Carlos Gabriel tomó el avión de regreso a Oaxaca, una vez que se acomodó en el asiento presionó los párpados sabiendo que sus padres no se quedaron muy convencidos con la historia de aquel romance con la compañera de universidad. Inhaló hondo sabiendo que ese secreto no tardaría en descubrirse, entonces un escalofrío le recorrió la columna, al saber que Pau estaba en peligro. Se quedó pensativo un par de minutos y luego decidió que era momento de leer el diario que ella le encontró, y conocer con exactitud a qué era lo que se enfrentaban. Con las manos temblorosas abrió ese cuadernillo, y empezó a leerlo desde el principio: “Mi nombre es Paula María Alvarado. Si estás leyendo esta libreta, seguro es porque soy una estadística más de todas las mujeres que han desaparecido sin dejar rastro. Escribo estas líneas por dos motivos: Uno para desahogar el infierno que estoy viviendo y dos porque te pido que sea entregada a manos de mi familia: Alvarado Robles o a quien fuera mi prometido
Gabo arrugó el ceño, resopló. —¿Por qué piensa que terminamos? —cuestionó. —¿Vos le cuentas de nosotros? —reclamó elevando el tono de su voz. Pau abrió los ojos, sorprendida, su respiración se agitó.—Me conoces bien, yo no hablo de mi vida con nadie —explicó—, fue por lo que ocurrió en el restaurante entre Melissa y tú —dijo—, no nos habíamos visto, ni hablado desde entonces. Solo le mandé un correo para solicitar unos días para salir de viaje, eso es todo. No te alteres, por favor —suplicó, mirándolo con timidez.Gabo inhaló profundo, y relajó sus músculos, se aclaró la garganta. —No desconfío de vos, pero sí de las intenciones de ese sujeto —expuso con seriedad—, no deseo a otro Gael en nuestras vidas —comentó—, lamento si te asusté —se disculpó. Pau exhaló e inhaló profundamente un par de veces.—Después de lo sucedido, le aclaré que las cosas entre nosotros no han finalizado —mencionó—. Tampoco deseo toparme con otro hombre como ese… —omitió la palabrota que deseaba decir—. L
Paula María sujetó a su pequeño buscando alejarlo de esa mujer, uno de sus hombros punzó con fuerza.—¡Lárgate! —exclamó con firmeza—. Lo que tengas que arreglar con Carlos Gabriel, hazlo con él, lo que pasó entre ustedes es asunto suyo, no quiero que te acerques a mi hijo, porque no sabes de lo que soy capaz. —La miró con frialdad—. No me conoces, aléjate de aquí y no vuelvas a mi casa —refirió, sintiendo como Angelito comenzaba a llorar asustado.Melissa carcajeó al ver que logró su propósito de asustar al niño. —Volveré por Gabo —sentenció y se marchó. —¡Infeliz! —gruñó mientras se acercaba al ascensor, se quedó pensativa—. Ese rostro… —se llevó la mano a la barbilla—, lo he visto en algún lugar. ¿Quién sos? —susurró hablando sola. Paula María estrechó al pequeño e ingresó al apartamento, se dirigió al sillón donde tomaron asiento, su pecho ardía lleno de furia, presionó sus ojos y respiró profundo para contenerse, y reconfortar a su hijo.Entre sollozos, Angelito intentó hablar:
Melissa se miraba al espejo en la suite del hotel que se hospedaba, resoplaba furiosa al rememorar la pelea con aquella mujer. —¿Quién sos? ¿De dónde saliste infeliz? —cuestionó gruñendo—, no puedes tener un mocoso con mi Gabo, el único hijo de él, será el nuestro —aseguró y se llevó la mano al vientre. En ese instante tocaron a la puerta, y pensó que era la comida, de inmediato abrió, y frente a ella apareció un oficial. La mujer arrugó el ceño, y se puso nerviosa. —¿Qué desea? —cuestionó. —Dejarle esto —informó—, es mejor que acate las órdenes. Melissa arrebató con fuerza el sobre, y sacó el documento, abrió sus ojos de par en par al leer que se trataba de una orden de restricción. —¡No puede ser! —gruñó y lanzó la puerta con furia—. Así que te llamas Gabriela Arriaga —indicó—, pero esto no se va a quedar así, dejo de llamarme Melissa si piensan que no volveré acercarme a mi Gabo —decretó y luego corrió a abrir su laptop y buscar información acerca de Gaby, pero lo raro fue q
