El viaje de Elaine había sido como mínimo agotador, las emociones de la noche anterior mezclado con los pensamientos aterradores sobre su posible nueva vida no la habían dejado dormir. Para el momento en que el carruaje finalmente se detuvo en el palacio, el sol ya coronaba el cielo.
Sin previo aviso, un par de brazos la bajaron del carruaje, y luego de revisar que no llevara consigo ningún objeto peligroso, la escoltaron casi a la fuerza al interior del increíble castillo.
Ella se había criado en el reino de Mydgret, cuyo castillo era muy bello, sin embargo, no podía compararse con lo majestuoso de ese lugar.
Pero las apariencias no la engañarían, el destello de todo lo bello que brillaba ante sus ojos no seria capaz de cegarla; Elaine estaba preparada para enfrentarse a los monstruos de aquella corte. Ella iba a resistir todo aquello por su propia vida.
—Su alteza, ella es la princesa de Mydgret—dijo uno de los escoltas, alzando la voz, atrayendo la atención de un hombre de edad avanzada.
Elaine se quedo rígida, paralizada de pavor, mientras aguardaba expectante la llegada del rey, esperando ver un rostro enfadado y cargado de violencia. Sin embargo, lo ultimo que espero fue aquello.
El rey de Asgard se aproximo a ella con un rostro solemne y afable, mientras le obsequiaba una cálida sonrisa que logro calmar el corazón de la princesa. Elaine había convivido con muchos monstruos a lo largo de su corta existencia como para saber que el hombre ante ella no era uno.
—Hola, princesa Amanda—comenzó a saludar el anciano rey—. Yo soy el rey Rohan de Asgard, pero puedes llamarme simplemente Rohan.
Por primera vez en mucho tiempo, Elaine estaba siendo tratada bien y de forma amable, lo peor de aquello es que ese anciano se suponía debía ser su mayor enemigo.
Despues de tantos años finalmente recibía calor de alguien.
Sin poder evitarlo, ella devolvió la sonrisa mientras hacia una vaga reverencia.
—Es un placer, su alteza, aunque estaría mas a gusto si me llamara Elaine—dijo ella con tono afable.
Al instante, ella se arrepintió de haber utilizado aquel tono suave y gentil. Se suponía que era Amanda, la princesa a quien había servido toda su vida. Aquel monstruo cruel y caprichoso que disfrutaba hacerla sufrir y humillarla a diario.
—¿Elaine—soltó una voz profunda desde un rincón del salón—. Bueno, ciertamente es un nombre más bello que Amanda.
Siguiendo el sentido de aquella voz, Elaine roto su cabeza, hasta que finalmente encontró al dueño de aquellas palabras.
Su corazón se salto un latido, al mismo tiempo que sentía como su garganta se secaba con cada paso que el daba más cerca de ella. Ante sus ojos se imponía el hombre más hermoso que jamás hubiera visto o imaginado, una fantasía hecha carne.
—Princesa, te presento a mi hijo, el príncipe Damino—dijo el anciano, mientras señalaba a su hijo y al hombre que aparecía a su lado—. Y ese es Azriel, consejero y mejor amigo del príncipe.
La actitud de Damino era arrogante, propia de un hombre que sabe lo atractivo que es y no tiene miedo de lucirse. De alguna manera aquello molesto a Elaine.
>Bien< pensó ella, decidiéndose a poner a prueba su habilidad para hacerse pasar por Amanda.
—Es un placer conocerlos—comenzó a decir ella de manera fría, mientras le dedicaba una caída de ojos al príncipe—. Aunque estoy algo decepcionada.
Damino se limito a fruncir ligeramente el ceño, mientras torcía los labios en una mueca.
—¿Decepcionada princesa? —pregunto con elegancia y cierta preocupación Azriel. —¿Se puede saber de qué?
Elaine volvió a observar a Damino, mientras fingía su mayor cara de asco posible, una que había visto hacer a Amanda cuando un vestido no le venía en gracia.
—No importa… de todos modos es un placer conocerlos—volvió a repetir Elaine, mientras le obsequiaba una sonrisa falsa al príncipe y su amigo.
