***************LOREY****************—Y después solo coloca lo que más desees —le pido; y él me sonríe muy ampliamente.—¿Lo que quiera? —pregunta entusiasmado; y aquello me hacía sentir muy feliz.—Lo que quieras, lo que más desees —preciso contenta—. Es tu pizza, así que.... ¡vamos! ¡Ponle tu toque! —lo animo; y él sonríe más para luego, mirar los ingredientes que teníamos picados.—¿Puedo... tres? —interorga tímido; y yo asiento feliz mientras lo observo fijamente.—Los que desees —enfatizo y... suspiro con mucha suavidad mientras sigo atenta a sus movimientos (al igual que Leonardo, quien, durante toda la prepación, nos había estado observando de manera curiosa).Tal vez, él no se había dado cuenta de lo que hacía, pero yo lo pude percibir. Debo decir que, en un inicio, me sentí algo nerviosa; sin embargo, luego solo me dediqué a disfrutar con Fabrizio, con quien, sorpresivamente, hice un muy buen equipo.—Ya está... —susurra el pequeño hombrecito; y yo lo miro.—Bueno.... —alargo
***************LOREY****************Estoy recostada sobre mi sofá, junto al desconocido que me cambió dólares, cuando lo necesité, y... su bello hijo. Los tres... totalmente cubiertos de harina.—Hace mucho no me divertía tanto —musito con total sinceridad al tornar mi mirada hacia ellos.Cuando los miro, me es inevitable no sonreír al ver sus caras de blanco; parecían unos fantasmas.—¿Te parece divertido? —inquiere Leonardo; y yo sonrío mucho más, puesto que de los tres, aquel fue el que más harina recibió.—Me apena decir esto, señor Bianchi, pero... sí —acepta; y Fabrizio ríe ligeramente con mi confesión.—Mmmm... ¿a ti también te parece divertido? —increpa su padre, muy divertido; y Fabrizio sonríe mucho más.Ante ello, Leonardo no se resiste y le hace suaves cosquillas para después, darle un beso en la punta de su nariz.—Babbo —le dice Fabrizio y luego, solo se limita a abrazar a su muy fuerte padre.—Bambino —musita Leo al estrecharlo entre sus brazos y cerrar sus ojos para d
***************LOREY****************Me había quedado pensando en lo que había dicho Fabrizio, que no me di cuenta el momento en el que Leonardo había tomado un poco de pizza y lo había probado—Definitivamente..., está quemada, sí —menciona divertido, con la boca llena, y tanto Fabrizio como yo nos reímos—, pero... por lejos, es la mejor pizza que he probado hasta el momento —señala; y yo sonrío.—Babbo... —susurra Fabrizio; y Leo lo mira.—Te ha quedado muy rica —expresa muy firme al mirarlo—. Y estoy seguro de que la próxima vez te quedará mejor, Fabrizio —añade; y, con ello, se gana una enorme sonrisa de su tierno hijo.—Gracias, señorita Honney —me agradece Fabrizio, un tanto tímido, y yo le sonrío.—Discúlpame por no acordarme del horno —señalo; y él solo me sonríe.—Gracias... —musita otra vez; y yo tengo ganas de abrazarlo; sin embargo, sabía que no era el momento indicado.—Bueno... —suspiro—, yo debo asumir la responsabilidad de que la pizza haya salido rostizada —preciso; y
***************LOREY****************Fabrizio, Leo y yo estamos terminando de ordenar la pequeña canasta que llevaríamos a la terraza cuando de pronto suena el timbre.—¡La pizza! —grito emocionada; y Leo y Fabrizio se ríen de mí— Lo siento, lo siento —digo apenada y, después de eso, me dirijo a mi puerta y la abro de inmediato.—Buena noche —me saluda un trabajador del hotel—. ¿Señorita Honney?—Sí, soy yo —respondo muy sonriente; y aquel me corresponde del mismo modo.—Su pizza, señorita.—Ay... muchas gracias —expreso verdaderamente emocionada al tomarla y llevarla sobre mi mesa de comedor, para luego tomar mi billetera y sacar unos cuantos billetes de aquella y regresar hacia el hombre que había traída la cena para mis invitados—. Tome, gracias por traerla así de rápido.—Un placer servirle, señorita.—Muchísimas gracias —expreso sincera; y el hombre sonríe.—Que tenga buena noche, señorita Honney.—Muchas gracias. Igual para usted —respondo y, después de eso, el hombre se retira.
