Jake dio un paso atrás mientras Nina pensaba exactamente en qué iba a decirle, pero no se le ocurrió nada.
—Yo… es probable que no esté cerca por un tiempo —murmuró él—. Y si tú quisieras irte en lo que yo resuelvo esto…
—¿Irme? —Nina arrugó el ceño—. No esperé un año para irme cuando las cosas se ponen interesantes.
Jake le dirigió una mirada preocupada, pero asintió. A fin de cuentas si no hubiera sido por su pericia para encontrar el cuerpo de Mason, él no habría llegado jamás a la conclusión que había llegado sobre el asesinato del viejo.
—Ok, pero cuídate, por favor —le pidió antes de girarse hacia la puerta, pero no llegó a ella. En dos pasos cubrió el espacio que los separaba y su boca impactó contra la de Nina con un beso
—Honestamente, puedes ir haciendo las maletas —murmuró Kolya sentándose en aquel sofá y cruzando las piernas con descuido—. Esto está a punto de acabarse.Nina arrugó el ceño y se sentó junto a él. Su hermano había regresado más callado que de costumbre de la estación de policía.—¿Por qué dices eso? —lo interrogó.—El ave de mal agüero me pidió que hiciera lo mismo que hice con el auto de Mason —le contó Kolya—, solo que esta vez con el auto de Meredith Lieberman, y su coartada para la noche del asesinato se fue por el suelo. La que iba manejando el auto era Danielle Campbell.—No era nada que no imagináramos ya —murmuró Nina—. Ahora solo es oficial...—Y lo está investigando él. Eso era lo que tú querías, ¿
Si en ese mismo momento no hubiera estado sentado, las rodillas de Jacob Lieberman hubieran cedido bajo su peso, pero por suerte o por desgracia, estaba sentado en aquella ambulancia mientras se dirigían al hospital y Norton le explicaba de dónde habían salido los dos millones y medio de dólares y cómo y cuándo se habían transferido.Se llevó una mano al puente de la nariz, y trató de respirar, pero no podía agobiarse en ese momento con más de lo que podía controlar.—OK, primero lo urgente, después lo importante —rezongó dejando a Connor en el hospital y saliendo en una patrulla hacia el departamento de su amigo.Allí recogió todos los documentos importantes, incluso los que tenían en la caja fuerte, porque no estaba seguro de qué pudiera hacer Weiss. TomÓ su auto, que había dejado en el estacionamiento del edif
Jake miró aquella silla por un instante, pero terminó sentándose en ella. Ser interrogado por Katerina Orlenko no era asunto gracioso, solo esperaba que no le apuntara también aquella pistola a la cabeza. —No te defiendes mal —murmuró ella—, pero estando en la situación en la que estás, deberías acostumbrarte a cargar a tu mejor amigo. Jake arrugó el entrecejo sin entender y Katerina se palmeó el arma con una sonrisa displicente. —El perro es el mejor amigo del hombre y la pistola la de la mujer. No hay que alimentarlo, ni sacarlo a pasear, te defiende cuando lo necesitas y no te orina los muebles. —Mejor dicho imposible —declaró Jake—. Me aseguraré de conseguirme una de esas. —Te diría que tengo el presentimiento de que las cosas se van a poner difíciles a partir de aquí, pero la verdad es que no me guío por los presentimientos. Hace un año que estoy observándolo todo, y hasta ahora me había mantenido al margen… pero acabo de recuperar a mi h
