PARTE UNO: VIDAS CRUZADAS
CAPÍTULO UNO: ENCUENTRO
Una vez más, Andrea regresó al mundo. Los recuerdos ya se habían esfumado de ella. Una sonrisa tonta se dibujó en su rostro al darse cuenta que el matrimonio, una vida feliz y nada de eso estaba hecho para ella. Pero había algo que, no importaba la manera, no importaba lo que tuviera que hacer, había algo en ella que no cambiaba. Algo que siendo una niña, siempre lo supo. Ella quería ser madre, ella quería tener un hijo. Ahora que comprendía que a su vida no iba a llegar un príncipe azul, había algo a lo que se aferraba y eso era a un hijo. No sabía cómo pero tarde o temprano le diría a su abuelo que estaba esperando al heredero de los Muriel.
Un poco más cansada de lo normal, con el alcohol ya haciéndole un efecto extraño en el cuerpo, Andrea se levantó de su lugar en la barra y bebiendo el último trago de la copa, se quitó el anillo más falso que un hombre pudo darle para terminar de ahogarlo en la misma copa de la que ella había bebido.
Once de la noche. De las escaleras del segundo piso, un hombre de no más de sesenta y cinco años que bajaba con unos documentos en mano.
—Hija, ¿ya vas a descansar? —Preguntó su abuelo de manera preocupada al verla pasar a su lado.
Y es que el abuelo de Andrea jamás iba a dejar de preocuparse como si se tratara de un padre. El padre y la madre que dejaron a Andrea siendo una niña.
—Nos vemos mañana, abuelo —dijo Andrea sin mirarlo.
— ¿Sucede algo contigo, niña? ¿No saliste con tus amigas?
Andrea se detuvo con la intención de mirarlo. — ¿Para qué? Solo son amigas cuando les conviene ser mis amigas.
—Nunca voy a terminar de entenderte, Andrea. Lo tienes todo, eres bonita, eres rica, eres la heredera de los Muriel, a diferencia de otra gente en mi circulo no te he obligado a casarte, respeto tu decisión de no querer hacerlo sino quieres, lo que te hizo el desgraciado de Fermín ya es mucho para que yo te fuerce a tener otra relación.
Con una sonrisa tonta en el rostro debido al alcohol que había entrado en el sistema de Andrea, contestó. — ¿Sabes, abuelo? Sí hay una cosa que me hace falta.
—Dímelo, sé que puedo ayudar a mi nieta.
—Quiero un hijo, quiero ser madre. Eso es todo lo que quiero.
El abuelo de Andrea supo quedarse callado. Cada vez Andrea hablaba más en serio.
—Yo solo quiero ser madre —cantó mientras subía las escaleras rumbo a su habitación.
Ahí se quedó el señor Muriel, pensando en lo que su nieta le acababa de decir. Ella quería ser madre, en ella ya no estaba la esperanza de encontrar el amor, ella solo quería madre. Lo que no sabía es que a veces, de lo que más huimos es lo que más fácil nos encuentra y nos atrapa.
Con una sonrisa en el rostro, el señor Muriel miró a su nieta subir las escaleras. —Serás madre, mi pequeña Andrea, y no solo eso. En el lugar más despreciable, en el lugar en que menso lo imaginas, encontrarás eso a lo que le tienes tanto miedo. El amor te encontrará, Andrea, sé de lo que hablo.
Arriba, en la habitación, Andrea miraba al techo estando acostada en su cama. Para el siguiente día sería domingo, un domingo que pasaría sola. Quizá si tuviera un bebé con ella, juntos se irían a vivir la vida.
Pero no era exactamente el hecho de no tener con quién tener un hijo cuando ella era una de las mujeres más hermosas, era el hecho de que quería usar a un buen hombre, un hombre sano, un hombre de buen corazón pero sobre todo, un hombre que no le pidiera cuentas del hijo que ella iba a dar a luz. ¿En dónde encontrar a ese hombre? Sin duda pagaría mucho dinero por encontrarlo.
