Paula María y Carlos Gabriel recibieron la cena en su habitación. Ambos se sentaron sobre la mullida cama y cruzaron sus pies en flor de loto. Tomaron sus platos con el Club Sándwich que cada uno solicitó y la orden de deliciosas papas a la francesa.Gabo tomó el control de la Smart tv y la encendió, en ese momento el noticiero apareció con la fotografía de una joven. Estaba por presionar para cambiar a Netflix, cuando Pau habló.—No le cambies —solicitó con angustia.Carlos Gabriel arrugó la frente y desvió su mirada hacia Pau, quien tenía la mirada cristalina, al estar atento a la nota que daban sobre esa chica, por lo que decidió esperar para poder preguntarle.Mientras Pau escuchaba, se llevó las manos a sus labios para atrapar el sollozó que estaba por escaparse y sentir como su piel se erizaba.—¿Qué ocurre? —cuestionó Gabo preocupado.Pau parpadeó un par de veces para dejar liberar un par de lágrimas.—A ella le decían Amaranta —refirió con tristeza—, dormíamos en la misma habi
Andrea regresaba de la playa sosteniendo su tabla de surf, después de haberle mostrado a Angelito lo que era aquel deporte, se dirigió hacia la terraza de la casa ypoder dejar sus cosas, meterse a la regadera a enjuagarse un poco, luego se dirigió por una toalla y se secó para tumbarse sobre un camastro directo en el sol. Samuel desde lejos observó todos los movimientos de la chica, recorrió con su mirada el cuerpo de Andy, y se mojó los labios, de inmediato se fue aproximando a ella. —¿Te puedo hacer compañía? —cuestionó cuando llegó. Andy lo miró y rodó los ojos. —Depende el plan en el que vengas —expresó—, estoy enfadada contigo —indicó. El joven frunció el ceño y se sentó en otro camastro. —¿Conmigo? ¿Por qué? —cuestionó con curiosidad. —Por los comentarios que has hecho. ¿Cómo te atreviste a decir que pasaremos la noche juntos? —gruñó. Samuel ladeó los labios, y parpadeó con incredulidad. —¿Y por qué no? —indagó—, no te vengas a hacer la puritana conmigo, por qué se t
Desde una distancia no muy lejana un hombre miraba desde los binoculares aquella interacción y ladeó los labios, triunfante, llamó a su jefe. Cobra: ¿Cómo va el asunto al que te envié? Gael: Scarlett no aparece, pero tengo en vigilada a sus hermanas, en este momento la menor de ellas está conversando con uno de mis hombres. Te envío algunas fotos. —Sonrió. Cobra: Interesante. —El hombre carcajeó—. Que siga tu hombre buscando a la joven —ordenó—. Que no le quite la vista de encima, puede ser de utilidad, la pequeña Andrea —indicó con voz seca—. Sube la recompensa a quien nos de informes por nuestra querida Pau, muy pronto estaré de visita en la ciudad. No me falles —dijo y cortó la llamada. Gael prosiguió vigilándola. —Si tu hermana no aparece, no imaginas lo que te espera, Andrea Gabriela. —Frunció el ceño y sintió como su virilidad se endurecía al recorrer con lentitud su escultural cuerpo con aquel bikini en tono amarillo fosforecente, pasó la lengua por sus labios y la saboreó.