Un musculo en la mandíbula fuerte del príncipe se tensó, mientras observaba a la princesa con ganas de devorarla viva. A su lado, Azriel y el rey hacían acopio de todas sus fuerzas para no estallar en risas.
—Ya lo creo—ronroneo con arrogancia Damino, mirando a la princesa con frivolidad—. No todos los días se tiene la suerte de casarse con un príncipe como yo… en especial una persona como tú.
—¿Cómo yo? —pregunto sorprendida la princesa, alzando una ceja oscura.
Damino avanzo unos pasos hacia ella, con las comisuras de sus carnosos labios alzadas en una sonrisa colmada de arrogancia y suficiencia, mientras sus ojos oscuros serpenteaban por su cuerpo.
—Como tú. Una princesa cuyo mayor atractivo es su apodo—se burló él.
Elaine apretó los dientes con rabia, mientras respiraba con dificultas, logrando mantener la calma suficiente para no saltar contra él. A todo momento debía recordar quien se suponía que debía ser y lo que tenía que hacer.
El otro hombre, Azriel, el que parecía estar en completa calma y cuya belleza parecía mas clásica, dio unos pasos hacia adelante, colocándose a la altura de su amigo.
—¿Cómo fue su viaje princesa? —pregunto Azriel con calma eterna en su voz.
—Fue un asco—escupió Damino, atrayendo las miradas de advertencia de su padre y amigo—. ¿Acaso no se dieron cuenta? Miren sus ojos hinchados y con ojeras, bien parece salida de una historia de terror.
Elaine no pudo evitar lanzarle una mirada cargada de fastidio al príncipe.
—Tranquilo príncipe, nadie te quitara el puesto de monstruo de este castillo—arremetió la falsa princesa incapaz de contenerse a si misma, mientras imaginaba la forma en que Amanda reaccionaria a aquel insulto.
Damino apretó los dientes con violencia, negándose a dejarle ganar aquel primer round. Pero justo cuando los labios del príncipe se separaron ligeramente, Azriel le dio un disimulado y doloroso codazo a su amigo en el costado, haciendo que este cerrara la boca al instante. Elaine noto el gesto y se sintió vagamente agradecida. Sin embargo, ella podía leer claramente las verdaderas intenciones ocultas detrás de las actitudes del príncipe.
Él no se quería casar, pero aquella ya no era su decisión.
—Bueno, ahora que ya se conocen en persona ¿Qué les parece si dejamos a la princesa ir a su cuarto privado a descansar y asearse? —propuso el rey con una sonrisa en sus labios—. A fin de cuentas, la boda será mañana.
Tanto la princesa como el príncipe volvieron sus rostros hacia el hombre con total sorpresa.
—¿Mañana? —escupió con fastidio Damino, volviéndose en colera hacia su padre—. Habíamos acordado que la boda seria en tres semanas.
—Las palabras se las lleva el viento, hijo mío—comenzó a decir el anciano rey con una sonrisa tirando de sus arrugadas comisuras—. Aparte, los años no vienen solos, la experiencia los acompaña. Es por eso que estoy seguro que acá habrá una hermosa pareja… ¿Tu que dices niña?
Al instante, la intensa y profunda mirada de Damino se disparó hacia Elaine, quien se encogió un poco ante el calor que sentía en sus mejillas. Los tres hombres aguardaban una respuesta. Su respuesta.
No cabía duda alguna en su interior de que ella no quería casarse, no con un hombre a quien no conocía y mucho menos amaba, tampoco utilizando una identidad falsa. Aun así, fue por el desafió y la constante negativa que parecía abordar al príncipe lo cual la empujo a decir:
—Creo que tiene razón—comenzó a decir ella con cierto siseo, mirando directamente a Damino—, en ese caso, no puedo esperar a que la boda sea mañana mismo.
—¿Tan ansiosa estas por la noche de bodas? —comenzó a burlarse el príncipe—. En ese caso, que la boda sea mañana… ya veremos cuanto eres capaz de resistir, princesa.
Cualquiera allí podría haber malinterpretado las palabras del príncipe, sin embargo, en sus ojos oscuros como la noche no bailaba la lujuria, el deseo ni la pasión. Solo un frío sentimiento de muerte.
