Marina estaba en shock, su corazón latía con fuerza, pero no tenía miedo esta vez, sus sentimientos se tornan confusos, miró a sus ojos azules y luego sus labios. De repente sentía sus labios resecos. — ¿De qué hablas Gavin? ¿Cosas como qué? —Preguntó con los ojos fijos en sus labios. Él la atrajo hacia sí y sus labios rozaron los suyos apenas. —Cosas como deseo —susurró—. Cosas como querer más de lo que acordamos. —Esto está mal —susurró Marina sintiendo electricidad en su vientre cuando de nuevo los labios de Gavin acariciaron los suyos. Y entonces la besó. Marina estaba segura de algo, nunca la habían besado así… Al punto de que olvidara dónde estaba y quién era ese hombre. —No, Gavin… Aquello sonó a suplica, sus sentidos gobernaban sus acciones, su olfato sintió delicioso la colonia masculina, su piel recibió con escalofrío la caricia de la mano grande y áspera rozar su brazo hasta toma su mejilla con una mano mientras la otra se aferró a su pequeña
Camila estaba pasada de copas, ver a Gavin riéndose con su tía favorita que por cierto no estaba de acuerdo en su relación con ella y lo demostraba abiertamente era un insulto. Y todos lo podían ver. La observaban con lástima como diciendo: “Volviste a perder” Para una mujer tan orgullosa como ella la situación le hería más que un hierro ardiente. Había sido cambiada de nuevo por una extranjera. Para ella el odio por Marina ya casi se igualaba al que sentía por Sofi. —Señores ha llegado el momento más esperado de la noche, el orgullo MacLeod debe manifestarse. Gavin puso los ojos en blanco. —Que aburrido —comentó. — ¿De qué se trata? —Preguntó Marina. —Es una costumbre tradicional —respondió Fiona—, se supone que esta noche celebremos el orgullo del clan, así que los más artistas hacen demostraciones de lealtad y orgullo. —Y a nadie le gusta —murmuró Gavin. —Qué tú no seas un artista no quiere decir que el resto no lo disfrute —le reprendió Fiona—.
Graham observó el tobillo de Ana y ella arrugó la cara, pero él fue delicado al revisarlo, acarició su pie admirando sus uñas pintadas de rojo y la piel brillante de sus piernas. Ana notó la apreciación del hombre y sonrió con picardía. — ¿Quieres pastel? —Le ofreció valiéndose de un lenguaje de señas y él negó con la cabeza, tomó el plato y le dio a ella en la boca. Ana sonrió y se dejó alimentar. Ana le pidió su teléfono con señas y Graham sonrió y se lo dio. Ana copió su número y devolvió. —No sé cómo no pensé antes en esta manera de comunicarnos. Ana escribió en su teléfono y envió el mensaje traducido a Graham. “¿La fiesta está aburrida?” Graham negó con la cabeza. “Perdón por sacarte de la fiesta” Graham sonrió y escribió: “Me dio pesar que no probaras el pastel” Ana sonrió. —Zenkiu mister —Ana achicó los ojos y escribió en su teléfono y envió mirándolo con picardía. “Ya has decidido no ignorarme” Graham frunció el ceño y respon
Marina rio con ironía. — ¿Para qué? Me has dicho que tampoco quieren nada que ver conmigo. ¿O es que el sexo está fuera de lo que implica tener “algo”? —Sabes perfectamente a qué me refiero, no te hagas la inocente —contestó Gavin con impaciencia—. ¿Acaso pensaste que te proponía una relación sentimental? Marina dio un paso atrás. —Yo tengo motivos más que suficientes para no querer ni una relación sentimental, ni puramente sexual contigo, que me plantees semejante acuerdo es más que una desfachatez. Gavin alzó las cejas mirándola con esa expresión de superioridad que tanto le molestaba. —Entonces Marina ¡¿Qué te importa con quién tengo sexo?! Marina apretó los puños furiosa. —Me importa un “caralho”. Me molesta tu arrogancia al creer que yo… —Concordamos en que no queremos tener nada y punto ¿Te parece? —Le interrumpió Gavin arrepentido de contemplar algo más íntimo con ella. —Por supuesto que me parece, es lo que quiero, así que ten claro que no pu
Al siguiente día Marina despertó y vio a Gavin ajustándose el kilt frente al espejo, ya las almohadas estaban en su lugar. Marina mordió sus labios, dejada llevar por el orgullo había hecho que Gavin durmiera en el suelo de su propia alcoba, aunque con bastante colchas y almohadas, incómodo no durmió. Así que se levantó de buen humor. —Buenos días —saludó a Gavin y él hizo un gesto con la cabeza, seguía molesto con ella, la vio a través del espejo cuando pasó detrás de él. Gavin volteó a observar sus piernas y como se marcaba su trasero redondo en el short de satín. Disfrutó los cinco segundos que tardó en cerrar la puerta del baño. —A dónde has llegado, viendo como tonto un par de piernas —se recriminó a sí mismo. Salió de la habitación cuando escuchó el sonido de la regadera, lo más sano era conservar la distancia. Vio que Cris seguía dormido y fue a su oficina y mandó a buscar a Graham. Graham entró con ojeras marcadas y evidente cansancio. — ¿Resaca?
