***************LOREY****************—Pues... dejaré mi presente por aquí —preciso nerviosa y emocionada al mismo tiempo— porque lo abriré cuando vayamos a comer la pizza, ¿está bien? —le pregunto a los hombres que tenía frente a mí (bueno... a un hombre y... un tierno niño).—El regalo es tuyo; lo puedes abrir cuando desees —precisa Leonardo—. ¿No es así, Fabri? —le pregunta a su hijo; y él asiente de manera dulce.—Gracias... —musito al sonreírles y, luego de ello, suspiro profundamente—. Bueno, entonces... les diría que empecemos de una vez, pero... ¿quisieran algo de tomar antes? ¿Un jugo? ¿Agua? ¿Té?—Yo estoy bien, no te preocupes —me dice Leonardo; y yo le sonrío.—¿Qué hay de ti, Fabrizio? ¿Un jugo? —le pregunto; y él niega con su cabeza—. ¿Un té? —niega otra vez—. Mmmm... —me quedo pensativa unos cortos segundos— tengo... leche chocolatada... ¿te apetece? —interrogo; y él, sorpresivamente, asiente—. ¡Perfecto! Entonces un vaso de leche chocolatada... ¿fría? ¿tibia?—Babbo...
***************LOREY****************—¿Qué... qué pasó? —pregunto preocupada y desconcertada al verlo derramar lágrimas—. Leo... —lo nombro y lo miro al mismo tiempo como para que me dé una idea.—Tranquila, Lorey —me pide sereno, al tiempo en que se gira a ver a su hijo directamente.—Fabrizio... —lo nombro nerviosa, apenada y preocupada.—Lorey... —Leo me mira otra vez—, tranquila —enfatiza otra vez, pero, en esta oportunidad, me sonríe; y no entendía por qué.—Okey..., okey... —musito igual de nerviosa, pero no iba a decir nada más, ya que Leo estaba a punto de hablar con su hijo.—Fabrizio, mírame —le pide él; y el pequeño niño lo hace.Lo mira con sus ojos cargados de lágrimas.—Mi amor, está bien...—Babbo —lo nombro lloroso y luego, se echa en sus brazos.—Fabri... —susurra Leo, al abrazarlo muy fuerte.Yo no estaba entendiendo nada de lo que pasaba, pero sabía que algo no había hecho bien. Eso era demasiado evidente.—Babbo...—Mi amor, todo está bien —le habla suave, pero Fab
***************LEO****************Después de unos minutos más, Fabrizio ya se había calmado. Podía darme cuenta de ello debido a que su respiración era más tranquila, ya no derramaba lágrima alguna y... se había puesto a jugar con sus dedos sobre mi pecho.—¿Más tranquilo? —le susurro; y él me abraza—. Te amo, Fabrizio...—Te... te amo, babbo... —musita muy suave; y yo le sonrío.—¿Quieres saber de qué me he dado cuenta? —le cuestiono; y él niega con su cabeza—. Debo decir que... me siento muy orgulloso por lo que acabo de observar... —señalo; y él se aleja de mí para observarme con su ceño fruncido—. Ay, Fabrizio, si alguien me dijera que no eres mi hijo, no le creería —menciono muy firme—. Ese es nuestro sello —preciso al acariciar su pequeño entrecejo.—Babbo... —pronuncia con suavidad al sonreír.—Te amo, Fabri. Te amo a ti y a tus hermanos como nunca voy a amar a nadie más en la vida —enfatizo otra vez; y él, nuevamente, apoya su cabeza en mi pecho y me abraza.—Babbo... —susurr
***************LOREY****************—Y después solo coloca lo que más desees —le pido; y él me sonríe muy ampliamente.—¿Lo que quiera? —pregunta entusiasmado; y aquello me hacía sentir muy feliz.—Lo que quieras, lo que más desees —preciso contenta—. Es tu pizza, así que.... ¡vamos! ¡Ponle tu toque! —lo animo; y él sonríe más para luego, mirar los ingredientes que teníamos picados.—¿Puedo... tres? —interorga tímido; y yo asiento feliz mientras lo observo fijamente.—Los que desees —enfatizo y... suspiro con mucha suavidad mientras sigo atenta a sus movimientos (al igual que Leonardo, quien, durante toda la prepación, nos había estado observando de manera curiosa).Tal vez, él no se había dado cuenta de lo que hacía, pero yo lo pude percibir. Debo decir que, en un inicio, me sentí algo nerviosa; sin embargo, luego solo me dediqué a disfrutar con Fabrizio, con quien, sorpresivamente, hice un muy buen equipo.—Ya está... —susurra el pequeño hombrecito; y yo lo miro.