Siento decir que este será uno de los cuatro últimos capítulos que escribiré por el momento, pues me han dicho que a los lectoras no les gusta esta historia y hasta que no tenga comentarios positivos referente a ella, no debería continuarla. Así que esperaré a sus reseñas, para que me digan si es que ellos están en lo correcto o no.
― ¿No lo sientes? ―me dice, con su boca tan cerca de la mía, que su aliento me acaricia la piel―sé que también lo quieres―añade y sus manos recorren mis brazos, los cuales levanta, para recorrer mi costado con sus dedos y mi corazón va como si estuviera a todo galope, salvaje y desbocado. ―Dylan, esto no está bien―le digo―me está obligando a algo que no quiero―le suplico y él me mira y suspira. ―Está bien―me dice, pero todavía no me deja tranquila―pero quiero que seas sincera―me pide, sin embargo, se queda callado. Entonces, me besa apasionadamente, mientras que coloca las manos por encima de mi cabeza con una sola de las suyas. Y mi boca traicionera le corresponde, lo cual lo hace reír con una felicidad genuina. ― ¿Ves? Tu cuerpo es más sincero que tu mente―me dice, pero no entiendo de qué rayos está hablando, pero a él parece que no le interesa explicarme y, en lugar de eso, continúa besándome y yo hago lo mismo. Entonces, su mano se desliza por debajo de la camisa de mi piyama
― ¡Vaya que sí que eres virgen! ―se burla de mí y yo estoy tratando de entender qué es lo que ha encontrado gracioso― ¿En serio no sabes lo que ha pasado? ―me dice y yo lo miro con el ceño fruncido.―Pues, claro que sí, que me he hecho pis y usted se está burlando de mí, como si yo fuera su payaso personal―le espeto molesta―ahora, déjeme pasar, que tengo que ir al baño a ver cómo arreglo todo el desastre en que me he convertido―le indico y él me suelta y me da paso libre.Así que hago lo propio y cuando ya salgo bañada y con un cambio de ropa completo, él me mira y suspira.―Lo siento, Valery―me dice con una sonrisa sincera.― ¿Y por qué ahora se está disculpando, si no tiene la culpa del accidente que me acaba de pasar? ―le digo aún enojada con él.―Pues, claro que sí que tengo que ver―me señala y me explica el por qué mis pantaletas estaban húmedas, que no he sido yo, sino que eso suele ocurrir cuando las mujeres estamos excitadas―ya te dejaré en paz esta noche―me aclara y yo lo mir
La chica que nos está atendiendo o, más bien, que se está encargando de tratarnos a Maggie y a mí como si fuéramos unos gusanos con complejo de mariposas, está ahora al teléfono y nos mira con una ceja levantada, como si con eso debiéramos sentirnos como el chicle que se le ha pegado en la zuela. En tanto, Nessim entra a la tienda y nos mira fijamente. ― ¿Les ha ocurrido algo, señora Pemberton? ―me dice y me brinda una sonrisa. ―No es nada―le digo para que se tranquilice, pero Maggie se nota bastante preocupada―solo están verificando mis credenciales en las oficinas del corporativo, ya que la chica no está acostumbrada a ver una identificación como la mía―le señalo, pero tal parece que él no se está comiendo el cuento. Y tiene toda la razón. ―Hablaré con el señor Pemberton, si le parece bien―me dice pero yo pongo una mano para que se detenga. ―No es necesario―le digo con firmeza en la voz―ya todo se arreglará, ya lo verás. Entonces, la dependienta deja el celular y me mira con u
―No estarás pensando en… ―le digo, pero me interrumpe. ― ¿En qué? ―me dice, muy pagado de sí mismo― ¿en que ya viene siendo tiempo de que disfrutes de mi fortuna? ―me señala y yo no me lo puedo creer. ―En serio, Dylan, no te estoy entendiendo a qué te refieres―le digo toda anonadada. ―Muy sencillo, este fin de semana nos iremos a las casas de moda más prestigiosas de Europa, puesto a que mi esposa vestirá mejor que todas estas mujeres de por aquí―me aclara y yo me quedo anonadada. ―En serio, Dylan, no ha sido para tanto―trata de decirme, pero él me mira con el ceño fruncido, así que prosigo―ya estoy acostumbrada a todo eso y no es necesario que quieras demostrarle nada a nadie―le pido, pero él ahora mueve su cabeza de lado a lado. ―Te dije que te compraría ropa nueva y eso haré―me sentencia y yo no me puedo creer que esté metida en todo esto, así que trato otra cosa. ―Pero es que Maggie no podrá ir a Milán―le digo con algo de preocupación―ya sabes que es indocumentada, así que no
