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Al llegar a los apartamentos donde vivían, Óscar tomó al pequeño entre sus brazos para ayudar a Pau, mientras ella tomaba la maleta y la arrastraba.

—¿Y mi coche? —Angelito cuestionó al no verlo entre las cosas que bajaron y luego dio un largo bostezo.

Pau sonrió y lo miró con ternura.

—Tu tía Sam lo trajo a la casa —refirió.

—Me parece que alguien en lugar de llegar a jugar, se va a dormir —Óscar ladeó los labios—. Es mejor que descanses porque Norita tiene ganas de verte.

—Solo me duermo dos minutos y la traes para jugar —solicitó mientras sus ojitos se cerraban.

Al llegar a su piso Pau observó con emoción el interior, se dio cuenta de que olía bien, ya que prácticamente ella no había estado ahí en semanas, además que había hermosos arreglos de globos, metálicos de helio, mezclados con algunos de colores, además de carteles de bienvenida.

En cuanto ingresaron Angelito abrió los ojos y observó el decorado, sonrió con emoción y miró a Sam quien estaba en compañía de Norita. El pequeño
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