Elaine:Elaine fue paseada por todo el lujoso y magnifico castillo, escoltada por el rey y el príncipe, quien no se canso de lanzar comentarios mordaces y lascivos en su dirección.Aun así, la falsa princesa decidió permanecer involuta hacia él, sin prestarle la más mínima de las atenciones, dándose cuenta rápidamente que aquello hacia enfadar aún más al príncipe que sus respuestas afiladas.Cuando finalmente el día comenzó a llegar a su fin, a Elaine se le permitió ir a su habitación, quedándose de una vez por todas sola. Sola con sus pensamientos.>Mierda, Elaine, estas en serios problemas< se dijo a sí misma, arrojándose sobre el mullido colchón de la cama de dos cuerpos.Según le habían informado antes de marcharse, aquel cuarto sería suyo solo por esa noche, hasta que al día siguiente se casara con el príncipe Damino, con quien se esperaba pasara sus noches de ahora hasta el día de su muerte.Elaine trago duro ante aquel aterrador pensamiento. Le resultaba imposible negar que el
La fiesta después de la boda fue un despliegue inecesario de belleza y lujos, algo que al príncipe Damino no agrado demasiado. Su mente se encontraba torturada de manera casi constante con lo que ocurriría aquella misma noche al llegar a su cuarto.Elaine era hermosa y el debia admitirlo, sin embargo, aquello muy lejos de ser un consuelo para el hombre resultaba en una constante preocupación y la mayor señal de alerta.Damino observo a la princesa toda la noche, sin apartar sus ojos oscuros de ella un solo instante. Cualquiera podría creer que estaba prendido de ella, pero la realidad es que buscaba cualquier indicio, cualquier señal que le advirtiera de su verdadera naturaleza. Pero esta jamás se presento, y el tiempo se esfumo igual que el polvo en el viento.Antes de que el príncipe pudiera notarlo, estaba siendo llevado junto a su flamante nueva esposa a la recamara nupcial por su sequito de invitados. De forma elegante, dejaron a la nueva pareja junto a la cama, antes de salir po
El corazón de Elaine latia con violencia desmedida en el centro de su pecho, el sonido de los pasos del príncipe aproximándose a su encuentro eran la mayor fuente de inspiración y tempor para que su carrera por escapar siguiera en curso. Las lagrimas humedecían sus ojos, mientras que el nudo en su garganta ahogaba el sollozo que luchaba por escapar de lo mas profundo de su ser.Aterrada y en pánico, ella corria por los pasillos del castillo sin encontrar a nadie que pudiera ayudarla. Ni criados, ni nobles, allí no había nadie para salvarla del príncipe.—¡Elaine!—grito Damino al otro lado del pasillo, demasiado lejos para verla—¿Dónde estas?Cerca. Por el sonido de su voz, ella comprendio que el príncipe estaba cerca. Sin pensarcelo dos veces, la princesa abrió la puerta mas próxima y se deslizo en su interior, cerrándola a sus espaldas.Con su corazón aun desbocado, Elaine permaneció algunos instantes con la oreja pegada a la puerta, intentando escuchar los pasos del príncipe.—¿Se t
El corazón del pequeño príncipe latia con violencia, mientras se acercaba con pasos temblorosos hacia la habitacion de su madre. La puerta medio abierta fue la única invitación que Damino necesito para deslizarse al interior de esta. Sin embargo, allí no se encontraba su madre dentro de la cama o enlistándose para dormir, no, por el contrario, aquella mujer de sonrisa alegre y mirada vivaz yacia en el suelo del cuarto, en un mar de sangre.Damino intento gritar, pero el sonido parecio mas un solloso desesperado que el grito ardiente en pedido de auxilio. Sin embargo, fue lo suficientemente audible como para que el misterioso hombre vestido de negro se volviera hacia el.El joven príncipe retrocedio un paso, mientras sus oscuros ojos buscaban un rostro al cual culpar. Pero solo una mascara le devolvió la mirada, oscultando a la perfeccion el rostro del asesino.Un cuchillo bien afilado se alzo hacia el, preparado para atravesarlo y acabar asi con su corta existencia; pero fue en ese pr