—Bueno.... —alargo
***************LOREY****************Estoy recostada sobre mi sofá, junto al desconocido que me cambió dólares, cuando lo necesité, y... su bello hijo. Los tres... totalmente cubiertos de harina.—Hace mucho no me divertía tanto —musito con total sinceridad al tornar mi mirada hacia ellos.Cuando los miro, me es inevitable no sonreír al ver sus caras de blanco; parecían unos fantasmas.—¿Te parece divertido? —inquiere Leonardo; y yo sonrío mucho más, puesto que de los tres, aquel fue el que más harina recibió.—Me apena decir esto, señor Bianchi, pero... sí —acepta; y Fabrizio ríe ligeramente con mi confesión.—Mmmm... ¿a ti también te parece divertido? —increpa su padre, muy divertido; y Fabrizio sonríe mucho más.Ante ello, Leonardo no se resiste y le hace suaves cosquillas para después, darle un beso en la punta de su nariz.—Babbo —le dice Fabrizio y luego, solo se limita a abrazar a su muy fuerte padre.—Bambino —musita Leo al estrecharlo entre sus brazos y cerrar sus ojos para d
***************LOREY****************Me había quedado pensando en lo que había dicho Fabrizio, que no me di cuenta el momento en el que Leonardo había tomado un poco de pizza y lo había probado—Definitivamente..., está quemada, sí —menciona divertido, con la boca llena, y tanto Fabrizio como yo nos reímos—, pero... por lejos, es la mejor pizza que he probado hasta el momento —señala; y yo sonrío.—Babbo... —susurra Fabrizio; y Leo lo mira.—Te ha quedado muy rica —expresa muy firme al mirarlo—. Y estoy seguro de que la próxima vez te quedará mejor, Fabrizio —añade; y, con ello, se gana una enorme sonrisa de su tierno hijo.—Gracias, señorita Honney —me agradece Fabrizio, un tanto tímido, y yo le sonrío.—Discúlpame por no acordarme del horno —señalo; y él solo me sonríe.—Gracias... —musita otra vez; y yo tengo ganas de abrazarlo; sin embargo, sabía que no era el momento indicado.—Bueno... —suspiro—, yo debo asumir la responsabilidad de que la pizza haya salido rostizada —preciso; y
***************LOREY****************Fabrizio, Leo y yo estamos terminando de ordenar la pequeña canasta que llevaríamos a la terraza cuando de pronto suena el timbre.—¡La pizza! —grito emocionada; y Leo y Fabrizio se ríen de mí— Lo siento, lo siento —digo apenada y, después de eso, me dirijo a mi puerta y la abro de inmediato.—Buena noche —me saluda un trabajador del hotel—. ¿Señorita Honney?—Sí, soy yo —respondo muy sonriente; y aquel me corresponde del mismo modo.—Su pizza, señorita.—Ay... muchas gracias —expreso verdaderamente emocionada al tomarla y llevarla sobre mi mesa de comedor, para luego tomar mi billetera y sacar unos cuantos billetes de aquella y regresar hacia el hombre que había traída la cena para mis invitados—. Tome, gracias por traerla así de rápido.—Un placer servirle, señorita.—Muchísimas gracias —expreso sincera; y el hombre sonríe.—Que tenga buena noche, señorita Honney.—Muchas gracias. Igual para usted —respondo y, después de eso, el hombre se retira.
***************LEO****************Este era, tal vez, uno de los días más extraños para mí. Bueno, tal vez, no extraños, pero sí muy curioso y, sobre todo, uno de los más felices de mi vida y la razón era él.—Babbo —me habla mi hijo y me enseña su tajada de pizza, al tiempo en que sonríe.—Deliciosa, ¿no es así? —le pregunto; y él asiente sin dejar de sonreír.—Te amo —le recuerdo cada vez que me era posible.Hacía ello porque... simplemente, me gustaba expresarles a mis hijos lo que sentía por ellos. Aquello me lo había enseñado mi abuelo y, más adelante, mi padre, así como mi madre. Sin embargo, la razón principal era... el verdadero amor que sentía hacia ellos. No obstante, a Fabrizio trataba de recordárselo más seguido, debido a aquel día en el que Norka lo convenció de que no lo queríamos. ¿Por qué lo había hecho? No tenía ni idea. En el momento, solo me concentré en consolar a mi hijo, quien había sido herido por las palabras de su madre.Recuerdo que, debido a ello, casi logra