La enfermera con una gran sonrisa le puso a Cris un gorro tejido y le hizo un guiño. —Creo que este gorro es de la suerte, mis pacientes aseguran que hace crecer el cabello muy rápido y creo que se ve hermoso. Cris sonrió y Marina entró a la habitación junto a Gavin. Cris al ver a Gavin se quitó el gorro trayendo más cabello con el movimiento. Gavin con el corazón partido fue a la cama y lo abrazó mostrando siempre una sonrisa. —Papá, los guerreros no usan gorro, así que no sé —dijo Cris dudoso. Gavin sonrió. —Los guerreros usan lo que necesiten para librar sus batallas y creo que te queda bien. Gavin cargó a Cris para ponerlo en la silla mientras la enfermera preparaba la máquina de afeitar. Marina luchaba por mantener la compostura. Sus ojos se llenaron de lágrimas mientras sostenía la mano de Cris. Gavin se mantuvo a su lado con la mirada fija en su hijo dándole su apoyo.La enfermera tenía todo listo y miró a Cris a los ojos. — ¿Estás listo, campeón?
Graham corrió seguro de que era Ana quien gritaba por ayuda. — ¡¡AUXILIO, POR FAVOR AYUDENME!! Ayyy aquí nadie me entiende ¿Cómo es que se dice? “Jelp…Jelp mi plis” Ay Dios mío soy terrible… Graham la vio en el suelo, con su cabello alborotado y mejillas sonrosadas. — ¿Qué te pasó? —Preguntó en inglés al verla tirada en el suelo, de inmediato miró a su alrededor— ¿Fue una serpiente? — ¡¿Qué?! —Preguntó Ana. Graham hizo una charada con las manos simulando una serpiente. Ana pegó un grito casi llorando de dolor y ahora de miedo. — ¿Dónde hay una serpiente? Graham puso la mano en la frente y negó con la cabeza. —Debería buscar a Gavin. Marina señaló su tobillo rojo e hinchado. —Esguince —dijo señalando con sus dedos índices. Graham la miró. — ¿Cómo te caíste en un terreno plano? —Preguntó y se arrodilló junto a ella, examinando la lesión—. Deberías haber tenido más cuidado —gruñó, pero su tono era más suave de lo que pretendía— ¿Cómo diablos te la
Marina no podía explicar a Elsbeth su situación, pero la anciana estaba indignada con su pasividad. —Si Gavin no quisiera las atenciones de Camila la hubiera puesto en su sitio —dijo Marina como excusa. Elsbeth rio mirando a Marina negando con la cabeza. —Ay hija mía. El jefe está de lo más complacido con la situación, la tiene a usted y la tiene a ella ¿Dónde quedó la mujer que abofeteó al jefe cuando Camila hizo un espectáculo de mal gusto? ¿Por qué permitiste que al casarte te robara la pasión? Lo mismo pensaba de cuando estaba casada con José Manuel y lo ignoró a favor del amor no correspondido, ahora de nuevo estaba haciendo el papel de tonta. Y a Gavin ni siquiera lo amaba. Marina miró a Gavin riéndose de un chiste que le hacía Camila y colocando su mano en la cadera de ella, era bastante claro la confianza que había entre ellos. «Es cierto, Gavin no sacrifica nada, tiene el amor de mi hijo, me tiene segura y se burla de mí delante de todos» Una pareja de
Marina estaba en shock, su corazón latía con fuerza, pero no tenía miedo esta vez, sus sentimientos se tornan confusos, miró a sus ojos azules y luego sus labios. De repente sentía sus labios resecos. — ¿De qué hablas Gavin? ¿Cosas como qué? —Preguntó con los ojos fijos en sus labios. Él la atrajo hacia sí y sus labios rozaron los suyos apenas. —Cosas como deseo —susurró—. Cosas como querer más de lo que acordamos. —Esto está mal —susurró Marina sintiendo electricidad en su vientre cuando de nuevo los labios de Gavin acariciaron los suyos. Y entonces la besó. Marina estaba segura de algo, nunca la habían besado así… Al punto de que olvidara dónde estaba y quién era ese hombre. —No, Gavin… Aquello sonó a suplica, sus sentidos gobernaban sus acciones, su olfato sintió delicioso la colonia masculina, su piel recibió con escalofrío la caricia de la mano grande y áspera rozar su brazo hasta toma su mejilla con una mano mientras la otra se aferró a su pequeña
Camila estaba pasada de copas, ver a Gavin riéndose con su tía favorita que por cierto no estaba de acuerdo en su relación con ella y lo demostraba abiertamente era un insulto. Y todos lo podían ver. La observaban con lástima como diciendo: “Volviste a perder” Para una mujer tan orgullosa como ella la situación le hería más que un hierro ardiente. Había sido cambiada de nuevo por una extranjera. Para ella el odio por Marina ya casi se igualaba al que sentía por Sofi. —Señores ha llegado el momento más esperado de la noche, el orgullo MacLeod debe manifestarse. Gavin puso los ojos en blanco. —Que aburrido —comentó. — ¿De qué se trata? —Preguntó Marina. —Es una costumbre tradicional —respondió Fiona—, se supone que esta noche celebremos el orgullo del clan, así que los más artistas hacen demostraciones de lealtad y orgullo. —Y a nadie le gusta —murmuró Gavin. —Qué tú no seas un artista no quiere decir que el resto no lo disfrute —le reprendió Fiona—.