***************LEO****************Este era, tal vez, uno de los días más extraños para mí. Bueno, tal vez, no extraños, pero sí muy curioso y, sobre todo, uno de los más felices de mi vida y la razón era él.—Babbo —me habla mi hijo y me enseña su tajada de pizza, al tiempo en que sonríe.—Deliciosa, ¿no es así? —le pregunto; y él asiente sin dejar de sonreír.—Te amo —le recuerdo cada vez que me era posible.Hacía ello porque... simplemente, me gustaba expresarles a mis hijos lo que sentía por ellos. Aquello me lo había enseñado mi abuelo y, más adelante, mi padre, así como mi madre. Sin embargo, la razón principal era... el verdadero amor que sentía hacia ellos. No obstante, a Fabrizio trataba de recordárselo más seguido, debido a aquel día en el que Norka lo convenció de que no lo queríamos. ¿Por qué lo había hecho? No tenía ni idea. En el momento, solo me concentré en consolar a mi hijo, quien había sido herido por las palabras de su madre.Recuerdo que, debido a ello, casi logra
***************LEO****************—Gracias —le susurra mi hijo a Lorey, cuando estamos a punto de subirnos a nuestro auto.—Gracias a ti —le responde ella, al mirarlo con un hermoso brillo en sus ojos (El cual reflejaba que su mirada y cariño eran sinceros)—. Ha sido la preparación de pizza más divertida y... la mejor noche viendo las estrellas —detalla; y Fabrizio le sonríe muy tímido y sonrojado.—Buona notte —añade mi hijo, con su suave voz; y Lorey le sonríe.—Buon notte, piccolo uomo coraggioso —le susurra ella; y mi hijo se sorprende mucho con sus palabras.Noto que, así también le gustaron mucho, tanto que no fue capaz de resistirse a venir hacia mí y esconderse entre mis piernas para que Lorey no veo lo sonrojado que se había puesto.Fabrizio siempre tenía ese tipo de reacción cuando alguien a quien él confiaba o le agradaba, le decía algún cumplido que consideraba sincero. Generalmente, éramos sus hermanos, sus abuelos, nana Blanca y yo; y..., esta vez, había sido Lorey.—Ba
***************LEO****************Me despierto y lo primero que veo es la imagen de mi hijo pequeño, la cual me hace sonreír al ver la manera extraña en la que dormía. Generalmente, Fabrizio se acostaba en posición fetal y se acurrucaba con su oso de peluche y amanecía en la misma posición; sin embargo, en esta ocasión, aquel había dormido acurrucado a mi cuerpo, pero había amanecido durmiendo con uno de sus brazos extendidos, al igual que sus piernas. él... parecía estar disfrutando más su sueño, ya que la expresión de su rostro era serena; además de tener una suave sonrisa dibujada en él.—Eres uno mis tres grandes amores, Fabrizio —susurro al acercarme a él y darle un beso en la punta de su nariz—. Te amo, hijo —agrego y después, voy a mi pequeño baño para cepillarme los dientes y darme un baño.Luego de ello, procedo a ir a mi armario y tomar una camiseta con una bermuda para usar en este día soleado de Ibiza. Después, me cambio y, finalmente, me peino y decido afeitarme un poco
***************LEO****************—Veo mucha ropa nueva en tu armario —le comento a mi hijo, cuando hemos entrado a aquel.—La abuela... —susurra al estrechar más mi mano y apegarse más a mí.—La abuela... —musito sonriente—, la consentidora abuela —preciso; y él sonríe—. Veo ropa muy bonita —opino al ver todo lo que había en el armario—. Muy distinta a la que sueles usar... —musito sin querer.—Me gusta... —dice muy apenado y algo... culpable.Ante ello, decido agacharme y tomarlo en brazos.—A mí también, campeón —preciso muy firme—. Par ser muy honesto, a mí tampoco me gustan mucho las camisas —bromeo; y él sonríe—. Vamos, enséñame qué te quieres poner hoy —le digo y, después, le doy un beso en su frente y lo vuelvo a colocar en el piso para que él pudiese ir a escoger su ropa.Fabrizio camina por su pequeño cuarto de ropa hasta que se detiene frente a su staff de bermudas.—¿También usarás bermuda? —cuestiono; y él se gira a verme, al tiempo en que comienza a sentir con su cabeza