Capítulo 40:

Damino despertó con una inusual molestia en su cuello, sin embargo, muy lejos de preocuparse simplemente lo ignoro adjudicando la molestia a una mala posición a la hora de dormir. Rapidamente roto su cuello y concentro su atención en la durmiente Elaine, cuyos ojos estaban hinchados y parecian algo rojizos.

El principe apreto los labios, comprendiendo muy bien que aquello era un indicador de lagrimas, ella habia llorado en la noche y el simplemente no lo habia notado.

Apretando los labios para contener las ganas de llamarla e interrogarla al respecto, el simplemente deslizo sus dedos por el rostro de ella, retirando algunos mechones dispersos a su alrededor, logrando enmarcar su rostro de manera perfecta.

—Lo lamento, mi amor… lo lamento si te he fallado—susurro el antes de inclinarse levemente y besar sus labios con ternura y delicadeza—. Pero te prometo compensarlo.

—No tienes nada que compensar, Damino—susurro Elaine despertándose de la bruma del sueño, buscando a ciegas el rostro
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