PARTE UNO: VIDAS CRUZADAS
CAPÍTULO TRES: EL DINERO TODO LO COMPRA
Sentada a lado de la pequeña cama donde dormía la pequeña Fernandita, la señora Leticia no podía dejar de leer la revista que se había llevado a casa de Diego solo para tener algo que hacer mientras cuidada del pequeño ángel que Diego le había encargado.
De un momento a otro los recuerdos vinieron a ella al darse cuenta de lo divinamente hermosa que lucía la pequeña Fernandita en la cama. Era increíble que solo un hombre como Diego se atreviera a tanto por la niña. Nunca iba a olvidar que solo habían sido dos años viviendo ahí, pagando una renta por la que Diego se esforzaba siempre ganar. Aquella primera vez, en la manera en la que ellos dos llegaron a la vida de la señora Leticia. Era una noche de lluvia cuando a su casa fue a tocar un hombre que cargaba a una niña de no más de cinco años y que era la misma a la que protegía con su suéter, llegó completamente empapado diciendo que estaba ahí por el anuncio afuera de la casa
“Se renta vivienda”
El corazón de la señora Leticia se hizo trizas en ese momento, justo verlos de esa manera se dio cuenta que ya no le importaba el dinero del depósito que ella pedía para dejarlos vivir, ella solo quería que la niña ni el padre se siguieran mojando. Fue de esa manera en que Diego y su hija entraron en la vida de la señora Leticia y ahora era ella quien se encargaba de la pequeña desde que descubrió el verdadero trabajo de Diego y la enfermedad de la pequeña Fernanda.
En ese momento en que la señora Leticia pareció regresar a su lectura, la tos de la pequeña Fernanda la trajo de vuelta al mundo. Parecía ser una tos seca, una tos insoportable, una tos que la hizo levantar de un momento a otro.
—Fernandita, hija, ¿qué te pasa? —Preguntó la señora levantando a la niña, quien no dejaba de toser. —Tengo que llamar a tu padre.
Y es que entre más Andrea ponía los ojos en el hombre que estaba frente a ella y que por un momento parecía asustado por lo que ella le fuera a preguntar o decir hacer, Andrea se daba cuenta que era un hombre excepcional. Era cierto que no le hacía gracia haberse encontrado con el futuro padre de su hijo en un lugar así pero no podía negar que ese hombre era perfecto.
¿Qué era lo que Diego podía pensar de ella? Ella era claramente una mujer muy hermosa, de mucho dinero, eso lo podía ver a simple vista, seguramente de aquellas jóvenes que pensaban que podían tenerlo todo solo con pagar, pagar y pagar. Y aunque tuvieran que pasar por la dignidad del mismo Diego, era dinero lo que necesitaba para la enfermedad de su hija.
Cabello rubio, ojos azules, alta, vestía buena ropa, una sonrisa mágica en su rostro. Ella era una mujer realmente hermosa.
— ¿En qué le puedo ayudar, señorita? —Insistió Diego no pudiendo creer las palabras de esa mujer.
Andrea rió al momento. — ¡No te lo he dicho ya? ¿No he sido lo suficientemente clara? Ya te lo pregunto una ve más, ¿estarías dispuesto a ser el padre de mi hijo a cambio de esa cantidad de dinero?
Diego no evitó reír. Eso que ella le estaba diciendo debía de ser una broma.
—Dime, ¿con cuántas mujeres te has acostado? —Continuó preguntando Andrea. Si de algo ella estaba segura es que no importaba lo guapo que él fuera, lo inteligente que fuera, ella no quería a un hombre que le pagaban por acostarse con medio mundo. Ella quería creer que el solo era bailarín y ya.
— ¿Por qué es eso importante, señorita?
—Porque si cobras para acostarte con mujeres me temo que no podemos seguir con el trato.
Diego sonrió incrédulo. — ¿Y qué le hace pensar que aquí estamos comenzando a hablar de un trato?
— ¿Ni siquiera por esa cantidad de dinero?
—Lo que me pide usted es más loco de lo loca que usted puede estar.
Lejos de que Andrea se enojara por sus palabras, eso solo le ocasionó reír. Él era un hombre fuerte, un hombre de carácter. Sin duda eran sus genes lo que necesitaba.
— ¿Crees que estoy loca por querer ser madre?
—No, no, señorita, usted no está loca por querer ser madre, está loca por venir hasta aquí y pedirle a un hombre cualquiera que sea el padre de su hijo. ¿Para qué quiere a ese bebé si no será concebido con amor como todas las mujeres desean concebir?
— ¿No puedo ser la excepción? —Preguntó Andrea de manera retadora.
—No cuente conmigo para lo que desea hacer.
—Te pagaré bien solo que seas el padre de mi hijo, no necesitas volvernos a ver nunca.