En ese momento el celular de Andrea sonó. Era una de sus amigas. Las falsas así como ella las llamaba.
— ¡Andrea! —Saludaron del otro lado de la línea.
—Hola —Andrea saludó sin ganas.
—Andrea, ¿dónde estás? Pensamos que vendrías.
— ¿A dónde?
— ¿No lo recuerdas? Te dijimos que hoy sábado era la despedida de soltera de Sonia, ¿estás lista? Nos vemos en un rato. No te olvides del nombre del bar. Hoy será una noche de chicas.
Y sin más, colgó.
Solo eso le faltaba a Andrea, ahora que lo recordaba ella había prometido acompañara a las chicas en la despedida de soltera de una de ellas.
— ¡¿Por qué me persigue la desgracia?! —Gritó Andrea con todas sus fuerzas.
Lo que no sabía, lo que menos podía imaginar es que quizá, su deseo había sido escuchado precisamente esa noche.
Dos destinos que se unían, dos vidas que comenzaban a unirse. Un solo propósito en la vida. Ser padres solteros.
Música alta, música a la que los oídos de todos esos jóvenes ya estaban acostumbrados cada fin de semana. ¿Cuánto tiempo más iba a pasar para que Diego se diera cuenta que esa era la única vida a la que podía esperar si esperaba siempre llegar a casa con la misma cantidad de dinero que ya tenían un fin antes de siquiera ser entregado en la manos de Diego.
Con una toalla húmeda, secándose el sudor que recorría por su abdomen bien formado y que parecía haber sido trabajado durante un largo tiempo, Diego sonrió a su amigo al mismo tiempo que se sentaba a su lado. Los gritos de las mujeres ahí al ver a los hombres bailar para ellas, no dejaba escuchar lo que Samuel –el amigo de Diego –le estaba diciendo.
—Una noche pesada, ¿no crees? —Preguntó Samuel quitándose el saco con el que había subido a la tarima a bailar para las mujeres.
—Estoy cansado de todo esto —dijo Diego secándose el sudor de la frente.
—No te quejes, aún no ha pasado lo peor.
—Solo pienso en eso y quiero salir corriendo. ¿A qué horas llegan esas mujeres?
—No sé, me imaginó que la jefa nos va a llamar en un momento y nos va a decir que nos vayamos preparando para ir a la habitación privada.
— ¿Noche de chicas? — Preguntó Diego.
La noche comenzaba y él ya estaba más cansado de lo normal.
— ¡No! Creo que es una despedida de soltera.
—Jamás voy a entender a las mujeres, ¿qué ganas con eso? Acaso, ¿no hay mujer que le interese otra cosa que eso?
—No digas eso, Diego, nosotros hacemos lo mismo.
—Pues a mí puedes excluirme de ese grupo. Como sea, no me importa, solo deseo que paguen bien y lo demás no me importa.
Y sin decir nada más, Diego se quitó la toalla de la espalda dejándola en el lugar en el que había estado sentando para así, dirigirse a tomar su posición. Su turno de bailar para las mujeres estaba por llegar de no haber sido por la mujer de vestido extremadamente corto, montón de maquillaje en el rostro y de avanzada edad la que lo hizo detener poniendo su mano en el perfecto abdomen de Diego.
—No tan rápido, niño —, dijo la mujer.
Aquella mirada que le daba a uno de sus trabajadores era la misma que le daba a todos los hombres que trabajan con ella mostrando su cuerpo a las mujeres. Pero, ¿quién era ella al final del día? Pues aquella mujer era Rebeca, la dueña de ese lugar, la que contrataba a los chicos siendo ella la primera para la que modelaran los cuerpos trabajados que a ella le gustaba ver ahí.
—Señora Rebeca —, nombró Diego sintiéndose un poco incómodo por lo que estaba sucediendo. — ¿Necesita algo?
Estaba demás decir que Diego siempre se había sentido acosado por ella pero al final, ese era el único trabajo que le había permitido tener con vida a su niña, no podía quejarse.
