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PARTE UNO: VIDAS CRUZADAS

PARTE UNO: VIDAS CRUZADAS 

CAPÍTULO DOS: PADRE DE UN HIJO NO NACIDO 

¿Cómo las vidas de las personas podían ser tan diferentes y al mismo tiempo, tan iguales? Mientras unos sufrían en sus mansiones, con montones de dinero por lo que no podían tener, por lo que no podían comprar ni con todo el dinero del mundo, había quienes no lo tenían todo ese dinero pero tenían lo que la gente rica añoraba. 

Diego Cervantes, un hombre de la vida fácil, un hombre que tenía que soportar humillaciones, que las mujeres lo tocaran, le hicieran bailar para ellas, le ofrecieran más dinero a cambio de lo que él solo pocas veces había hecho.

Andrea Muriel, una mujer que había sido engañada, una mujer que ya no creía más en el amor pero sin embargo, buscaba y vivía por el mismo sueño. El de tener un hijo. 

Vidas cruzadas, ellos no eran más que vidas diferentes que al final, se habían cruzado solo para un mismo fin. Creer en lo que ninguno de los dos creían, ser el complemento de uno y otro, uniendo sus polos opuestos. 

Para Andrea, esa noche que había sido una total perdida de tiempo en un principio, ahora lo lograba ver con ilusión. No sabía quién era el hombre que bailaba frente a ella pero que ya lograba mirarla dándole la atención que no le daba a las otras jóvenes. No sabía si era un hombre inteligente, astuto, de mal corazón, lo que si sabía es que era un hombre guapo y hasta donde podía saber, era un hombre saludable. 

Sin querer seguir ahí, queriendo saber de una vez por todas quién era el hombre, Andrea salió de la habitación privada con la intención de hablar con la persona que hubiera contrato a ese hombre. La misma persona que debía de saberlo todo de él. 

Tan pronto como Andrea pidió hablar con la persona encargada del lugar, el personal se movió buscando por la señora Rebeca. Ellos podían hacer esperar a todos menos a una mujer con tanto dinero como ella. 

—Señorita, ¿me buscaba? —Preguntó una mujer de edad madura con una sonrisa nerviosa en el rostro.

Tan pronto como Andrea se dio cuenta de la manera tan descarada en que vestía supo que ella era la mujer que estaba a cargo de los hombres de ese lugar. 

— ¿Podemos hablar un momento?

La mujer de nombre Rebeca asintió son saber que queja ahora le iban a dar de los dos hombres que habían sido contratados para ese show. 

En la pequeña oficina de la mujer, Andrea tomó asiento tan pronto como Rebeca le dio autorización de hacerlo. Solo esperaba que nada malo hubiera pasado con la joven frente a ella y uno de los hombres. 

—Y bien, ¿en qué puedo ayudarle, señorita? ¿Alguna queja del servicio que contrataron?

Andrea desvió la mirada. Ni siquiera sabía cómo iba a preguntar lo que quería sin parecer una loca por el hombre que no se podía quitar de la cabeza. 

—De los dos hombre que bailaron en el show —comenzó diciendo Andrea —, quiero saberlo todo del hombre de cabello negro, aquel que no parecía sonreír tanto como su compañero. 

La sonrisa de Rebeca desapareció poco a poco de su rostro. Ni siquiera sabía por qué ella le decía eso pero seguramente, nada bueno tuvo que haber pasado para que Andrea exigiera aquella información.

De igual manera, los deseos de Andrea Muriel debían de ser órdenes para cualquier persona que la hubiera escuchado. 

Sentada en la misma habitación privada en la que aquel show había tenido lugar, las luces apagas, Andrea con las piernas cruzadas al igual que los brazos esperaba pacientemente por la persona que había mandado a llamar sin poder dejar de pensar en lo que la mujer que contrataba a esos hombres le había dicho. 

“Su nombre es Diego, Diego Cervantes. Llegó hace un par de meses a trabajar aquí, nunca voy a olvidar esa noche. Exigía el trabajo diciendo que no importaba lo que tuviera que hacer. Él necesitaba dinero. Incluso me pidió que le pagara la noche por adelantado. Resulta que tiene una hija, la niña de seis o siete años tiene leucemia. Hay días que está bien hay días que está mal. Es un hombre sano, tiene un gran corazón pero sobre todo, es el amor de padre lo que lo mueve. Entre todos los hombres que ves trabajar aquí, él es el único que lo hace realmente por necesidad, una necesidad de vida o muerte."

Andrea suspiró esperando por su cita. Ahora tenía una respuesta a todas sus preguntas. Ahora entendía por qué ese impulso en el corazón cuando lo vio por primera vez. Él era un buen hombre y al parecer, ella por fin iba a ser capaz de hacer su sueño realidad. 

Aquel hombre era padre. Ella quería ser madre, seguramente él iba a entender perfectamente por lo que ella estaba pasando. 

En ese momento la puerta de la habitación se abrió dejando ver la sombra de un hombre. 

—Buenas noches, señorita, ¿me llamaba? —Preguntó una voz varonil. 

Al momento las luces se encendieron. Frente a Andrea ahora aparecía un hombre completamente vestido sencillamente. Alguien que no parecía pertenecer a ese mundo. 

Andrea sonrió. —Sí, sí, querido Diego. Yo te mandé traer. 

— ¿En qué puedo servirle? —Preguntó él al momento. 

Ahora que Andrea lo tenía más de cerca se daba cuenta de lo guapo que era. Ahora solo quería medir su capacidad de pensar. Ella necesitaba un hijo fuerte, un hijo sano. 

— ¿Cuánto ganas aquí por noche? —Preguntó Andrea.

Diego sonrió incrédulo. — ¿Disculpe?

—Sí, te pregunto cuánto ganas por noche. 

—Bueno pues... No mucho, no lo que usted gana, eso es seguro. 

Andrea sonrió. —Y si yo te diera la oportunidad de ganar medio millón de pesos, ¿qué estarías dispuesto a hacer?

Los ojos de Diego se abrieron en sorpresa. — ¿De qué me habla, señorita? 

—Me pregunto si, ¿estarías dispuesto a ser el padre de mi hijo a cambio de esa cantidad de dinero? 

Finalmente la prueba para medir la inteligencia y astucia dr ese hombre había llegado. 

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