CAPÍTULO 62

Entro a grandes zancadas en la oficina de mi tío. La vista que me recibe no está lejos de lo que esperaba. La tía Ava está sentada rígidamente en su silla, golpeando con el pie con un furioso staccato el suelo de madera pulida. El tío Leo, por el contrario, parece aparentemente tranquilo, su expresión inescrutable mientras espera que yo tome asiento y le explique la situación.

Armándome de valor, me hundo en la silla frente al tío Leo, muy consciente de la presencia hirviente de Ava a mi lado. La tensión en la sala es palpable. Puedo ver que esta conversación va de manera muy horrible, pero con suerte, con mi vida y la seguridad de Amelia en juego, no será así.

—¿Por qué diablos trajiste ese animal a mi casa? —A

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