***************LOREY****************—Que esté rica, que esté rica, que esté rica —pido, una y otra vez, cuando tengo una rebanada de pizza, que ya había preparado, frente a mí y servida en un plato—. Por favor, que esté rica —susurro otra vez, al tiempo en que la tomo con mis manos y la elevo hasta colocarla a la altura de mi boca—. Vamos, tienes que estar muy rica...—¡Lorey! ¡Ya! —escucho de pronto, la voz de mi madre; y aquello logra exaltarme hasta el punto de soltar mi pizza y que esta cayera en la mesa.Ante ello, mi mejor amiga, quien estaba a mi lado, comienza a reírse como si no hubiese mañana.—De verdad, hija, estoy muy intrigada por saber quién es esa persona a la que le has preparado esa pizza —menciona mi madre—. Está muy nerviosa, Lorey —indica; y yo me muestro algo apenada, sonrojada y, al mismo tiempo, por extraño que parezca, sonrío.—Espero que esa sonrisa le haya dicho algo, señora Mery —le dice Chiara; y yo me sonrojo mucho más.—Ay, Chiara. Si es lo que me imagi
***************LEO****************—Deberías invitarla a cenar, Leonardo —me pide mi madre, al acercarse a Fabrizio para terminar de peinarlo—. A ella y a su amiga —señala firme—. No me imaginaría mi mundo sin uno de mis pastelitos —menciona al hacer alusión a mis hijos.Sí. Ella los llamaba pastelitos.—Es linda —musita Fabrizio; y mi mamá parece sorprenderse por el comentario de mi hijo—. Le gusta Star Trek como a papá —añade con su característica ternura; y yo sonrío.—¿Te agrada? —le pregunta mi madre, con mucha curiosidad; y mi hijo asiente muy tímido.—Hoy... haremos pizza —le dice con sus ojos brillosos de ilusión; y aquello me hace sentir muy feliz—, pero... será de vegetales —aclara como temeroso—. Mamá no... se molestará por eso... ¿o sí... papà? —cuestiona con un extraño tono de voz que denotaba miedo; y eso, para ser muy honesto, e preocupaba demasiado, puesto que me hacía pensar en lo que me había dicho Max sobre Norka y... sus terapias.—Fabrizio —lo nombro al colocarme
***************LOREY****************—Pues... dejaré mi presente por aquí —preciso nerviosa y emocionada al mismo tiempo— porque lo abriré cuando vayamos a comer la pizza, ¿está bien? —le pregunto a los hombres que tenía frente a mí (bueno... a un hombre y... un tierno niño).—El regalo es tuyo; lo puedes abrir cuando desees —precisa Leonardo—. ¿No es así, Fabri? —le pregunta a su hijo; y él asiente de manera dulce.—Gracias... —musito al sonreírles y, luego de ello, suspiro profundamente—. Bueno, entonces... les diría que empecemos de una vez, pero... ¿quisieran algo de tomar antes? ¿Un jugo? ¿Agua? ¿Té?—Yo estoy bien, no te preocupes —me dice Leonardo; y yo le sonrío.—¿Qué hay de ti, Fabrizio? ¿Un jugo? —le pregunto; y él niega con su cabeza—. ¿Un té? —niega otra vez—. Mmmm... —me quedo pensativa unos cortos segundos— tengo... leche chocolatada... ¿te apetece? —interrogo; y él, sorpresivamente, asiente—. ¡Perfecto! Entonces un vaso de leche chocolatada... ¿fría? ¿tibia?—Babbo...
