―Y yo creía que usted quería que ganáramos este todo o nada, señor Clarkson―le digo de lo más risueña, tomándome del brazo de mi esposo falso, tratando de disipar esa pequeña duda que tiene nuestro anfitrión. ―Yo quiero muchas cosas, debo admitir―me dice con una sonrisa―y quisiera tenerlas todas, como te imaginarás―asegura y yo pongo los ojos en blanco. ―Y no lo dudo, después de todo, usted sale ganando en esta contienda, como quiera que lo mire―le señalo y miro a su hombre tomando las apuestas. ―Pues, eso es solo para ponerle sazón a este caldo que vendrían a preparar tu esposo y tu hermanastro―me dice con una ceja levantada―algo que pondrá más presión en esta pequeña rivalidad―indica, pero creo que se está equivocando en algo, en la proporción de la competencia, puesto que para Dylan como para Neil, esto no es ningún juego. Pero, hay algo más que le debo decir. ―Y, sin embargo, siento que debería sentirme ofendida―le digo con una afectación fingida―después de todo, ha puesto tod
Dylan se nota bastante inquieto, como si algo dentro de todo esto le molestara. Así que nos dirigimos a los jardines, en compañía de los guardaespaldas, quienes están al pendiente de que nadie nos escuche. ―Tal parece que todo esto suena a una gran trampa―me dice todo ofuscado―quieren que vaya a vivir en una especie de villa, en la cual viven los más prominentes socios―me revela y ahora trago en seco. ―Eso significa que usted y yo debemos…―trato de decir, pero él me interrumpe. ―Vivir en el mismo lugar que ese montón de cotillas―me responde y yo quedo pasmada. ―Ese montón de mujeres solo les interesa meterse en la vida de los demás―le digo asombrada. ―Así es y es por eso por lo que necesito que aceptes mi propuesta―me dice y creo que aceptaré, pero hay algo que tengo que solicitar, además. ―Sé que está dispuesto a todo y es por eso por lo que le debo solicitar algo más―le indico y él me sonríe―hay una persona que me cuida y yo estoy pendiente de ella, por lo que me gustaría que l
En realidad, no sé qué estoy haciendo y supongo que la adrenalina está hablando por mí, pero no voy a permitir que este hombre venga nuevamente a amenazar a Maggie, para que ella le dé todo el dinero que se gana tan duramente, porque Amelie, nuestra empleadora, se encarga de darnos trabajo extra, el cual no nos paga.Además, ella tiene una hija que necesita alimentarse y vestirse y no es justo que él se lleve el dinero para sus vicios.Pero ya va a ver John que no será fácil esta vez.―Una basura como tú, que se la pasa quitándole el dinero a Maggie, todo para gastarlo en tus vicios, me viene a decir qué tengo que hacer con mi vida―le digo y lo amenazo con el palo de la escoba, en cambio, Maggie corre hasta donde se encuentra su hija para consolarla.―Eso, ya te encargaste de despertar a mi hija con tus gritos―me echa en cara, pero yo me río de él―te juro que si no te interpusiera siempre en el camino, ya me la hubiera llevado de ti y de su madre ilegal―me grita y yo lo miro toda cabr
― ¿Y para qué necesitas los papeles de Valery, si se puede saber? ―inquiere Dylan con el ceño fruncido y ella lo mira con una sonrisa ladina, porque estoy segura de que no necesita nada y solo está haciendo todo esto para ponerme en evidencia. ―Pues, verás, aquí todo funciona con tu identificación―señala y la miro toda extrañada―la casa club, las tiendas, los restaurantes, todo funciona con tu identificación, luego se carga todo a la cuenta de Dylan, desde luego―añade y yo la miro con el ceño fruncido. ¡Y vaya si todo esto es un abuso! ―Me parece que tienen todo un negocio redondo por aquí―le digo con una sonrisa―que debemos vivir aquí y que todos los comercios sean de ustedes―me burlo, pero ella hace un bufido. ―Pues, es el precio por vivir en un lugar tan exclusivo como este―me responde y ahora miro a Dylan, porque no se me ocurre qué responderle y él me pone en su costado y me besa la sien. ―Entiendo―se limita a decir Dylan, mientras le brinda una sonrisa―hemos tenido problemas
