Un par de brazos la sujetaron con violencia, imposibilitándole cualquier tipo de movimiento de escape.—¡Quítenle la ropa y regístrenla hasta que aparezca el anillo! — ordeno la princesa con un tono que parecía el gruñido de algún animal.Los guardias no vacilaron ni un instante al oír la orden, de forma veloz ellos comenzaron a arrancarle la ropa a Elaine, dejando su cuerpo medio desnudo, expuesto ante los perversos ojos depredadores que acechaban aquella corte de pesadillas.Despojada de todo calor, humillada y expuesta a las burlas y abusos de los miembros de aquella corte de pesadillas, Elaine comenzó a llorar.Al ver sus lagrimas derramarse por aquellas mejillas perfectas, la princesa encolerizada abofeteo el rostro de su sirvienta.—Lo lamento, su majestad—logro articular con dolor Elaine, sintiendo como el gusto a hierro, propio de la sangre, se apoderaba de su sentido del gusto—, pero yo no tomé el anillo.—¿Insinúas que me equivoco? —siseó la princesa de cabello dorado y mira
Lentamente, sin apartar su mirada marrón claro de la del rey, la mujer comenzó a avanzar por la recamara con pasos lentos y delicados, mientras comenzaba a quitarse la ropa. El rey la observaba desde su mullido sillón color verde, sin apartar ni por un solo instante sus ojos grises del cuerpo de ella.Con lentitud, disfrutando, saboreando de aquel momento, Korra comenzó a quitarse la ropa, revelando más y más piel blanca como la luna a su paso. Aquello era un ritual, una especia de rutina que ambos conocían a la perfección.—Buenos días mi señor—dijo Korra con un tono meloso que Elaine jamás le había escuchado utilizar, mientras se retiraba la tela que mantenía su entrepierna cubierta—¿Está de humor esta mañana?—Hola, pequeña, ven aquí—soltó el rey con tono demandante y autoritario, mientras pasaba su mirada gris sobre el cuerpo de la mujer como si fuera un trozo de carne—. No estoy de buen humor, será tu deber revertir la situación.—Como usted me ordene, mi señor—ronroneo ella, mie
Dejando de lado todos sus quehaceres como sirvienta, Elaine paso el resto del día encerrada en su cuarto pensando una manera de eludir aquel destino tan cruel que la estaba esperando. Pero ¿Qué otra opción tenía?Si desobedecía la orden del rey, ella seria ejecutada por desobediencia o incluso mucho peor. Si, por el contrario, ella aceptaba ir a Asgard y se desposaba con aquel hermoso y aterrador príncipe, su destino podía llegar a ser igual o peor que el ya establecido.Finalmente, cuando las nubes en el cielo fueron reemplazadas por estrellas y la luna corono el cielo, ella decidió que lo mejor sería aceptar ese destino y suplicar a cualquier deidad que se apiadara de ella.Elaine ya no podía quedarse allí, no tenia a nadie y ciertamente ya no confiaba en Korra, por lo que seria mejor ir a Asgard e intentar hacer una vida nueva allí. Al fin y al cabo, ella ya estaba acostumbrada a ser humillada, regañada y violentada a diario; con el correr del tiempo ella había descubierto que su v
El viaje de Elaine había sido como mínimo agotador, las emociones de la noche anterior mezclado con los pensamientos aterradores sobre su posible nueva vida no la habían dejado dormir. Para el momento en que el carruaje finalmente se detuvo en el palacio, el sol ya coronaba el cielo.Sin previo aviso, un par de brazos la bajaron del carruaje, y luego de revisar que no llevara consigo ningún objeto peligroso, la escoltaron casi a la fuerza al interior del increíble castillo.Ella se había criado en el reino de Mydgret, cuyo castillo era muy bello, sin embargo, no podía compararse con lo majestuoso de ese lugar.Pero las apariencias no la engañarían, el destello de todo lo bello que brillaba ante sus ojos no seria capaz de cegarla; Elaine estaba preparada para enfrentarse a los monstruos de aquella corte. Ella iba a resistir todo aquello por su propia vida.—Su alteza, ella es la princesa de Mydgret—dijo uno de los escoltas, alzando la voz, atrayendo la atención de un hombre de edad ava
