TYLERTapé mis ojos tratando de no llorar, tragué saliva y me mantuve firme nuevamente. No podía derrumbarme ni perder la cordura delante de mis enemigos.Suspiré, y tomé aire tratando de no pensar en nada. Debía dejar la ira, el dolor y la venganza de un lado por un momento.—Monstruo se fue— dijo la muerte.—¿A dónde?— preguntó Calavera.—Lejos.—¿A dónde?— repitió.Sentí mi sangre hervir tomé su cabello y hale hacia atrás posando el arma en su cuello.El reía como Psicopata, igual lo es.—¿Qué haces?— rió.—Somos más que ustedes— dije recordando sus palabras hace unas horas —Son cuatro— miré a sus hombres, y él arma en su cuello —Y medio— sonreí.—La diferencia es que no estamos tan jodidos como tú.—Vete al infierno— jalé de su cabello con más fuerza, parecía no dolerle ni un poco.—Me gustas— sonrió —Serías una gran pieza en mi negocio... Lástima que tengas eso que nos debilita.Fruncí el ceño.—Sentimientos— terminó la frase.—¡¿Dónde demonios está?!— grité.—Parece que no has e
TYLERLa muerte me veía con una sonrisa en grande, parecía disfrutar lo que pasaba, sentía mis manos temblando, creía que iba a explotar arrasando con todo a mi paso.—Nunca la encontrarás— escupió sangre —Ahora mírame bien— tomó mi camiseta —¿Te das cuenta que te destruyes por ella?— tragué saliva —Sabes qué no la hallarás y aún así sigues solo por que piensas que salvándola, te sentirás menos miserable, después de no haber podido ayudar a tu madre, quieres llenarte de esta situación— soltó una carcajada —¿Pero sabes qué? No siempre será del modo que planeas, no siempre podrás ser el héroe, Lucifer.Me solté de su agarre y me puse pie, negué repetidas veces, salí del lugar como un cobarde rodeando a los hombres mientras oía las risas de aquel maniático hombre.Corrí hasta el auto y entré soltando el arma en el asiento de atrás, golpeé mi cabeza contra el volante, ese hombre me había dado una maldita lección.Él sabía que iría, dejó que lo golpease, ni siquiera se molestó en estar con
TYLEREl hombre se abalanzó sobre mí como un loco, le esquivé dándole un puñetazo en la mandíbula que lo hizo retroceder, ladeó el rostro.Volvió en un segundo intento y golpeé fuerte su nariz rompiéndola.—¡Parece que Lucifer va a ganar!— gritó el anfitrión.No, no vine a ganar.Sentí que todo quedó en completo silencio, cerré los ojos recibiendo un golpe en el pecho, o mejor dicho, dejando que me golpeara.Fue entonces que me rendí.Lo siento Samantha, esta es mi disculpa, merezco morir, yo maté tu felicidad, te condené al sufrimiento total en tan solo unos días, jodí tu vida de una manera drástica y sin escrúpulos.Solo pensé en tu físico cuando vi esa hoja de periódico y cuando te conocí por primera vez. Te compré como a un juguete sin pensar en nada, monté un teatro para salir victorioso, no merecía tú amor, ni tú cuerpo, en realidad no merecía nada bueno de ti, ni a ti.Debí matar a ese hombre tan solo por haber dicho que te vendería, no debí entrar en tu vida, no debiste enamor
SAMANTHADespués de algunos segundos debatiendo qué hacer, corrí a la cocina.Busqué entre los utensilios, pero nada se veía capaz de romper una ventana. Hasta que ví una olla a presión, era lo suficientemente fuerte para lograrlo.Sabía que solo tendría una oportunidad.Al oírse el estruendo los hombres entrarían a la casa como lobos buscando a su presa, esta era mi única esperanza de salir.Lleve conmigo una silla.Al llegar nuevamente a la ventana, tapé mi rostro con mi suéter, tal vez fallaría en el intento, quizás no lograría romperla, pero tenía que intentarlo.Tomé con ambas manos la olla y con toda mi fuerza golpeé la ventana, miles de vidrios salieron disparados, destapé mi rostro viendo mi logro.Quizá me cortaría saliendo, pero tenía que huir.Tire la olla al suelo sin perder tiempo. Subí en la silla y me lancé al otro lado, caí en el césped recibiendo un duro golpe en él coxis.Sollocé pero oí las voces de los hombres y me levante rápido corriendo hacía la calle, corrí com
