Marina estaba muy contenta, los estudios de Cris reflejaban una mejora y aunque faltaban los resultados de los exámenes especiales tenía fe de que su hijo iba en camino a la recuperación. Fiona la tía de Gavin resultó ser excelente con los niños y Cris estaba encantado con ella escuchando historias de legendarios guerreros del clan, se ayudaba con un libro con imágenes y ya Cris empezaba a entenderle el idioma. Cuando Marina orgullosa le comentó que Gavin decía que Cris era un genio, Fiona no lo puso en duda. —Se parece mucho a Anderson, estoy muy agradecida con Dios porque le dio una segunda oportunidad a Gavin con Cris. —Él lo quiere mucho. Fiona frunció el ceño. —Entiendo que para ti no fue fácil, pero me alegro que hayas venido con el niño. Marina se puso roja de vergüenza. Era obvio que Fiona pensaba que ella había tenido una aventura con Gavin estando recién casada. —Doña Fiona, Cris no fue planeado, la vida a veces nos lleva por caminos extraños y pues
Marina y Graham se miraron sin decir una palabra para no expresar su preocupación por Ana. Graham trató de encender la camioneta, pero no pudo. —Puedo revisarla —dijo Marina—. Mi papá es mecánico y yo sé algo de autos. —Qué bueno, porque de mecánica no sé nada —advirtió Graham. Marina salió bajo la lluvia inclemente para ver el motor, pero ni siquiera tuvo que abrir el cofre, vio el líquido refrigerante derramado y la camioneta destrozada al frente. —Esto está muy mal, no puedo reparar un radiador roto a mitad de… ¿Dónde demonios estoy? Marina miró a su alrededor, estaban muy por debajo de la carretera, literalmente en un hueco. —Metida en un hueco, la historia de mi vida —se quejó Marina de su mala suerte y miró hacia la camioneta, porque al menos no está sola esta vez, siempre puede contar con Ana. Marina iba a entrar a la camioneta y vio a Ana subirse en las piernas de Graham y besarlo. —Volví a mi adolescencia, me mojo en la lluvia mientras Ana besa a un
Marina le dio la espalda. —No es lo que quise decir, lo que te digo es que yo aborrezco a Gavin MacLeod, aunque estoy conforme como es con Cris detesto que debamos fingir que entre nosotros hubo más que una noche de errores. — ¿Y por qué parece que recitas algo de lo que te quieres convencer? Marina regresó con Ana y aunque estaban solas dijo en voz baja: —Antes de la fiesta, él me besó… — ¿Y tú qué hiciste? —Preguntó Ana sonriendo. —Le respondí al beso. Ana dio un grito mortificado y se echó a reír. Marina no pudo explicar que todo era considerado un error por parte de ambos porque ya Graham regresaba con ellas. —Debemos caminar al este, estamos cerca de la frontera con los MacTavish. — ¿Y si te esperamos que vayas por ayuda? Inquirió Marina. —No las dejaré solas aquí —dictaminó Graham. — ¿Estaríamos en peligro? —Preguntó Marina asustada. —Estamos en zona limítrofe con el clan MacTavish, pero al oeste con el clan Cameron. —Conocí a Alista
Cuando comenzó a llover Gavin fue a la habitación de Cris. — ¿Has sabido algo de Marina? —Preguntó Fiona—. Me preocupa porque los caminos hacia las tierras MacTavish son muy peligrosos cuando llueve. —No sabía que había ido, supongo que fue con Graham. —Sí, también los acompañó Ana. —Llamaré a ver como están. Gavin trató de comunicarse con todos sin éxito. —No puedo comunicarme. —Espero que estén bien —enfatizó Fiona. Habían hablado en escoces y Cris jugaba con un camión de juguete. — ¿Dónde está mi mami? —Preguntó Cris de repente. —Está con Graham y Ana —respondió Fiona primero que Gavin. —Aún recuerdas portugués —comentó Gavin. —No mucho, pero Cris me ha comprendido y yo a él —Papá ¿puedes buscar a mi mami? Gavin sonrió y afirmó con la cabeza. —Claro que sí Cris, no tardaremos. Gavin dio media vuelta para retirarse. —Llévate un grupo de hombres —recomendó Fiona. Gavin negó con la cabeza. —No quiero que los MacTavish o los Cam
