Sola....

Cap 2

Sola y desolada

Y así habían pasado los años con Clara; cuando sus hijos eran pequeños, su trabajo pasó a ser de medio tiempo y eso redujo su sueldo, haciendo más tensa la situación en casa, más, pudo tener bajo control su vida personal y laboral.

Su vida siempre había pasado entre números, hijos y libros de su esposo, estos siempre estaban esparcidos por toda la sala, se había hecho una costumbre en ella andar recogiendo el desorden que dejaba Álvaro así como también, lo de sus hijos.

Ella a veces pensaba:

—«¿Era feliz con Álvaro? Si! Se repetía, claro que soy feliz; ¿qué más puedo pedir?»

Cuando se casó con él, ella apenas terminaba la preparatoria, solo 16 años, llena de sueños, proyectos e ilusiones, se lanzó a la aventura del matrimonio con los ojos cerrados, a pesar de ser tan jóven.

A la par de la vida de casada, culminó sus estudios de Contabilidad; al obtener su título, casi inmediatamente empezó a trabajar en una respetable firma con un sueldo que los ayudaba a vivir cómodamente, sin lujos, pero sí, con comodidad.

Se había cansado de trabajar, ver cómo su esposo escudarse en la depresión para no trabajar la obstinó, por eso se había dedicado por completo al cuidado de su casa y de sus hijos, ahora estos ya se habían ido de casa, para construir sus propios hogares, Su rutina ahora la pasaba entre los quehaceres del hogar y su jardín.

De vez en cuando revisaba algunas redes sociales, pues no era muy asidua a la tecnología. Después de renunciar a su trabajo, hacía largas caminatas para así mantenerse despejada y activa, siempre fue de contextura delgada, con cintura estrecha y caderas redondeadas, piernas largas y bien formadas realmente tenía una bonita figura.

Así pasaban sus días...

Unos días después de conversar con su amiga Susana, decidió revisar las redes sociales, vio las notificaciones, algunas solicitudes de amistad en su F******k que era la red social que más usaba aparte del W******p para hablar con sus hijos. A pesar de seguir un impulso tenía que ser cuidadosa con quién aceptaba.

Había visto, que su amiga le había sugerido una amistad, estuvo pensando algunos segundos, se dijo:

—«Éste es el amigo de Susana»; decidió aceptar.

Nicolás Jeppsen, vio la fotografía de una amistad que le sugirió una de sus empleadas de confianza, siempre al igual que su amigo Miguel, siempre lo estaba aconsejando a buscar pareja. Revisó la información del perfil, no había mucho, pero le gustó el rostro de aquella mujer, decidió solicitar la amistad solicitud a Clara Beltran

Nicolás era un hombre de 35 años, muy alto,cabello rubio, ojos azul zafiro, facciones hermosas, marcadas en un rostro maduro,ojos astutos, boca mediana, con un destello de aburrimiento en su cara, a su edad no tenía una relación seria; consideraba su vida agitada para dedicarla a esposa y mucho menos tener hijos.

Álvaro Maxwell estaba cansado de no tener éxito, desde joven se había planteado ser un hombre de negocios, pero terminó siendo maestro de escuela. Le gustaba forjar piezas en acero, pero solo era un aficionado, se había conformado con ser un docente pero según él, lo un trato injusto en su lugar de enseñanza, lo marcó para siempre. Por eso se había refugiado en este pasatiempo de fabricar piezas las que a veces vendía, pero que no le dejaban mucho beneficio económico; pasaba la mayor parte por no decir todo su tiempo en un pequeño cobertizo que usaba como taller, con mucho sacrificio construyó una fragua casera, se compró un pequeño yunque, un par de tenazas para sostener el hierro y un martillo, todos estos de origen manual.

Siempre hacía planes para un día tener un gran taller con cada una de éstas herramientas de manera más sofisticada, pero realmente solo eran sueños sin profundidad, porque la amargura por no tener dinero lo consumía, tenía años sin trabajar, eso le hacía sentir mucho enojo, pero no hacía ningún esfuerzo por mejorar su situación. Al haber sido acusado de un grave error, la institución de enseñanza le había vetado en todo su derecho de volver a enseñar.

Al venir estos recuerdos, apretaba sus puños con fuerza queriendo destruir todo, sentía un gran resentimiento por haber tenido que resignarse a que su mujer se convirtiera en el sustento del hogar.

Se sentía triste por ser tan pobre, prefería mantenerse alejado de ella, no quería estar justificándose ante Clara, prefería ignorar abiertamente .

