***************LOREY****************Fabrizio, Leo y yo estamos terminando de ordenar la pequeña canasta que llevaríamos a la terraza cuando de pronto suena el timbre.—¡La pizza! —grito emocionada; y Leo y Fabrizio se ríen de mí— Lo siento, lo siento —digo apenada y, después de eso, me dirijo a mi puerta y la abro de inmediato.—Buena noche —me saluda un trabajador del hotel—. ¿Señorita Honney?—Sí, soy yo —respondo muy sonriente; y aquel me corresponde del mismo modo.—Su pizza, señorita.—Ay... muchas gracias —expreso verdaderamente emocionada al tomarla y llevarla sobre mi mesa de comedor, para luego tomar mi billetera y sacar unos cuantos billetes de aquella y regresar hacia el hombre que había traída la cena para mis invitados—. Tome, gracias por traerla así de rápido.—Un placer servirle, señorita.—Muchísimas gracias —expreso sincera; y el hombre sonríe.—Que tenga buena noche, señorita Honney.—Muchas gracias. Igual para usted —respondo y, después de eso, el hombre se retira.
***************LEO****************Este era, tal vez, uno de los días más extraños para mí. Bueno, tal vez, no extraños, pero sí muy curioso y, sobre todo, uno de los más felices de mi vida y la razón era él.—Babbo —me habla mi hijo y me enseña su tajada de pizza, al tiempo en que sonríe.—Deliciosa, ¿no es así? —le pregunto; y él asiente sin dejar de sonreír.—Te amo —le recuerdo cada vez que me era posible.Hacía ello porque... simplemente, me gustaba expresarles a mis hijos lo que sentía por ellos. Aquello me lo había enseñado mi abuelo y, más adelante, mi padre, así como mi madre. Sin embargo, la razón principal era... el verdadero amor que sentía hacia ellos. No obstante, a Fabrizio trataba de recordárselo más seguido, debido a aquel día en el que Norka lo convenció de que no lo queríamos. ¿Por qué lo había hecho? No tenía ni idea. En el momento, solo me concentré en consolar a mi hijo, quien había sido herido por las palabras de su madre.Recuerdo que, debido a ello, casi logra
***************LEO****************—Gracias —le susurra mi hijo a Lorey, cuando estamos a punto de subirnos a nuestro auto.—Gracias a ti —le responde ella, al mirarlo con un hermoso brillo en sus ojos (El cual reflejaba que su mirada y cariño eran sinceros)—. Ha sido la preparación de pizza más divertida y... la mejor noche viendo las estrellas —detalla; y Fabrizio le sonríe muy tímido y sonrojado.—Buona notte —añade mi hijo, con su suave voz; y Lorey le sonríe.—Buon notte, piccolo uomo coraggioso —le susurra ella; y mi hijo se sorprende mucho con sus palabras.Noto que, así también le gustaron mucho, tanto que no fue capaz de resistirse a venir hacia mí y esconderse entre mis piernas para que Lorey no veo lo sonrojado que se había puesto.Fabrizio siempre tenía ese tipo de reacción cuando alguien a quien él confiaba o le agradaba, le decía algún cumplido que consideraba sincero. Generalmente, éramos sus hermanos, sus abuelos, nana Blanca y yo; y..., esta vez, había sido Lorey.—Ba
***************LEO****************Me despierto y lo primero que veo es la imagen de mi hijo pequeño, la cual me hace sonreír al ver la manera extraña en la que dormía. Generalmente, Fabrizio se acostaba en posición fetal y se acurrucaba con su oso de peluche y amanecía en la misma posición; sin embargo, en esta ocasión, aquel había dormido acurrucado a mi cuerpo, pero había amanecido durmiendo con uno de sus brazos extendidos, al igual que sus piernas. él... parecía estar disfrutando más su sueño, ya que la expresión de su rostro era serena; además de tener una suave sonrisa dibujada en él.—Eres uno mis tres grandes amores, Fabrizio —susurro al acercarme a él y darle un beso en la punta de su nariz—. Te amo, hijo —agrego y después, voy a mi pequeño baño para cepillarme los dientes y darme un baño.Luego de ello, procedo a ir a mi armario y tomar una camiseta con una bermuda para usar en este día soleado de Ibiza. Después, me cambio y, finalmente, me peino y decido afeitarme un poco
***************LEO****************—Veo mucha ropa nueva en tu armario —le comento a mi hijo, cuando hemos entrado a aquel.