Ana era ahora quien abrazaba a Graham, él temblaba y el olor a sangre impregnaba el ambiente. Ana jamás se sintió tan inútil en la vida. Mantenía el fuego encendido y rezaba por un milagro. —No mueras —le ordenó Ana y Graham negó con la cabeza. Graham cerró los ojos escuchando los rápidos latidos del corazón de Ana y deleitándose con la canción que le cantaba mientras lo mecía como un niño. ¡¡GRAHAM!! ¡¡ANA!! Qué alivio más grande sintió Ana al escuchar la voz de Gavin llamarlos. — ¡¡AQUÍ ESTAMOS!! —Gritó Ana hacia el cielo y movió a Graham. —Graham, ayuda, llegó la ayuda —masculló Ana y levantó su rostro, pero este no hizo caso, había perdido el conocimiento. — ¡¡GAVIN!! ¡AUXILIO! —Gritó Ana y vio la luz de una linterna alumbrando su rostro. —Ana, ¿están bien? —Gavin gracias a Dios, Graham ha perdido mucha sangre. —Los sacaré de allí. Ewan había traído cuerdas y su caballo, Gavin se ató a la cuerda y bajó escalando muy rápido, tomó a Ana prim
Gavin era un hombre en verdad muy guapo y estaba acostumbrado a la apreciación femenina, pero el piropo de Marina lo sorprendió por completo. Lo que no le hubiera sorprendido era verse como un tomate, acarició su barba dando gracias a que eso ocultaría cualquier subida de presión como si fuera un pequeño piropeado por su maestra. —Me dijiste que tu nombre es Gavin ¿cierto? Gavin afirmó con la cabeza sin atreverse a soltar su mano que ella apretaba en busca de guía y consuelo. —Ehh, sí, Ga-Gavin… Gavin MacLeod —balbuceó Gavin y se recriminó a sí mismo, tenía que controlarse, él no era un niño, era el racional aquí. Marina se echó a reír al parecer muy complacida con su vida. — ¿Eres escoces? —Así es, de hecho estamos ahora en Escocia. —Entiendo, por eso no están mis padres, bueno mi madre murió…, pero ¿Nos conocimos en Brasil? ¿Cómo llegué a Escocia? —Marina miró a Ana—. ¿Acaso cumplimos nuestro sueño y viajamos como mochileras por Europa? —Sabes que en toda
Mucho más tarde después de que todos se hubieran aseado Marina dormía sobre varias almohadas con el brazo izquierdo inmovilizado con un trozo de tartán viejo pero limpio de Ewan. Gavin desde la puerta de la cabaña observó a Ewan regresando desde el establo. Aún llovía, pero ya era una fina lluvia que hacía la noche muy fría. —Dejé al hijo de Fergus junto a su mujer en el establo, estarán cómodos —Ewan se quedó un rato en silencio—. Cosa más rara no he visto, ellos hablan con ayuda de los aparatos esos que todos llevan hoy en día. —Si no te empeñaras en continuar viviendo en el siglo pasado te darías cuenta que la tecnología es necesaria. —Aquí ni electricidad tengo, y no me hace falta. —Ewan deberías escucharme y venir al clan MacLeod conmigo. — ¿Cómo está tu padre? —Cambió Ewan el tema de manera abrupta. Gavin suspiró. —Murió hace poco. Ewan se persignó. —Debiste decirme, hubiera ido. —No murió aquí, fue en Brasil. —Es una lástima, creo que era
— ¿Cómo fue el sueño que tuviste? —Evadió Gavin la pregunta haciendo otra. Eso logró distraer a Marina, frunció el ceño y pensó antes de decir. —Fue muy raro, no puede ser real. —Cuéntamelo y te diré si es real. —Estaba contigo —Marina se puso muy roja—. En una cama y yo —Marina mordió su labio inferior, le dio vergüenza decir que se estaba atada—... Sentía frío y no podía verte, pero veía tu brazo, y tu anillo. Marina dio testimonio acariciando apenas con las yemas de los dedos en el antebrazo de Gavin las líneas intrincadas del tatuaje. —No parece algo muy irreal —murmuró Gavin con la voz entrecortada. Su boca estaba seca y su corazón se había acelerado. Por no nombrar otra parte de su anatomía; la tímida insinuación de caricia de una chica que para empezar prometió no tocar lo está volviendo loco. Marina sonrió no muy convencida. —No creo que sea real, porque entonces todo cambió, corríamos por un pasillo, y nos disparaban; y tú me protegías —Marina se