— ¿Cree que estaré bien sabiendo que hay un bebé mío por cualquier parte del mundo con una madre desquiciada? Ni todo el dinero del mundo comprará mi decisión o mejor dicho, la decisión que usted quiere. ¡Está loca, señorita!
Y sin más, furioso por lo que esa mujer le había pedido, Diego salió de esa habitación privada dejándola ahí.
Una sonrisa se pintó en el rostro de Andrea. Ese era el hombre que ella quería. Ella quería un hijo de él. Tarde o temprano iba a encontrar su debilidad.
Por un momento Diego no pudo creer lo que esa mujer le había pedido. En ese momento, su celular comenzó a sonar. Prontamente se dio cuenta que se trataba de la señora Leticia. ¿Qué era lo que había pasado con su hija ahora?
—Señora Leticia, ¿qué pasa con Fernanda?
— ¡Ay, hijo! Fernandita no para de toser, hace un momento tosió sangre.
Las lágrimas parecieron venir a los ojos de Diego. Mientras había gente que buscaba tener hijos por tener él solo quería que su hija estuviera bien.
—Voy para allá, señora Leticia.
No sabía cómo pero su hija tenía que estar bien, hiciera lo que tuviera que hacer.
PARTE UNO: VIDAS CRUZADAS. CAPÍTULO CUATRO: MUY PRONTO EL ARREPENTIMIENTO LLEGAEn menos de quince minutos, Diego fue capaz de llegar a la casa donde la pequeña Fernandita ya debía de estarle esperando. Ni siquiera sabía con que se iba a encontrar, ni siquiera sabía cómo iba a poder frenar lo que sea que le estuviera pasando a su pequeña hija.Al momento de llegar a casa, tuvo que doblar sus fuerzas para ver de frente con lo que se estaba enfrentando a esas horas dela madrugada.—Hijo, hasta que llegas, Fernandita, no sé qué tiene, no sé qué le pasó, estaba bien, estaba durmiendo tranquila cuando de pronto comenzó a toser de esta manera, hijo, yo, yo no sé que hacer.—Tranquila, señora Leticia, todo va a estar bien —dijo Diego acercándose a la niña.Con dolor, con lágrimas en los ojos se dio cuenta que su hija estaba sufriendo de lo mismo que él no le podía quitar con el solo hecho de arrancar esa enfermedad de ella.—Mi niña, mi princesita, ¿cómo estás? —preguntó Diego ocultando lo
PARTE UNO: VIDAS CRUZADASCAPÍTULO CINCO: MUJER INGOBERNABLE Y si tan solo alguien más hubiera podido ver en el corazón de una mujer que solo hubiera querido vivir eternamente feliz mientras le entregaba todo de ella al hombre que la amara de la manera más sincera, seguramente ella no sería quien ahora parece ser ante el mundo.Ahí, enfrente de la mesa de juntas se encontraba sentada la mujer más codiciada por muchos, la misma de una inteligencia excepcional, la misma que había sabido llevar bien la empresa, la misma de la que el propio abuelo temía. Su nieta, la gran Andrea Muriel.— ¿En verdad creen que si presentamos modelos así lo vamos a tener todo? —Preguntó Andrea.Estaba harta de ver lo mismo en el mundo, ¿por qué el mundo insistía en exponer a las mujeres como si se tratara de ventas? ¿Cómo si de alguna manera se dijera que entre más mujeres pusieran en los anuncios iba a significar más entrada de dinero a la compañía?Si una mujer era puesta en uno de sus tantos anuncios er
PARTE UNO: VIDAS CRUZADAS CAPÍTULO SEIS: POR AQUELLA INSEGURIDAD En su oficina, con mil pensamientos en la cabeza, con todo lo que tenía que hacer y con toda una compañía que era para ella y que tarde o temprano iba a pasar a ser de ella, se sentía sola, la persona más sola del universo.Era cierto que ella podía ser todo lo inteligente que el mundo dijera, era cierto que ella podía ser todo lo bonita que el mundo quisiera, una niña rica, una niña que estaba en la edad perfecta para disfrutar de la vida al mismo tiempo que esperaba por el amor de su vida, el amor que ella siempre esperó tener, la realidad era que ese mismo mundo que la veía siendo la mujer más bonita, rica e inteligente era el mismo que la había engañado una y otra vez.Aquellos sueños, aquellas metas, aquel cuento de hadas en el que ella quiso traer un hijo al mundo no era más que un tema de película. La realidad era que Andrea se sentía sola, más sola que nadie, sin que el mismo dinero pudiera comprar un poco de l