—Yo me retiro, Camila ¿por qué no me acompañas y dejamos al jefe y a su esposa? —Le pidió Graham. —Debo tener unas palabras con nuestro jefe de clan —respondió Camila sin mirar a su hermano, miraba a Gavin directamente a los ojos. Marina se adelantó —En realidad yo venía a buscar a Graham, me dijeron que estaba aquí y quiero que vea a Cris —manifestó Marina sin mirar a Camila. —Si Cris se despertó iré a evaluarlo —respondió Graham. —Y yo tengo mucho trabajo con el nuevo proyecto de cooperación, necesitaré varias cosas Gavin —Advirtió Marina con buena disposición, incluso se veía ansiosa. Gavin achicó los ojos, no confiaba en Marina lo suficiente y lo que vio como algo beneficioso ahora no sabía si era cuchillo para su garganta, pero ya no podía retractarse, así que solo afirmó con la cabeza. Marina salió con prisa de la oficina. Camila miró a su hermano y Graham suspiró y salió de la oficina cerrando la puerta. Camila con los puños apretados observó a Gavin
Marina estaba muy contenta, los estudios de Cris reflejaban una mejora y aunque faltaban los resultados de los exámenes especiales tenía fe de que su hijo iba en camino a la recuperación. Fiona la tía de Gavin resultó ser excelente con los niños y Cris estaba encantado con ella escuchando historias de legendarios guerreros del clan, se ayudaba con un libro con imágenes y ya Cris empezaba a entenderle el idioma. Cuando Marina orgullosa le comentó que Gavin decía que Cris era un genio, Fiona no lo puso en duda. —Se parece mucho a Anderson, estoy muy agradecida con Dios porque le dio una segunda oportunidad a Gavin con Cris. —Él lo quiere mucho. Fiona frunció el ceño. —Entiendo que para ti no fue fácil, pero me alegro que hayas venido con el niño. Marina se puso roja de vergüenza. Era obvio que Fiona pensaba que ella había tenido una aventura con Gavin estando recién casada. —Doña Fiona, Cris no fue planeado, la vida a veces nos lleva por caminos extraños y pues
Marina y Graham se miraron sin decir una palabra para no expresar su preocupación por Ana. Graham trató de encender la camioneta, pero no pudo. —Puedo revisarla —dijo Marina—. Mi papá es mecánico y yo sé algo de autos. —Qué bueno, porque de mecánica no sé nada —advirtió Graham. Marina salió bajo la lluvia inclemente para ver el motor, pero ni siquiera tuvo que abrir el cofre, vio el líquido refrigerante derramado y la camioneta destrozada al frente. —Esto está muy mal, no puedo reparar un radiador roto a mitad de… ¿Dónde demonios estoy? Marina miró a su alrededor, estaban muy por debajo de la carretera, literalmente en un hueco. —Metida en un hueco, la historia de mi vida —se quejó Marina de su mala suerte y miró hacia la camioneta, porque al menos no está sola esta vez, siempre puede contar con Ana. Marina iba a entrar a la camioneta y vio a Ana subirse en las piernas de Graham y besarlo. —Volví a mi adolescencia, me mojo en la lluvia mientras Ana besa a un