—De ti necesito mucho —dijo la mujer hablando en doble sentido. —Pero no es momento para eso, solo dile a tu amigo Samuel que se vayan preparando, las chicas que pagaron por la habitación privada y el baile privado están por llegar. Solo son tres, pidieron solo dos hombres.
—Está bien, señora Rebeca. Ya vamos para allá.
— ¿Diego?
— ¿Sí, señora Rebeca?
—Son mujeres de mucho dinero. Espero que las traten bien.
— ¡Por supuesto, señora!
Con la alegría invadiendo el rostro de Diego, se dirigió a ver a su amigo. Eran mujeres de mucho dinero, eso solo podía significar una cosa. Entre mejor ellos bailaran, mejor la paga y dinero era lo que más necesitaba Diego.
Doce de la noche. Un auto negro con los vidrios polarizados acababa de llegar. Y tres mujeres que bajaban del auto. Entre ellas, una que parecía que la habían levantado de la cama en contra de su voluntad.
Bostezando, Andrea miró el lugar. No era un bar de los que ella acostumbraba en su juventud, más bien parecía ser un bar un tanto corriente y no a la altura de Andrea Muriel ni de ninguna de las chicas ahí presentes.
— ¿Ya llegamos? —Preguntó Andrea bostezando.
Sus amigas gritaron emocionadas. — ¡No pongas esa cara, Andrea! No hay bar en el mundo que albergue los hombres más guapos del mundo. Te vas a morir en cuanto veas cómo bailan. ¡Vamos, vamos! —Dijeron las dos amigas de Andrea guiándola hasta la parte de atrás ya que, había solicitado un baile privado.
¿Qué más podía perder Andrea cuando ya estaba ahí? Era cierto que ahora quería comportarse como una mujer madura pero, un poco de diversión no vendría mal, ¿o sí?
Y sin más, Andrea se dejó guiar hasta la habitación.
Luces tenues color moradas y rojas, un sillón largo de piel, adornos por aquí y por allá, cortinas transparentes y en la pared, dos siluetas que eran marcadas por dos hombres que ya esperaban a las mujeres.
Inmediatamente una sonrisa se dibujó en el rostro de las dos primeras chicas mientras que en Andrea, solo curiosidad.
De pronto música sensual para los oídos de las jóvenes, dos hombres que comenzaron a bailar de manera sensual para ellas hasta que sin trabajo alguno, fueron guiadas a los sillones para comenzar a disfrutar del show.
Andrea nunca había sido del agrado de ese tipo de presentaciones por medio de los hombres pero si había algo que la misma Andrea no podía negar era lo trabajados que estaban los cuerpos de aquellos dos chicos que ahora solo vestían un saco mientras más del cincuenta por ciento de sus cuerpos estaban descubiertos.
Dos hombres tan diferentes, mientras uno era de cabello más claro, el otro tenía el cabello tan negro como la noche, mientras uno parecía sonreír más, el otro simplemente parecía cumplir con las órdenes, mientras uno parecía gozar con los aplausos y gritos de las amigas de Andrea, el otro parecía solo querer terminar su trabajo ya.
Inmensamente guapo, claramente concentrado en su trabajo, solo faltaba saber dos cosas, ¿qué tan inteligente era? ¿Qué tan lindo podría ser su corazón? ¿Podría haber Andrea encontrado al padre de su hijo?