Vivía rumiando su descontento, a veces soñaba con tener un golpe de suerte y obtener todo lo que había planeado en su juventud, pero la había conocido, se había enamorado, ella se había embarazado, arruinando su existencia, por eso tuvo que conformarse con la miserable vida que llevaba.

Clara empezó a ver sus notificaciones, Nicolás Jeppsen, solicitaba su amistad, tenían a Susana de amiga en común; éste le estaba enviando un saludo por messenger, decidió responder.

—Hola—saludo Nicolás

—Hola!— Respondió ella

—Espero no molestarte a ésta hora?—dijo él

—No hay problema,—contestó Clara— generalmente es la hora en que reviso las redes.

—Bueno, te cuento que soy nuevo en esto, es en las noches que accedo a darme un tiempo para revisar—respondió Nicolás

—Tampoco soy muy asidua a estar metida en esto, —le dijo ella.

— Mucho gusto, me llamo Nicolás Jeppsen

— ¡Soy Clara Beltran!—dijo ella aún tímida.

—La verdad que no tengo muchos amigos en F******k, es un poco incómodo para mí, hablar a través de una pantalla— le refirió él.

—También para mí es un poco embarazoso, pero de eso se trata, de tener amigos en redes, ¿no?—dijo ella

—¡Jeje! Sí, pero generalmente prefiero tratar a las personas presencialmente—dijo él bastante relajado

—Te entiendo,—dijo ella— te invito a disfrutar de esta nueva experiencia.

—Si, algo innovador para mí, espero no incomodar—dijo Nicolás.

Se sentía a gusto hablando con ésta mujer, su conversación era fresca y relajante,hablaron de muchos temas, a pesar de no verla, se sentía cómodo.

Cuando se dio cuenta, habían pasado más de media hora —debo despedirme disculpa es tarde—dijo Clara.

—¡Oye tienes razón, que pena!—contestó él—se me pasó el tiempo y no me di cuenta, hasta mañana Clara.

El día siguiente fue incómodo para Clara, el mal humor de Álvaro, estaba presente por toda la casa, como siempre le hacía pensar:

—« ¡Cómo me gustaría mandarlo al demonio, ver qué hace con su vida de amargura!».

Decidió salir a un centro comercial, a veces ver ropa hermosa, zapatos, bisutería, le relajaba, aunque no podía darse gustos, además; ¿para que? Nada extraordinario ocurría en su vida. Un día, al caer la tarde, culminó la cena y decidió arreglarse un poco para hablar con su nuevo amigo, sintió una emoción extraña al pensar en él, la conversación le servía para mejorar su ánimo.

Ya tenía cuatro noches conversando con Nicolás, él siempre se conectaba a la misma hora cada noche, disfrutaban de largas conversaciones, en éste momento en particular necesitaba tanto hablar con su amigo, quizás eran tonterías de ella, pero su mente y todo su cuerpo estaba lleno de tristeza; había tenido una fuerte discusión con Álvaro esa tarde

¡Clara!— había gritado él llamando su atención— ¿Que hiciste la ropa que tenía en el garage?

— ¡La eché en la basura! ¡Eran trapos inservibles! Te dije que haría una limpieza de ese lugar que solo lo tienes lleno de trastos viejos— respondió ella.

—¡Son mis cosas! ¡No tenías porqué lanzarlas al bote de la basura! ¡Estoy harto de que siempre estés metiendo tus narices en dónde no te importa!— le había gritado fuera de sí.

— ¡Está es mi casa también, no me gusta la basura acumulada, eso es lo que haces siempre guardar cosas inservibles!— también había gritado ella.

— ¡Quítate de mi vista! ¡Tú sí que eres inservible, ni siquiera me funcionas como mujer!

— ¡Porque has dejado de tocarme! ¡No tenemos relación de pareja! ¡No sé porqué no terminas de irte de mi vida!

—¿Eso es lo que quieres? ¡Para ir y revolcarte con el novio con el que hablas cada noche! ¿Crees que soy estúpido? ¿Que no me doy cuenta?— le había avisado él.

— No tengo ningún novio, ojalá lo tuviera para dejarte de una vez por todas— amenazó ella.

— ¡Solo te digo, que de mí no te vas a librar tan fácilmente, me arruinaste la vida, saliendo embarazada a temprana edad— gritó él— ¡Te morirás a mi lado seca y fea!

— ¡Eres un redomado idiota !— gritó ella.

Salió de la casa dando un portazo, dejándolo allí vociferando sin sentido; pensó nuevamente en Nicolás, pero esa noche, él no le escribió, se sintió tan sola y desolada.

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