Y es cuando Maggie se fija en Neil y se pone algo nerviosa, luego me mira y yo niego con la cabeza, esperando a que se calle y se vaya directo a su habitación, pero, tal parece que mi hermanastro no pretende dejarla en paz, porque le detiene el paso. ―No sé de qué me habla, señor―le responde Maggie toda nerviosa―yo estoy al servicio de la señora Pemberton, como se debe imaginar―le indica y Neil está enfurecido y la toma por el brazo. ―No trates de engañarme, que sé bien lo que vi―la amenaza y yo trato de intervenir, pero es Dylan quien le suelta el agarre y se interpone entre ambos. ―Es mi empleada, así que te exijo respeto―le responde con el ceño fruncido y mi hermanastro se suelta de su agarre y se estira la camisa todo cabreado. ―No le permito que me tache de mentiroso―le dice todo molesto―sé lo que vi y hasta hablé con ella al respecto, pero no quiso ni siquiera hablarme, así que me fui al puesto de las mucamas a averiguar por ella―nos confiesa y ahora es que voy entendiéndolo
Entonces, noto que Amanda me mira con una ceja levantada y una sonrisa de lo más sarcástica, lo cual me pone en alerta ―También he ido a la costa de Marruecos y es preciosa―le responde Amanda, quien me da una sonrisa ladina― a que es hermosa, ¿verdad, Valery? ―inquiere y ahora me doy cuenta de que no tengo que lidiar con dos pirujas, sino con tres. Sin embargo, yo tengo lo que ellas más codician por aquí. A Dylan, por supuesto. ―Lo cierto es que debo confesar que no he viajado mucho―le digo con una sonrisa. Pero, en lugar de sentirme intimidada por sus fantásticos viajes y tal, miro a Dylan con una sonrisa y a él se le ilumina la cara, así que le paso mi mano por su mejilla y él besa la palma con delicadeza y me permito perderme en el azul de sus ojos, lo cual hace que una de ellas carraspee incómoda. ¡Ja! Ya van a saber quién soy yo. Así que salgo del embeleso de Dylan y miro nuevamente a Amanda. ― ¿En qué estaba? ―le digo, como si en verdad estuviera extasiada―ah, sí, te dec
― ¿No lo sientes? ―me dice, con su boca tan cerca de la mía, que su aliento me acaricia la piel―sé que también lo quieres―añade y sus manos recorren mis brazos, los cuales levanta, para recorrer mi costado con sus dedos y mi corazón va como si estuviera a todo galope, salvaje y desbocado. ―Dylan, esto no está bien―le digo―me está obligando a algo que no quiero―le suplico y él me mira y suspira. ―Está bien―me dice, pero todavía no me deja tranquila―pero quiero que seas sincera―me pide, sin embargo, se queda callado. Entonces, me besa apasionadamente, mientras que coloca las manos por encima de mi cabeza con una sola de las suyas. Y mi boca traicionera le corresponde, lo cual lo hace reír con una felicidad genuina. ― ¿Ves? Tu cuerpo es más sincero que tu mente―me dice, pero no entiendo de qué rayos está hablando, pero a él parece que no le interesa explicarme y, en lugar de eso, continúa besándome y yo hago lo mismo. Entonces, su mano se desliza por debajo de la camisa de mi piyama
― ¡Vaya que sí que eres virgen! ―se burla de mí y yo estoy tratando de entender qué es lo que ha encontrado gracioso― ¿En serio no sabes lo que ha pasado? ―me dice y yo lo miro con el ceño fruncido.―Pues, claro que sí, que me he hecho pis y usted se está burlando de mí, como si yo fuera su payaso personal―le espeto molesta―ahora, déjeme pasar, que tengo que ir al baño a ver cómo arreglo todo el desastre en que me he convertido―le indico y él me suelta y me da paso libre.Así que hago lo propio y cuando ya salgo bañada y con un cambio de ropa completo, él me mira y suspira.―Lo siento, Valery―me dice con una sonrisa sincera.― ¿Y por qué ahora se está disculpando, si no tiene la culpa del accidente que me acaba de pasar? ―le digo aún enojada con él.―Pues, claro que sí que tengo que ver―me señala y me explica el por qué mis pantaletas estaban húmedas, que no he sido yo, sino que eso suele ocurrir cuando las mujeres estamos excitadas―ya te dejaré en paz esta noche―me aclara y yo lo mir