En horas más tarde.
Óscar y Samantha llegaron al hospital, para llevarle comida y un cambio de ropa a Gaby, la joven se encontraba acariciando su cabecita, para ayudarlo a dormir, ya que se encontraba inquieto, debido a que había tenido un fuerte dolor de cabeza, por la fiebre.
Giró su rostro hacia su familia y sonrió sin mucho ánimo, cuando su vista se fijó en su hermano sus ojos se abrieron de par en par al verlo golpeado, entonces se acercó a ellos, aprovechando que Angelito ya no se movió.
—¿Qué te ocurrió? —indagó bajito.
Samantha la cogió por las manos y la guio hasta la sala de la habitación para que tomaran asiento y pudieran charlar, luego de que
—Tranquilo no te hará daño —refirió Pau con tranquilidad y luego miró a Gabo—. En su debido tiempo te narraré lo que ocurrió, pero debes saber que las cosas, no son como parecen. —Inclinó su rostro pegando su mejilla a la de su hijo—. Tiene fiebre —comentó preocupada.Gabo tensó la mandíbula, y no dijo nada respecto al tema, pues tocó la frente del niño, y constató que tenía fiebre, enseguida la retiró para no asustar más al pequeño.—¿Desde cuándo padece la enfermedad? —indagó.—Hace unos meses comenzó a enfermarse de manera constante, lo estuve atendiendo en un hospital público —explic&
A tempranas horas del día siguiente.Paula María se encontraba sentada en uno de los sillones de la habitación del hospital recargó su cabeza sobre el respaldo del mueble y cerró sus ojos. Uno de sus pies se movía de forma repetitiva, debido a que estaba por presentarse el médico con los resultados de la compatibilidad entre Carlos Gabriel y su hijo.Su corazón palpitaba con fuerza, al tiempo que sentía un nudo en el interior de su estómago, aunque ella estaba completamente segura de que Gabo era su hijo, le faltaba saber si podría ser él quien le salvara la vida.Momentos después el médico ingresó a la habitación, al observar como la madre del pequeño se movía, supo que se encontraba ansiosa, por lo que se dirigió a ella y tomó asiento a su lado.—Buenos días —el médico la saludó. Ella abrió sus ojos y lo miró atenta, su mirada no podía ocultar su aflicción.—Esta zozobra me está matando —refirió con la voz temblorosa.—Lo comprendo, pero aquí traigo los resultados ¿Esperamos a que
Manizales- Colombia. Carlos Gabriel en el taxi que lo recogió en el aeropuerto viajaba rumbo a la hacienda la Momposina, divisaba aquel paisaje alrededor de la carretera lleno de plantaciones de cafetales. El aroma a café recién tostado se coló por sus fosas nasales, rememoró su época de niñez, adolescencia, y juventud cuando corría feliz por medio del campo y no tenía preocupaciones de ningún tipo. Inhaló profundo cuando el vehículo aparcó en la entrada principal de la hacienda de su familia, pagó al conductor y bajó su equipaje. No había avisado a nadie de su visita, no llegó a casa de sus padres porque necesitaba hablar con alguien que pudiera comprenderlo, sin juzgarlo, y aunque sabía que su madre no lo haría, requería hablar de hombre a hombre con su tío Joaquin. La primera en lanzarse a sus brazos fue la menor de sus primas: María Joaquina, la jovencita lo estrechó con calidez. —¡Qué sorpresa! —exclamó con gran emoción. —¿Por qué no avisaste que venías? Gabo correspondió
Al llegar a los apartamentos donde vivían, Óscar tomó al pequeño entre sus brazos para ayudar a Pau, mientras ella tomaba la maleta y la arrastraba.—¿Y mi coche? —Angelito cuestionó al no verlo entre las cosas que bajaron y luego dio un largo bostezo.Pau sonrió y lo miró con ternura.—Tu tía Sam lo trajo a la casa —refirió.—Me parece que alguien en lugar de llegar a jugar, se va a dormir —Óscar ladeó los labios—. Es mejor que descanses porque Norita tiene ganas de verte.—Solo me duermo dos minutos y la traes para jugar —solicitó mientras sus ojitos se cerraban.Al llegar a su piso Pau observó con emoción el interior, se dio cuenta de que olía bien, ya que prácticamente ella no había estado ahí en semanas, además que había hermosos arreglos de globos, metálicos de helio, mezclados con algunos de colores, además de carteles de bienvenida.En cuanto ingresaron Angelito abrió los ojos y observó el decorado, sonrió con emoción y miró a Sam quien estaba en compañía de Norita. El pequeño