Graham observó el tobillo de Ana y ella arrugó la cara, pero él fue delicado al revisarlo, acarició su pie admirando sus uñas pintadas de rojo y la piel brillante de sus piernas. Ana notó la apreciación del hombre y sonrió con picardía. — ¿Quieres pastel? —Le ofreció valiéndose de un lenguaje de señas y él negó con la cabeza, tomó el plato y le dio a ella en la boca. Ana sonrió y se dejó alimentar. Ana le pidió su teléfono con señas y Graham sonrió y se lo dio. Ana copió su número y devolvió. —No sé cómo no pensé antes en esta manera de comunicarnos. Ana escribió en su teléfono y envió el mensaje traducido a Graham. “¿La fiesta está aburrida?” Graham negó con la cabeza. “Perdón por sacarte de la fiesta” Graham sonrió y escribió: “Me dio pesar que no probaras el pastel” Ana sonrió. —Zenkiu mister —Ana achicó los ojos y escribió en su teléfono y envió mirándolo con picardía. “Ya has decidido no ignorarme” Graham frunció el ceño y respon
Marina rio con ironía. — ¿Para qué? Me has dicho que tampoco quieren nada que ver conmigo. ¿O es que el sexo está fuera de lo que implica tener “algo”? —Sabes perfectamente a qué me refiero, no te hagas la inocente —contestó Gavin con impaciencia—. ¿Acaso pensaste que te proponía una relación sentimental? Marina dio un paso atrás. —Yo tengo motivos más que suficientes para no querer ni una relación sentimental, ni puramente sexual contigo, que me plantees semejante acuerdo es más que una desfachatez. Gavin alzó las cejas mirándola con esa expresión de superioridad que tanto le molestaba. —Entonces Marina ¡¿Qué te importa con quién tengo sexo?! Marina apretó los puños furiosa. —Me importa un “caralho”. Me molesta tu arrogancia al creer que yo… —Concordamos en que no queremos tener nada y punto ¿Te parece? —Le interrumpió Gavin arrepentido de contemplar algo más íntimo con ella. —Por supuesto que me parece, es lo que quiero, así que ten claro que no pu
Al siguiente día Marina despertó y vio a Gavin ajustándose el kilt frente al espejo, ya las almohadas estaban en su lugar. Marina mordió sus labios, dejada llevar por el orgullo había hecho que Gavin durmiera en el suelo de su propia alcoba, aunque con bastante colchas y almohadas, incómodo no durmió. Así que se levantó de buen humor. —Buenos días —saludó a Gavin y él hizo un gesto con la cabeza, seguía molesto con ella, la vio a través del espejo cuando pasó detrás de él. Gavin volteó a observar sus piernas y como se marcaba su trasero redondo en el short de satín. Disfrutó los cinco segundos que tardó en cerrar la puerta del baño. —A dónde has llegado, viendo como tonto un par de piernas —se recriminó a sí mismo. Salió de la habitación cuando escuchó el sonido de la regadera, lo más sano era conservar la distancia. Vio que Cris seguía dormido y fue a su oficina y mandó a buscar a Graham. Graham entró con ojeras marcadas y evidente cansancio. — ¿Resaca?