Andrew frunció el ceño y observó a su hermano. —Debe ser un error —mencionó con molestia y sacó otras dos tarjetas más—, cobre con cualquiera de esas —indicó. Un par de minutos después el mesero volvió. —No pasaron ningunas —informó. —¿Qué? —cuestionó Andrew gruñendo—, debe ser un error —reclamó, y luego miró a su hermano—, préstame la tuya —solicitó. Mike negó con la cabeza. —La mía está sobre girada —mintió—, lo siento. Las mejillas de Juan Andrés se tiñeron de carmín ante la vergüenza que sintió, y también el coraje que sentía, pues jamás imaginó que su papá cumpliera con lo que le advirtió. —¡Maldición! —susurró y miró a Luna. —¿Me prestas dinero? —cuestionó. Luna presionó los labios con fuerza para no carcajearse. —Metí mis ahorros a una cuenta de plazo fijo y mis tarjetas las dejé en mi casa, para no gastar de más —respondió mirando lo colorado que estaba. Andy sacudió su cabeza. —¿Qué le habrás hecho al tío Joaquín? —cuestionó divertida y luego miró al meser
Gabito salió del ascensor acompañado por sus tíos y Norita, para ser entregado a sus papás, el pequeño caminaba pensativo.—¿Ya nos los voy a ver? —cuestionó con la mirada entristecida al saber que se irían a su nueva casa.Sam lo miró con ternura y a la vez con nostalgia. —Claro que nos veremos, no todos los días, pero muy seguido —comentó y le acarició el rostro—, puedes quedarte con nosotros los fines de semana. —Recuerda que somos tu familia y siempre vamos a estar pendiente de ti, pitufin —Óscar mencionó con cariño.—Espero que Norita no tenga otro amiguito, ahora que ya no somos novios, porque no se quiere casar conmigo —dijo Angelito suspirando profundo.—Yo tengo muchos amigos en la escuela —mencionó Norita, y luego parpadeó un par de veces. —¿Ya no veremos juntos la telenovela? —cuestionó, y sus ojos se llenaron de lágrimas, frunció los labios en una línea—, ni comeremos la pizza que prepara tu mamá —expresó a punto de ponerse a llorar. Angelito frotó sus ojos, para limpia
Días después. Manizales- Colombia. Carlos Gabriel salió del aeropuerto a toda prisa, miró su reloj con impaciencia y abordó un taxi, debía llegar a la junta directiva en el consorcio, y sabía bien que a su padre no le agradaban los retrasos. A pesar de que le pidió al conductor ir a prisa, llegó diez minutos tarde, al ingresar a la sala de juntas, saludó con su familia, y también lo hizo con Alex, se sorprendió de verlo ahí. Luego de dos horas, y cuando todos abandonaron el salón excepto su padre. Carlos Gabriel se dirigió a él. —Papá tengo que hablar con ustedes de algo importante —expresó aclarándose la voz. Carlos lo miró con atención, elevó una de sus cejas. —¿Te vas a casar con Melissa? —cuestionó con curiosidad. Gabo rascó su nuca. —Ya no soy novio de ella —informó—, esta noche en casa les contaré con detalle. Carlos arrugó el ceño. —Vamos a casa, me voy para allá en este momento —indicó. Gabo inhaló profundo y salió del consorcio junto a su padre. Carlo
Manizales - Colombia. Al día siguiente, tanto Carlos como Ely no habían podido dormir tranquilos, luego de enterarse de que Gabo tenía un hijo. La historia de aquel romance con una compañera de universidad, no convenció a ninguno. Mientras se vestían ambos lo hacían en silencio. —¿Quién será esa compañera de universidad? —cuestionó Carlos a Ely—, la única que recuerdo de ojos azules es Samantha —indicó. Ely elevó una de sus cejas. —No es necesario que la mamá tenga ese color de ojos, recuerda que Karol heredó los de tu mamá —informó—, podría ser que el niño tiene los genes de Rosario. Carlos parpadeó, y asintió, el comentario de su esposa tenía lógica, por lo que no dijo más, instantes después bajaron al comedor. Karla y Karol habían madrugado y dejaron hecho el desayuno. Gabo se encontraba en su computador chateando con alguien, pero al ver a sus papás de inmediato cerró su laptop. —Buenos días —saludó a ambos. —Hola —respondió Carlos—, te has levantado pronto.Gabo sonrió.
Carlos Gabriel tomó el avión de regreso a Oaxaca, una vez que se acomodó en el asiento presionó los párpados sabiendo que sus padres no se quedaron muy convencidos con la historia de aquel romance con la compañera de universidad. Inhaló hondo sabiendo que ese secreto no tardaría en descubrirse, entonces un escalofrío le recorrió la columna, al saber que Pau estaba en peligro. Se quedó pensativo un par de minutos y luego decidió que era momento de leer el diario que ella le encontró, y conocer con exactitud a qué era lo que se enfrentaban. Con las manos temblorosas abrió ese cuadernillo, y empezó a leerlo desde el principio: “Mi nombre es Paula María Alvarado. Si estás leyendo esta libreta, seguro es porque soy una estadística más de todas las mujeres que han desaparecido sin dejar rastro. Escribo estas líneas por dos motivos: Uno para desahogar el infierno que estoy viviendo y dos porque te pido que sea entregada a manos de mi familia: Alvarado Robles o a quien fuera mi prometido