Marina despertó con el sonido de cacerolas cayendo y maldiciones. —Perdón muchacha, no quería despertaste —dijo Ewan apenado. —No se preocupe señor… —Ewan… —Ewan se adelantó y le ofreció la mano—. Es un placer señora MacLeod —dijo en portugués. Marina se sorprendió. —Habla portugués. —Muy poco, mi amigo Marcelo me enseñó. Marina afirmó con una sonrisa. —Es el padre de Gavin —comentó Ewan—, pero es cierto que no recuerda nada de su vida. Ewan siguió sacando ollas y sartenes. — ¿Puedo ayudarle? —Preguntó Marina. Gavin se había levantado muy temprano y había caminado hasta la colina más alta consiguiendo señal de teléfono, regresó a la cabaña y consiguió a Ana saliendo de la estructura improvisada donde durmió. — ¿Cómo está Graham? —Preguntó Gavin muy serio. —Bien, pero si regresamos hoy es mejor —respondió Ana con buena disposición. —Ya vienen a buscarnos —dijo Gavin sin dejar de caminar. — ¿Cómo amaneció Marina? —Preguntó Ana yendo hacia él
Camila ignoró a Marina deliberadamente y Gavin se deshizo de su abrazo con amabilidad. —Estaba tan preocupada —exclamó Camila manteniendo las manos de Gavin en las de ella—. Cuando no regresaste supe que algo muy malo había pasado. Gavin estaba molesto y más con él mismo, de más sabía que era imposible que Camila fuera una mujer discreta, ella era demasiado dominante, no aceptaría verlo en secreto. Tener que esconderse más lo enfurecía. — ¿Cómo que regresar? ¿Tenías que ir a algún lugar con ella Gavin? —Inquirió Marina y era obvio que trataba de controlar sus celos, pero no lo lograba. —Porque tenía una cita conmigo —espetó Camila. —Camila después hablamos —decretó Gavin con las cejas alzadas. —Pero dile de una vez, tú no quieres estar con ella, quieres estar conmigo. —Maldición Camila, ¿te has vuelto loca? Mira en dónde estamos, atravesamos una emergencia, tu hermano está herido y a ti te envié a trabajar en el clan Cameron. —Pero Gavin… —suplicó Camila.
Marina estaba llena de ansiedad, sostenía un oso de peluche que había comprado en el hospital para su hijo. El sentimiento era extraño, de miedo, su corazón latía desbocado y agradeció cuando Gavin se paró a su lado. — ¿Estás lista para conocer a nuestro hijo? Marina afirmó con la cabeza y apretó la mano de Gavin buscando apoyo. Entraron a la habitación y Cris sonrió al verlos. — ¡Mamá! —Exclama Cris bajando de la cama para abrazar a Marina, ella pone las manos en su cabecita calva y voltea a ver a Gavin. Una lágrima surca su rostro al entender que su hijo tiene cáncer, es evidente aunque no luce débil. No necesita confirmación de parte de Gavin, solo con verse pueden comunicar su dolor mutuo. Marina se arrodilla y mira a los ojos de su pequeño. Cris la mira con amor y ella sonríe. —Tienes heterocromía. —comenta Marina al ver los iris de sus ojos, en uno tiene un espacio color café. —Si mami, en mi ojo izquierdo tengo un pedacito de tus ojos y el resto
« ¿Si Gavin por qué no lo has hecho?» Preguntó a Gavin el angelito con cuernos que todos tenemos en nuestra conciencia. Gavin se sentó en la cama y encendió la lámpara de la mesa de noche. —Marina, hay algo que debes saber. Marina se sentó también y siente mucha ansiedad en su pecho. —Lo sabía, tú ocultas algo, es por Camila. — ¿Camila? Ella no tiene nada que ver en esto. — ¿Cómo que no si es tu amante? —Es que tú no tienes derecho a reclamarme si tengo una amante o diez. — ¿Qué? ¿Cómo es eso si soy tu esposa? —Nuestro matrimonio es un acuerdo. —Un momento Gavin —le detuvo Marina alzando la palma en señal de alto—. ¿Cómo que un acuerdo? —Así es, nosotros no tenemos sexo. — ¿Y cómo tuvimos un hijo? —Santo cielo —murmuró Gavin. — ¿Acaso fue in vitro? —No es eso. — ¿Cris no es tu hijo? — ¡Claro que es mi hijo! —Exclamó Gavin ya con poca paciencia. —Entonces no entiendo, porque dado que no soy nuestra madre santa del cielo la unic
