― ¿Y para qué necesitas los papeles de Valery, si se puede saber? ―inquiere Dylan con el ceño fruncido y ella lo mira con una sonrisa ladina, porque estoy segura de que no necesita nada y solo está haciendo todo esto para ponerme en evidencia. ―Pues, verás, aquí todo funciona con tu identificación―señala y la miro toda extrañada―la casa club, las tiendas, los restaurantes, todo funciona con tu identificación, luego se carga todo a la cuenta de Dylan, desde luego―añade y yo la miro con el ceño fruncido. ¡Y vaya si todo esto es un abuso! ―Me parece que tienen todo un negocio redondo por aquí―le digo con una sonrisa―que debemos vivir aquí y que todos los comercios sean de ustedes―me burlo, pero ella hace un bufido. ―Pues, es el precio por vivir en un lugar tan exclusivo como este―me responde y ahora miro a Dylan, porque no se me ocurre qué responderle y él me pone en su costado y me besa la sien. ―Entiendo―se limita a decir Dylan, mientras le brinda una sonrisa―hemos tenido problemas
Y es cuando Maggie se fija en Neil y se pone algo nerviosa, luego me mira y yo niego con la cabeza, esperando a que se calle y se vaya directo a su habitación, pero, tal parece que mi hermanastro no pretende dejarla en paz, porque le detiene el paso. ―No sé de qué me habla, señor―le responde Maggie toda nerviosa―yo estoy al servicio de la señora Pemberton, como se debe imaginar―le indica y Neil está enfurecido y la toma por el brazo. ―No trates de engañarme, que sé bien lo que vi―la amenaza y yo trato de intervenir, pero es Dylan quien le suelta el agarre y se interpone entre ambos. ―Es mi empleada, así que te exijo respeto―le responde con el ceño fruncido y mi hermanastro se suelta de su agarre y se estira la camisa todo cabreado. ―No le permito que me tache de mentiroso―le dice todo molesto―sé lo que vi y hasta hablé con ella al respecto, pero no quiso ni siquiera hablarme, así que me fui al puesto de las mucamas a averiguar por ella―nos confiesa y ahora es que voy entendiéndolo
Entonces, noto que Amanda me mira con una ceja levantada y una sonrisa de lo más sarcástica, lo cual me pone en alerta ―También he ido a la costa de Marruecos y es preciosa―le responde Amanda, quien me da una sonrisa ladina― a que es hermosa, ¿verdad, Valery? ―inquiere y ahora me doy cuenta de que no tengo que lidiar con dos pirujas, sino con tres. Sin embargo, yo tengo lo que ellas más codician por aquí. A Dylan, por supuesto. ―Lo cierto es que debo confesar que no he viajado mucho―le digo con una sonrisa. Pero, en lugar de sentirme intimidada por sus fantásticos viajes y tal, miro a Dylan con una sonrisa y a él se le ilumina la cara, así que le paso mi mano por su mejilla y él besa la palma con delicadeza y me permito perderme en el azul de sus ojos, lo cual hace que una de ellas carraspee incómoda. ¡Ja! Ya van a saber quién soy yo. Así que salgo del embeleso de Dylan y miro nuevamente a Amanda. ― ¿En qué estaba? ―le digo, como si en verdad estuviera extasiada―ah, sí, te dec
― ¿No lo sientes? ―me dice, con su boca tan cerca de la mía, que su aliento me acaricia la piel―sé que también lo quieres―añade y sus manos recorren mis brazos, los cuales levanta, para recorrer mi costado con sus dedos y mi corazón va como si estuviera a todo galope, salvaje y desbocado. ―Dylan, esto no está bien―le digo―me está obligando a algo que no quiero―le suplico y él me mira y suspira. ―Está bien―me dice, pero todavía no me deja tranquila―pero quiero que seas sincera―me pide, sin embargo, se queda callado. Entonces, me besa apasionadamente, mientras que coloca las manos por encima de mi cabeza con una sola de las suyas. Y mi boca traicionera le corresponde, lo cual lo hace reír con una felicidad genuina. ― ¿Ves? Tu cuerpo es más sincero que tu mente―me dice, pero no entiendo de qué rayos está hablando, pero a él parece que no le interesa explicarme y, en lugar de eso, continúa besándome y yo hago lo mismo. Entonces, su mano se desliza por debajo de la camisa de mi piyama