El príncipe se había recluido en su habitacion, intentando conciliar el sueño, pero este no llego a el en ningún momento. Cada vez que Damino cerraba los ojos, el recuerdo de la princesa desnuda azotaba sus pensamientos, tentandolo a ir nuevamente a su encuentro en busca del calor de su cuerpo.Pero para su suerte, su fuerza de autocontrol logro anteponerse al deseo ferviente de besar cada centimetro de la piel desnuda de Elaine. Aun asi, para el momento en que el sol salió por el horizonte, las ojeras del príncipe eran notables y su cansancio demasiado evidente para ignorarlo.—¿La princesa te mantuvo despierto mucho tiempo anoche?—dijo el viejo rey durante el desayuno, obsequiándole una sonrisa complice a su hijo—¿Por eso mi nuera aun no baja a desayunar?Damino trago duro, mientras se preparaba para las palabras de reproche que sin duda alguna su padre lanzaría hacia el.—No dormimos juntos, me parecio lo mas adecuado teniendo en cuenta que ella estaba… nerviosa—mintió el príncipe,
La sangre ardia como fuego salvaje en las venas de Elaine, mientras ingresaba al cuarto de baño. Su corazón latia con tanta fuerza que durante algunos instantes ella creyó que Damino era capaz de escucharlo. Pero no era asi.Metido dentro de la bañera, el príncipe esperaba paciente su llegada. Para fortuna de la princesa, el agua de la bañera llegaba a cubrir gran parte de la zona baja del príncipe, sin embargo, su pecho musculoso quedaba expuesto ante ella.—Quiero un baño con masajes y espuma—pidió el, ladeando la cabeza levemente hacia ella con una media sonrisa conqueta—. Me encanta la espuma.Elaine trago duro, mientras se arodillaba detrás de la bañera y se preparaba para comenzar a lavar el cabello del príncipe. Sin embargo, este se volvió de manera abrupta hacia esta.>—¿Qué haces?—siseo el con tono imponente.—Voy a lavar tu cabello—respondio ella sin comprender que clase de pregunta era aquella.Damino fruncio el cceño, mientras tomaba a Elaine de la mano y la obligaba a pon
El corazón de Elaine latia con fuerza, mientras luchaba por intentar contener las lagrimas que se escabullían detrás de sus ojos. Duerante un momento, tan solo eso, ella había creido comprender las intenciones de Damino, logrando vislumbrar su bello y frágil corazón. Pero todo fue un simple error, una simple equivocación.El principe Damino era un hombre cruel y perverso, que disfrutaba hacer sufrir a las personas, incluso cuando la había engañado haciendole creer todo lo contrario.Liberando un sollozo que apresaba su alma, Elaine se dejo caer en un pasillo abandonado del castillo, mientras se preguntaba si acaso aquella había sido la mejor decisión. Estaba lejos del reino donde había crecido, apartada de todo lo que quería y siendo hostigada por un esposo que claramente quería destruirla.—No llores, princesa—dijo con delicadeza una voz masculina, muy cerca suyo.Lentamente, Elaine se volvió, encontrando la mirada compasiva de Azriel.—No estoy llorando, es solo que…—comenzó a decir
Elaine trago duro, mientras luchaba por mantenerse firme ante la impacible mirada del príncipe. La rosa que ella sostenia en su mano llamo la atención de Damino, quien funcio el ceño ante esta visión.—¿No llevas ni una semana en el castillo y ya estas recolectando pretendientes?... no, pretendientes no, tu y yo estamos casado, lo cual lo significa que estas conquistando amantes ¿No es asi?—dijo Damino con los dientes apretados, luchando para mantener los celos a raya—. Como sea, no me importa.Mentiras, puras mentiras nacidas del dolor.—Azriel me la dio…—comenzó a decir ella mientras observaba la flor en sus manos—porque yo se la pedi…para ti.Damino parpadeo y volvió a observar la flor en la mano de ella.>—Esta flor era la favorita de tu madre, o al menos eso me explico el…yo crei que quizás podría llegar a agradarte su aroma en la habitacion.Algo dentro del corazón del príncipe se movio ligeramente. ¿Agradarle? Aquel gesto sutil y delicado era el mas hermoso que nadie le hubiera