PARTE UNO: VIDAS CRUZADAS CAPÍTULO SIETE: INSEGURIDADES DE SER Ni siquiera había logrado pasa alimento y es que así, era siempre que a él le tocaba estar en el hospital. Las primeras veces siempre preguntándose por que la vida lo había escogido a él para darle una hija que sufriera frente a sus ojos sin que él pudiera hacer mucho, después, conforme los días fueron pasando comenzó a preguntarse qué era lo que tenía que hacer para no ver a su hija así y cuando creyó encontrar respuesta fue cuando comenzó aquel trabajo que no era digno para muchos pero que le daba más de lo que cualquier otro trabajo podía darle, así pasaron los días hasta ese momento en el que seguía sufriendo por su hija, ahora las preguntas habían cambiado, ahora él solo quería saber con qué derecho la gente que tenía todo el dinero del mundo y que fácilmente podía comprar la vida de una dulce niña que no había hecho nada al mundo, se burlaba de la gente que sí tenía la necesidad de ese dinero.Jamás iba a perdonar
PARTE UNO: VIDAS CRUZADAS CAPÍTULO OCHO Cargando entre sus brazos a la luz que siempre sería de sus ojos, la luz que había llegado solo para demostrarle todo de lo que es capaz un padre por su hija, y por la vida misma, Diego abrió la puerta de la pequeña vivienda en donde habían estado viviendo por cerca de dos años, mientras una sonrisa invadía su divino rostro. Sabía que no tenía mucho tiempo para conseguir el dinero de la cirugía de su hija pero eso quitaba que él sintiera que esos momentos en donde su hija parecía disfrutar de la salud completa se debía de aprovechar al máximo. Como había prometido que lo haría esa mujer cuando sobre sus brazos puso el pequeño cuerpecito de una niña a la que dejaba sin el calor de madre.—Y… ¡Llegamos! —Dijo Diego expresando solo felicidad.—Papá.— ¿Sí, mi niña?— ¿Me trajiste mis chocolates de siempre?El gesto de Diego cambió. ¿Cómo hacerle entender que ella estaba tan enferma que ni él tuvo el tiempo de pensar en sus chocolates, los que sie
PARTE UNO: VIDAS CRUZADAS CAPÍTULO NUEVE El cielo ya se había oscurecido para el momento en que Diego entraba en aquel show. La realidad era que parecía ser muy extraño el hecho de que la señora Rebeca lo hubiera citado más temprano que a todos los demás chicos pero como se sabía, a veces la señora Rebeca actuaba de esa manera para no hace encelar a los otros chicos cuando había shows que debían de ser liderados por los más guapos, los de mejor cuerpo, los de mejor trato y seguramente eso debía de ser para él en ese momento. Quizá Diego estaba a punto de sacar todo el dinero que sacaba en todo el fin de semana con solo un show. Lo que más necesitaba ahora era dinero, dinero para el tratamiento de su hija.Al único que le había hablado para decirle lo que le había dicho la señora Rebeca era a su amigo Samuel, el mismo que siempre había estado a su lado para apoyarlo en lo que más necesitaba. El mismo que lo había llevado a trabajar a ese lugar cuando más desesperado lo vio por la sal
PARTE UNO: VIDAS CRUZADAS CAPÍTULO DIEZ Sintiendo no poder respirar debido al beso que Diego le estaba dando de manera brusca a la mujer y que era lo que más había querido durante tanto tiempo, la mujer se alejó poco a poco de él con una coqueta sonrisa.Sin duda en el mundo había todo tipo de personas, sin duda en mundo sabía ser más descarado de lo que podía ser esa mujer la que miraba a Diego como si se tratara del platillo más delicioso que su paladar pudiera probar.Diego sintió estar nervioso por un momento, había caído muy bajo solo por la vida de una pequeña que no merecía pasar por todo lo que estaba pasando, aquellos dolores, aquella tristezas, aquellas sonrisas que ya se habían perdido debido a la tristeza de no saber cuál sería el momento último de ella.Y era por eso que ahí estaba el padre de Fernandita peleando por la vida que alguien más se aferraba a quitarle.—Diego —nombró la mujer no pudiendo creer que eso estuviera pasando entre los dos.—Señora Rebeca —contestó
PARTE DOS: PADRE DE UN HIJO NO NACIDOCon los brazos cruzadas sobre el pecho, con la mirada fija en aquellas personas que parecía estar todas en contra de un solo hombre y con las prendas siempre siendo elegantes, Andrea apareció como el regalo de vida, el milagro de noche, la única mujer capaz de entrar en la vida de aquel hombre. Aunque era muy pronto como para decirlo de esa manera.— ¿Puedo ayudarle en algo, señorita? —Preguntó la mujer igualmente, cruzándose de brazos. Por supuesto que la reconocía, por supuesto que recordaba que había sido ella quien le preguntara por Diego.— ¿Qué está pasando aquí? —Continuó preguntando Andrea sin tener miedo de nada.—Señorita, el bar aun no abre —dijo uno de los policías.— ¿Y qué le hace pensar que estoy aquí por el bar?—Entonces, ¿podría desalojar el abr para poder resolver este asunto?— ¿Serás que por eso estoy aquí? Creo que hice una pregunta y son ustedes lo que no me han contestado.— ¿Tiene algo que ver con este hombre? —Señaló uno