendo y jugando. Parece que no tiene idea de lo que está pasando — dijo Gael, acariciando la cabecita de su sobrina —. Y eso es bueno.Gabriel se quedó mirando a Eva mientras ella interactuaba con Iris, sintiendo cómo su amor por ella se intensificaba.— Eres una madre increíble — murmuró, sintiendo que la admiración brotaba de su corazón.Eva lo miró, sonriendo.— Lo hacemos juntos, Gabriel. Esto es un equipo — dijo, sintiendo que el apoyo mutuo era lo que realmente los mantenía unidos.— Bueno, creo que aquí me va a dar diabetes. Me voy — manifestó bromeando Gael, alejándose.Los días pasaban en la mansión, y la tensión entre la familia se sentía cada vez más palpable. Nadie comprendía del todo qué estaba sucediendo, p
Eva sostenía una taza de café ya frío entre las manos, pero no era eso lo que buscaba en ese momento. Ni el calor, ni la energía. Lo que necesitaba era concentración, aunque parecía imposible lograrlo. El cursor en la pantalla de su laptop parpadeaba con insistencia, como si le reprochara su indecisión. El documento llevaba abierto desde hacía horas, pero las palabras se negaban a salir.La oficina estaba en silencio, salvo por el suave sonido del ventilador y el ocasional movimiento de la mecedora, donde dormía su hija envuelta en una mantita celeste. Eva desvió la mirada hacia ella, y una sonrisa le curvó apenas los labios, con una ternura que nacía desde lo más profundo de su alma.— Mi bella bebé… — susurró, aunque su voz se quebró al pronunciarlo.No era justo que una criatura tan pequeña tuviese una madre tan cargada de sombras. Su vida, aunque mejor que antes, se había vuelto turbia, espesa, casi imposible de navegar. Eva no sabía en qué momento exacto todo se había torcido. Ta
— Dime que me deseas, Eva — susurró Jason contra su piel, sus labios recorriendo su cuello con una mezcla de urgencia y posesión.— Te deseo, Jason... — susurró ella, sintiendo su cuerpo arder bajo su tacto.Era un amor secreto, un amor prohibido. Dos años de encuentros furtivos, de noches de pasión en habitaciones de hotel, de promesas susurradas en la penumbra. Dos años esperando que él finalmente la presentara a su familia. Pero eso nunca pasó.Y ahora entendía por qué.La oficina de Jason Barut era un reflejo de su poder: elegante, impecable, con ventanales que daban a la ciudad como si fuera su dueño. Ahí, en ese mundo de cristal y acero, Eva Martín había sido su sombra por dos años.Dos años siendo su asistente, su amante en la oscuridad, su secreto mejor guardado.Se ajustó la blusa color perla y echó un vistazo rápido a su reflejo en el espejo del ascensor. Ojos grandes, labios temblorosos. Se veía como lo que era: una mujer enamorada que, contra toda lógica, seguía creyendo e
— ¡Carajo!El mundo era un eco lejano cuando Eva abrió los ojos. El olor a desinfectante y la tenue luz del hospital la hicieron parpadear, desorientada. Su cuerpo se sentía pesado, adormecido, pero había un vacío en su interior que la hizo estremecerse de inmediato.Intentó moverse, pero un dolor punzante la detuvo. Bajó la vista y vio su brazo conectado a una intravenosa. El corazón le latía con fuerza en el pecho cuando la puerta se abrió y entró un médico con expresión sombría.— Señorita Moretti, me alegra que haya despertado — dijo con tono profesional, pero en su mirada había algo de compasión —. Lamento informarle que ha sufrido un aborto espontáneo debido al estrés severo y el impacto emocional.El mundo pareció detenerse.Aborto.Esa sangre, Jason, todo comenzó a golpearla fuertemente en ese momento, haciendo que su corazón comenzara a romperse. Estaba segura que el médico la miraba con lástima porque escuchaba como su corazón se rompía como ecos de un cristal lanzados a la
Días más tarde, Eva caminaba sin rumbo fijo por las calles iluminadas por los faroles de la ciudad. Hacía frío y el cielo parecía querer caerse cobre ella. Su bolso estaba más liviano que nunca, y su cuenta bancaria prácticamente vacía. Sin trabajo, sin ahorros y con un hijo en camino, se sentía más sola que nunca. Jason la había tenido completamente dependiente de él y ahora, enfrentada a la dura realidad, no tenía un plan.Su departamento, el que durante dos años había sido su refugio, ya no era una opción. No podía pagar el alquiler y tuvo que dejarlo y donde creía tenía un hogar ya no lo era. Había pasado la última noche en un hotel barato, con el colchón duro y el aroma a humedad impregnado en las paredes. No quiso llamar a su abuela. No deseaba preocuparla ni enfrentar sus preguntas. Tampoco quería molestar a su amiga. Tenía que salir adelante por sí misma; sin embargo, cada vez se estaba volviendo más difícil.Pero la verdad era que estaba aterrada. El único pensamiento que la
Eva apretó la carpeta contra su pecho, sintiendo cómo sus manos temblaban de rabia y nerviosismo. Miró a Valeria con el ceño fruncido antes de soltar las palabras que llevaban ardiendo en su lengua desde que recibió la noticia.— Conseguí el trabajo. — Su voz era áspera.Valeria saltó de emoción y la abrazó con fuerza.— ¡Sabía que lo lograrías, Isa! ¡Estoy tan feliz por ti! — exclamó con tanta emoción.Pero su risa se apagó cuando vio la expresión de Eva, seria, sombría. Se cruzó de brazos, observándola con suspicacia.— Espera un momento... ¿Por qué tienes cara de culo?Eva suspiró profundamente.— En primer lugar, no les dijiste que estoy embarazada. — Valeria abrió los ojos como platos, pero Eva levantó una mano antes de que pudiera interrumpirla —. En segundo lugar, el trabajo es fuera de la ciudad. Y en tercer lugar... — Tomó aire antes de soltarlo —. ¡Tú primo es el mismísimo Gabriel Montenegro!El silencio reinó por unos segundos antes de que Valeria estallara en una carcajada
Eva llegó al imponente edificio de Montenegro Enterprises y contuvo el aliento al observar su magnitud. No podía creer lo elegante y moderno que era, mucho más grande y lujoso que la empresa de Jason. El suelo de mármol brillaba bajo sus pies, y los enormes ventanales reflejaban la ciudad como si fueran espejos.Respiró hondo, recordándose a sí misma que debía mantener la compostura. Entró y se dirigió al elevador, donde el chofer que la había recogido la acompañó hasta el piso ejecutivo. Eva le dirigió una mirada curiosa y rompió el silencio.— ¿Eres guardaespaldas también o solo chofer?El hombre la miró sin responder, sus facciones inamovibles como una roca.— Okeeeey... — murmuró Eva para sí misma, observando su reflejo en la brillante pared del ascensor. Se alisó el cabello con las manos, tratando de aparentar seguridad, aunque su estómago se revolvía de los nervios.Cuando el ascensor se detuvo en el piso más alto, el hombre dio dos golpes en la puerta de una oficina inmensa ant