Paula María pasó saliva con dificultad al escucharlo, su corazón bombeó con fuerza, lo miró a los ojos, sabiendo que ya era hora de hacerlo, por lo que se dirigió a la sala y tomó asiento, esperando a que él hiciera lo mismo.Carlos Gabriel se quedó de pie, la miró a los ojos. —¿Por qué mentiste, por qué me engañaste? —cuestionó sin preámbulos. Pau inhaló profundo entonces lo vio a los ojos sosteniéndole la mirada, como hacía mucho tiempo no se atrevía.—Vas a escucharme o vas a sentenciarme antes de hacerlo? —indagó elevando el mentón.—Por eso estoy averiguando —dijo él con seriedad—, deseo escuchar tus respuestas, si es que las tienes. Pau presionó sus manos para intentar calmar el nerviosismo que la abordaba, inclinó su rostro y comenzó a recordar.—No era mi intención hacerte daño, lo juro —mencionó sintiendo como su barbilla temblaba—. Yo tenía las mismas ilusiones y sueños que tú, sobre nuestra boda —explicó—. Hasta unas horas antes de nuestro matrimonio, me sentía llena de
Paula María lo miró de la misma forma que él lo hizo.—No vuelvas a compararme —señaló furiosa—, no pienso permitir que lo vuelvas a hacer —indicó—. Es mejor que te vayas —refirió—. No te preocupes que todo este tiempo yo he sido padre y madre para mi hijo y lo seguiré siendo —indicó—, no esperaba más de ti —expresó abriendo la puerta.Carlos Gabriel apretó la mandíbula. —Por supuesto que ya no me necesitas, ya obtuviste lo único que deseabas —espetó con profundo resentimiento—, espero jamás vuelvas a requerir mi ayuda —soltó y salió enfurecido del apartamento. Pau liberó una gran cantidad de lágrimas al ver que se marchaba.—Le romperás el corazón —mencionó con profundo dolor—, no volveré a hablar del pasado, pero no lo dejes así, pregunta mucho por ti —refirió llorando—. Y nada me importa más que el sufrimiento de Angelito —expresó—. No solo es mi hijo, también es tuyo. —la joven estalló en llanto.Gabo giró antes de irse y desaparecer por el elevador. —Es mío solo cuando a ti te
Paula María, se sintió como alguien muy especial ante los detalles del chico.Al llegar al lugar del conductor del Mini Cooper de Pau, Gabo, ajustó su asiento, haciéndolo hacia atrás, acomodó los espejos, le dio una última mirada a la joven, quien le correspondió de inmediato, ambos colocaron sus cinturones de seguridad, al encender el auto «El científico de Coldplay» , comenzó a escucharse. Una hora después llegaron a la residencia donde Pau vivía.Al entrar a la casa, estallaron en una risa, al recordar la buena tarde que pasó. Alondra, bajó al escucharlos.—Hola, buenas noches. —Se acercó a saludarlos ya darle la bienvenida al joven.—Que gusto saludarte Alondra. —Gabriel, sonrió con amabilidad.—Bien, da gusto que vengas a alegrar aún más los días a Pau. —Alondra, miró a su hija mientras se soltaba del abrazo que le dio a Gabo.La joven tiñó sus mejillas de rojo carmesí, al recordar los motivos de aquella congoja.—Ya está preparada la habitación de visitas, espero que te sientes
Carlos Gabriel con las manos en los bolsillos de sus vaqueros caminaba por las calles del centro histórico de Oaxaca, sumido en sus pensamientos. La confesión de Paula María retumbaba en su cerebro, y su corazón se sentía fragmentando, entonces se sentó en una de las frías bancas del parque central, y de pronto una niña de larga cabellera rubia que iba de la mano de su madre pasó frente a sus ojos, y a su memoria se vino el instante que conoció a Pau, dieciocho años atrás, cuando temerosa, abrazada a su mascota, llegó a la Momposina. Varias lágrimas bajaron por el rostro de Carlos Gabriel y la garganta se le secó, al rememorar la confesión que ella le hizo en la tienda de campaña que él armó en miedo de la hacienda. El corazón de Gabo se estrujó en el interior al darse cuenta de que siempre, desde niña, pagaba las consecuencias de los actos de otras personas, y luego sintió una fuerte punzada al recordar como la trató. Apretó con fuerza los puños y se puso de pie, caminando sin te