Segundos después aquellos impactos pararon entonces un grupo armado ingresó para, buscando entre la gente que estaba debajo de las mesas resguardandose. Uno de los hombres empujó con fuerza la puerta de la cocina, sin embargo no pudo abrirla, se asomó a través de la ventana, pero no vio nada que la detuviera, intento ver hacia donde estaban las personas, pero los vidrios se empañaron.—¿Qué demonios sucede? —Gael gruñó molesto al no ver nada, ordenó a varios hombres que derribaran la puerta.En cuanto Pau llegó a la puerta se dio cuenta que tenía llave.—Está cerrada —dijo con desesperación.De pronto escuchó como la perilla comenzó a girar hasta que se abrió. Con las manos temblorosas logró abrirla.—Corre Pau, no te detengas —solicitó—, iré detrás de ti —doña Ofe mencionó.Paula María salió sin mirar atrás, su cuerpo temblaba aterrorizada, de que alguien más la reconociera o la alcanzaran.—No quiero volver a ese lugar —dijo agitada, entonces se metió entre una de las calles, para b
En ese momento Óscar corrió y tomó el suficiente impulso para dar una fuerte patada voladora, alejando al hombre de Gabo. Colocó en compás sus piernas y separó sus manos esperando a que alguno lo atacara.Uno de los sujetos soltó a Carlos Gabriel y se dirigió a Óscar, entonces comenzaron a soltarse golpes.Gabo de inmediato propinó de golpes al otro sujeto, y cuando lo vio en el piso casi inconsciente corrió a buscar a Pau. Pau temblaba sin poder controlar su cuerpo, se encontraba unas calles adelante, oculta entre unos arbustos, balanceaba como cuando era niña su cuerpo. Mientras se abrazaba a ella misma.Gabo caminaba por las calles sin saber a dónde dirigirse, sentía el corazón en la garganta, temía tanto que esos infelices se hubieran llevado a Pau, para ahondar más la situación su móvil había salido volando en la pelea, y no lo recuperó. —Pau —gritó con desespero, mirando que no lo estuvieran siguiendo. Paula María abrió los ojos al escuchar la voz de su ángel.—Aquí —dijo con
Gabo la abrazó y le acarició el cabello. —Debemos decirle, no sé como, pero hay que avisarle —expresó con tristeza—, pero cuando todo pase ellos podrán visitarnos —expuso—. No estés afligida, vas a ver que allá estaremos tranquilos. —Besó su frente. —Pensemos bien en cómo darle la noticia —sugirió—. Me gustaría que buscaras en qué hospital de allá puedan darle seguimiento a su tratamiento —expresó Pau—. Estoy segura de que estaremos bien. Es solo que estamos muy apegados a Sam, a Óscar y Norita —mencionó—, espero que esto se solucione pronto y volver a casa.—Cuando estemos allá haremos todo lo que pides, buscaremos el mejor especialista —mencionó—, comprendo tu tristeza, pero no nos vamos a otro planeta o sí —intentó bromear. Pau carcajeó. —Perdí mi nave espacial, y no puedo volver a casa. —Sonrió—, prefiero estar en donde tú estés a mi lado —refirió—. Quizás algún día te lleve a conocer mi planeta, por lo pronto me conformo con ser tu marciana favorita. —Suspiró.Gabo sonrió al
Samantha carcajeó al escucharlo y lo miró con ternura. —Sos todo un caballero, le llevas mucha delantera a tu papá —bromeó—. No te preocupes de que Óscar va a pagar la cama, debe dos. —Encogió sus hombros—, hasta ahora, puede que luego con ese peso rompa otra más. —Carcajeó. —Oye ¿cómo sabes que Gabo no me invitó a dormir muchas veces con él, porque estaba huerfanita de papás en Colombia? —Pau cuestionó riendo—. Todos estamos de acuerdo que mi hermano pague —señaló.—Pero Gabo te habrá invitado a dormir, con doble intención. —Soltó una risotada Sam—, en cambio, Angelito es un caballero. —Se llevó la mano a la barbilla. —¿A quién habrá salido? —cuestionó pensativa—, debe ser a tu familia. —Miró a Pau—, porque esos Duque, persiguen hasta una escoba con falda. —Carcajeó. Pau se aclaró la garganta y pensó en la lagartija.—Es verdad, de pronto tienen grandes tropiezos. —Mordió su labios—, es un Alvarado —indicó—, toma clases personalizadas con la dama sofisticada y distinguida —bromeó—