***************LOREY****************—¿Qué... qué pasó? —pregunto preocupada y desconcertada al verlo derramar lágrimas—. Leo... —lo nombro y lo miro al mismo tiempo como para que me dé una idea.—Tranquila, Lorey —me pide sereno, al tiempo en que se gira a ver a su hijo directamente.—Fabrizio... —lo nombro nerviosa, apenada y preocupada.—Lorey... —Leo me mira otra vez—, tranquila —enfatiza otra vez, pero, en esta oportunidad, me sonríe; y no entendía por qué.—Okey..., okey... —musito igual de nerviosa, pero no iba a decir nada más, ya que Leo estaba a punto de hablar con su hijo.—Fabrizio, mírame —le pide él; y el pequeño niño lo hace.Lo mira con sus ojos cargados de lágrimas.—Mi amor, está bien...—Babbo —lo nombro lloroso y luego, se echa en sus brazos.—Fabri... —susurra Leo, al abrazarlo muy fuerte.Yo no estaba entendiendo nada de lo que pasaba, pero sabía que algo no había hecho bien. Eso era demasiado evidente.—Babbo...—Mi amor, todo está bien —le habla suave, pero Fab
***************LEO****************Después de unos minutos más, Fabrizio ya se había calmado. Podía darme cuenta de ello debido a que su respiración era más tranquila, ya no derramaba lágrima alguna y... se había puesto a jugar con sus dedos sobre mi pecho.—¿Más tranquilo? —le susurro; y él me abraza—. Te amo, Fabrizio...—Te... te amo, babbo... —musita muy suave; y yo le sonrío.—¿Quieres saber de qué me he dado cuenta? —le cuestiono; y él niega con su cabeza—. Debo decir que... me siento muy orgulloso por lo que acabo de observar... —señalo; y él se aleja de mí para observarme con su ceño fruncido—. Ay, Fabrizio, si alguien me dijera que no eres mi hijo, no le creería —menciono muy firme—. Ese es nuestro sello —preciso al acariciar su pequeño entrecejo.—Babbo... —pronuncia con suavidad al sonreír.—Te amo, Fabri. Te amo a ti y a tus hermanos como nunca voy a amar a nadie más en la vida —enfatizo otra vez; y él, nuevamente, apoya su cabeza en mi pecho y me abraza.—Babbo... —susurr
***************LOREY****************—Y después solo coloca lo que más desees —le pido; y él me sonríe muy ampliamente.—¿Lo que quiera? —pregunta entusiasmado; y aquello me hacía sentir muy feliz.—Lo que quieras, lo que más desees —preciso contenta—. Es tu pizza, así que.... ¡vamos! ¡Ponle tu toque! —lo animo; y él sonríe más para luego, mirar los ingredientes que teníamos picados.—¿Puedo... tres? —interorga tímido; y yo asiento feliz mientras lo observo fijamente.—Los que desees —enfatizo y... suspiro con mucha suavidad mientras sigo atenta a sus movimientos (al igual que Leonardo, quien, durante toda la prepación, nos había estado observando de manera curiosa).Tal vez, él no se había dado cuenta de lo que hacía, pero yo lo pude percibir. Debo decir que, en un inicio, me sentí algo nerviosa; sin embargo, luego solo me dediqué a disfrutar con Fabrizio, con quien, sorpresivamente, hice un muy buen equipo.—Ya está... —susurra el pequeño hombrecito; y yo lo miro.—Bueno.... —alargo
***************LOREY****************Estoy recostada sobre mi sofá, junto al desconocido que me cambió dólares, cuando lo necesité, y... su bello hijo. Los tres... totalmente cubiertos de harina.—Hace mucho no me divertía tanto —musito con total sinceridad al tornar mi mirada hacia ellos.Cuando los miro, me es inevitable no sonreír al ver sus caras de blanco; parecían unos fantasmas.—¿Te parece divertido? —inquiere Leonardo; y yo sonrío mucho más, puesto que de los tres, aquel fue el que más harina recibió.—Me apena decir esto, señor Bianchi, pero... sí —acepta; y Fabrizio ríe ligeramente con mi confesión.—Mmmm... ¿a ti también te parece divertido? —increpa su padre, muy divertido; y Fabrizio sonríe mucho más.Ante ello, Leonardo no se resiste y le hace suaves cosquillas para después, darle un beso en la punta de su nariz.—Babbo —le dice Fabrizio y luego, solo se limita a abrazar a su muy fuerte padre.—Bambino —musita Leo al estrecharlo entre sus brazos y cerrar sus ojos para d
***************LOREY****************Me había quedado pensando en lo que había dicho Fabrizio, que no me di cuenta el momento en el que Leonardo había tomado un poco de pizza y lo había probado—Definitivamente..., está quemada, sí —menciona divertido, con la boca llena, y tanto Fabrizio como yo nos reímos—, pero... por lejos, es la mejor pizza que he probado hasta el momento —señala; y yo sonrío.—Babbo... —susurra Fabrizio; y Leo lo mira.—Te ha quedado muy rica —expresa muy firme al mirarlo—. Y estoy seguro de que la próxima vez te quedará mejor, Fabrizio —añade; y, con ello, se gana una enorme sonrisa de su tierno hijo.—Gracias, señorita Honney —me agradece Fabrizio, un tanto tímido, y yo le sonrío.—Discúlpame por no acordarme del horno —señalo; y él solo me sonríe.—Gracias... —musita otra vez; y yo tengo ganas de abrazarlo; sin embargo, sabía que no era el momento indicado.—Bueno... —suspiro—, yo debo asumir la responsabilidad de que la pizza haya salido rostizada —preciso; y