Jake entró cojeando al hospital para recoger a Connor. Las últimas palabras que había intercambiado con Katerina Orlenko habían sido determinantes.—Llévate lo que necesites, como si jamás fueras a volver —le dijo la mujer, y ante el gesto de incomprensión de Jake, añadió—. Voy a mandar a un equipo a limpiar este lugar. Si por cualquier motivo alguien llega a matar al idiota que dejamos ir, lo cual es muy posible, no quiero que vean ni un rastro de su sangre en este departamento.—Realmente piensas en todo ¿verdad? —murmuró él y ella se encogió de hombros.—La experiencia —replicó antes de indicarle que se fuera; y ahora Jake estaba allí, arrastrando su cadera adolorida hasta el cuarto de hospital donde estaba Connor.La doctora justo estaba firmando su alta, porque ya los estudios habían indicado que el
Nina sintió un extraño escalofrío recorriéndola. Algo, esa parte de su cuello que últimamente se erizaba cuando había peligro, le despertó todos los instintos.—¡Habla, Jacob! ¿¡Qué estás haciendo!? —demandó saber.—Vamos tras Randall Weiss —respondió él y Nina pasó saliva, preocupada.—¡Ese hombre es peligroso! —espetó intentando disimular su nerviosismo—. ¿Tú quién te crees que eres? ¿¡Rambo!?—No voy a ser yo, sino la policía. Pero digamos que por si acaso… preferí verte antes…Y eso era más que suficiente para que ella entendiera que se iban a jugar el todo por el todo.—Pues si la policía va a hacerlo ¿qué pintas tú en todo esto? —le reclamó Nina y Jake d
Meredith retrocedió, todavía con la jeringa en la mano y la expresión horrorizada mientras Jake se arrancaba del brazo la aguja del suero y se sentaba en la cama.—¡Ja-Jacob…!—Te hice una pregunta —siseó él—. ¿Eso fue lo que le dijiste al viejo cuando le inyectaste la sobredosis de morfina? ¿«Dulces sueños»?La mujer pestañeó, espantada, pero cualquier intento por esconder la jeringa que llevaba en la mano o justificarse estaba de más.—¡Jacob, no…! ¡Escuchaste mal! ¡No fue así…!—¿Ah, no? —él frunció el ceño y se tocó la cabeza como si de verdad se la hubiera golpeado—. Porque yo creo haberte escuchado decir que debías haberle metido algo más doloroso que una sobredosis de morfina, como cianuro, por ejemplo.
Yuri literalmente voló sobre un par de muebles cuando el grito de Nina le llegó desde el despacho, y empujó la puerta con un hombro solo para encontrarse a Jake y a Tyler enredados en un amasijo de puñetazos.Aleksei entró trastabillando tras él, casi chocando con su espalda, pero cuando lo vio detenerse tan tranquilo hizo lo mismo.Tres segundos después Katerina se asomó a la puerta y solo esbozó un pequeño: «¡Ah!», antes de marcharse de nuevo, como si aquello fuera algo completamente esperado.—¡Yuri! ¿¡Pero qué haces!? ¡Sepáralos! —gritó Nina y Yuri se cruzó de brazos.—¿Y yo por qué? —rezongó.—¡Pues… pues…!—Además se ve bien. Hasta aquí me salpica la sangre —añadió Aleksei dándole
Había duda en su expresión, pero él sabía que ella no se retractaría de su decisión. —Nina… Nina mírame. —Jake sentía que el corazón le dejaría de latir de un momento a otro, pero aquello era necesario—. Esto tiene parar. Tienes que darte la oportunidad de detenerte mientras puedas. La vio sacar las manos lentamente de las suyas y levantarse. —Lo sé. Pero saber que toda gente estaba libre… No puedes entenderlo, pero era como si eso no me dejara respirar. —Las lágrimas le empañaron los ojos, y le dio la espalda, porque no quería que Jake viera debilidad en ella. Sin embargo en menos de un segundo, sintió que la abrazaba por detrás y besaba su cabeza. —Sí te entiendo —murmuró con suavidad—. Por eso me hice abogado, porque me reventaba que la gente mala siguiera en la calle… aunque yo sea uno de ellos. La estrechó con fuerza, mientras Nina intentaba conservar un poco de entereza. Estaba cansada, estaba agobiada, y si era sincera lo único