—No podría pedirte algo así, apenas sí nos conocemos y yo no busco un esposo para que sea real. Pero estoy en medio de una situación en la que tengo que tener un esposo, ya se que suena complicado y egoísta, pero es así.— Explicó ella.Ariel se había sorprendido de que Norman se ofreciera, llevaban nada conociéndose y no era normal que él se ofreciera a algo así. Ni siquiera se podía considerar que fueran cercanos.—¿Por qué no me explicas la situación? Obviamente tampoco quiero casarme contigo para que seas mi esposa de verdad.— Ariel desvió la mirada de la suya. —Sino porque necesitas ayuda. Tampoco creas que me ando ofreciendo a cualquier persona para ser su esposo, Ariel.—Ese tipo de ayuda no se consigue de la noche a la mañana, Norman. ¿Estás seguro de eso?—Entonces aprovecha que te lo estoy ofreciendo, ¿no crees? Desde que pronuncié las palabras ya estaba muy seguro de esto..— Él no lo dudó ni un solo segundo para ofrecerse a ser su esposo, para ayudarla, pero Ariel no estaba
Blue estaba en el salón, había ido a visitarla, pero solo se terminó quejando ante Ariel porque creyó que ella los había abandonado nada más llegar. Ariel le dijo que eso no pasó de ese modo, pero que tendría que marcharse más adelante.La compañía de Blue le sirvió para ponerse al tanto con la tecnología, veía lo necesario que era eso y no siempre tendría alguien para que la ayudara o le enseñara lo que tenía que hacerlo, lo mejor era aprender desde ahora.Incluso la ayudó para que aprendiera cómo crearse una cuenta en las diversas redes sociales, pero Ariel se negó, aceptando adquirir el conocimiento pero no creándose una cuenta. De todos modos entendió que aquello también era utilizado para los negocios y las diferentes herramientas que brindaba de promoción.Todo eso le pareció de lo más interesante. Y Blue sabía explicarlo muy bien.El teléfono sobre la cama comenzó a sonar.Era el tono de una llamada entrante.Había registrado el número y al mirar la pantalla leyó el nombre allí
Norman esperaba frente a su puerta para irse al pueblo cercano. Se había vestido con un traje, pese a que Ariel le dijo que podían ir de manera normal.¡Pero era su boda!Su primera boda.Desde luego que se pondría un traje, aunque Ariel no fuera con un elegante y bello vestido blanco.Los pasos resonaron dentro de la casa, él supo que ya Ariel se acercaba, tenía un ramo de flores en sus manos, pequeño y discreto.Cuando abrió la puerta, Ariel tenía un sencillo vestido verde, todo su cabello suelto y un bolso colgando de su brazo derecho, junto con unos ojos enrojecidos que no podían faltar el día de su boda, su segunda boda, donde se casaba con un hombre que amablemente solo le estaba haciendo un favor.Sonrió de manera forzada cuando vio las flores, no era un día agradable para ella.—Ya estás aquí. Perdona, te he hecho esperar. ¿Crees que llegaremos tarde?— Intentó no mirar a Norman a los ojos, que no se diera cuenta que para ella era un día muy triste, uno de sus peores días.—No,
Se había quedado cuidando de Migo (amigo), así era como Ariel le había puesto a su nuevo compañero. Estaba a los pies de Norman, muy tranquilo y relajado, luego de ambos dar un largo paseo donde no dejó de correr de un lado a otro.Era de noche, le preocupaba que Ariel llegara muy tarde, quiso llamarla para saber si estaba bien, pues la última vez que Ariel se marchó algunas cosas no salieron bien para ella.Miró la hora, casi las once de la noche, volvió a llamarla y esta vez sonaba apagado, quizás era normal, porque salió muy temprano, seguro que se quedaba sin carga.Tirado en el sofá, escuchó el timbre en la puerta, corrió hacia allí y abrió sin pensárselo.Ariel había llegado ya.Sus hombros caídos y expresión triste dejaban claro a Norman que las cosas no habían ido bien.—Ariel— se acercó a ella y dejó sus manos en sus hombros, ella se cubrió el rostro, inmediatamente sollozando. —¿Qué ha pasado? ¿Te hicieron daño— ella solo negó con la cabeza. —Entra, fuera hace frío, ya es mu