PARTE UNO: VIDAS CRUZADAS CAPÍTULO DOS: PADRE DE UN HIJO NO NACIDO ¿Cómo las vidas de las personas podían ser tan diferentes y al mismo tiempo, tan iguales? Mientras unos sufrían en sus mansiones, con montones de dinero por lo que no podían tener, por lo que no podían comprar ni con todo el dinero del mundo, había quienes no lo tenían todo ese dinero pero tenían lo que la gente rica añoraba. Diego Cervantes, un hombre de la vida fácil, un hombre que tenía que soportar humillaciones, que las mujeres lo tocaran, le hicieran bailar para ellas, le ofrecieran más dinero a cambio de lo que él solo pocas veces había hecho.Andrea Muriel, una mujer que había sido engañada, una mujer que ya no creía más en el amor pero sin embargo, buscaba y vivía por el mismo sueño. El de tener un hijo. Vidas cruzadas, ellos no eran más que vidas diferentes que al final, se habían cruzado solo para un mismo fin. Creer en lo que ninguno de los dos creían, ser el complemento de uno y otro, uniendo sus polos
PARTE UNO: VIDAS CRUZADASCAPÍTULO TRES: EL DINERO TODO LO COMPRASentada a lado de la pequeña cama donde dormía la pequeña Fernandita, la señora Leticia no podía dejar de leer la revista que se había llevado a casa de Diego solo para tener algo que hacer mientras cuidada del pequeño ángel que Diego le había encargado.De un momento a otro los recuerdos vinieron a ella al darse cuenta de lo divinamente hermosa que lucía la pequeña Fernandita en la cama. Era increíble que solo un hombre como Diego se atreviera a tanto por la niña. Nunca iba a olvidar que solo habían sido dos años viviendo ahí, pagando una renta por la que Diego se esforzaba siempre ganar. Aquella primera vez, en la manera en la que ellos dos llegaron a la vida de la señora Leticia. Era una noche de lluvia cuando a su casa fue a tocar un hombre que cargaba a una niña de no más de cinco años y que era la misma a la que protegía con su suéter, llegó completamente empapado diciendo que estaba ahí por el anuncio afuera de l
PARTE UNO: VIDAS CRUZADAS. CAPÍTULO CUATRO: MUY PRONTO EL ARREPENTIMIENTO LLEGAEn menos de quince minutos, Diego fue capaz de llegar a la casa donde la pequeña Fernandita ya debía de estarle esperando. Ni siquiera sabía con que se iba a encontrar, ni siquiera sabía cómo iba a poder frenar lo que sea que le estuviera pasando a su pequeña hija.Al momento de llegar a casa, tuvo que doblar sus fuerzas para ver de frente con lo que se estaba enfrentando a esas horas dela madrugada.—Hijo, hasta que llegas, Fernandita, no sé qué tiene, no sé qué le pasó, estaba bien, estaba durmiendo tranquila cuando de pronto comenzó a toser de esta manera, hijo, yo, yo no sé que hacer.—Tranquila, señora Leticia, todo va a estar bien —dijo Diego acercándose a la niña.Con dolor, con lágrimas en los ojos se dio cuenta que su hija estaba sufriendo de lo mismo que él no le podía quitar con el solo hecho de arrancar esa enfermedad de ella.—Mi niña, mi princesita, ¿cómo estás? —preguntó Diego ocultando lo
PARTE UNO: VIDAS CRUZADASCAPÍTULO CINCO: MUJER INGOBERNABLE Y si tan solo alguien más hubiera podido ver en el corazón de una mujer que solo hubiera querido vivir eternamente feliz mientras le entregaba todo de ella al hombre que la amara de la manera más sincera, seguramente ella no sería quien ahora parece ser ante el mundo.Ahí, enfrente de la mesa de juntas se encontraba sentada la mujer más codiciada por muchos, la misma de una inteligencia excepcional, la misma que había sabido llevar bien la empresa, la misma de la que el propio abuelo temía. Su nieta, la gran Andrea Muriel.— ¿En verdad creen que si presentamos modelos así lo vamos a tener todo? —Preguntó Andrea.Estaba harta de ver lo mismo en el mundo, ¿por qué el mundo insistía en exponer a las mujeres como si se tratara de ventas? ¿Cómo si de alguna manera se dijera que entre más mujeres pusieran en los anuncios iba a significar más entrada de dinero a la compañía?Si una mujer era puesta en uno de sus tantos anuncios er
