Jacob Lieberman no escuchaba razones, no le importó nada cuando escuchó a su mejor amigo decirle que debía regresar porque habían adelantado la audiencia de Nina, así que Tyler Wilson podía cansarse de gritar que igualmente mandó a preparar el avión, y lo único que lo demoró para emprender el regreso hacia América, fueron los m@lditos permisos de vuelo, que tardaron más de siete horas en salir.
Por desgracia eso significaba que, por mucho que se apurara, era probable que aquella audiencia comenzara sin él; y en efecto, su avión todavía estaba a varias horas de aterrizar cuando ya Nina, vestida con sencilles y sobriedad, era escoltada dentro del juzgado y llevada hacia la sala del juicio.
Extrañamente, tenía el corazón en calma.
Katerina estaba allí.
Kolya estaba allí.
Aleksei estaba allí.
Yuri estaba allí.
Pasaron pocos minutos antes de que pusieran a todos en orden y cerraran la sala, porque era una vista privada. Del la
Seis días, esos eran demasiados días como para que la evidencia estuviera fuera de una cadena de custodia y todos lo sabían, pero Allen y el fiscal habían preferido omitirlo. Maiser había estado persiguiéndose la cola en los últimos meses, ninguno esperaba que fuera a cuestionar lo más básico, que era la seguridad de las pruebas entre la muerte de la víctima y la incautación de la evidencia.—Muy bien, seis días… ¿Y los sacó de una caja de seguridad? ¿Estaban bajo llave? ¿Puede asegurar que nadie más en la casa tuvo acceso a ellos durante ese tiempo?—¡Nadie más ganaba algo al matar a Theodore Liberman! —exclamó Allen con rabia.—Pues yo veo una herencia multimillonaria que ganó la familia Lieberman cuando mi clienta fue a la cárcel —replicó Aleksei—. Pero de nue
Jake hubiera preferido que literalmente Connor lo usara como saco de boxeo, antes de que le repitiera con tanta convicción aquellas palabras.—¡¿De qué mierd@ estás hablando, Connor!? ¿¡Cómo que ella no lo hizo…!? —le gritó mientras veía aquel auto alejarse de allí.—¡Pues que no lo hizo, Jacob…! Ella no mató a tu padre —insistió Connor.—¡Pero…! ¡Pero…!—Pero nada, súbete al auto, tengo que llevarte a un lugar —dijo su mejor amigo empujándolo al otro lado del estacionamiento.Jake bufó con impotencia altes de subirse al asiento del copiloto, y solo rumió su frustración en silencio mientras atravesaban la ciudad.—¿Tú hiciste que retiraran los cargos contra ella? —gruñó.—Sí
Jake no supo cuánto tiempo pasó, si fueron minutos, horas o siglos, pero el mundo se le hizo inusualmente claro mientras las palabras de aquella mujer seguían resonando en su cabeza.«…el señor Lieberman no era el padre de la bebé… era su abuelo…»«…el señor Lieberman no era el padre de la bebé… era su abuelo…»«…el señor Lieberman no era el padre de la bebé… era su abuelo…»—¡Jacob! —alguien intentaba llamarlo, pero era como si su cerebro fuera un disco rayado.«…era su abuelo…»«…era su abuelo…»«…era su abuelo…»—¡Jacob! —La bofetada, seca y pesada, lo hizo centrar la mirada en Connor, que lo veía con ojos asustados—. ¿Jake? ¿E
El cielo oscuro.El ala blanca del avión privado.La incertidumbre de comenzar una vida nueva y completamente diferente, lejos de todo lo que conocía.Todo aquello pesaba con más fuerza en el alma de Nina a cada minuto que pasaba, pero ahora al menos estaba libre.—¡Oye! —Yuri puso frente a ella un vaso de vodka y se acomodó a su lado—. Tranquila, pronto estaremos en casa.Llevaban más de doce horas de vuelo y ya estaban sobre territorio ucraniano, así que Yuri parecía emocionado por llegar. Nina, que en cambio no había salido jamás de Estados Unidos, solo se sentía ansiosa y agobiada.—¿Estás segura de que Katerina está bien? —volvió a preguntar con insistencia.Todavía no conseguía llamarle mamá, pero eso no quitaba que estuviera extremadamente preocupada.Por razones de se
Las últimas palabras que Jacob escuchó de Nina, fue la amenaza de que se arrepentiría toda vida por lo que le había hecho.Ahora, un año después y desesperado por encontrar a la hija que perdió, Jake se ha convertido en un hombre taciturno, amargado y lleno de dolor, que se refugia en el trabajo para mantener el rastro de cordura que le queda.Y por más que ha añorado verla regresar, no imagina que Nina Smith ha muerto, porque la mujer que vuelve en su lugar, aunque tenga su mismo rostro, tiene un corazón muy diferente.Yelena Orlenko, la Mariposa, se presenta en la sociedad de Nueva York con un solo propósito: hacer caer a sus enemigos uno a uno, hasta llegar a él, el más odiado de todos: Jacob Lieberman. Y no se detendrá ante nada, no vacilará, no tendrá compasión porque al final se vale todo…¡Sí, vale todo…
El grito de dolor se volvió un gruñido mientras Nina rodaba por la hierba sosteniéndose el brazo. La sensación era horrible, como si le estuvieran arrancando un pedazo del cuerpo, pero solo se quedó allí, boca arriba, jadeando.—Vamos, vamos… no fue nada… —escuchó la voz del hombre y que venía a ayudarla, y cuando lo tuvo lo suficientemente cerca metió una pierna entre sus pies y giró sobre sí misma, haciéndolo caer estrepitosamente.—Y aquí es cuando saco mi arma y te doy dos tiros por dislocarme el hombro ¡de nuevo! —gruñó mientras Yuri reía, tratando de levantarse.—¡Oye! ¡Ojo por ojo! ¡Tú me lo hiciste a mí hace dos semanas! —exclamó su hermano, levantándola y sentándola en una de las bancas del jardín antes de arrodillarse frente a e
Nueva York era hermoso en aquella época, faltaban solo un par de meses para la navidad, y la ciudad estaba iluminada, llena de adornos y de música en las calles. Lo único inusual era la niebla. Había tanta que Jake ni siquiera se distinguía los pies, pero de lo que sí fue consciente fue de aquella niña que corría hacia él.Había estado buscándola un año entero. Cada día de su vida era para buscarla, cada centavo que tenía era para detectives privados, pistas, informantes. Ya se había metido con la mafia rusa, y lo habían mandado al hospital tres semanas de la paliza monumental que le habían dado, pero al menos estaba seguro de que ellos no se la habían llevado.Nina también había desaparecido. Ni siquiera Mateo había logrado encontrarla, como si todo rastro de su paso por el mundo hubiera sido borrado. Eso no podía ha
Nina sintió la vibración del teléfono en la mesita junto a su cama, y aunque sabía que no era para ella, abrió los ojos y lo alcanzó. Lo dejó sobre el colchón a su lado y presionó el botón de escuchar en cuanto la llamada fue contestada.«¿Mateo…?», escuchó la misma voz que oía cada mañana desde hacía un año.«Jacob… ¿cómo estás?»«Igual que ayer y preguntando lo mismo», respondió Jake. «Por favor, dime que tienes algo… ¡cualquier cosa, Mateo! ¡Me conformo con lo que sea!»«Lo siento. De verdad lo siento, Jacob, pero no hay ningún cambio de ayer a hoy», respondió Mateo.«¡Pero tienen que estar en algún lugar, Mateo! ¡No se las puede haber tra