Damino abrió los ojos lentamente, el se encontraba recostado en una cama de paja, con una gaza cubriendo su brazo. Le costo demasiado comprender donde estaba y lo que le habia ocurrido, hasta que finalmente, su mente comenzó a liberarlo de aquel estado latente de bruma.Fue recien entonces cuando noto que no estaba solo, sino que se encontraba en compañía de alguien mas. Una anciana estaba allí, observándolo directamente a los ojos con total atención.—Finalmente despiertas, príncipe—dijo la anciana con una sonrisa arrugada—. Dormiste demasiado… creo que tu mente necesitaba descansar incluso mas que tu cuerpo.Damino se medio sento, mientras observaba a la mujer a los ojos. El lugar era pequeña pero acogedor, si se dejaba de lado el mal olor que parecía putrificar todo el ambiente.—¿Quién eres?... ¿Dónde estoy?—pregunto el príncipe con los labios apretados.No fue hasta ese segundo en que el noto que el dolor que previamente habia poseido sus sentidos ahora simplemente se habia desv
Azriel: —Por Damino, por Marcos… por nuestro felices por siempre. Has que paguen. El capricho del hombre tiene un precio, y tu debes cobrárselo.—dijo Ambar, con un odio que era descomunal. Azriel escucho cada una de sus palabras, sintiendo como la sangre en sus venas se convertia en hielo. El la habia cagado de una manera desmesurada. Se habia dejado engañar por Ambar, por la m*****a criada. Se habia dejado seducir por ella, olvidando por completo todo lo que el le habia causado; jamás debió olvidarlo, de haber tenido presente aquello ella jamás lo habría logrado tomar por sorpresa. Ahora todo se habia ido al maldito demonio, ella le habia contado toda la verdad a Elaine, ella ya no volvería a confiar en el… a menos que actuara rápido. Azriel, y su astuta mente de zorro, se pusieron manos a la obra, mientras una leve sonrisa afloraba sus labios. Tenia que trabajar rápido, de un modo astuto y sin pie a fallo posible. Quizas, con un poco de suerte e ingenio el lograría matar tres pá
Elaine se atraganto al escuchar aquella noticia, mientras enderezaba su espalda y clavaba la mirada al frente. El rey en persona habia ido a darle aquel informe, con la esperanza de otorgar un poco de paz al alma devastada de la princesa.Sin embargo, muy lejos de concederle paz, aquella noticia le destrozo el corazón. Una semana, en una semana ella tendría que sepultar todos sus sentimientos hacia Damino, ella tendría que enterrarlo todo para poder seguir adelante.—¿Qué opinas, princesa?—dijo el rey al otro lado de la mesa, con una sonrisa en sus labios que no lograba iluminar sus ojos oscuros por la tristeza.Elaine se atraganto dos veces con sus propias palabras. Sin lugar a dudas no podía decir lo que pensaba al respecto, no sin ser expulsada de la corte o recluida en su habitacion… aquella idea no le desagradaba en lo absoluto, pero sin lugar a dudas necesitaba estar allí presente para ganar la mayor ventaja posible.—Creo… que es una idea maravillosa—se obligo a decir Elaine, e
Ambar:Ella estaba acomodando las ropas de dormir de una habitacion inutilizada. Aquello le parecía absurdo y una verdadera perdida, no solo de tiempo valioso, también de recursos. Pero las costumbres en el castillo eran esas, y ante las viejas costumbres habia muy poco que hacer para anteponerse.Cansada y fatigada luego de un largo y extenuantemente duro dia de trabajo, lo único que podía pensar era en retirarse a su cuarto en un par de horas. No soñaría, cuando estaba tan agotada rara vez lograba concebir algún sueño o pesadilla.Evitando pensar en la tristeza que aquello le generaba, ella simplemente doblo la ultima prenda de noche que le quedaba antes de dejar todo perfectamente acomodado a los pies de la cama y volverse hacia la entrada, con la esperanza de que su dia culminara.Pero ese no fue su destino.Alli, de pie en el umbral de la entrada se encontraba Azriel, observándola con aquella mirada especialmente repugnante. No necesitaba dar un paso o decir una sola palabra para
