Elaine se rio ampliamente, de manera irremediable, sin poder contenerse ante la generosa broma que Azriel había lanzado. Una parte dentro suyo se odiaba a si misma por aquella reacción espontanea, sin embargo, otra parte, muy profundo en su interior, le resultaba muy difícil resistirse a los halagadores encantos de aquel hombre.—Al fin lo conseguí—dijo el con notable fascinación.—¿A que te refieres?—pregunto Elaine cubriendo sus labios con una mano, mientras le lanzaba una mirada lasciva en su dirección.Azriel la sostuvo con su brazo libre, mientras la acompañaba en su recorrido por los jardines, siendo la cometilla de todos los nobles de la corte que disfrutaban de aquel día soleado.Todos murmuraban palabras que Elaine no lograba escuchar, sin embargo, por sus miradas prejuiciosas cargadas de odio, ella tenia una idea muy clara de lo que allí estaba pasando.“Zorra”, “Puta”, y un sinfín de palabras malditas se cruzaban por su mente, como si ella fuera capaz de leer la mente de to
Azriel hirguio la espalada, mientras tomaba la espada que Damino le estaba ofreciendo. Sus miradas se encontraron durante algunos segundos, los cuales fueron mas que suficientes para decirse absolutamente todo. El enojo, los celos y el desafio implicito fueron mas que evidentes entre ambos.El chico de cabello oscuro y mirada avellana esbozo una leve sonrisa, mientras se volvía hacia Elaine. Sin pensarcelo dos veces, el llego hasta ella, con la espada a su lado y le dijo:—¿Serias tan amable de concederme una prenda?—pregunto Azriel con una mirada colmada de afecto—. Es para mi suerte.Elaine lanzo una mirada huidiza hacia el príncipe Damino, quien estaba rigido con los dientes apretados con rabia contenida, dejandolos a punto de estallar en miles de pedazos.Ella buscco alguna señal, la mas mínima, que le dijera lo que el estaba pensando. Sin embargo, Damino simplemente esquivo su mirada, centrándola en una hermosa dama a su lado, cuyos pechos eran demasiado exagerados.Aquella reacc
La sensación fue demasiado, la intensidad con que sintió todo fue en extremo imposible de tolerar. Elaine grito, o al menos eso creyó, sin embargo el dolor, aquella sensación electrizante que serpenteo a lo largo de sus terminales nerviosas y se extendió a cada parte de su cuerpo, logro eclipsar cualquier cosa que estuviera ocurriendo en ese preciso instante.Ella simplemente se quedo allí, de pie, sintiendo el dolor con demasiada intensidad. Al menos por algunos instantes.Luego, de forma casi instantánea, mientras escuchaba el sonido lejano de voces que parecían desesperadas, todo era ahogado, sofocado, de manera casi perfecta. Elaine sintió como su cuerpo se tambaleaba y perdía fuerza, ímpetu, aquel impulso que la mantenía atada a aquel mundo.Rápidamente, sus piernas se doblaron igual que las ramas secas de un árbol, y la hicieron caer. Su cuerpo habría impactado con violencia contra el césped cálido besado por el sol, de no ser por la agilidad de Damino.Sin pensarlo dos veces, D
El pequeño príncipe de cabello dorado y de intensa mirada oscura jugaba por el pasillo del ala del cuarto de su madre, los sonidos y voces le parecían lejanos y distantes. Los miembros de la corte discutían, pero el no les prestaba demasiada atención, al fin y al cabo era demasiado pequeño para interesarse en los trabajos de la política de su reino aun.Damino simplemente jugaba, buscando con la mirada la compañía de cualquier pequeño insecto que lograra estimular su imaginación explosiva, sin embargo las sirvientas habían realizado un excelente trabajo allí, por lo que no quedaba demasiado para su imaginación.El sonido de las voces se intensifico, hasta que unos instantes mas tarde un grupo de hombres vestidos con túnicas blancas salieron del cuarto de la reina, enojados con los ceños fruncidos. Damino los ignoro por completo, sin embargo, no desaprovecho la oportunidad de deslizarse dentro del cuarto de su madre, encontrando la puerta de esta abierta.La reina se encontraba sentada
