Vendida por mi esposo a un millonario
Vendida por mi esposo a un millonario
Por: Inés Ávila
El reto

Cap 1

El reto 

Clara deambulaba por los alrededores de una escuela secundaria, se sentía tentada a iniciar como docente, había pasado tanto tiempo que no tenía un empleo, pero tenía una resolución en mente, necesitaba ingresos con urgencia, su casa se estaba cayendo por no estar recibiendo mantenimiento constantemente.

Su vida era un caos, un esposo sumido en la depresión, su vida mustia por falta de atención de su pareja, ¿Qué más podía hacer para revivir un matrimonio marcado por el abuso verbal constante? Sentía frustración a flor de piel, afortunadamente los hijos que habían tenido ya estaban fuera de casa, porque sería un desastre con la economía paupérrima que tenían ahora, además de tener más bocas que alimentar 

Se mordió los labios, no era tan valiente, solo era una tímida mujer, que ni siquiera hacía feliz a su esposo, mejor era buscar otra cosa que hacer, aquello de ser docente no era lo suyo, era mucho  para ella, entonces se dijo:

—«¿Prefieres morir de hambre,.mujer?»

Sí, definitivamente prefería pasar necesidades, había sido su esposo  el que se había desempeñado como docente, ella siempre trabajó como asistente administrativa; ¿de dónde sacó la idea que podía dar clases?  Entonces recordó a su buena amiga quien le había aconsejado que probara como docente.

¿Acaso se estaba volviendo loca? Mejor le diría a su amiga que le ayudara con otra idea, podría recomendarle un buen lugar de trabajo, en lo que ella sí era experta.

Recordó su reciente enfrentamiento con Álvaro, éste no quería trabajar, pero tampoco la dejaba a ella. Vivía rumiando su descontento, a veces pensaba en que podría tener un golpe de suerte y obtener todo lo soñado, pero aún no llegaba esto a su miserable vida. Esa noche estaba acostada en la cama tratando de no pensar, notó que su esposo la vió sumergida en el celular y preguntó:

— ¿Qué haces Clara? ¿Estás perdiendo el tiempo, como siempre?— le espetó

— Es mi tiempo Álvaro,lo pierdo como yo quiero, no te parece?— Replicó ella.

—¿Con quién hablas?—Quiso saber él— ¿Por qué me respondes de esa manera?

—Con nadie en particular, estoy como tú dices, perdiendo mi tiempo, duérmete —le había respondido.

—¡Si estás con ese aparato al lado mío, no puedo dormir!— le había reñido él— eres una inútil, solo me haces enojar.

—¡Entonces aparte de que no me dejas trabajar, tampoco puedo usar mi tiempo en lo que me da la gana!— exclamó ella.

— ¡No empieces con tu cantaleta! No estoy de humor!— respondió él.

— ¡Tú nunca estás de humor! ¡Estoy harta de que me llames inútil, tú eres inútil!—

— ¡Quién le va a dar trabajo a una vieja como tú!— le dijo insultando sin compasión— ¡Si quieres salir a la calle para que te humillen! ¡Acaso no te has visto en un espejo! ¡Tu juventud se fue, despierta mujer! ¡Eres fea, simple, aburrida!

Clara al recordar aquella discusión sintió humedecer sus ojos, pero se negó a llorar.

—«¡Claro que tenía un espejo, iba a cumplir cuarenta  años, sabía que era una vieja inútil — se dijo.

Pensó entonces en su esposo y dijo:

— ¿A quién le importaba lo que tú piensas?  ¡ Aunque estoy vieja, voy a trabajar, ya lo verás!

La mejor amiga de Clara se llama Susana Morgado, una rubia cuarentona, se conocían desde hacía muchos años, a pesar de la distancia se hablaban con regularidad, ella era de rostro duro, ojos vivos, muy verdes, con sonrisa maliciosa, labios finos, siempre fue llenita de cuerpo pero de figura proporcionada, no muy alta, divorciada, sin  hijos, trabajaba como gerente comercial en una red hotelera exclusiva en algunos estados del país.

Clara marcó el número de su amiga y esperó unos segundos para escuchar la agradable voz de Susan, así llamaba a su amiga.

 —¡Clara, qué  agradable sorpresa!— Respondió la amiga, detrás de la línea telefónica.

—¿Cómo estás? Tengo una  razón para querer hablarte, pero pensaba en como debes andar ocupada, pero necesito otra idea para trabajar que no sea dar clases—dijo ella

—¡Yo, divina amiga cómo siempre!— le respondió entre risas— Ven a trabajar conmigo, siempre te lo he dicho, pero no haces caso; ¿cuándo vas a dejar ese saco de resentimientos, llamado Álvaro, amiga? ¡Estás enterrada en vida con un hombre que no te valora!— le dijo Susana algo contrariada.