Elaine trago duro, mientras sostenia con firmeza su mirada al frente. No se dio cuenta de lo que estaba ocurriendo a su alrededor, ciertamente el mundo bien podría haber dejado de girar.—Elaine, respira—le dijo Fenrryr al oído, mientras se inclinaba delicadamente hacia ella, sujetándole la mano, intentando traerla de regreso al mundo de los vivos.La princesa parpadeo, volviendo a la realidad. Frente a ella, las personas vitoreaban y silbaban a medida que los caballeros iban ingresando. Todos con escudos y títulos nobiliarios, representando a sus casas y sus estandartes.—Gracias—fue lo único que ella dijo en respuesta, mientras se obligaba a si misma a sonreírle a la gente, aunque el espíritu de la victoria no estaba en ella.Fenrryr no le quito la mano de encima, el sabia perfectamente que necesitaba de su apoyo y eso estaba haciendo. Elaine necesitaba un amigo, ahora mas que nunca, y el no le fallaría a ella… no le fallaría a Damino.Ambar habia sido encerrada y sentenciada a muer
Todo parecía tan irreal y mágico. Elaine no acababa de creer que eso fuera real, que todo en verdad estuviera ocurriendo.La princesa esperaba en su cuarto, sonriendo a nadie realmente con lagrimas en sus ojos.El sonido de pasos resonó, y al cabo de algunos minutos ingreso Damino del cuarto de baño, con solo unos calzoncillos puestos mientras que su cabello seguía desprendiendo pequeñas gotas de agua que salpicaban todo a su paso.Al observarlo, Elaine no pudo evitar llorar nuevamente. Esta vez, el príncipe se acerco a ella, mientras besaba tiernamente sus labios y luego su cabeza, elevando su menton para que lo mirara a los ojos.—Estoy aquí—dijo el con una sonrisa en sus labios—, volvi a ti.—Te crei muerto—susurro ella, sin poder apartar sus ojos de los de el.La sonrisa de Damino se suavizo, mientras depositaba un beso en sus labios para luego sentarse junto a ella en la cama.—Lo lamento… estaba reuniendo la información necesaria para arreglar las cosas aquí—explico el con tran
Un par de brazos la sujetaron con violencia, imposibilitándole cualquier tipo de movimiento de escape.—¡Quítenle la ropa y regístrenla hasta que aparezca el anillo! — ordeno la princesa con un tono que parecía el gruñido de algún animal.Los guardias no vacilaron ni un instante al oír la orden, de forma veloz ellos comenzaron a arrancarle la ropa a Elaine, dejando su cuerpo medio desnudo, expuesto ante los perversos ojos depredadores que acechaban aquella corte de pesadillas.Despojada de todo calor, humillada y expuesta a las burlas y abusos de los miembros de aquella corte de pesadillas, Elaine comenzó a llorar.Al ver sus lagrimas derramarse por aquellas mejillas perfectas, la princesa encolerizada abofeteo el rostro de su sirvienta.—Lo lamento, su majestad—logro articular con dolor Elaine, sintiendo como el gusto a hierro, propio de la sangre, se apoderaba de su sentido del gusto—, pero yo no tomé el anillo.—¿Insinúas que me equivoco? —siseó la princesa de cabello dorado y mira
Lentamente, sin apartar su mirada marrón claro de la del rey, la mujer comenzó a avanzar por la recamara con pasos lentos y delicados, mientras comenzaba a quitarse la ropa. El rey la observaba desde su mullido sillón color verde, sin apartar ni por un solo instante sus ojos grises del cuerpo de ella.Con lentitud, disfrutando, saboreando de aquel momento, Korra comenzó a quitarse la ropa, revelando más y más piel blanca como la luna a su paso. Aquello era un ritual, una especia de rutina que ambos conocían a la perfección.—Buenos días mi señor—dijo Korra con un tono meloso que Elaine jamás le había escuchado utilizar, mientras se retiraba la tela que mantenía su entrepierna cubierta—¿Está de humor esta mañana?—Hola, pequeña, ven aquí—soltó el rey con tono demandante y autoritario, mientras pasaba su mirada gris sobre el cuerpo de la mujer como si fuera un trozo de carne—. No estoy de buen humor, será tu deber revertir la situación.—Como usted me ordene, mi señor—ronroneo ella, mie