Recuerdo la primera vez que viajé a Europa, a Dinamarca, específicamente.Y fue tan cansado como este viaje, con la diferencia de que el otro fue más ameno, a pesar de que había más gente y no te traían el trago de licor al asiento, porque estaba en clase económica.Pero había caras mucho más felices que en esta ocasión, a pesar de que tan solo somos siete pasajeros, contando a los guardaespaldas.Por cierto, mi mejor amiga tuvo que quedarse, gracias a que este montón de gente se coló y no hubiera habido manera de que Maggie pasara los controles migratorios en Paris.― ¿Y a qué se debe esta visita a Europa? ―pregunta directamente el señor Clarkson y cuando estoy a punto de responder que es un regalo de Dylan por todas las humillaciones que recibí, cuando quise comprar en sus tiendas, mi esposo falso me detiene.―Un capricho de Valery, ya saben―le responde y yo lo miro toda seria―y como saben, solo estoy para complacerla―asegura y él ahora me mira directamente y me besa la mano, así qu
Cuando Dylan dijo que tenía un yate, yo solamente me vi recostada en el camastro de una cubierta, luego de lo cual, me daría un buen chapuzón en el mar de Liguria.Y es cuando me doy cuenta de lo ilusa que soy, considerando que tiene un avión privado y que puede darse los lujos que le dé la gana, después de todo, me ofreció tantas cosas, solamente para que aceptara ser su esposa durante todo un año.― ¡Vaya, vaya, Dylan Pemberton! ―se le escapa decir a Neil con genuina sorpresa―sí que has gastado un dinerito en este pequeño bote tuyo―le indica y yo estoy tratando de entender si es que habla de los diversos botes salvavidas que debe tener el enorme yate de tres pisos, con jacuzzi incluido.―Me la paso semanas en este yate, así que no pretenderás que no tenga todas las comodidades que necesito―le responde y me da un beso en la mejilla y entramos a la embarcación, en donde el capitán y dos sirvientas nos esperan, los cuales se desviven en atenciones.―Supongo que después de esto, podremo
Ver la manera en que el yate de Dylan está siendo evacuado, hace que me recorra rabia líquida por mis venas.Y no es que me creyera la dueña de la embarcación ni nada, porque, a pesar de tener todos los derechos, porque soy la esposa de Dylan, no se me olvida de que nuestra unión está ligada a un acuerdo y que dentro de un año, ya no seremos nada él y yo.Pero es que no hay un motivo aparente para que se encendiera una de las cubiertas.A menos que estuviera movida por la envidia, así que miro a Neil directamente.Y también lo hace mi falso esposo, quien se pasa las manos por la cabeza varias veces, tratando de calmar su frustración y la impotencia que debe sentir, mientras ve que parte de su bote está irremediablemente quemada.―Necesitamos que llene cierta documentación en la estación de policía―nos indica uno de los comisionados que se han presentado para controlar todo el hecho, ya que nunca faltan personas chismosas que se acerquen a un siniestro.―Desde luego―señala Dylan y todo
Debo ser muy honesta en lo que Neil me acaba de decir y es que me ha agarrado fuera de base, porque es demasiado descabellado, como para ser mentira.Y es que hay muchos elementos que me dan qué pensar, pero, el más importante de todos ellos es que se hayan colado en nuestro viaje así nada más, como si quisieran husmear en qué está metido mi marido.Pero, también hay otra cosa importante y es que Neil ha intentado amenazarme en el pasado y justo hace una semana estaba tomándome por el cuello haciendo lo mismo.Así que o está tratando de sembrar una intriga por aquí, que ya lo ha hecho, o en verdad que está preocupado por todo lo que está ocurriendo.Y, sin embargo, no haré nada, hasta hablar con Dylan acerca de todo esto.―Creo que te has equivocado en decirme todo esto―le digo de lo más tranquila―ya que es Dylan quien está metido en todo este enredo de la apuesta, por lo que sé―le recuerdo y él me mira y sonríe.―No, tú eres la más interesada en que el legado de tu padre no se pierda