La cama de repente se había vuelto muy caliente para Marina con Gavin sobre ella. Él deslizó su pierna entre las de ella provocando cosquillas en sus muslos. Las manos de Gavin fueron a sus muñecas y las levantó sobre su cabeza. Entonces Marina no estaba muy segura si era apropiado. —Este… Bueno Gavin, creo que después de todo estoy muy cansada. Gavin pasó su nariz por su cuello y aspiró el olor de su perfume. Marina había puesto perfume en cuello y otras partes prudentes para esperar al esposo en el lecho. —Más que cansada estabas aburrida, ¿qué puedo hacer para divertirla señora? Marina mordió su labio inferior, aquello se escuchaba muy bien. Él había dicho “señora” como si fuera reina, pero entonces recordó el porqué de su molestia. —Al parecer la aburrida soy yo, porque tienes una amante. Gavin sonrió. Desde cuando una muchacha no se mostraba así con él, ya no lo recordaba, menos una tan bella como Marina. —Ciertamente no nos hemos ente
«Demonios... Sofi, ¿qué estoy haciendo?» Se reprende Gavin internamente. Gavin pone a Marina sobre el colchón con rapidez y aunque no la lastimó, sí fue brusco, se pone de pie, le da la espalda porque no se atreve a ver su cuerpo ahora mismo o regresará a ella como un animal salvaje en busca de desahogo. Ve de nuevo el cuadro y quita su mirada culpable, él prometió honrar a su mujer por lo que le quedaba de vida, él al menos en el plano espiritual era solo de ella y esta su habitación, el único lugar en el mundo donde habían sido felices hasta que la enfermedad mental de Sofi les arruinara la vida a ambos. Él sencillamente no podía manchar su recuerdo retozando con otra en su lecho. —Lo… Lo siento, no podemos hacer esto aquí. Gavin corre al baño y se mira al espejo y maldice audiblemente. Ahora entiende porqué su parte malévola lo lleva a Marina. —Ella es fuego, mi infierno personal —se lamenta por permitir que las cosas llegaran a este punto. Marina mirando
Marina despertó antes de que el sol se alzara sobre las colinas, vio desde la ventana en el sillón que descubrió muy cómodo y acogedor de un deslustrado y antiguo escritorio que contrasta con el resto del mobiliario moderno, entre libros de poesía se sentía muy cómoda. Observó cómo se fue tiñendo el cielo en tonos dorados. Aunque su memoria seguía siendo un enigma, no podía sacar de la cabeza los ojos de Gavin, sentía un estremecimiento involuntario solo de pensar en él. La sensación no es desagradable, solo el saber que no es correspondido el sentimiento. Marina se levantó con una resolución férrea, lucharía por su matrimonio, por al menos conocer a Gavin, por entender porque es que era tan imposible que pudieran ser un matrimonio normal. En cuanto salió de la habitación para ir con Cris a ver como amaneció se encontró con Elsbeth, estaba conversando con Fiona y sonrieron al verla. —Buenos días —saludó Marina en portugués y Fiona contestó, Elsbeth no. —Cómo está
—Pues no se desperdiciará comida preparen el pescado —dictaminó Camila. —Si tanto te duele el desperdicio que hagan el pescado, pero apuesto que solo querrás comerlo tú —ratificó Marina. Camila observó la actitud desafiante de Marina y sonrió negando con la cabeza. —Muy bien, a ver que piensa Gavin al respecto. Camila dio la espalda y Marina buscó el delantal del día anterior y lo amarró a su cintura. —Ahora les enseñaré a preparar este platillo, es de lo más sencillo. La cocina se llenó de risas infantiles, a Cris siempre le gustaba la tarea de escoger los frijoles ya que podría tener pequeñas piedras, ramitas o granos en mal estado, y al resto de los niños le pareció de lo más interesante, sobre todo porque las comenzaron a lanzar entre ellos. Marina se unió a la travesura infantil haciendo reír a los pequeños. Las mujeres del servicio sabían que Marina se había metido en problema, pero les gustó su valentía al no dejarse amilanar por Camila, sobre todo Elsbeth.