Marina despertó con el sonido de cacerolas cayendo y maldiciones. —Perdón muchacha, no quería despertaste —dijo Ewan apenado. —No se preocupe señor… —Ewan… —Ewan se adelantó y le ofreció la mano—. Es un placer señora MacLeod —dijo en portugués. Marina se sorprendió. —Habla portugués. —Muy poco, mi amigo Marcelo me enseñó. Marina afirmó con una sonrisa. —Es el padre de Gavin —comentó Ewan—, pero es cierto que no recuerda nada de su vida. Ewan siguió sacando ollas y sartenes. — ¿Puedo ayudarle? —Preguntó Marina. Gavin se había levantado muy temprano y había caminado hasta la colina más alta consiguiendo señal de teléfono, regresó a la cabaña y consiguió a Ana saliendo de la estructura improvisada donde durmió. — ¿Cómo está Graham? —Preguntó Gavin muy serio. —Bien, pero si regresamos hoy es mejor —respondió Ana con buena disposición. —Ya vienen a buscarnos —dijo Gavin sin dejar de caminar. — ¿Cómo amaneció Marina? —Preguntó Ana yendo hacia él
Camila ignoró a Marina deliberadamente y Gavin se deshizo de su abrazo con amabilidad. —Estaba tan preocupada —exclamó Camila manteniendo las manos de Gavin en las de ella—. Cuando no regresaste supe que algo muy malo había pasado. Gavin estaba molesto y más con él mismo, de más sabía que era imposible que Camila fuera una mujer discreta, ella era demasiado dominante, no aceptaría verlo en secreto. Tener que esconderse más lo enfurecía. — ¿Cómo que regresar? ¿Tenías que ir a algún lugar con ella Gavin? —Inquirió Marina y era obvio que trataba de controlar sus celos, pero no lo lograba. —Porque tenía una cita conmigo —espetó Camila. —Camila después hablamos —decretó Gavin con las cejas alzadas. —Pero dile de una vez, tú no quieres estar con ella, quieres estar conmigo. —Maldición Camila, ¿te has vuelto loca? Mira en dónde estamos, atravesamos una emergencia, tu hermano está herido y a ti te envié a trabajar en el clan Cameron. —Pero Gavin… —suplicó Camila.
Marina estaba llena de ansiedad, sostenía un oso de peluche que había comprado en el hospital para su hijo. El sentimiento era extraño, de miedo, su corazón latía desbocado y agradeció cuando Gavin se paró a su lado. — ¿Estás lista para conocer a nuestro hijo? Marina afirmó con la cabeza y apretó la mano de Gavin buscando apoyo. Entraron a la habitación y Cris sonrió al verlos. — ¡Mamá! —Exclama Cris bajando de la cama para abrazar a Marina, ella pone las manos en su cabecita calva y voltea a ver a Gavin. Una lágrima surca su rostro al entender que su hijo tiene cáncer, es evidente aunque no luce débil. No necesita confirmación de parte de Gavin, solo con verse pueden comunicar su dolor mutuo. Marina se arrodilla y mira a los ojos de su pequeño. Cris la mira con amor y ella sonríe. —Tienes heterocromía. —comenta Marina al ver los iris de sus ojos, en uno tiene un espacio color café. —Si mami, en mi ojo izquierdo tengo un pedacito de tus ojos y el resto
« ¿Si Gavin por qué no lo has hecho?» Preguntó a Gavin el angelito con cuernos que todos tenemos en nuestra conciencia. Gavin se sentó en la cama y encendió la lámpara de la mesa de noche. —Marina, hay algo que debes saber. Marina se sentó también y siente mucha ansiedad en su pecho. —Lo sabía, tú ocultas algo, es por Camila. — ¿Camila? Ella no tiene nada que ver en esto. — ¿Cómo que no si es tu amante? —Es que tú no tienes derecho a reclamarme si tengo una amante o diez. — ¿Qué? ¿Cómo es eso si soy tu esposa? —Nuestro matrimonio es un acuerdo. —Un momento Gavin —le detuvo Marina alzando la palma en señal de alto—. ¿Cómo que un acuerdo? —Así es, nosotros no tenemos sexo. — ¿Y cómo tuvimos un hijo? —Santo cielo —murmuró Gavin. — ¿Acaso fue in vitro? —No es eso. — ¿Cris no es tu hijo? — ¡Claro que es mi hijo! —Exclamó Gavin ya con poca paciencia. —Entonces no entiendo, porque dado que no soy nuestra madre santa del cielo la unic