PARTE UNO: VIDAS CRUZADAS CAPÍTULO SEIS: POR AQUELLA INSEGURIDAD En su oficina, con mil pensamientos en la cabeza, con todo lo que tenía que hacer y con toda una compañía que era para ella y que tarde o temprano iba a pasar a ser de ella, se sentía sola, la persona más sola del universo.Era cierto que ella podía ser todo lo inteligente que el mundo dijera, era cierto que ella podía ser todo lo bonita que el mundo quisiera, una niña rica, una niña que estaba en la edad perfecta para disfrutar de la vida al mismo tiempo que esperaba por el amor de su vida, el amor que ella siempre esperó tener, la realidad era que ese mismo mundo que la veía siendo la mujer más bonita, rica e inteligente era el mismo que la había engañado una y otra vez.Aquellos sueños, aquellas metas, aquel cuento de hadas en el que ella quiso traer un hijo al mundo no era más que un tema de película. La realidad era que Andrea se sentía sola, más sola que nadie, sin que el mismo dinero pudiera comprar un poco de l
PARTE UNO: VIDAS CRUZADAS CAPÍTULO SIETE: INSEGURIDADES DE SER Ni siquiera había logrado pasa alimento y es que así, era siempre que a él le tocaba estar en el hospital. Las primeras veces siempre preguntándose por que la vida lo había escogido a él para darle una hija que sufriera frente a sus ojos sin que él pudiera hacer mucho, después, conforme los días fueron pasando comenzó a preguntarse qué era lo que tenía que hacer para no ver a su hija así y cuando creyó encontrar respuesta fue cuando comenzó aquel trabajo que no era digno para muchos pero que le daba más de lo que cualquier otro trabajo podía darle, así pasaron los días hasta ese momento en el que seguía sufriendo por su hija, ahora las preguntas habían cambiado, ahora él solo quería saber con qué derecho la gente que tenía todo el dinero del mundo y que fácilmente podía comprar la vida de una dulce niña que no había hecho nada al mundo, se burlaba de la gente que sí tenía la necesidad de ese dinero.Jamás iba a perdonar
PARTE UNO: VIDAS CRUZADAS CAPÍTULO OCHO Cargando entre sus brazos a la luz que siempre sería de sus ojos, la luz que había llegado solo para demostrarle todo de lo que es capaz un padre por su hija, y por la vida misma, Diego abrió la puerta de la pequeña vivienda en donde habían estado viviendo por cerca de dos años, mientras una sonrisa invadía su divino rostro. Sabía que no tenía mucho tiempo para conseguir el dinero de la cirugía de su hija pero eso quitaba que él sintiera que esos momentos en donde su hija parecía disfrutar de la salud completa se debía de aprovechar al máximo. Como había prometido que lo haría esa mujer cuando sobre sus brazos puso el pequeño cuerpecito de una niña a la que dejaba sin el calor de madre.—Y… ¡Llegamos! —Dijo Diego expresando solo felicidad.—Papá.— ¿Sí, mi niña?— ¿Me trajiste mis chocolates de siempre?El gesto de Diego cambió. ¿Cómo hacerle entender que ella estaba tan enferma que ni él tuvo el tiempo de pensar en sus chocolates, los que sie
PARTE UNO: VIDAS CRUZADAS CAPÍTULO NUEVE El cielo ya se había oscurecido para el momento en que Diego entraba en aquel show. La realidad era que parecía ser muy extraño el hecho de que la señora Rebeca lo hubiera citado más temprano que a todos los demás chicos pero como se sabía, a veces la señora Rebeca actuaba de esa manera para no hace encelar a los otros chicos cuando había shows que debían de ser liderados por los más guapos, los de mejor cuerpo, los de mejor trato y seguramente eso debía de ser para él en ese momento. Quizá Diego estaba a punto de sacar todo el dinero que sacaba en todo el fin de semana con solo un show. Lo que más necesitaba ahora era dinero, dinero para el tratamiento de su hija.Al único que le había hablado para decirle lo que le había dicho la señora Rebeca era a su amigo Samuel, el mismo que siempre había estado a su lado para apoyarlo en lo que más necesitaba. El mismo que lo había llevado a trabajar a ese lugar cuando más desesperado lo vio por la sal