― ¡Vaya que sí que eres virgen! ―se burla de mí y yo estoy tratando de entender qué es lo que ha encontrado gracioso― ¿En serio no sabes lo que ha pasado? ―me dice y yo lo miro con el ceño fruncido.―Pues, claro que sí, que me he hecho pis y usted se está burlando de mí, como si yo fuera su payaso personal―le espeto molesta―ahora, déjeme pasar, que tengo que ir al baño a ver cómo arreglo todo el desastre en que me he convertido―le indico y él me suelta y me da paso libre.Así que hago lo propio y cuando ya salgo bañada y con un cambio de ropa completo, él me mira y suspira.―Lo siento, Valery―me dice con una sonrisa sincera.― ¿Y por qué ahora se está disculpando, si no tiene la culpa del accidente que me acaba de pasar? ―le digo aún enojada con él.―Pues, claro que sí que tengo que ver―me señala y me explica el por qué mis pantaletas estaban húmedas, que no he sido yo, sino que eso suele ocurrir cuando las mujeres estamos excitadas―ya te dejaré en paz esta noche―me aclara y yo lo mir
La chica que nos está atendiendo o, más bien, que se está encargando de tratarnos a Maggie y a mí como si fuéramos unos gusanos con complejo de mariposas, está ahora al teléfono y nos mira con una ceja levantada, como si con eso debiéramos sentirnos como el chicle que se le ha pegado en la zuela. En tanto, Nessim entra a la tienda y nos mira fijamente. ― ¿Les ha ocurrido algo, señora Pemberton? ―me dice y me brinda una sonrisa. ―No es nada―le digo para que se tranquilice, pero Maggie se nota bastante preocupada―solo están verificando mis credenciales en las oficinas del corporativo, ya que la chica no está acostumbrada a ver una identificación como la mía―le señalo, pero tal parece que él no se está comiendo el cuento. Y tiene toda la razón. ―Hablaré con el señor Pemberton, si le parece bien―me dice pero yo pongo una mano para que se detenga. ―No es necesario―le digo con firmeza en la voz―ya todo se arreglará, ya lo verás. Entonces, la dependienta deja el celular y me mira con u
―No estarás pensando en… ―le digo, pero me interrumpe. ― ¿En qué? ―me dice, muy pagado de sí mismo― ¿en que ya viene siendo tiempo de que disfrutes de mi fortuna? ―me señala y yo no me lo puedo creer. ―En serio, Dylan, no te estoy entendiendo a qué te refieres―le digo toda anonadada. ―Muy sencillo, este fin de semana nos iremos a las casas de moda más prestigiosas de Europa, puesto a que mi esposa vestirá mejor que todas estas mujeres de por aquí―me aclara y yo me quedo anonadada. ―En serio, Dylan, no ha sido para tanto―trata de decirme, pero él me mira con el ceño fruncido, así que prosigo―ya estoy acostumbrada a todo eso y no es necesario que quieras demostrarle nada a nadie―le pido, pero él ahora mueve su cabeza de lado a lado. ―Te dije que te compraría ropa nueva y eso haré―me sentencia y yo no me puedo creer que esté metida en todo esto, así que trato otra cosa. ―Pero es que Maggie no podrá ir a Milán―le digo con algo de preocupación―ya sabes que es indocumentada, así que no
Recuerdo la primera vez que viajé a Europa, a Dinamarca, específicamente.Y fue tan cansado como este viaje, con la diferencia de que el otro fue más ameno, a pesar de que había más gente y no te traían el trago de licor al asiento, porque estaba en clase económica.Pero había caras mucho más felices que en esta ocasión, a pesar de que tan solo somos siete pasajeros, contando a los guardaespaldas.Por cierto, mi mejor amiga tuvo que quedarse, gracias a que este montón de gente se coló y no hubiera habido manera de que Maggie pasara los controles migratorios en Paris.― ¿Y a qué se debe esta visita a Europa? ―pregunta directamente el señor Clarkson y cuando estoy a punto de responder que es un regalo de Dylan por todas las humillaciones que recibí, cuando quise comprar en sus tiendas, mi esposo falso me detiene.―Un capricho de Valery, ya saben―le responde y yo lo miro toda seria―y como saben, solo estoy para complacerla―asegura y él ahora me mira directamente y me besa la mano, así qu