Lo peor de tener que hacer reposo no era el estar en cama puntualmente, si bien al comienzo aquello le pareció casi asfixiante, lentamente Elaine se acostumbro a eso, encontrando placer y deleite en los libros que Azriel solía llevarle. Aquello se había convertido en su mayor fuente de entretenimiento y placer, logrando transportar su mente lejos, muy lejos de aquellas cuatro paredes y su triste realidad.No, el estar en la cama se había convertido en una circunstancia tolerable gracias a los esfuerzos de Azriel, sin embargo, lo horrible de hacer reposo era la soledad.Elaine pasaba gran parte de sus días a solas en el cuarto, con los libros como su única compañía. No estaba mal, claramente no notaba la soledad en la que se encontraba hasta que sus ojos fatigados comenzaban a nublarse y le impedían seguir avanzando con las lecturas. Solo entonces, cuando su cuerpo no resistía mas y ella se veía obligada a abandonar los libros, es que realmente se sentía sola.Damino estaba ocupado gr
Damino se detuvo unos instantes frente a la puerta de madera, desabotonando el primer botón de su chaqueta oscura, necesitando desesperadamente un poco de aire fresco para llenar sus pulmoner y renovar su espíritu.Aquella noche en particular estaba agotado, las platicas con la escoria de los nobles era lo mas tedioso de su deber como príncipe, sin embargo, era necesario. A menudo, el debia rebajarse a ellos para lograr obtener lo que deseaba, ya fuera información o favores.Era casi ofensivo pensar que alguien tan poderoso y en su posición necesitara de aquellas lacras que se arremolinaban en las sombras de una corte vil y perversa, pero la corona no era segura, y cualquier paso en falso podría arrojarlo a su propia destrucción.Los juegos de poder eran asi, el debia moverse con sumo cuidado y reafirmar su poder, para superar el de Azriel. Sin embargo, y ante la vista de todos, Azriel habia logrado reunir un gran poder entre los nobles a través de dos cosas, dinero y secretos.El hab
Las piernas le pesaban tanto como sus ojos, el sueño estaba demasiado próximo a Ambar, tanto asi que la sirvienta no se creía capaz de llegar hasta su cama antes de caer redonda. Ese dia en particular sus labores habían sido… agotadoras.Damino la habia mantenido ocupada hasta altas horas de la noche, ayudándolo a reunir información de sus posibles aliados en la corte, buscando cualquier detalle que sirviera para manipular a una persona. Y sin lugar a dudas lo habia conseguido.Ella habia acompañado al príncipe a la casa du burlesque, fingiendo ser su amante para lograr entablar conversación con hombres que la miraban con cierto deseo, solo por ser el juguete preferido del príncipe, creyéndola su debilidad. Cuan equivocados estaban todos, si supieran que en verdad el corazón de aquel hombre pertenecia a Elaine nadie la miraría dos veces.Pero ninguno de ellos lo sabia, por lo que jugo al peligroso juego de espadas y serpientes con el príncipe, dedicándole sonrisas ebrias de deseo y ca
Damino despertó con una inusual molestia en su cuello, sin embargo, muy lejos de preocuparse simplemente lo ignoro adjudicando la molestia a una mala posición a la hora de dormir. Rapidamente roto su cuello y concentro su atención en la durmiente Elaine, cuyos ojos estaban hinchados y parecian algo rojizos.El principe apreto los labios, comprendiendo muy bien que aquello era un indicador de lagrimas, ella habia llorado en la noche y el simplemente no lo habia notado.Apretando los labios para contener las ganas de llamarla e interrogarla al respecto, el simplemente deslizo sus dedos por el rostro de ella, retirando algunos mechones dispersos a su alrededor, logrando enmarcar su rostro de manera perfecta.—Lo lamento, mi amor… lo lamento si te he fallado—susurro el antes de inclinarse levemente y besar sus labios con ternura y delicadeza—. Pero te prometo compensarlo.—No tienes nada que compensar, Damino—susurro Elaine despertándose de la bruma del sueño, buscando a ciegas el rostro