SAMANTHA—¡No!— exclamé soltándome de su agarré —Yo no puedo...Miré a su izquierda notando una silueta masculina, parecía venir velozmente. Tragué saliva.Estaba segura que era uno de ellos, me verían en cualquier momento.—¿Donde vives?— pregunté nerviosa.—Allí— señaló la puerta de una casa, abierta.Miré nuevamente la silueta, parecía estar más cerca, casi podía distinguirse. Sin pensarlo entré dentro sin él haber llegado aún, me miró con extrañeza pero sin embargo, entró cerrando.Me alivié un poco al verme resguarda de aquellos hombres, pero el miedo volvió cuando me ví en la casa de un completo desconocido.Nada podía ser peor, ¿Qué estaba pasando con mi vida? ¿Por qué pasaba por tanto?—Puedes pasar— dijo sentándose en el sofá de su sala mirándome con una ceja elevada.Tragué saliva, no quería moverme.Miré a mí al rededor, el lugar era cálido, con una gran chimenea, muebles finos y las paredes de un color verde pastel.De seguro vivía solo, no había rastros de nadie más.—¿De
SAMANTHA—¿Terminaste?— preguntó saliendo con un botiquín de emergencias hacía la sala.—Si— le tendí el teléfono —Gracias.Me dio una sonrisa.—Escucha, en serio no pienso dañarte— insistió —Siéntate— señaló el sillón —Déjame ayudarte con tus heridas.Bajé el rostro, suspiré rendida, tomé el bordillo de mi suéter y él giro dándome privacidad, me deshice del suéter el cual tenía vidrios, quedándome con una camiseta que tenía por debajo, caminé con cautela sentándome.Él se acercó arrodillándose delante de mi, mi corazón latió rápido, abrió el botiquín tomando unas pinzas, algodón y alcohol.—Permíteme— señaló mi mano.—Yo puedo hacerlo sola— dije nerviosa.Miró unos segundos con intriga mi muñeca, pero volvió a su lugar.—Está bien— asintió rendido.Tomé las pinzas y saqué algunos vidrios pequeños que tenía incrustados en mis manos, no eran gruesos por lo cual no dolió mucho y no salió sangre, seguidamente desinfecté con alcohol, ardió pero pensé que sería peor.—Gracias, de nuevo— su
TYLERNo fue difícil perderle el paso, claro, tampoco fue fácil que nos viese. Cómo dijo si se dirigía al aeropuerto, bajó del taxi y estacioné una cuadra antes del aeropuerto.Bajamos del coche.—Toma— dijo Calavera sacando de sus bolsillos dos identificaciones y dos pasaportes.—¿Cómo haces para estar siempre prevenido?—Tengo qué estarlo si se trata de ti— negó.—Es verdad.Ellie entró al aeropuerto y le seguimos a unos cuantos metros, de vez en cuando volteaba pero nos mezclábamos entre la gente, se dirigió hasta una fila, la cual decía...Londres.—¿Crees que esté ahí?— preguntó Calavera.Me encogí de hombros.—Ve a cambiarte— dijo, le miré, fruncí el ceño—Parece que te hubiese arrollado un auto, tienes sangre, llamaré para que recojan tu auto.—Joder— murmuré —No traigo ropa.—Espera— dijo y se alejó saliendo nuevamente del aeropuerto.No perdía la vista de Ellie, parecía muy apresurada, miré a mi alrededor, algunas personas me veían. No pensé en cambiarme, ni pensé en nada.Soy
SAMANTHADespués de varias horas en posición fetal, mi cabeza dolía, miraba mis heridas pensando, mi corazón latía rápido, sentía frío, aunque la chimenea se mantenía encendida.Dicen que meditar de madrugada te ayuda a resolver dilemas, a pensar mejor, te ayuda a concientizar. Y es cierto, por fin pensé.Era cierto, todo lo que me ocurría era en torno a Tyler, estoy segura que él tenía problemas con estos hombres, tengo la certeza de que es un maleante, o quizás un gánster. He escuchado que en ese mundo siempre pagan los problemas con la familia, y por lo qué se, Tyler no tiene familia, entonces, lo están cobrando conmigo.Quizá debe algún dinero, o tiene algún lío en específico.No lo tengo claro, pero aún así quizá él sea más fuerte, quizá logre arreglar esto, tal vez puede que todo sea bueno al fin para los dos, no entiendo cómo puedo aferrarme tanto a alguien que al parecer me hace daño, aunque no sea él quien me lo haga, es por su vida, la cuál me arrastra al dolor.¿Podrá él de