—¡Como si fuera tan fácil!— le había contestado— Sabes que no tengo a dónde ir

—¿Y tus hijos? ¡También estoy yo!— Grito la amiga, detrás de la línea telefónica—  ¡Lo que sucede es que eres indecisa! Mejor te dejo porque vamos a terminar discutiendo por el idiota ese, como la última vez.

— Si y no te llamé para eso,— le respondió ella.

— Está bien,— dijo su amiga— es en serio lo que te ofrezco, y si no, búscate un amigo en las redes que pueda distraerte, así no piensas tanto en el inútil de tu marido, te dejo amiga, estoy algo atrasada, besitos, vamos a planificar lo del trabajo, es más voy a sugerirte un amigo; ¡Ya lo verás!— Se despidió Susan.

Clara se quedó pensando un buen rato en lo que dijo su amiga de su esposo, tantas veces le había pedido que lo dejara, en el mundo de ella tendría trabajo, pero nunca se atrevió a considerar siquiera tal posibilidad. Unos días después decidió hacer caso a su amiga; meterse a las redes sociales, no entraba muy a menudo. Vio varias notificaciones, seguramente Susan era la culpable de aquellas solicitudes de amistad en su F******k, que era la red social que más usaba, aparte del W******p, para hablar con sus hijos.

Sonrió ante la osadía de su amiga, de todas maneras ella decidía  a quién aceptaba, empezó a revisar los perfiles de los solicitantes, le daba temor todo, no era muy arriesgada con desconocidos. 

«¿Y sí una de las amistades era sugerida por su amiga era un pervertido?» se dijo; estuvo pensando  por algunos momentos y se dijo: 

— «¿Por qué no? Aunque, no lo conozco, no pierdo nada con entablar una amistad con un desconocido, si me fastidia mucho, lo bloqueo» pensó. Nunca se dejaba llevar por impulsos, pero ésta vez, se dejó llevar.

Nicolás había amanecido analizando su vida, se vio en retrospectiva y lo que vio no le agradó; vida solitaria, sus ojos y su rostro lo demostraba, estaba  hablando con su mejor amigo Miguel Russell.

—Migue, estoy hastiado, a veces quisiera tener con quién compartir mi vida,— le decía a su amigo— pero otras, me da miedo.

—Nico,—dijo Miguel— tu problema es que piensas demasiado; ¡arriésgate hermano la vida es simple!

—¡Qué fácil suena! Para mí es menos complicado invertir en la bolsa, que elegir a una pareja, no sé,—dijo—¿ Ves? Pasa el tiempo y ninguna mujer conocida hasta ahora me convence.

—¿Por qué no entras a las redes sociales amigo? Quizás allí, puedas conocer a alguien,  quien no dice que puedas hacerte de una novia, alguien que te llene, a tu medida—le aconsejó Miguel.

—¿Estás oyendo la barbaridad que dices Migue?—Le espetó Nicolás.

— ¡Jajaja jajaja!—Miguel río de buena gana— también te da miedo?

 Nicolás dijo: 

—Yo en las redes sociales? ¿Es un chiste?—Le manifestó a su amigo— ¡Estás loco! ¿Cómo se te ocurre semejante idea? Jajaja jajajajaja!

Los dos rieron de buena gana, pero luego su amigo dijo muy serio:

—Pues te parecerá una locura— Miguel hablaba mirando a Nicolás a los ojos— ¡Te reto a que lo intentes;

—¡Es en serio! ¿un reto?—le dijo el otro incrédulo— pensó unos instantes y luego respondió: 

— ¡Entonces, acepto!— sellando aquel acuerdo loco con un apretón de manos.

— ¡Tenemos un trato!—dijo Miguel— ¡Esto es en serio mi amigo!

—¡Claro que es en serio! ¡Lo haré sólo porque no me gusta que me reten, amigo!— respondió Nicolás altivo.

—¡Jajaja!— rió Migue— ya veremos cómo termina ésto! 

— Te aseguro que estaré encantado de patear tu trasero si éste reto de encontrar una novia, como tú lo llamas, resulta un desastre—dijo Nicolás muy serio.

Sigue leyendo en Buenovela
Escanea el código para descargar la APP
capítulo anteriorcapítulo siguiente

Capítulos relacionados

Último capítulo

Escanea el código para leer en la APP