Capitulo 32

SAMANTHA

—¿Terminaste?— preguntó saliendo con un botiquín de emergencias hacía la sala.

—Si— le tendí el teléfono —Gracias.

Me dio una sonrisa.

—Escucha, en serio no pienso dañarte— insistió —Siéntate— señaló el sillón —Déjame ayudarte con tus heridas.

Bajé el rostro, suspiré rendida, tomé el bordillo de mi suéter y él giro dándome privacidad, me deshice del suéter el cual tenía vidrios, quedándome con una camiseta que tenía por debajo, caminé con cautela sentándome.

Él se acercó arrodillándose delante de mi, mi corazón latió rápido, abrió el botiquín tomando unas pinzas, algodón y alcohol.

—Permíteme— señaló mi mano.

—Yo puedo hacerlo sola— dije nerviosa.

Miró unos segundos con intriga mi muñeca, pero volvió a su lugar.

—Está bien— asintió rendido.

Tomé las pinzas y saqué algunos vidrios pequeños que tenía incrustados en mis manos, no eran gruesos por lo cual no dolió mucho y no salió sangre, seguidamente desinfecté con alcohol, ardió pero pensé que sería peor.

—Gracias, de nuevo— su
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