Elaine:Elaine fue paseada por todo el lujoso y magnifico castillo, escoltada por el rey y el príncipe, quien no se canso de lanzar comentarios mordaces y lascivos en su dirección.Aun así, la falsa princesa decidió permanecer involuta hacia él, sin prestarle la más mínima de las atenciones, dándose cuenta rápidamente que aquello hacia enfadar aún más al príncipe que sus respuestas afiladas.Cuando finalmente el día comenzó a llegar a su fin, a Elaine se le permitió ir a su habitación, quedándose de una vez por todas sola. Sola con sus pensamientos.>Mierda, Elaine, estas en serios problemas< se dijo a sí misma, arrojándose sobre el mullido colchón de la cama de dos cuerpos.Según le habían informado antes de marcharse, aquel cuarto sería suyo solo por esa noche, hasta que al día siguiente se casara con el príncipe Damino, con quien se esperaba pasara sus noches de ahora hasta el día de su muerte.Elaine trago duro ante aquel aterrador pensamiento. Le resultaba imposible negar que el
La fiesta después de la boda fue un despliegue inecesario de belleza y lujos, algo que al príncipe Damino no agrado demasiado. Su mente se encontraba torturada de manera casi constante con lo que ocurriría aquella misma noche al llegar a su cuarto.Elaine era hermosa y el debia admitirlo, sin embargo, aquello muy lejos de ser un consuelo para el hombre resultaba en una constante preocupación y la mayor señal de alerta.Damino observo a la princesa toda la noche, sin apartar sus ojos oscuros de ella un solo instante. Cualquiera podría creer que estaba prendido de ella, pero la realidad es que buscaba cualquier indicio, cualquier señal que le advirtiera de su verdadera naturaleza. Pero esta jamás se presento, y el tiempo se esfumo igual que el polvo en el viento.Antes de que el príncipe pudiera notarlo, estaba siendo llevado junto a su flamante nueva esposa a la recamara nupcial por su sequito de invitados. De forma elegante, dejaron a la nueva pareja junto a la cama, antes de salir po
El corazón de Elaine latia con violencia desmedida en el centro de su pecho, el sonido de los pasos del príncipe aproximándose a su encuentro eran la mayor fuente de inspiración y tempor para que su carrera por escapar siguiera en curso. Las lagrimas humedecían sus ojos, mientras que el nudo en su garganta ahogaba el sollozo que luchaba por escapar de lo mas profundo de su ser.Aterrada y en pánico, ella corria por los pasillos del castillo sin encontrar a nadie que pudiera ayudarla. Ni criados, ni nobles, allí no había nadie para salvarla del príncipe.—¡Elaine!—grito Damino al otro lado del pasillo, demasiado lejos para verla—¿Dónde estas?Cerca. Por el sonido de su voz, ella comprendio que el príncipe estaba cerca. Sin pensarcelo dos veces, la princesa abrió la puerta mas próxima y se deslizo en su interior, cerrándola a sus espaldas.Con su corazón aun desbocado, Elaine permaneció algunos instantes con la oreja pegada a la puerta, intentando escuchar los pasos del príncipe.—¿Se t
El corazón del pequeño príncipe latia con violencia, mientras se acercaba con pasos temblorosos hacia la habitacion de su madre. La puerta medio abierta fue la única invitación que Damino necesito para deslizarse al interior de esta. Sin embargo, allí no se encontraba su madre dentro de la cama o enlistándose para dormir, no, por el contrario, aquella mujer de sonrisa alegre y mirada vivaz yacia en el suelo del cuarto, en un mar de sangre.Damino intento gritar, pero el sonido parecio mas un solloso desesperado que el grito ardiente en pedido de auxilio. Sin embargo, fue lo suficientemente audible como para que el misterioso hombre vestido de negro se volviera hacia el.El joven príncipe retrocedio un paso, mientras sus oscuros ojos buscaban un rostro al cual culpar. Pero solo una mascara le devolvió la mirada, oscultando a la perfeccion el rostro del asesino.Un cuchillo bien afilado se alzo hacia el, preparado para atravesarlo y acabar asi con su corta existencia; pero fue en ese pr