CAPÍTULO 100

—¿Puedo verlos de nuevo?— pregunto, mi voz sin aliento por la anticipación, una sonrisa vertiginosa se extiende por mi rostro mientras espero a que Nicolás revele su espalda una vez más, para mostrarme el tatuaje de mis labios que adorna sus cicatrices. Incluso ahora, la realidad me roba el aire de los pulmones, haciendo que mi corazón palpite salvajemente en mi pecho.

Su sonrisa de respuesta es suave e indulgente, sus ojos brillan con calidez mientras se gira lentamente, dejándome la espalda al descubierto. Respiro profundamente ante la vista, mis dedos me pican por trazar las delicadas líneas de tinta, por mapear las crestas y valles de sus cicatrices. No sé si algún día me acostumbraré a ver esta prueba tangible de su amor, esta declaración permanente grabada en su propia piel.

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