La noche se había cerrado en torno a la residencia de los Clinton cuando Alejandro llegó. La elegancia del lugar era inconfundible, desde los jardines meticulosamente cuidados hasta el suave brillo que emanaba de las luces interiores. Entró y encontró a Abigail esperándolo en el vestíbulo, con una expresión de anticipación en su rostro.—Estás aquí. No quise llamarte para saber donde estabas porque seguro que te querías quedar a solas poniendo tus pensamientos en orden, Alejandro.—Tan pronto como él entró, ella se lanzó a sus brazos, atrayéndolo hacia ella con una pasión que Alejandro no esperaba. Sus labios buscaron los de él, y aunque Alejandro respondió al beso, su mente estaba en otra parte.—Estoy cansado.— Dijo, al ver el rumbo que tenían los labios de Abigail.El perfume de Abigail, una mezcla de jazmín y rosas, llenó sus sentidos. Pero, en su mente, todavía podía imaginar el olor suave y natural que siempre acompañaba a Ariel, y las memorias de Ariel lo atormentaban. Era un r
El despacho del señor Clinton estaba en silencio cuando Alejandro llegó. La seriedad de su rostro reflejaba la turbulencia de sus emociones. Al cruzar la puerta, Clinton levantó la vista, sus ojos inquisitivos analizando cada gesto de Alejandro.—Alejandro,— dijo el señor Clinton, —te veo preocupado. ¿Qué te trae por aquí? Un hombre como tú debería de estar feliz por su libertad, esa no es la expresión que tienes. Con las ganas que tenías de salir. ¿Ha sucedido algo? Espero que no hayas ido a enfrentar a Marco o a tu hermana. Eso no sería una buena idea.—Con un suspiro, Alejandro habló, luego de haber pensando en sus palabras, de modo que las cosas quedaban bien para todos. Tenía muchas cosas que hacer, importantes cosas que hacer, pero… lo de Ariel tenía mucha prioridad para él.—Señor Clinton, necesito ver a Ariel. No quiero causar problemas, solo... quiero entregarle dinero. Una especie de indemnización por todo lo que ha pasado.—Clinton se quedó pensativo por un momento. No espe
El aire estaba cargado de electricidad mientras Ariel caminaba hacia la casa. Aunque todo a su alrededor permanecía estático, su mundo interior estaba en plena tormenta. En su mente, imágenes de Alejandro se entremezclaban con recuerdos de tiempos más felices, creando un torbellino de nostalgia y dolor.Aquella casa, aquel lugar, fue lo primero que Ariel conoció como un verdadero hogar en toda su vida, lo más real que había sentido y ahora parecía estar tan en el pasado, que no se podía creer que no había transcurrido tanto tiempo.A medida que se acercaba a la puerta, un nudo en su estómago se apretaba más y más. Alejandro, el hombre que alguna vez había prometido amarla por siempre, ahora era una figura envuelta en sombras de dudas y resentimientos.La puerta se abrió lentamente, revelando a Alejandro. Sus ojos, oscuros y penetrantes, la escrutaron, y Ariel sintió como si el tiempo se hubiera detenido.Ella estaba allí, justo frente a él.Sentía muchas cosas en su interior y Alejand
La luz del bar, tenue y apagada, creaba sombras alargadas en cada rincón. Alejandro se encontraba sumido en ellas, con un vaso en mano, mientras intentaba ahogar las penas y el dolor en el fondo de cada trago. La noticia de Ariel y su nuevo matrimonio le atormentaba, acosándolo con cada latido de su corazón.Las notas de una vieja canción de amor sonaban de fondo, haciendo que la herida en su pecho se hiciera más profunda. En su intento por escapar de la realidad, Alejandro había bebido más de lo que su cuerpo podía soportar. Sin embargo, la insoportable idea de no saber quién era el hombre que había robado a Ariel de su lado lo carcomía.Desesperado por respuestas, tomó su teléfono y marcó a Fabio, un viejo amigo y confidente. Hace mucho que no lo veía, pero Fabio ya sabía que él estaba libre, tenían que encontrarse. Necesitaba alguien que lo entendiera, alguien que pudiera proporcionarle una brizna de esperanza o, al menos, un poco de claridad.No pasó mucho tiempo antes de que Fabi