—La abuela... —susurra al estrechar más mi mano y apegarse más a mí.—La abuela... —musito sonriente—, la consentidora abuela —preciso; y él sonríe—. Veo ropa muy bonita —opino al ver todo lo que había en el armario—. Muy distinta a la que sueles usar... —musito sin querer.—Me gusta... —dice muy apenado y algo... culpable.Ante ello, decido agacharme y tomarlo en brazos.—A mí también, campeón —preciso muy firme—. Par ser muy honesto, a mí tampoco me gustan mucho las camisas —bromeo; y él sonríe—. Vamos, enséñame qué te quieres poner hoy —le digo y, después, le doy un beso en su frente y lo vuelvo a colocar en el piso para que él pudiese ir a escoger su ropa.Fabrizio camina por su pequeño cuarto de ropa hasta que se detiene frente a su staff de bermudas.—¿También usarás bermuda? —cuestiono; y él se gira a verme, al tiempo en que comienza a sentir con su cabeza
POV LEONARDO—Ah... sí... ¿cómo es la señorita Honney? —pregunta Franco, de pronto, mientras desayunamos—Linda —vuelve a susurrar Fabrizio, muy tímido.—¿Qué hicieron? —le pregunta su hermano, muy relajado.—Pizza —precisa y, luego de ello, se empieza a reír, logrando ganarse así... la absoluta atención de todo en la mesa.—¿Qué pasó? —pregunta mi madre, muy curiosa y... también sorprendida, aunque podía disimularlo un poco.—Vamos, Fabri, cuéntales tú —lo animo y, aunque se mostró muy poco convencido en un inicio, al final, se decidió a hacerlo.—Te escuchamos, Fabrizio —susurra mi padre.—Bueno... —musita mi hijo, muy suave y, luego, toma un poco más de su jugo de frambuesas.A simple vista, mi hijo estaba muy nervioso, pero trataba de controlarlo; y aquello me generó otra sorpresa más. De hecho, últimamente, Fabrizio me sorprendía con cada una de sus nuevas iniciativas como el hecho de hablarle a alguien a quien apenas conocía (Lorey), de reír más libremente, de escoger su ropa, d
***************LOREY****************—Así que... la pasaste muy bien —menciona Chiara al mirarme muy sonriente.—Sí... —expreso con absoluta sinceridad, al tiempo en que tomo mi taza y bebo un poquito más de mi café.—Veo que te gustó pasar tiempo con Fabrizio...—Es que Fabrizio es... lindo, Chiara. Debes conocerlo, es un niño absolutamente maravilloso y muy especial...—Vaya..., vaya... —susurra—. ¿Por qué dices maravilloso y especial?—Porque lo es Chiara —expreso muy firme al mirarla nuevamente—. Es único, es... maravilloso, sumamente especial...—¿Igual que el padre? —inquiere divertida; y yo sonrío.—Tal vez, mucho más —bromeo; y ella ríe.—O sea que, si estás con Leonardo, ¿es más pro pasar tiempo con su hijo que con él? —inquiere divertida; y yo río, al tiempo en que niego con la cabeza y desvío mi mirada hacia mi pequeño balcón para ver el hermoso cielo azul de Ibiza.—Ay, Chiara... —suspiro muy profundamente— Ambos son maravillosos —expreso desde lo más profundo de mi corazó
***************LOREY****************—Dime qué opinas de este —me pregunta Chiara, al mostrarme un bello y sexi conjunto de lencería de dos piezas—. ¿Qué piensas? —añade al arquear una de sus cejas—. Provocativo, ¿no es así? —comenta con suma picardía; y yo sonrío ampliamente.—Sí, muy provocativo —confirmo al acercarme a ella y tomar con mis manos el muy delicado conjunto— y muy bonito —agrego sincera, al admirar cada uno de los detalles de aquel.—Yo creo que con ese conjunto, Leonardo no querrá más que arrancártelo en cuanto pueda —precisa muy segura; y yo sonrío.—Me gustan las transparencias y los finos encajes.—¡Es perfecto para ti, Lorey! —exclama emocionada, al tiempo en que se dispone a ver tu talla—. ¡Y es tu talla! —agrega más que emocionada—. Llévatelo. Estoy segura de que tu sexi italiano lo disfrutará mucho y TÚ TAMBIÉN.—Pues, siendo sincera, me gusta —expreso sonriente al revisarlo por completo.—Llévatelo. Les asegurará un MUY BUEN COMIENZO —manifiesta con total libe