— ¡Hiciste trampa! Marina impresionada escuchó la declaración desesperada a su lado de su recién estrenado esposo muy nerviosa trató de calmarlo para que se fueran del casino. —Quiero salir, amor… — ¡Cállate! Marina jamás olvidaría la cara de su marido al levantarse de la mesa de tapete verde, tenía el rostro del mismo color. Él se limitó a ignorar sus súplicas y se enfrentó a su contrincante. — ¡Es una trampa! —volvió a gritar él antes de arrojar las cartas a la mesa. —Así es el juego muchacho —respondió su contrincante encendiendo un puro, lucía muy complacido. —No pienso pagarte, ¡amañaste el juego! Marina tomó el brazo de su marido y dio un alarido cuando vio que un hombre al que no habían prestado atención sacó un arma y la apuntó a la cabeza de su esposo. Otro hombre la abrazó por detrás y tapó su boca. El contrincante se puso de pie y ajustó su saco antes de enfrentar a su marido. —Así no funciona, tú jugaste, perdiste y pagarás. —¡No
—¡¡AUXILIO, JOSÉ MANUEL!! —Marina gritó y forcejeó, pero todo fue inútil, la sujetaron dos hombres fornidos y la llevaron detrás del escenario, la mujer que organizaba tras bastidores se le acercó con una inyectadora y nada pudo hacer Marina para evitar que le aplicaran la inyección en el brazo, empezó a sentirse mareada. Todo era confuso, las luces más intensas, los sonidos más fuertes, todos sus sentidos estaban al tope, no perdió el conocimiento, pero no podía negarse a que la llevaran. —Nnnoo, no quiero, su-suéltenme —seguía diciendo, pero colaboraba con sus captores aunque no quería. Finalmente la sacaron de allí y muy rápido la subieron a un helicóptero. Marina muerta de miedo se defendió arañando los brazos de los hombres en vano hasta que poco a poco perdió el conocimiento… Al despertarse de nuevo, Marina sentía un profundo letargo y no podía ver nada, una venda cubría sus ojos, quiso retirarla y sus manos estaban atadas, también sus pies. — ¿Dónde estoy
— ¡Marina! ¡Perdóname! Realmente no sabía que terminaría así... ¡Marina! En cuanto Marina regresó a Río de Janeiro, José Manuel la esperaba en el aeropuerto con un ramo de flores y cara de pena. Marina no quería verlo. —Marina, por favor, era un asunto de vida o muerte, entiende que si estamos vivos fue gracias a tu sacrificio… —Quiero el divorcio. — ¡Marina! Marina no soportaba verlo, se sentía muy perturbada, en cuanto su padre la vio regresar de su luna de miel a su casa enfureció. — ¿Qué te hizo ese imbécil? Yo lo sabía, ustedes son unos niños, tú apenas tienes 18 años, no debiste casarte con ese inmaduro. Marina no respondió, continuó hasta su habitación y cerró la puerta. Un mes después, Marina continuaba negada a vivir una vida normal y cada vez que veía llegar el auto de José Manuel a la puerta de su casa corría a encerrarse en su habitación. José Manuel había dicho que Marina fue víctima de un secuestro y el padre de Marina y su madrastra que
— ¡Esto es un error! —Gritó Marina—. Suéltenme ahora mismo. —Señores estamos en una fiesta, pisotea el prestigio de la familia Duncan —objetó José Manuel. —Retírese si no quiere ir detenido por obstrucción —indicó una detective y pegó a Marina contra la limusina para poner esposas en sus muñecas. —Yo tengo derechos, no pueden llevarme por un delito semejante sin pruebas —se defendió Marina completamente confundida. —Oficiales ¿explíquenme que es lo que ocurre? —Inquirió el cumpleañero que estaba muy molesto—. Semejante atropello a mi familia y en mi cumpleaños, el alcalde está adentro y ustedes están en serios problemas. —Aquí tiene la orden del juez, todo es legal. Marcelo tomó los papeles. —Que ridiculez —Marcelo miró el documento con pruebas detalladas en contra de Marina, se acercó a Marina y la miró sintiéndose decepcionado— ¿Cómo pudiste Marina? Yo tenía fe en ti. —Don Marcelo le juro que esto es un mal entendido, yo no sé por qué me acusan. —Me tra